23.Mustard And Ketchup
Todo sería tan distinto si nos hubiéramos hubiéramos conocido de otra forma.
Si nuestro primer encuentro hubiera sido como en las películas, en las que él es un chico amable y caballeroso que, al tirar mis libros al piso, se ofrecería a levantarlos por mí, yo me hubiera agachado también a levantar los libros, alegando que no necesito ayuda. Entonces, al intentar tomar un cuaderno, nuestras manos rozarían, nos miraríamos a los ojos, cada uno con las mejillas sonrosadas, él me diría algo como: «Me llamo Frank». Y yo, muy nervioso, tragaría saliva, y titubearía un simple: «Gerard».
Eventualmente, nos habríamos hecho amigos, luego mejores amigos y finalmente novios. Sería normal para nosotros ser cursis y románticos, ya que no habríamos sido una pareja de comedia antes.
¿Por qué las cosas no pueden ser perfectas?
Esa misma noche del curry de oso, mientras cenaban, Gerard estaba con Jamia, quien trataba de consolarlo y de hacer que comiera algo, pues ni siquiera quería comer debido a lo deprimido que estaba.
Mientras tanto, en una esquina, Dallon y Brendon estaban matando a Frank a base de llaves de lucha.
— ¡Eso duele! — Brendon estaba sobre él doblando uno de sus brazos contra su espalda, y Dallon hacía lo mismo pero con su pierna. — ¡Chicos, me van a quebrar las extremidades!
— ¡Es lo que te mereces por haberle roto el corazón a Gerard! — Exclamó Brendon.
— Sí. — Agregó Dallon. — ¡Enano estúpido!
— ¡¿Qué dices, Weekes?! ¡Si tú fuiste quien me aconsejó que fuera sincero con él!
— ¡TE DIJE QUE FUERAS SINCERO, NO QUE LO DEPRIMIERAS POR COMPLETO!
— ¡¿QUÉ ES LO QUE NO TE GUSTA DE GERARD?! — Al fin lo soltó, y Dallon hizo lo mismo.
— Ya les explique que no es que no lo quiera o algo así.
— ¡¿ENTONCES?! — Lo atacaron al unísono.
— Es que... Simplemente no puedo verme en una relación con él ¿Ya?
— ¿Pero por qué? — Brendon se calmó un poco.
— Porque ya estoy demasiado acostumbrado a lo que somos ahora, tanto, que es imposible que cambiemos completamente para tener una actitud romántica con el otro... Simplemente no podemos cambiar y ser una pareja, no sería normal... Sé que, aunque quisiera, por más enamorado que esté, Gerard no podría dejar de sacarme de quicio y buscar pelea conmigo porque esa es su personalidad, y no puedo cambiar su personalidad ¿Entienden? Es como... — Miró cualquier objeto a su alrededor para hacer una analogía. — ¡La mostaza! — Los novios fruncieron el ceño. — Por más que quieras, no puedes convertir la mostaza en salsa de tomate ¿No es así?
— ¡IDIOTA! — Lo golpearon al mismo tiempo, haciéndolo caer al suelo. — ¡Deja de decir cosas que no podemos entender!
Entre los dos se propusieron matar a Frank a golpes.
— ¡Era sólo un ejemplo! — Se quejaba el menor.
— ¡No compares a Gee con la mostaza!
Gerard los observaba a la distancia, no le parecía divertido nada de lo que estaba pasando, cuando en otros tiempos, disfrutaría de ver a Brendon y a Dallon tratando de asesinar a Iero.
Ya por la noche en el hotel, tratando de inducir a Gerard en un ambiente más tranquilo, se lo llevaron a la habitación que les asignaron lo antes posible, era una fortuna para ellos poder compartir la habitación de hotel. Caminando por el pasillo, Frank los detuvo.
— Gee... — Pronunció.
— ¿Hay algo importante que quieras decirle? — Pete se cruzó de brazos y le dedicó una mirada asesina.
— Sí, pero a solas.
— Lo que tengas que decirle a Gerard se lo dices en frente de nosotros, muchachito.
— Chicos... — Dijo Gerard con desgano. — Por favor, déjennos ¿Sí? Luego los alcanzo.
Sus amigos le hicieron caso y los dejaron solos.
— Emm... Bueno... — Dijo Frank. — Yo de verdad lo siento.
— "Lo siento"... — Ya venía el enojo, sabía que se alteraría. — ¡¿Lo siento?! ¡¿Cuántas veces piensas decir "lo siento"?!
— Es que estoy preocupado por ti.
— ¡No necesito tu estúpida preocupación! Me haces sentir mal... Después de todo, sólo soy un tarro de mostaza, no puedo convertirme en salsa de tomate aunque quiera. — Le dieron ganas de llorar.
— Sí, sí, sé que di un mal ejemplo, pero... No fue mi intención hacerte sentir mal, de todos modos, ahora te ves mejor.
— ¡¿"MEJOR"?! — Ahora sí empezó a llorar. — ¡¿ESTOY COLAPSANDO Y ME VAS A DECIR QUE ME VEO "MEJOR"?!
— ¡No estoy diciendo nada con mala intención! ¡Pero al parecer cada cosa que digo va a hacer que te deprimas!
— ¡Entonces cierra la puta boca! Ya te lo dije antes ¿No? ¡Actuemos como si nada hubiera pasado!
— Pues... — Suspiró. — Bien, si eso es lo que quieres, entonces lo haré.
— Muy bien... Buen chico. — Despeinó su cabello, tratándolo como un perro. — Al parecer no eres tan pendejo.
— ¿Así tratas a los chicos que te gustan? — Se quejó.
— ¡FRANK! — Esa clase de comentarios atacaban directo a su corazón, algún día le daría un paro cardíaco por culpa de Frank. — ¡¿Por qué dices eso?! ¡¿Acaso no sabes lo que significa tener sentido de la delicadeza?!
— ¡¿PERO QUÉ HICE AHORA?!
Bien, al menos terminaron peleando como antes. Eso tenía que ser una buena señal.
Ya tarde en la noche, Pete estaba profundamente dormido, por otro lado, Brendon y Gerard no podían conciliar el sueño, y ni tanto por los ronquidos del moreno.
— ¿Beebo? ¿Estás despierto? — Susurró.
— Ajá... — Habló con suavidad, como cosa rara.
— ¿Qué tal actué hoy? Es decir... Cuando estuve peleando con Frank... ¿Fue como antes?
— Oh sí. — Asintió. — Como si nada hubiera pasado.
— Entonces genial. — Se le notaba triste. — Porque es lo que busco.
— Oye... ¿Desde ahora qué vas a hacer? ¿Vas a rendirte con Frank?
— Si me rindo o no, da igual... De todos modos la mostaza no puede convertirse en salsa de tomate ¿No?
— ¿Todavía sigues pensando en eso? — Gerard sólo respondió con llanto. — Mira... Si quieres... Mañana podemos pasar todo el día juntos. Puedo decirle a Pete y nosotros...
— Sólo nos quedan dos días más en la ciudad, no quiero quitarles tiempo con sus parejas.
— Los amigos son más importantes, no creas que no tenemos eso en claro. No puedo hablar por los demás, pero por mi parte, por más que ame a Dallon, jamás te dejaría por él.
— Ay, Brendon. — Sollozó. — Ahora menos dejaré de llorar si me dices esas cosas.
— Ya, de verdad ¿Qué vas a hacer con Frank?
— Me da igual si estoy cerca de él o no. — Se acostó boca arriba, llevando sus brazos detrás de su cabeza, fingiendo desinterés a pesar de sus lágrimas. — De todos modos, yo fui quien tuvo la idea de que volviéramos a ser como antes, así que no tendría sentido evitarlo.
— Tengo que decirte algo importante, Gee... — Dijo con tristeza.
— ¿Qué?
— Lo siento...
— ¿Pero por qué? — Se sorprendió.
— Fui yo quien te presionó para que le confesaras tus sentimientos a Frank... — Su voz se quebró. — Siento que todo esto es culpa mía.
— No tienes por qué sentirte así... Si me hubiera confesado sólo porque tú me dijiste que lo hiciera, lo habría hecho aquella vez en el restaurante, cuando no tuve el valor de hacerlo. Sin embargo, en mi cumpleaños, cuando le dije que me gusta, se lo dije sólo por mí, porque en ese momento sentí que debía ser honesto...
— Pero aun así, si no te hubieras declarado ese día, yo hubiera seguido insistiendo hasta que lo hicieras.
— Sea como sea, estoy agradecido de haberte tenido ahí para motivarme... Casi nunca te lo digo, pero eres el mejor amigo del mundo entero y me compadezco por todos aquellos que no tienen la suerte que yo tengo de tenerte.
— ¿Con todo y mi mal carácter? — Ya no pudo contener más las lágrimas.
— Con todo y tu mal carácter.
— ¡Ay, Gerard! — Se le lanzó encima en un abrazo. — ¡Te quiero muchísimo!
— ¡Y yo más a ti!
Pasó todo eso y Pete seguía allí como muerto, nunca se enteró de nada, ni siquiera de que, después de ese abrazo, sus amigos le dibujaron penes por toda la cara con marcadores Sharpie.
Al día siguiente, Gerard despertó radiante, como si nunca hubiera estado triste, mientras que Frank no pudo dormir absolutamente nada en toda la noche. Cuando Gerard subió al autobús, se percató de que el enano estaba bostezando mucho.
— ¡Hey! — Se acercó y lo golpeó en la frente. — No te quedes dormido, capaz y te dejan de nuevo.
Frank se confundió un poco con la actitud tan feliz de Gerard, pero al no detectar tristeza en él, se sintió bien, al parecer las cosas serían como antes.
No quiero estar triste por siempre.
Trataré de hacer un buen trabajo pretendiendo que nada pasó y volveré a ser el compañero de idioteces de Frank. Todo volverá a estar bien.
Estaban paseando en tranvía por la ciudad a mitad de mañana, Frank estaba revisando cosas en su celular mientras que Gerard estaba viendo las fotos geniales que logró tomar, en lo que el menor rompió la paz dando un salto en su asiento, y sin decir nada, golpeba el hombro de Gerard frenéticamente.
— ¿Qué? — Preguntó. Frank seguía golpeándole y parecía tratar de articular las palabras. — ¡¿Quéee?!
— ¡MIRA! — Le extendió su celular, en el cual se podía admirar el perfil de Instagram de Ronnie Radke. — ¡MIRA LAS ÚLTIMAS TRES PUBLICACIONES!
Gerard le hizo caso sin entender muy bien la emoción hasta que él mismo pudo ver de qué se trataba todo y se emocionó igual o más que Frank.
— ¡NO PUEDE SER! — Gritó. Todos en el tranvía los miraban, pero ya estaban tan acostumbrados a eso que era como si estuvieran solos. — ¡RONNIE RADKE ESTÁ DE VACACIONES AQUÍ EN SAN FRANCISCO!
— ¡Mierda, eso es tan genial!
— ¡Lo séeee! — Se tomaban de las manos, emocionados. — ¡Tenemos que recorrer los mismos sitios que él recorrió y tomarnos fotos!
— ¡Sísisisisi! — Asintió frenéticamente. — Hagámoslo mañana ¿Sí?
— ¡Hecho!
Pasaron el resto del día en grupo con sus amigos, pero su último día en San Francisco sería sólo para ellos dos.
A la mañana siguiente, recorrieron juntos un montón de zonas fantásticas, fueron a ese mismo restaurante de mariscos donde Ronnie subió a una historia a Instagram, luego fueron a ese muelle tan bonito en el cual subió una foto y se quedaron allí observando el mar, también volvieron a Chinatown para dar otro paseo en un bicitaxi, sólo que esta vez pudieron tomarse más fotos. Por la tarde fueron por un helado mientras se dirigían a su siguiente punto.
Cuando llegaron a ese bonito parque al que querían ir, un grupo de chicas se acercó a Frank, una de ellas le extendió su cámara y le pidió el favor de tomarles una foto, cuando el menor asintió, Gerard inmediatamente puso mala cara, y se puso peor cuando todas comenzaron a preguntarle cosas y a coquetearle.
— Frankie. — Se acercó, e indiscretamente, lo tomó de la mano. — ¿Podemos ir a tomarnos las fotos?
— Oh... — Frank se dio cuenta inmediatamente de lo que estaba pasando. — C-claro.
Entonces Gerard miró al grupo de chicas con la misma cara de psicópata que usaba cuando era el muerto viviente en la casa embrujada, y así las ahuyentó.
— ¿Quién era él? — Oyó decir a una.
— ¿Creen que sean novios? — Siguió otra.
— No lo creo, ese tal Frank era súper lindo y además, no tenía pinta de ser gay.
— Y aunque así fuera, no parecen novios, como sea. — Dijo la última. Y fue lo último que logró escuchar antes de que el grupito se perdiera de vista.
Esto es un asco.
No importa quién nos mire, nadie puede imaginarnos como novios... Por eso es que él tampoco puede.
Y si él no puede verme como su novio, entonces sería una pérdida de tiempo seguir enamorado de él.
Haré como si nada hubiera pasado y me rendiré de una buena vez. Es lo mejor que puedo hacer.
— Tomamos muchas fotos e hicimos muchas cosas geniales. — Dijo Frank casi al final del día. — Será mejor que regresemos con los demás.
— ¿Quieres tomar otro tranvía de regreso? — Metió una mano en su bolsillo para buscar su cartera. — Tengo algo de dinero todavía, creo que... — Se comenzó a preocupar cuando recorrió cada uno de los bolsillos de su pantalón y no tenía la cartera, la cara de tragedia que puso lo dijo todo.
— ¿Qué? — Lo miró preocupado.
— Mi cartera. — Palpaba sus bolsillos desesperadamente. — ¡Mi cartera no está!
— ¡¿C-cómo es?!
— Negra y con la calcomanía de un planetita.
— ¡¿La perdiste mientras nos tomábamos las fotos?!
— A-a... A lo mejor...
— ¡Vamos! — Lo tomó de la mano y se lo llevó de regreso. — Si vamos a todos los sitios a los que fuimos hoy, probablemente la encontremos.
Se les hizo de noche buscando la cartera en cada sitio en los que estuvieron, pero no la encontraron. Hubo un momento en el que Gerard se rindió con la cartera, pero Frank seguía buscando como un loco, estaba muy preocupado por él, por más que Gerard le decía que debían irse y dejarlo así, él insistía en seguir buscando.
— Frank, ríndete. — Le dijo mientras lo observaba sumergirse en unos arbustos en busca de la cartera. — De todos modos no llevaba mi identificación ni nada importante allí, sólo eran como cincuenta dólares, de verdad, no te preocupes.
— Sea como sea, necesitamos encontrar tu cartera ¡La necesitas, Gerard! — Insistió.
— Ya te dije que no ¿Puedes olvidarlo? Te estás tomando esto más en serio que yo.
— Porque es serio, tonto.
— Nunca la encontraremos ¿Sí? Tenemos que apurarnos a volver con los demás, ya es de noche y si llegamos tarde, seguro que seguirán diciendo rumores sobre nosotros.
— Me importa una mierda lo que digan, tú eres más importante.
Gerard se quedó totalmente tieso y con un nudo en la garganta.
— ¿Por qué no regresamos al muelle? — Continuó. — Creo que... ¿Y ahora por qué estás llorando? — Se percató de las lágrimas del pelinegro. — ¿Tanto te gustaba esa cartera?
— No es eso, pendejo. — Limpió una de sus lágrimas.
— ¡No me digas así! ¡Estoy tratando de ayudarte!
— ¡Cállate! — Seguía llorando. — ¿Por qué eres así? Te odio mucho.
Lo odio demasiado.
Justo cuando decidí rendirme con él...
¿Por qué tiene que ser tan lindo conmigo? ¿Por qué tiene que volver las cosas tan difíciles?
Si es tan atento conmigo, seguro que no podré dejarlo ir.
— Dime qué te pasa, Gee, por favor... Yo sólo quiero... — Miró detrás de Gerard y se quedó atónito.
Su mandíbula casi cayó al suelo, no podía siquiera moverse, lo único que pudo hacer fue soltar esos golpes en el brazo del pelinegro.
— ¡Eso duele! — Se quejó. — ¿Por qué haces eso?
— R-R-R-R. — No podía respirar.
— ¿Qué quieres decir con...? — Se volteó, y pudo verlo también. — ¡Ah! — Perdió el aliento. — ¡R-R-R-R!
A unos metros de ellos, estaba el mismísimo Ronnie Radke en persona.
— ¡ES RONNIE! — Gritaron al mismo tiempo, señalándolo.
Gritaron tan fuerte que pudieron llamar su atención, Radke los miró y los saludó con una sonrisa como si nada.
— ¡ME SALUDÓ! — Gritó Frank.
— ¡CÁLLATE, ME MIRABA A MÍ!
En ese instante, al observarlo mejor, Gerard se dio cuenta de que tenía un objeto muy familiar en una de sus manos; la cartera que había perdido.
— ¡Mira, es mi cartera! — Le dijo a Frank antes de salir corriendo hacia la estrella de rock.
Cuando se pararon frente a él, ambos sintieron que se iban a desmayar.
— H-h-h-hola... — Las piernas de Gerard temblaban. — Soy Gerard Way, un gran fan, muy gran fan, en serio...
— Momento ¿Te llamas Gerard? ¡Pero si tienes cara de chica! — Con esa respuesta, provocó que Frank se riera.
— ¡Soy un chico! — Protestó. — Y... Creo que tienes mi cartera.
— Oh ¿Es tuya? — Se la extendió con toda la tranquilidad del mundo. — Me la encontré cerca de aquí... Oigan, chicos... Ya que... Aparentemente les hice un favor... ¿Podrían ayudarme con algo?
— ¡Lo que sea! — Saltó Frank. — Tú sólo dilo.
— Para serles honesto... — Rió. — Estoy un poco ebrio, realmente no sé cómo mierda llegué aquí, sólo sé que salí de un bar muy bueno, me fui a caminar por ahí, me encontré la cartera y luego llegaron ustedes, así que creo que es cuestión de que tengo mucha suerte.
— Y... ¿En qué quieres que te ayudemos?
— ¿Pueden conseguirme un taxi? Ni siquiera sé dónde dejé mi teléfono y mi billetera, estoy aquí varado sin nada. — Volvió a reírse. Hablaba como una persona normal, estaba consciente de lo que decía, pero sus risas y que se tambaleaba un poco, decía mucho.
— Yo lo haré por ti. — Dijo Frank. — Tú quédate aquí con Gerard mientras que yo iré a buscarte un taxi.
— Muchas gracias, chicos ¡Me salvan la vida!
Frank lanzó unas cuantas maldiciones al aire de la emoción y se fue corriendo unas calles más adelante para buscarle un taxi a Ronnie, ni siquiera podía creer que estaba despierto y que eso no era otro jodido sueño del que se despertaba en la mejor parte.
— Gracias por encontrar mi cartera. — Fue lo único que se le ocurrió decir a Gerard. — Gracias, gracias, gracias.
— No agradezcas tanto, no fue nada, soy yo el que agradece que tú y tu novio se aparecieran en el camino, porque estoy seguro de que si no fuera por ustedes, acabaría pasando la noche en una banca como un vagabundo. — Cerró la frase con una carcajada.
— Yo y... — Se sonrojó. — ¿Mi novio?
— Pues sí... ¿Acaso no son novios? Parecen novios.
«Te amo, Ronnie Radke».
Primera persona que los veía de esa forma.
— Pues... No lo somos...
— Pero te gusta...
— ¡¿C-c-cómo t-te diste c-cu-cuenta?!
— Estoy ebrio pero no soy estúpido. — No paraba de reír. — Tal vez creí que eras una chica al principio, pero en cuanto a tus sentimientos... Eres muy obvio.
— Pues... Él... Es una larga historia, pero puedo resumirlo en que me mandó a la friendzone o algo así.
— ¿Y? — Se encogió de hombros. — ¿No has escuchado de esas historias de los mejores amigos que se hacen novios al final? Yo creo que... Si quieres algo tienes que luchar por ello, es decir... He visto a gente que ha sido rechazada pero luego se terminan casando con la persona que los rechazó, sé que es una puta locura, ni siquiera yo sé cómo funciona y tal vez estoy demasiado ebrio porque ya estoy desvariando al hablar de esto, pero... Así es. Me entendiste ¿No?
— Cada palabra. — Asintió. — Quieres decir que, a fin de cuentas... ¿La mostaza sí puede convertirse en salsa de tomate?
— ¡Claro! — Se tambaleó de una manera que casi se tropezó y Gerard tuvo que sostenerlo del hombro. — Tú puedes ser lo que quieras en esta vida, así que ¡No te rindas, Jerry!
— Soy Gerard.
— Ya lo sabía, lo sabía. — Soltó una carcajada. — Sólo jugaba contigo.
A Gerard no le quedó más que reír con él.
A pesar de estar un poquito borracho, Ronnie tiene razón, las cosas pueden cambiar.
Todo el mundo cambia de parecer y esto también se atribuye a los sentimientos, ni siquiera yo me enamoré de Frank inmediatamente así que, ¿Por qué rendirme si puedo hacerlo cambiar de opinión a él?
Quizás el "no puedo verte como novio" sea su respuesta ahora, pero... Si nos tomamos las cosas con calma y si yo pongo más de mi parte, puede que él cambie su respuesta.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top