17.I Can't
— El cumpleaños de Gerard es el domingo. — Le decía Dallon cuando estaban entrando juntos a la escuela.
Las vacaciones de primavera acabaron y abril llegó.
— ¿Y? — Respondió desinteresado en el tema.
— ¿No piensas hacer nada?
Frank contestó con un encogimiento de hombros.
— Me da igual, me da muy igual...
— Vamos, Frank. No seas así. Gerard y tú son amigos.
— Que caminemos juntos de regreso a casa y salgamos una vez cada cierto tiempo no quiere decir que seamos amigos.
— Wow, ahora en serio me interesa saber qué concepto tienes de amistad... Porque, para mí, eso es ser amigos.
— Un amigo no te saca tanto de quicio. Además... Gerard y yo ni somos tan cercanos.
— ¿Sigues molesto porque no te quiere decir quién es el chico que le gusta?
— ¡Es obvio! Y también debería estar molesto contigo por no querer decirme, yo sé que tú sabes quién es ¡Todos lo saben menos yo!
— Y tú algún día lo sabrás... Cuando dejes de ser un tonto.
— Todos ustedes están acabando con mi paciencia, sobre todo Gerard. Su falta de confianza me hace ver cómo son las cosas aquí, él no me considera su amigo, así que por eso yo haré lo mismo.
— De verdad que eres de lo peor.
— Hmm... Ahora lo odio más de lo que lo odiaba antes, por lo tanto, está bien si no me quiere decir quién le gusta.
— Qué bueno, así ya no fastidiarás preguntando a cada rato.
— Lo que Gerard haga con su vida sinceramente me resbala, en serio, no es que... ¡¿Qué hace hablando con Lindsey?! — Se detuvo en medio del patio cuando divisó a Gerard hablando con la fastidiosa que lo seguía a todas partes.
— Sí, claro. — Dallon ahogó una risa. — Te resbala. — Palmeó su hombro. — Te dejaré solo un momento, Iero. Iré a buscar a Beebo.
— No te preocupes, ve.
No quería, no debía... Pero se acercó a Gerard.
Se paró detrás de él y Lindsey, pero, ya que ellos no se dieron cuenta de su presencia, se quedó a escuchar la conversación.
Lindsey Ballato estaba utilizando el uniforme del colegio, entonces recordó que Gerard le había contado que ella empezaría clases en abril... Y ya era abril, así que tendría que soportar a esa demente en el colegio.
— Aunque el pastel que me diste en San Valentín era obligatorio, he decidido no rendirme contigo.
La última vez que Lindsey y Gerard se habían visto, había sido aquel catorce de febrero.
— Me he sorprendido mucho al verte aquí hoy con el uniforme del colegio. — El pelinegro, muy incómodo con la situación, cambió de tema. — Hasta que recordé que me dijiste que serías transferida este mes.
— Hasta que recordaste... ¡¿Hasta que recordaste?! — Se puso muy mal. — ¡No me digas que te olvidaste de mí!
— ¿Cómo me voy a olvidar de ti? Sabes que a veces tiendo a ser olvidadizo y... ¡Frank! — El mencionado se sobresaltó en el momento en que Gerard se dio cuenta de que estaba allí. — ¡Justo a ti quería verte!
— ¿A mí? — Se señaló a sí mismo.
— ¡¿A él?! — Lindsey lo señaló al mismo tiempo.
— Sí, sí, a ti. Lo siento, Lindsey, pero debo consultar con Frank la tarea de... Matemáticas. — Tomó la mano de Frank para llevárselo de allí.
— Pero si no tenemos tarea de...
— ¡CÁLLATE! — Se lo llevó corriendo, dejando a Lindsey allí enojada.
— ¿Qué fue todo eso? — Preguntó el menor de camino al salón de clases.
— Oh... Nada, sólo que tú, Pequeño Chismoso, me has salvado de un momento muy incómodo, no quería seguir hablando con ella sobre San Valentín.
— ¿Por qué? — Iban caminando de lo más tranquilos y ni se percataban que todavía seguían agarrados de la mano. — ¿No que según tú estabas feliz de que se te declarara?
— Nunca dije que estaba feliz, no exageres las cosas.
— Así lo recuerdo yo... A lo mejor estás diciendo eso porque ahora te gusta alguien.
— Conozco tus intensiones, Frank, no te lo diré.
«Rayos ¿Cómo hace para descubrirme?». Pensó Frank.
— Volviendo al tema de Lindsey... Me preocupa que ella siga manteniendo su idea.
— ¿A qué te refieres? ¿Cuál idea?
— La de ser mi novia. — Frank no pudo disimular su incomodidad al oír eso. — Ella está dispuesta a luchar por mí y convertirse en la primera mujer de la que me enamore.
— ¿Y qué harás al respecto?
—... No lo sé... No puedo seguir evitándola.
— ¿Le estás dando la oportunidad? ¿Y qué hay de tu chico?
— No le daré la oportunidad, precisamente por él... ¿Sabes? En San Valentín creí que a lo mejor podría pasar algo con Lindsey ya que ella sí me quiere y está luchando por mí, sin embargo... No estaba en mis planes darme cuenta de que me gusta este chico.
— ¡Vaya, vaya! — Brendon interrumpió su conversación en lo que los chicos entraron al salón. — Vienen agarraditos de la mano y todooo. — Se rió. — ¡Qué lindos que son!
Frank y Gerard se miraron las manos, luego, con un terrible sonrojo, se separaron bruscamente.
— ¡Estúpido! — Exclamó Gerard. — ¿Por qué no me soltaste?
— ¡¿Yo?! ¡Pero si tú fuiste quien me tomó de la mano a mí!
— ¡Pero es que... ! Es que... — Se quedó sin palabras.
— ¿Es que qué? — Se cruzó de brazos, sonriendo con sorna.
— ¡No te tomé de la mano por gusto! — Gritó. — ¡Te sudan mucho las manos!
— MENTIROSO.
Se formó una de sus grandes discusiones en la cual se gritaban de todo, se insultaban y casi se mataban a golpes.
Por la tarde, Brendon se quedó a acompañar a Gerard a ver a Frank jugar baloncesto, esto ya se había convertido en rutina para ellos dos.
— No puedo creer que Frank sea tan lento para darse cuenta de todo. — Comentaba Urie. — Me ha estado preguntando "¿Quién le gusta a Gerard?" una y otra vez desde que regresamos de LA.
— Oh, Beebo. — Suspiró. — No sé qué hacer.
— Tienes que ponerte listo ahora, Frank es popular entre las chicas. — Señaló a su cada vez más amplio club de fans. — No querrás que alguna te gane ¿O sí?
— ¡No! — Se sentía tan presionado. — ¡No quiero! ¡No podría lidiar con eso!
Sus exagerados gritos lograron que Frank perdiera la atención en el juego y se enfocara en él por un momento.
«¿Qué le pasa al idiota de Gerard?». Se dijo antes de volver a poner toda su atención en el balón.
— Ya, ya... — Brendon acariciaba su cabello. — Te ayudaré con esto, bebé, pero tienes que dar tu mejor esfuerzo ¿Vale?
— Lo intentaré. — Gerard asintió.
— Es inútil usar un acercamiento sutil con él, ya que es muy tonto y no entiende indirectas... Tienes que ser directo y decírselo de una vez, es la única opción que tienes.
— ¡NO HAY MANERA DE QUE PUEDA HACER ESO!
— ¡No grites! — Lo regañó. — Todos pueden oírte... Si quieres a Frank, tienes que confesarle tus sentimientos.
En eso, fueron interrumpidos al momento en que el grupo liderado por Frank ganó el pequeño partido que estaban jugando gracias a una de sus maravillosas canastas.
Al dejar la cancha, Brendon se lo llevó a un lugar apartado para hablar, y mostrarle lo que tenía que hacer.
— Primero. — Explicaba. — Tienen que estar solos.
— ¡¿QUÉEEEE?! — Gritó lleno de miedo. — ¡¿S-S-S-SOLOS?!
— Como si fuera la primera vez. — Rodó los ojos. — Ustedes han salido solos antes ¿No es así?
— S-sí, pero... Nunca con esa intención. Hasta ahora sólo hemos sido el dúo de comedia, no podemos ponernos románticos, es imposible.
— ¡IMPOSIBLE NO, CARAJO! — Casi botaba fuego por la boca. — ¡SOLAMENTE HAZ LO QUE TE DIGO!
— ¿Pero qué debería deciiiir? — Iba a llorar.
— ¿Qué tal...? "Frankie..." — Pronunció en un tono seductor que casi asustaba a Gerard. — "Sé que he dicho muchas cosas malas sobre ti hasta ahora, pero para ser honesto..."
— ¡Espera! — Lo detuvo sacando torpemente una pequeña libreta de notas de su mochila. Su mano temblaba al escribir. — Ajá ¿Y luego?
— ¿Qué está pasando aquí? — Frank y Dallon vieron un poco de la escena.
— AAAAAAAAAHHHH. — Gerard se asustó tanto que su libreta y bolígrafo salieron volando de sus manos.
— ¿Qué? ¿Por qué gritas, idiota? ¿Ahora soy un monstruo y me tienes miedo?
— ¡NO HACÍAMOS NADA! — Sus piernas temblaban.
— ¿De qué hablaban secretamente?
— ¡No es de tu incumbencia, enano estúpido! — Respondió el pelinegro mientras que Brendon lo miraba con los puños apretados.
— ¿Por qué me guardas tantos secretos?
— No es nada ¿Cierto, Beebo?
— No esperes que diga "cierto". — Lo golpeó con el codo. — Ya sabes lo que viene.
— No me dejes solo por favor.
— ¡Vámonos, amor! — Tomó a Dallon de la mano sin hacerle caso a Gerard.
— ¿De qué se trata todo esto? — Le preguntó su novio con una pequeña sonrisa.
— Te lo diré después, cariño, pero ahora tenemos que dejar solos a estos dos. — Se puso de puntillas para darle un beso en la mejilla.
— Me están excluyendo de nuevo. — Frank se cruzó de brazos con el ceño fruncido como un niño pequeño.
— Oye... — Trataba de imitar la voz seductora de Brendon, pero ser coqueto no era lo suyo cuando estaba así de nervioso. — Hay algo que quiero decirte... ¿Está bien? — Hizo su mejor intento de verse sensual y atractivo, sin embargo, lo que logró fue dar miedo.
— ¡¿POR QUÉ ACTÚAS ASÍ?! ¡QUÉ MIEDO!
— ¡FRANK, ERES LA PEOR MIERDA DEL...! — No pudo terminar porque Brendon entró al cuadro nuevamente, apareciendo de la nada para golpearlo en la cadera con su rodilla y salir corriendo y perderse de su vista de nuevo junto a Dallon.
— ¡¿Qué fue eso?! ¡¿Estás bien?! — Inquirió Frank muy impactado, eso nadie lo veía venir.
— S-sí... Creo. — Estaba encorvado con su mano puesta en el sitio donde recibió el golpe.
«Brendon es el diablo». Pensó, muriendo de dolor.
— Te decía, Frank... Que quiero decirte algo.
— Qué bueno, porque yo también tengo algo que decirte.
— Oh...
— ¿Por qué no salimos a comer algo y así hablamos? ¿Te parece?
El mayor asintió lentamente. Se sintió más nervioso aún... Y ya en el restaurante, sentía que su corazón explotaría en cualquier momento.
— Así que... — Bebió un sorbo de su té helado. — ¿Qué querías decirme, Frank?
Tranquilamente, tomó la salsa de tomate para ponerle un poco a sus papas fritas, y cuando Frank volvió a preguntarle que quién le gustaba, apretó tan fuerte el pote que toda la salsa cayó sobre las papas, así como había pasado con el bloqueador solar en la playa, pero esta vez era peor, pues su comida se había arruinado.
— ¡¿En serio me estás citando aquí para preguntar eso otra vez?! — Se alteró.
— Todos siguen hablando de eso a mis espaldas, y de verdad me está poniendo de malas ¿Por qué soy el único que no lo sabe?
— V-v-ve-ve-verás... Es porque...
«Es imposible un encuentro sutil con él». Recordó las palabras de Brendon.
— ¡Eso es porque tú eres a quien quiero! — Exclamó lleno de seguridad...
En su mente.
Pues eso nunca pasó.
Lo que en realidad ocurrió era que parecía un loco sosteniendo su cabello y negando con la cabeza repitiendo "no puedo hacerlo."
— Oye, te estoy hablando. — Le dijo Frank, interrumpiendo su extraño debate consigo mismo. — Préstame atención ¿Sí?
«No puedo hacerlo. No puedo, no puedo».
— ¡Gee!
«No puedo, no puedo, no puedo».
— ¿Siquiera estás escuchando lo que te digo?
«Si no le digo ahora... Perderé mi oportunidad — respiró hondo — ¡Tengo que hacerlo! ¡Ve por él, Gerard! ¡Tú puedes!».
— L-lo siento...
— ¿Me dirás lo que tenías que decir?
El mayor asintió sacando de su mochila la libreta con las anotaciones.
— Eh... — Estaba temblando. — S-sé que... — Tragó saliva. — Sé que he dicho muchas cosas malas sobre ti hasta ahora, p-p-pero... He dicho cosas malas... Yo... P-pa-pa-para... Para... Pero... Para... Pero para ser honesto...
— ¿Qué tratas de decir? No entiendo nada.
— ¡AAAAAAAHHHHHH! — Se levantó gritando, sosteniendo su cabello, llamando la atención de todos los comensales del restaurante. Frank lo estaba mirando inexpresivo. — Espera, espera, ¡Espera! ¡Creo que ya lo tengo! Tú... — Estaba más rojo que un tomate. — Yo... Tú... Me... — Frank esperaba ansioso, pero Gerard no podía decirlo, por más que tratara de que las palabras salieran de su boca, simplemente no lo lograba. — ¡No, no, no, no! — Se desplomó en su asiento. — ¡No puedooo!
— No sólo estás siendo dramático, también estás siendo sospechoso.
— No me importa lo que digas. — Pegó la frente de la mesa para ocultar su rostro.
— También estabas gritando como loco hoy durante el juego... Déjame decirte que hoy ganamos gracias a mí, supongo que no lo sabes porque no estabas prestando atención. — Posó su vista en la ventana junto a ellos.
— Claro que lo sé. — Gerard levantó el rostro levemente. — ... Te estaba viendo todo el tiempo... Estabas genial... — Soltó un largo suspiro.
— Oye... — Habló un poco más tranquilo. — Si hay algo que te está molestando con respecto a mí, puedes decírmelo, a lo mejor podría ayudarte ¿De verdad me consideras tan poco fiable?
— N-no... No es eso.
— ¿Entonces? ¿Por qué estás actuando así conmigo? ¿No se supone que somos el dúo de comedia?
Ese comentario hizo que Gerard volviera a agarrarse del cabello e insultar a Frank mentalmente.
— ¿Qué? — Inquirió el menor. — ¿Por qué haces eso?
— ¡Yo hago lo que se me de la ganaaaa!
— Pff ¿Este chico realmente te trae así de loco?
— Sí. — Musitó cabizbajo.
— Mmm... — Asintió con seriedad. — ¿Qué clase de chico es?
— Un idiota. — Bufó.
— ¿Qué? — Lo miró sorprendido.
— Es un idiota, pero... Es un buen chico después de todo. Es muy bajito, pero es tan dulce que no me importa.
— Ya veo... — Frank estaba un poco atónito. — Espera... ¡No me digas que la razón por la que has estado viniendo todo el tiempo a las prácticas de baloncesto es porque él está en el equipo!
— ¿Eh? — Se quedó boquiabierto.
— ¡Es el chico nuevo! El de primer año ¿Cierto? — Preguntó muy animado.
— ¿QUÉ? — Gerard golpeó su frente con la palma de su mano.
— Si es alguien bajito y está en el equipo de baloncesto, ese debe ser el de primer año. No, espera... — Dijo pensativo. — Hay otro chico nuevo a parte de ese que también es pequeño...
— Eres un puto retrasado.
— ¡¿Qué?!
Cuando se dignó a mirar como tal a Gerard, se dio cuenta de que tenía el rostro escondido entre sus manos. Se veía muy triste.
— ¿Me equivoqué? ¿No es ninguno de ellos? ¿Al menos estuve cerca de adivinar?
— Dejemos el tema, por favor... Siento que voy a llorar.
Frank dejó el tema, comenzó a sentirse un poco mal por él.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top