28.Love Chocolate
Al siguiente día, Frank estuvo muy solitario y distraído incluso durante las prácticas de baloncesto, mientras el resto del equipo hacían sus calentamientos, él estaba sentado de cuclillas junto a la puerta, jugando vagamente con el balón.
— Hola. — Dallon se asomó por la puerta. — Era para preguntarte si quieres que te esperemos cuando salgas o nos podemos ir.
Sin dirigirle la mirada, se encogió de hombros.
— Me da igual. — Dijo.
— Oye, Frankie... — No le importó si lo regañaban después, pero entró al gimnasio y se sentó junto a su amigo. — ¿Estás bien? Has estado así todo el día.
— Es que... — Suspiró. — ¿De verdad soy tan malo como todos dicen? ¿De verdad soy un "fuckboy" que está jugando con los sentimientos de Gerard?
— ¿No ha sido así desde un principio?
— ¡Claro que no! — Le gritó.
— ¿Entonces de qué se trata todo esto? ¿Qué es lo que sientes exactamente por Gerard? ¿Te gusta?
— Pues... Sí, sí me gusta.
— ¿Y entonces?
— Es que... Agh.
— ¿Quieres que sea tu novio?
— Ese es el problema, que creo que como novios quizás todo se arruinará, porque tendríamos que ponernos cursis y ya no podríamos insultarnos igual que siempre, siento que todo sería muy incómodo y forzado, que tendríamos que cambiar nuestra forma de ser, y yo no quiero que nada cambie, me siento muy cómodo así con él. Imagínate que no funcionamos como novios, entonces tendríamos que terminar y se jodería todo porque ya sería muy incómodo hablarnos y yo sufriría mucho porque me gusta hablar con él... Además... — Se cruzó de brazos y frunció el ceño con las mejillas sonrojadas.
— ¿Además? — Levantó una ceja.
— Él es más alto que yo... Me sentiré como chica si tengo que ponerme de puntillas para poder besarlo.
— ¡Ay, Frank! JAJAJAJAJAJA. — Soltó una carcajada.
— ¡¿Qué es tan gracioso, idiota?!
— Es que JAJAJAJAJAJA. — Trataba de no reír, pero no podía. — Sé que no debería reírme, pero no puedo evitarlo.
Las risas de Dallon hacía que Frank se avergonzara más por esa confesión.
— ¡Ya! — Golpeó su hombro. — ¡Por eso es que no quiero ser su novio! ¡Porque todos se reirían como tú lo estás haciendo!
— Ay, por favor, Frank. Yo me río porque como tu mejor amigo es mi trabajo reírme de ti, no es para tanto... Oh... Bueno... Volviendo al tema, yo de verdad creí que sólo era cuestión de tiempo para que ustedes salieran juntos pero vaya que ha pasado mucho tiempo.
— ¿Por qué lo dices?
— Porque cuando hablas con él, se nota que te gusta. Tienen demasiada química ustedes dos. Yo los shippeo desde el primer momento en que conviví con ustedes ¿Recuerdas? Cuando ganaste el oso de peluche para él en Coney Island.
Fue inevitable para Frank esbozar una pequeña sonrisa al recordar aquella tarde en el parque de diversiones, cuando ganó el oso de peluche, cuando subieron juntos a la montaña rusa, y así, ese recuerdo trajo consigo muchos más, como cuando hicieron la estúpida apuesta que nadie ganó, cuando en año nuevo fueron al concierto de Falling In Reverse, Gerard se raspó las rodillas y él estuvo de verdad preocupado por él. También recordó el cumpleaños de Gee, con todos esos fuegos artificiales... Vivieron tantas cosas.
— Desde un principio, has hecho cosas muy lindas por él. — Agregó Dallon.
— Pero ninguna ha sido con una doble intención o... No, no sé.
— Suenas confundido.
— Estoy confundido. Todas las cosas que he hecho por él las he hecho porque me ha nacido, porque sí, sólo era yo siendo yo mismo.
— Brendon me contó que Gerard le dijo todas las cosas que le dijiste en navidad como: «Tal vez alguien como tú sea más indicado para mí». Eso no se lo dices a alguien que no te gusta.
— Sólo dije lo que pensaba en el momento, como ya dije; era yo siendo yo mismo.
— ¿Y no le pediste también que te regalara algo en San Valentín?
— Sólo lo dije porque quiero comer chocolate, no hay un trasfondo en el asunto.
— Eso es lo que tú dices. — Se levantó del suelo. — Antes de irme, déjame decirte esto; todo lo que digas o hagas tiene un gran poder en Gerard, dudo que lo sepas porque eres un pendejo.
— N-no me gusta cómo suena eso. — Se levantó también para poder empezar con las prácticas.
— Pues es la verdad, no sabes cuánto se ilusiona cuando eres tan lindo con él. Yo digo que, si de verdad no quieres nada con Gerard, deberías dejar de darle alas, porque después lo lastimarás mucho cuando tengas que cortárselas.
— Eso sonó muy filosófico, Dall.
— Debería escribir un libro. — Se encogió de hombros.
Su conversación fue interrumpida cuando el entrenador sonó su silbato y Frank tuvo que regresar a sus prácticas, pero de todos modos, la concentración le fallaba cuando lo único en lo que le podía pensar era en lo que Dallon le dijo; él no estaba consciente de que tenía ese poder sobre Gerard.
El martes por la tarde, Gerard fue a casa de Ray a hacer los chocolate, Brendon lo acompañó ya que quería hacer unos para Dallon. Way temía que la situación se pusiera un poco incómoda cuando tuviera que convivir con Lindsey después de todo lo que había pasado entre ellos, pero la tarde fue muy amena a decir verdad.
— ¿No creen que hicimos demasiados chocolates? — Preguntó Ray.
— No lo creo. — Alegó Brendon. — Así lo que sobre quedará para nosotros. Oye, Gerard ¿Compraste una caja bonita para guardar lo tuyo?
— ¡Claro que sí!
— ¿Todavía quieres darle chocolates a Frank? — Lindsey puso mala cara.
— ¿Quieres callarte? Déjame en paz. Mira que apenas te he perdonado por el escándalo que creaste en la escuela.
— ¿Y mi regalo qué?
— ¡Pues te quedas sin nada! — Dijo mientras acomodaba los chocolates en la caja. — Come lo que has preparado tú.
— ¡Pero dijiste que me ibas a regalar algo!
— ¡Eso fue antes de que arruinaras las cosas para Frank!
— ¿De verdad quieres conquistar a esa rata fea? Es tan bajito... Probablemente le falte calcio al pobre.
Estaba hablando sola, porque todos la ignoraban mientras armaban sus cajas de regalos.
— ¡Listo! — Gerard terminó de decorar su caja con un bonito listón. — Ay, estoy demasiado nervioso.
— No te preocupes, todo saldrá bien, estoy seguro. — Dijo Brendon.
— Guardaré los chocolates sobrantes en el refrigerador. — Dijo Ray.
— Yo voy al baño un momentito. — Dijo Gerard. — ¿Me acompañas, Beebo?
Ray estaba distraído mientras guardaba los chocolates en el refri cuando aquellos dos dejaron la cocina, así que prácticamente dejaron a Lindsey sola con los chocolates de Gerard.
Al día siguiente, ya era catorce de febrero, y Gerard llegó al colegio con su caja de chocolates, había preparado uno muy grande en forma de corazón y otros más pequeñitos que hizo en un molde que tenía Ray en forma de perritos, y ya que a Frank le gustaban los perritos, le pareció un lindo detalle.
Se mostraba seguro y determinado al caminar, pero realmente estaba nervioso, su corazón dolía de lo acelerado que estaba y tenía un nudito en el estómago.
Estoy cada vez más decidido.
No pienso huir ni esconderme, voy a dar la cara y sin titubear le daré este maldito chocolate; el chocolate ganador.
Acepta mis sentimientos Iero.
Se encontraron frente a los casilleros. Gerard no conocía la extraña sensación que recorrió su cuerpo cuando Frank miró la caja con un poco de miedo o algo así, esa mirada no era nada linda.
— Esto no es un chocolate obligatorio ¿Verdad? — Fue lo que preguntó.
— No, no lo es.
— Y... ¿N-no podrías hacer que fuera un chocolate obligatorio?
— ¡¿Ah?! ¿Qué quieres decir? ¿No lo aceptarás si es un chocolate de amor?
— Pues no.
«No otra vez».
— ¡Pero si tú fuiste quien me lo pidió!
— Sí... — Miró hacia otro lado. — Ya sé lo que dije... Pero...
— No puedes aceptar mis sentimientos. — Lo interrumpió. — Eso es lo que pasa ¿No?
No sabía qué decir. Por un lado estaban las ganas de decirle: «Tú también me gustas». Le gustaría aceptar ese chocolate de amor y así ser felices pero por otro lado estaba ese miedo suyo... No quería cagarla luego pero sentía que hiciera lo que hiciera, igual la iba a cagar.
— ¡Oye, Frank! — Le gritó Dallon a la distancia. — ¡Te llama el señor Collins! ¡Dice que pases por su oficina!
— Yo... — Frank vio la oportunidad de escapar. — Lo siento, tengo que ir.
Salió corriendo a toda prisa, dejando a Gerard ahí solo.
— ¿Interrumpí algo? — Inquirió Weekes cuando Frank llegó con él.
— No, nada importante.
Este rechazo fue más insoportable para él que el primero, no sabía cómo lidiar con eso.
«Maldito Frank — se dijo — lo odio tanto».
Gerard ni siquiera lloró, experimentó esa clase de tristeza en la que sólo sientes el vacío pero las lágrimas no llegan. Además, su tristeza también estaba cargada de enojo, se sintió muy humillado, si Frank no le hubiera pedido un regalo probablemente no habría hecho nada para él.
— ¡Gerard! — Brendon apareció arrastrando a Dallon tomándolo de la muñeca. — Mi niño le metió ideas extrañas en la cabeza a Frank.
— Yo sólo le dije que si no quería nada contigo, que dejara de ilusionarte.
— ¡¿Te parece poco?! — Lo regañó Brendon.
— ¿Entonces me rechazó por eso? — Ahora se sintió peor.
— Lo siento, Gee. — Dijo Dallon.
— Debo ir con Frank.
Los dejó a ellos dos allí al salir corriendo en dirección a la oficina del coordinador con la esperanza de encontrar a Frank.
"Dallon tiene razón, si no estás interesado, no me ilusiones, no seas tan lindo conmigo".
No puedo decir algo así de genial, así que creo que estuvo bien que Dallon se lo dijera por mí
¡Pero aun así, maldita sea! Aunque él no esté interesado, seré feliz si sigue portándose tan bien conmigo, yo quiero que él siga teniendo esos tratos hacia mí, si me ilusiono es culpa mía.
Gerard llegó al pasillo justamente cuando Frank estaba saliendo de la oficina.
— ¡Toma tu mierda! — Con una fuerza impresionante y sin dejar de correr, Gerard le lanzó la dura caja de regalo y se la pegó de la frente, ocasionando que ésta enrojeciera y que la caja terminara con una abolladura en toda la esquina, que fue la parte que impactó con la frente de Frank.
— ¡Maldición! — Frank llevó ambas manos al área del golpe. — ¡Eso dolió mucho!
— ¡Acepta mi maldito regalo!
Sin decir nada, Frank se agachó a recoger la caja del suelo. Aun así le dijo:
— Ya te dije que no puedo aceptarlo.
— ¡¿Por qué?!
— No puedo aceptar un chocolate de amor cuando mis sentimientos no están claros.
— ¡No seas tan drástico! ¿Estás tratando de hacerte el frío e interesante? ¡Porque déjame decirte que no te queda bien! Nunca pensé que fueras un verdadero imbécil o un "fuckboy" como dicen, jamás pensé que jugaste con mis sentimientos, tú no has hecho nada malo, Frank. Quien tiene la culpa aquí soy yo, por no aceptar que tengo que rendirme.
— G-Gerard... — Se quedó perplejo ante las fuertes palabras de Gerard y la manera en que las decía.
— A mí me da igual si te gusto o me odias, simplemente sé tú mismo, no quiero que fuerces nada ni te dejes llevar por nadie, sólo di la primera cosa que pase por tu cabeza sin tener que pensarlo ¿Eso es muy difícil?
— Es lo que hacía en un principio... — Miró la bonita caja de regalo, ahora arruinada ligeramente por ese fuerte golpe. — Gracias por esto.
El mayor asintió.
— Perdón porque sea un chocolate de amor y no uno por obligación.
— No te disculpes. — Dijo el menor. — Perdóname a mí por ser un idiota.
No me importa si esto lleva tiempo, con tal de que él termine enamorándose de mí.
— Oye... — Dijo mientras abría la caja. — El chico que se ha enamorado de mí de verdad es un tonto.
— ¡Oye! — Exclamó. — ¡¿Qué quieres decir?!
— Tú fuiste quien me dijo que dijera lo primero que se me viniera a la mente ¿No?
— Pff... Es cierto. — Suspiró rodando los ojos.
— Ajá. Entonces veamos...
Terminó de abrir la caja. Sólo para encontrarse con ese chocolate gigante en forma de corazón que tenía escrito "Enano Idiota" junto con el dibujo de una caca.
Frank miró el chocolate un poco irritado.
— ¡¿Estás jugando conmigo?! — No podía ni creerlo. — ¡¿De verdad quieres hacerme enfadar?!
— ¡¿QUÉ MIERDA?!
«¡OH! — el que estaba verdaderamente enfadado era él — ¡Esto tiene el nombre y apellido de Lindsey escrito en todas partes!».
— Ese enano estúpido no se merece un chocolate de Gerard de todos modos. — Había dicho Lindsey el día anterior, aprovechando el descuido de Ray para tomar una manga de crema pastelera y haber escrito eso en el chocolate.
¡¿San Valentín me odia o qué?!
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