Capítulo 39.
Caminando por el pueblo del reino del príncipe Katsuki, una chica dragón miraba todo el lugar, con fascinación en su rostro, los lugares nuevos eran algo que le gustaba ver y conocer.
Ryūko estaba acompañada de su casi hermano Eijirou y del príncipe Katsuki, la chica pensó en ocultar sus alas de dragón pero Katsuki le dijo que no debía hacerlo, ya que a él si le gustaba que fuera mitad dragón que no tuviera miedo de mostrarlo después de todo ya los rumores corrían por los pueblos cercanos.
Fue la noticia del momento, una princesa dragón salva el reino Norte de un hechicero tirano con ayuda de los príncipes de los demás reinos, eso era algo de admirar sabiendo que la princesa permaneció oculta por su bienestar.
Pero ahora justo en ese momento estaban murmurando algunos del pueblo al ver a Ryūko quien saludaba amablemente siendo correspondida del mismo modo por los habitantes, ella era amable pensaron pero al verla junto al príncipe el cuál tenía su reputación y su carácter les sorprendió verlo muy junto a ella, en leves abrazos y tomadas de mano mientras le daban un recorrido junto con el leal acompañante del príncipe Katsuki, Kirishima.
La chica estaba más que encantada con el lugar, era veraniego el clima de la zona pero no era demasiado caliente ya que estando casi cerca del Norte y Sur la temperatura se mantenía equilibrada, ni tan caliente pero ni tan frío, era la temperatura perfecta para poder salir y disfrutar del sol sin molestias.
Los tres chicos caminaban por el pueblo, se encontraron con Sero, Mina y Kaminari para luego seguir por el pueblo para llegar a la playa, Ryūko estaba tomada de la mano de Katsuki mientras se dirigían a ese lugar, el príncipe quería mostrarle el mar a su chica dragón.
Por extraña razón.
Pensó que Ryūko disfrutaría de ella ya que la joven nunca había visto el mar, solo cascadas, lagos y ríos pero ¿El mar?
Ese era diferente a los demás, siendo abierto, extenso y profundo.
Una vez que Ryūko sintió la arena en sus pies sonrió curiosa por el lugar al que irían, dando tan solo unos cuantos pasos más y al fin lo vió.
Era azul y enorme, el sol iluminaba el agua dándole más brillo haciendo más hermosa la vista.
— Wow... — Fue lo único que salió de los labios de Ryūko con asombro mirando el mar.
— ¿Y bien? — Preguntó Katsuki mirándola mientras sonrió de lado al ver su reacción — Te dije que te gustaría ver mi playa.
— Si... — Ella se alejó de su príncipe para acercarse más a dónde estaba el agua, miraba la arena y como el agua se acercaba y se alejaba al ritmo de las pequeñas olas que se movían junto con la leve brisa del viento — ¡Esto es fantástico!
— Parece una niña en la playa — Comentó en voz baja Kaminari a Sero.
— Así es jeje — Respondió Sero.
— ¿Puedo entrar al agua? — Preguntó Ryūko teniendo sus pies en el agua, quería dejarle caer y ser tomada por aquellas olas pero prefirió preguntarle al dueño de la playa.
— Por el momento no, debemos recorrer lo que nos falta de mi reino — Dijo Katsuki firmemente — Pero mañana podemos venir y pasar el día aquí si así lo quieres, enana berrinchuda.
— ¿¡Enserio!? — Exclamó emocionada — De acuerdo, Katsuki — Salió del agua para ir a lado de su príncipe mientras caminaban por la playa hasta otro camino que había por la zona.
Fueron por los alrededores pero los demás chicos permanecían atrás mirando a la parejita de principes, era algo gracioso y loco ver a Bakugou de la mano con Ryūko, ver que con ella aunque actuará igual que siempre también se comportaba de manera algo distinta.
— Wow, este lugar es más fascinante que los reinos a los que fuí — Ryūko estába encantada con el reino del Este.
Fue al Oeste, Sur y al Norte pero el reino del Este sin duda era el que más le sorprendió, le gustó estar allí, al principio creyó que se sentiría incomoda pero todo fue exactamente lo contrario.
Le agradó a sus futuros suegros y pudo pasearse por el reino con sus alas y cuernos, podía ser un dragón libremente.
— Tengo hambre — Se quejó Kaminari.
— Les dije que debíamos ir por comida para tener un día de campo aquí — Dijo Mina refiriéndose a que estaban por una zona que parecía un bosque pero tenía espacios abiertos donde daba la cálida luz del sol sin que molestará.
— ¿Y si vamos al reino rápido por comida? — Opinó Sero — Además déjenos a los tórtolos solos un rato — Dijo burlón refiriéndose a Bakugou y Ryūko.
— Suena bien — Sonrió Ashido por la idea.
— ¡Amo! — Llamó Kirishima a Bakugou el cual junto con Ryūko dejaron de platicar para ver al chico dragón — ¡Iremos por algo de comer, regresaremos en un momento! — Avisó mientras se alejaron.
Katsuki sonrió ampliamente por qué ahora tenía privacidad para hablar con su princesa, una vez que ya sus amigos se fueron caminaron un poco más hasta la zona favorita del cenizo.
Era en la colina de aquél lugar abierto donde se podía recostar en el césped, sentir el aire fresco y tener una hermosa vista del cielo despejado.
— Esperemos a los extras aquí — Dijo Katsuki sentándose en su lugar de siempre.
— Ok Katsuki — Ella se sentó junto a él.
— Aquí vengo cuando quiero alejarme un poco para estar solo — Comentó Katsuki acostándose en el césped, colocando sus brazos detrás de su cabeza — Me ayuda a pensar claramente.
— Pues es un lugar muy tranquilo — Dijo suavemente mirando el lugar con ternura ya que era muy lindo, habían pocas flores y árboles pero sin duda era digno de ser pintando tan lindo paisaje.
Luego de admirar su alrededor y el cielo, el príncipe le hizo una seña de que se acostara junto a él en el suelo, ella obedeció pero se despareció sus alas y cuernos para acomodarse acurrucada junto a Katsuki.
— ¿Por qué te quitaste tus alas y cuernos? — Preguntó un poco confundido mientras que con un brazo la rodeó para acercarla más a él.
— Por que sería incómodo, podría picarte un ojo con uno de mis cuernos — Comentó seria, estaba muy cerca de Katsuki — Además...cuando estuve en el reino norte casi no use mis alas ni cuernos, me la pasé más tiempo con mi forma humana.
— Bueno...con o sin tus cuernos y alas te ves igual para mí — Comentó Katsuki despreocupado.
— ¿Entonces si fuera humana totalmente seguirías pensando lo mismo sobre mí? — Preguntó.
— Si obvio, seguirías siendo la misma enana berrinchuda de siempre — Dijo mirando al cielo mientras soltó una leve carcajada.
— No soy berrinchuda — Hizo pucheros como de costumbre.
— Si lo eres, Ryūko — Dijo el cenizo pero ella sólo gruñó y se acomodó estando su cabeza cerca del pecho descubierto del cenizo.
Ella se quedó callada después de eso, un tono rojizo yacía en su rostro al estar abrazada por el príncipe que descaradamente siempre estaba sin camisa mostrando su pecho y torso.
Platicaron un rato mientras esperaban a los demás quienes habían ido por cosas para comer al aire libre, como un día de campo o picnic.
— ¡Llegamos, amo Bakugou! — Informó Kirishima en su llegada.
— ¡Ya era hora! — Respondió Katsuki como acostumbraba.
Se acomodaron para comer en el suelo tomando asiento sobre una manta que los chicos habían traído, comieron los alimentos que trajeron y siguieron con el recorrido.por el reino del este.
Ryūko estaba fascinada de cada lugar que se presentaban, estaba felíz y eso no pasó desapercibido por Katsuki quién sonrió de lado cada vez que veía esa sonrisa en la chica, pocas veces se le veía así y hasta sus acompañantes estaban asombrados por aquella acción de su príncipe pero de igual manera les alegró.
(...)
Al ocultarse el sol ambos príncipes fueron de regreso al castillo, Mitsuki durante la cena platicaba con Ryūko sobre su paseó por el lugar, obviamente la princesa dragón respondió de una manera muy feliz.
Después de la cena, Ryūko estaba en su habitación mirando el clóset donde habían muchos vestidos que la reina había elegido durante la salida de Ryūko por el reino, hermosos vestidos eran observados por la mirada azul de la princesa Masayuki Ryūko.
Tomó uno de los vestidos para verlo al espejo con el encima como si lo tuviera puesto, esos vestidos eran igual de hermosos de los que tenía en su habitación del castillo del reino norte.
Pero luego su sonrisa se desvaneció cuando una idea llegó a su mente.
— Tantos vestidos, zapatos y joyas...pero no creo ser digna de merecerlos — Pensó con tristeza regresando el vestido a su lugar con sumo cuidado, solamente tomó un vestido ligero para dormir, entró al baño para ducharse, el agua era cálida y no era como bañarse en la cascada.
A veces Ryūko pensaba en esa forma de vida que siempre había tenido, aunque en el reino norte le enseñaron más cosas sobre el mundo humano no podía dejar de pensar en su lado dragón.
Al terminar de bañarse y colocarse ese vestido de tirantes con un pequeño espacio en la espalda lo suficiente para darle espacio a sus alas pero también era cubierto por la larga melena azul de Ryūko.
Caminó hacia el balcón mirando el reino desde la vista, habían encendido las luces que eran rocas de luz en cada calle del reino, en eso sin darse cuenta tenía sus alas y cuernos en ella pero estaba distraída mirando a lo lejos el reino había un poco de música debido a que las personas aquí era felices en este reino.
Al sentir la suave y fresca brisa, Ryūko tenía ganas de salir volando, un paseó nocturno no sería mala idea pero sus planes fueron impedidos por unas manos que la tomaron de la cintura un poco brusco.
— ¿Que haces, enana berrinchuda? — Preguntó con voz ronca pero tranquila al oído de Ryūko acomodando su mentón en el hombro de la chica.
— S-solo veía el reino desde la vista — Respondió un poco nerviosa por la cercanía de Katsuki a ella.
— Más te vale — Dijo de forma tranquila, raro en él ya que Bakugou no era alguien que fuese tranquilo todo el tiempo, pero las personas lo juzgaban por su comportamiento y algunas veces creyendo que es un neandertal lo cual es todo lo contrario.
Katsuki tenía inteligencia, capacidades y conocimientos para ser rey, solo que no quería admitir que no estaba listo, ya que faltaba algo en sus capacidades para llevar a cabo el cien porciento de ello.
Un rey no solo es un ser superior a los linajes también era la máxima autoridad y veía por el bienestar de los suyos siendo un líder, Katsuki aún sabía que no tenía todas las capacidades aún.
— ¿Y que haces en mi habitación? — Preguntó Ryūko sonrojandose aún más al ser abrazada por Katsuki.
— Este es mi maldito castillo y puedo entrar a la maldita habitación que me dé la gana Ryūko — Respondió a su manera pero sin gritarle al oído a su chica — ¿Acaso te molesta que esté aquí? — Preguntó mirando como Ryūko desviaba la mirada.
— No es eso — Katsuki arqueó una ceja mirando como ella no quería tener contacto visual con él pero el cenizo a su manera, aún sujetándola de su cintura la giró con cuidado de no pegarse con esas grandes alas y de no picarse con uno de los cuernos de su chica dragón, quedando ahora frente a frente aún en sus brazos.
— Estás muy roja — Se burló en cenizo al ver ese rojo vivo en las mejillas de Ryūko.
— No es verdad — Ella hizo pucheros evitando contacto visual con Katsuki pero él la sujetó sus mejillas con una sola mano aparentando los mofletes, haciendo que ella lo mirara.
— Si lo estás — Dijo afirmando aquello mirando a esa chica berrinchuda quién lo miró de manera enojada pero de forma graciosa.
Ryūko cuando se enojaba para Katsuki era gracioso ya que para él solo eran berrinches, unos berrinches muy adorables.
— ¿No deberías estar en tu habitación? — Preguntó Ryūko después de soltar el agarre de sus mejillas.
— Si pero quería verte enana berrinchuda — Él sonreía de forma ladina.
Ella dejó de hacer pucheros relajando sus facciones a una más neutral convirtiéndose en un pequeña sonrisa.
— Bien — Cuando sonrió se acercó a Bakugou para abrazarlo.
— ¿Eres una bipolar acaso? — Preguntó arqueando una ceja mirando a Ryūko.
— ¿Por que lo dices? — Respondió ella con otra pregunta.
— Por que pareces una loca bipolar — Afirmó sonriendo con algo de burla.
— Mira quién lo dice — Dijo ella entrecerrando sus ojos — El que parece un maniático gritón — Ese comentario fue negado por Bakugou.
— No soy un maniático, enana berrinchuda — Se quejó.
— Oh disculpé usted señor cordura y serenidad — Comentó Ryūko con sarcasmo.
— Bien ya es hora de que te vayas a dormir — Dijo el príncipe riendo por ese comentario sarcástico.
— Ok — Respondió ella sonriendo.
Pero como era costumbre del príncipe tomó desprevenida a la chica dragón dándole un beso un poco brusco en sus pequeños, suaves y rosados labios, tenía que admitir que le gustaba besarla desde ese primer momento en que se atrevió a hacerlo. Ella obviamente correspondió a ese beso lentamente ya que fue repentino y la chica siempre se quedaba quieta.
Después de separarse de ese beso, Katsuki le dijo "Buenas noches" con una sonrisa de lado saliendo de aquella habitación.
Ryūko solo seguía en el mismo lugar, sonrojas pero con un pequeño puchero ya que a veces le molestaba debido a que siempre era de forma sorpresiva pero tenía que admitir que al recibir esos besos la hacia sentir mariposas en el estómago y que su corazón latiera un poco más rápido de lo normal, esa sensación le causaba felicidad y al mismo tiempo vergüenza al sentir su cara arder en el momento, ella apenas estaba empezando a entender algo nuevo.
Ya después de que Katsuki se fuera de su habitación ella se acostó en esa enorme cama, era tan suave y cómoda que se durmió al instante de estar sobre ella.
Lo gracioso fue que a la mitad de la noche recibió una visita que se subió a su cama acostándose a su lado mientras la abrazaba estando Ryūko dormida.
Vaya que ella llevará una sorpresa al despertar.
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