05.Thanks, Jerk
Pete y Patrick subieron a la rueda de la fortuna, Frank y Gerard estaban sentados en la banca lamentándose por todo.
— Maldito Thunderlbolt, si no me hubiera subido... — Suspiró Gerard.
— Sí... Seguro Jamia se ofendió porque preferí irme contigo y por eso se fue.
— Eso es un desastre ¿Huh?
— Sí, ojalá que... ¡Ahí viene! — Frank recuperó toda su alegría al ver a Jamia acercarse a ellos.
— Lamento haber desaparecido así, chicos. — Explicó la castaña. — No creerán lo que pasó, recién me encontré con un amigo que no veía desde hace años, es una locura, pasamos todo este rato hablando, intercambiamos números telefónicos... Fue increíble.
— Ya veo... — Asintió el menor. — ¿Te parece bien si... Subimos a alguna atracción que no tenga muchas emociones fuertes?
— ¡Seguro! — Sonrió con un encogimiento de hombros.
Gerard observó cómo Frank tomaba a Jamia de la mano y se perdían en la distancia. Y él era miserable, porque las cosas le estaban saliendo mal... Ese sentimiento duró diez minutos, pues Dallon apareció junto a Brendon y Xiumin el panda gigante.
— ¿Dónde estaban?
— Fuimos a comer algo y se nos fue el tiempo. — Dijo Dallon. — Te trajimos un refresco, por cierto. — Le extendió un vaso con la bebida. — Estuve a punto de traerte uno de lata, pero Brendon me dijo que no era prudente.
Gerard rió por lo bajo.
— Y-yo... — Dijo Brendon. — Iré a ver dónde se metió Pete, ya saben... — Se inventó la excusa para dejarlos solos. — Gee, toma a Xiumin.
— ¿Se divirtieron en la montaña rusa? — Dallon tomó asiento junto a Gerard.
— ¡Muchísimo! ¡Subimos dos veces!
— ¿Y no da miedo?
— Para nada... — Le dio un sorbo a su refresco. — Es decir, quizás un poco al principio, pero una vez que sientes la adrenalina correr por tu cuerpo, se te olvida lo que es el miedo.
— ¿En serio? Entonces supongo que debería intentarlo ¿Verdad?
— ¡Sí, sí, deberías hacerlo! Si quieres voy contigo.
— ¡Por supuesto!
Rieron juntos.
Ahora es mucho más fácil hablar con él... Creo que Frank tenía razón después de todo, sólo tenía que ser yo mismo.
Esto es lindo. También parece que Frank y Jamia lo pasan bien juntos... Me adelanté al pensar que todo estaba saliendo mal.
Gerard y Dallon subieron al Thunderbolt, esta vez, el pelinegro sí vomitó y se murió de la vergüenza, sin embargo, al mayor no le importó, sino que se rió con él, no de él.
Dallon, a pesar de haberse muerto del miedo durante lo que duró la violenta atracción, se estaba divirtiendo, y lo estaban pasando bien juntos, así que eso era lo más importante.
Ya era de noche cuando Pete propuso que todos subieran a la rueda de la fortuna, y a pesar de su vértigo, Dallon accedió. En cada góndola iban dos personas, no hace falta decir quiénes estaban juntos, está demás decir que la pareja de Brendon era el panda de peluche.
— Oh, Xiumin. — Decía. — Después de lo que vivimos juntos, deberías ir a casa conmigo y no con Gerard... Además, en su cuarto seguro verás cosas horribles, como él caminando con los tacones de su madre... Aunque yo igual lo hago, pero me queda mejor... — Puso su dedo índice en la boquita del peluche. — Shhh... Pero no se lo digas a nadie.
Pete y Patrick, vivían en su mundo, abrazados mientras veían desde las alturas todas las luces del parque y el hermoso paisaje. No hacía falta que dijeran nada, ellos estaban bien el uno con el otro, en su propia burbuja de amor y cosas gays.
— ¿Te lo estás pasando bien? — Le preguntó Frank a Jamia.
— No lo preguntes, ha sido uno de los mejores días, sin duda.
— ¿De verdad lo crees?
— ¡Por supuesto! Me ha gustado tu compañía, Frankie. — Frank se enamoraba más cuando recibía las sonrisas de Jamia. — En serio eres un buen chico.
Podía ser que esa rueda de la fortuna fuera muy alta, pero en lo que a él concernía, ya estaba volando más allá de las nubes.
— ¿No te parece que esto se está tambaleando mucho? — Dallon tenía miedo de mirar hacia abajo.
— Calma. — Gerard lo tomó del hombro para reconfortarlo un poco. — Todo está bien, no te preocupes.
— Gracias por organizar esto, Gee. Me he divertido mucho, y me gusta hablar contigo.
— ¿En serio? — Igual que Frank, acabó en las nubes. — A mí también me gusta pasar tiempo contigo, Dall. Al principio nos costaba hablar, pero ahora resulta que podemos hacerlo con tanta facilidad.
— Es raro ¿No? E increíble al mismo tiempo.
— Lo sé, lo sé... — Sonrió. — Y es lindo.
— Sí... Lo es.
Todos estaban de lo mejor. Y para cerrar ese gran día con broche de oro, fuegos artificiales adornaban el cielo nocturno.
Había sido el día perfecto.
Pero el lunes unos cuantos tendrían que bajarse de la nube.
Frank y Gerard llegaron al colegio al mismo tiempo, como de costumbre.
— Jamia y yo estuvimos muy juntos ¿Nos viste?
— Claro que los vi, enano. Ustedes dos parecían pasarlo muy bien.
— Y tú no te quedas atrás, Dallon y tú tenían mucha química. Te lo dije, sólo tenías que ser tú mismo.
— Me cuesta admitirlo, considerando lo mucho que te aborrezco, pero... Todo esto es gracias a ti, Frank.
— Yo también tengo que agradecerte... A partir de hoy tenemos que esforzarnos más para lograr lo que queremos.
— ¡Sí, sí! ¡Alcancemos la felicidad juntos!
— Nos vemos en clase. — Frank se despidió con la mano.
Gerard se fue a buscar a Jamia corriendo por los pasillos, ganándose varios regaños por parte de los profesores, pero eso le daba muy igual. Encontró a la chica en la puerta del salón de clases, hablando con Brendon y Pete.
— Llegó el chico que más odio... El malagradecido de mi hijo. — Dijo Brendon en lo que Gerard se acercó. — ¿Cómo está Xiumin?
— Perfectamente, como era de esperarse... — Le dirigió la mirada a su nueva amiga. — ¡Jamia! ¿Qué tal el sábado?
— Justo les comentaba a los chicos que estoy muy feliz, ¿Recuerdan al muchacho que me encontré? ¿Aquel al que no veía en años? Pasamos todo el domingo hablando por teléfono y... — Suspiró. — Agradezco que me hayan invitado a esa salida, porque si no, no habría tenido la suerte de volverlo a ver.
— ¡¿Qué?! — A Gerard le iba a dar un infarto. — P-p-p-pero... ¿Y Frank?
— Sí. — Dijo Pete. — Por lo que pude notar, Frank y tú se lo estaban pasando muy bien.
— ¿Cómo pudiste darte cuenta si pasaste toda la cita con tu novio? — Brendon lo miró frunciendo el ceño, a lo que Pete se encogió de hombros con una sonrisa.
— Frank es un buen chico, sí. De verdad es fácil hablar con él.
— ¿Pero...? — Gerard de verdad quería que ellos estuvieran juntos.
— Es tan pequeño, que me parece una ternurita. — Fue su respuesta. — Como un niño pequeño al que quieres abrazar y comprarle caramelos.
— ¿Eso es malo?
— Sé por donde va esto, Gerard ¿Crees que no sé lo que tramas?
Los tres la miraron boquiabiertos, ya estaba clarísimo; ella conocía todo el plan, sólo que se estaba haciendo la desentendida.
— Lo lamento mucho, Jam. No te enojes conmigo por...
— No te preocupes. — Le cortó. — No estoy enojada con nadie, Gee. Sólo quiero decirte que, como ya te dije, Frank me parece adorable y simpático, pero jamás podría verlo como novio... Aparte, creo que él es perfecto para ti.
— ¡Quequequequequéeee! — Chilló indignado.
Brendon comenzó a reírse.
— Oh, Jamia, en serio que te adoro. — Le dio un pequeño abrazo.
— ¡¿Ese enano y yo?! ¡Jamás! Jamia, no seas tonta, él es el indicado para ti.
— Ya te lo dije, no puedo sentir nada por él, lo siento. No es mi tipo, me gustan más altos... A los chicos así de altos no puedo considerarlos como hombres sino como niños.
— Eso fue tan cruel. — Comentó Pete. — Qué bueno que Frank no está oyendo esto, porque...
Gerard se quedó helado, como si estuviese viendo un fantasma. Frank estaba detrás de Jamia con un aura lúgubre rodeándolo, había escuchado sus palabras.
— Oh, Frankie... — Jamia se giró hacia él, sintiéndose terrible por lo que había dicho. — N-no te lo tomes a mal, igual quiero que sigamos hablando y seamos amigos porque me caes increíble, pero...
Frank no dijo nada, no tenía qué decir, no quería seguir escuchándola y ya no quería ver a nadie, esas simples palabras lograron lastimarlo y arruinarle el día, así que sólo se dio la vuelta y salió corriendo lejos de allí. Gerard tuvo que ir detrás de él.
— ¡Frank! — Le gritaba.
Trataba de alcanzarlo, pero ese enano era jodidamente rápido y él no estaba en buena condición física.
Frank llegó hasta uno de los jardines de la escuela, y Gerard intentaba recuperar el aliento, los pies le dolían, de verdad estaba muriendo, pues no acostumbraba a correr ni en educación física, así que esa persecución había sido demasiado.
— Frank... — Habló con tono triste.
— Dile al profesor que Frank no asistirá a clases porque será transferido al preescolar con todos los demás niños pequeños que inspiran ternura. — Contestó de mala gana.
— No digas esas cosas, Frankie.
— De nada te sirve tratar de consolarme, así que vete de aquí.
— ¿Eh? ¡Sólo estaba preocupado por ti y quise ver si estabas bien, no es para que me trates con esa actitud tan fea! ¡Estás siendo odioso!
— ¡¿Quién está siendo odioso?! — Se dio la vuelta para enfrentarlo.
— ¿Qué importa si ella te dijo que parecías un niño pequeño? Lo importante es que tú sepas que eres un hombre.
— Soy pequeño, así que supongo que no cuento como uno... — Miró hacia otro lado con enojo.
Ni siquiera se esperaba el tremendo puñetazo que le daría Gerard en la mejilla, fue tan fuerte que el pobre cayó al suelo.
— ¡IDIOTA! — Le gritó el mayor. — ¡ALTO O BAJO, ERES UN HOMBRE MIENTRAS TÚ SEPAS QUE LO ERES! ¿OÍSTE?
— ¡¿POR ESO TENÍAS QUE GOLPEARME, IMBÉCIL?!
— ¡Cállate o lo hago de nuevo! ¿No se supone que estás acostumbrado a que te digan que eres pequeño? ¿Por qué tienes que deprimirte si una chica lo dice? ¡Eres patético! ¡Si sigues actuando de esa manera, nunca nadie te va a querer! ¡IDIOTA!
Antes de que Frank pudiera responder, el mayor, muriendo de rabia, se dio la vuelta y lo dejó allí tirado en el suelo.
— ¡Agh, esto me molesta tanto! — Fue lo último que pudo decir antes de irse.
— Gracias, imbécil... — Musitó Frank viéndolo alejarse. — Ese golpe sí que ha sabido despertarme.
Las siguientes horas transcurrieron lo más normales como era posible, Frank y Gerard se ignoraron completamente, como si el otro no existiera. No hubo rutina de comedia esa mañana. Después de clases, era la hora de las prácticas del equipo de baloncesto, evidentemente, Gerard fue a ver si Dallon había clasificado o no, la respuesta era un poco obvia, pero de todos modos, aún había esperanza de que Frank moviera sus influencias para que Dall entrara al equipo a pesar de no ser tan bueno... Pero eso no pasó. Dallon no clasificó, así que, como ya no tenía nada que hacer en el gimnasio, salió de allí, pasando junto a Gerard, apenas lo saludó y siguió su camino.
— ¡Dallon, espera! — Corrió detrás de él.
— ¿Sí? — Se detuvo.
— Lamento que no hayas entrado al equipo, pero no te desanimes, a lo mejor si te esfuerzas...
— No te preocupes. — Lo detuvo. — De todos modos no quería entrar, no me interesan los deportes. Sabes que lo intenté sólo porque Frank me lo pidió.
— Ya veo... — Miró hacia el suelo buscando algo que decir. — No tuvimos la oportunidad de conversar acerca de la salida del sábado.
— Me divertí mucho. Me alentaste a enfrentar mis miedos, así que gracias por todo.
— Me alegra mucho que te hayas divertido.
— Por cierto... Sobre tu amigo Brendon...
— ¿Ajá?
— ¿Sabes si me odia o algo así?
— ¿Por qué lo preguntas?
— Cuando fuimos a comer juntos, él... Se mostraba un poco distante conmigo al principio, respondía sin ganas, como queriendo decir "ay ya cállate"... Eso no ayudaba a mi timidez.
— N-no, no es que te odie, sino que recientemente acabó una relación con un chico y...
— Oh ¿Es gay? — Preguntó más interesado.
— Sí, Pete, Brendon y yo, los tres mejores amigos gays ¿No es sorprendente?
— Bastante... — Rascó su nuca, en sus mejillas se mostraba un leve sonrojo.
— ¡Tú también! — Gerard cubrió su boca con sus manos.
El sonrojo de Dallon aumentó.
— ¿C-cómo lo supiste?
— ¡Vamos! ¡Conozco a los de mi clase!
— B-b-bueno... A-así es... Y yo... Me preguntaba si...
«Sí — dijo Gee mentalmente — pídeme ser tu novio, diré que sí, dilo, dilo, ¡Dilo!».
— ¿Crees que tenga una oportunidad con Brendon?
— Por supuesto que... — Gerard se había adelantado a lo que se esperaba, hasta que se detuvo al escuchar la verdadera pregunta. — ¡¿Brendon?!
— Es un chico agradable, me cayó bien a pesar de la situación que recién te comenté, pero ahora que sé que el problema no soy yo... De verdad me gustaría conocerlo más a fondo, pero no quiero intimidarlo ni nada, no quiero que se sienta incómodo conmigo.
— C-como te dije, acaba de salir de una relación y no quiere saber de chicos.
— Comprendo, espero que con el tiempo... Yo pueda hacer algo al respecto. Ojalá puedas ayudarme con eso, Gee, cuando hablo con chicos normalmente me pongo nervioso, y más si es con un chico que llama mi atención, pero tú eres distinto, contigo me es más fácil hablar, supongo que es porque desde un principio no llamaste mi atención, es decir, desde el inicio quise ser tu amigo y nada más, así que normal.
Sentí como si me hubiesen pateado en las bolas cuando escuché eso.
— Bueno, Dall... Realmente no sé qué decirte, Brendon sigue muy sensible, así que no sé qué pueda pasar. — Contestó el pelinegro de la manera más neutral posible.
— Comprendo... — Asintió. — Bueno, adiós.
— Bye bye. — Lo saludó con la mano fingiendo una sonrisa.
Luego de asegurarse que Dallon dejara el lugar por completo, cubrió su rostro y exclamó un estruendoso "¡¿Por qué a mí?!"
— ¡Qué desgracia! — Pegó su frente de la pared, lamentándose. — ¡Me dejaron en la friendzone!
Ya que Gerard era la reina del drama por excelencia, terminó llorando por ese rechazo.
— ... Gerard... — Escuchó la voz de cierto enano detrás de él.
— ¿Qué suce...?
No pudo terminar su oración, pues sintió fuertemente el puño del menor impactando en su mejilla con tanta fuerza que cayó al suelo, igual que había pasado temprano.
— ¡¿Qué te pasa?! — Ahora menos dejó de llorar.
— ¡Tú también me golpeaste! — Frank se veía muy de buen humor.
Primera vez que me doy cuenta de que el uniforme de baloncesto le queda muy bien.
— ¡Pero tú te lo merecías!
— ¡¿Y tú no?!
— CLARO QUE NO. — Alzó la voz.
— CLARO QUE SÍ, Y NO ME LLEVES LA CONTRARIA. Mírate ¡Llorando! ¿No fuiste tú quien me dijo esta mañana que deprimirse por estas cosas es patético?
— Es distinto...
— ¡Es lo mismo! ¡Eres un cobarde! ¡Si Dallon te rechazó, deberías luchar por él, no ponerte a llorar como un bebé!
— Pero...
— ¡Si sigues actuando de esa manera, nunca nadie te va a querer! — Puso una cara dramática. — Esas fueron las últimas palabras de mi abuelo antes de morir.
Ese pequeño comentario logró hacer reír a Gerard.
— ¿Dices que debo luchar por él?
— Es lo que yo haré con Jamia... Gracias a ti, no me daré por vencido, no dejaré que nada me deprima, y tú deberías hacer lo mismo.
Al final, le extendió su mano a Gerard para que se levantara.
— Gracias, imbécil. — Dijo aceptando la ayuda. — ¿Sabes? Ese golpe sí que ha sabido despertarme.
Frank rió por lo bajo.
— ¿Sabes qué es curioso? Yo dije exactamente esas mismas palabras esta mañana.
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