Epílogo

Jihyo POV

— ¿Entonces mami tiene un pene? —Pregunta Haewon con curiosidad, tirando la cabeza hacia un lado.

Sana está sentada en el sofá junto a ella, doblada por la mitad, sosteniendo una bolsa de guisantes congelados en su área ofendida. Yo me siento en la mesa de café frente a mi hija, luchando por aguantar la risa ante la agonía de mi esposa. Mis ojos van de una a la otra, mientras Haewon busca una explicación en su cabeza y Sana trata de calmar el dolor entre sus piernas.                  

Haewon estaba practicando sus lanzamientos de softball cuando le pegó a su mami en la entrepierna. Eso lastimaría a cualquiera, pero cuando Sana cayó al suelo, sosteniéndose el estómago, la pequeña tuvo algunas dudas.                  

— Te he dicho que tu madre es diferente. Su cuerpo es diferente al nuestro. Ella no nació como tú y yo, Hae. Ella es muy especial.                      

Sana gruñe y se recuesta en el sofá, sosteniendo la bolsa de guisantes segura contra su entrepierna, y toma un poco de agua. Sus ojos me miran cuando se me sale la risa por un segundo.                     
— ¿Nació como Yuta?
                  
El tono de su voz se eleva con la mención de su hermano, intentado explorar las posibilidades de lo que podría ser tan especial sobre su madre.

Nos aseguramos de enseñarles anatomía y las diferencias de los cuerpos, pero fuimos cuidadosas y no asociamos esas características a ningún género en específico. Sabíamos que no entendería la condición de su madre a esta edad, así que lo mantuvimos tan transparente como pudimos para no revocar nada que ya haya aprendido antes. Todavía es un tema sensible para Sana y no queríamos que nuestra hija le dijera sobre la condición de su madre a toda persona que conozca, por eso la charla fue pospuesta más allá de la conversación general.

— Más o menos. Mami nació distinta a ti y distinta Yuta. Ningún cuerpo es igual a otro, ¿recuerdas?
                    

— Está bien. ¿Entonces mami tiene un pene y no una vagina?

Me sonrojo con los términos que usa mi hija, pero sé que la terminología correcta es mejor que los terribles eufemismos. Yo con certeza hubiese usado "pipi" y "chocho", pero Sana no lo aprobó.
                     
Yuta entra corriendo a la sala, riendo porque Dexter lo viene persiguiendo de cerca. Llevan todo el día persiguiéndose mutuamente por toda la casa. Sana se anima con su entrada, pero se queja de nuevo cuando el pequeño tira sus brazos a su entrepierna y mira alrededor en busca del cansado perro.
                     
— ¿Te importa, hombrecito? —Gruñe mi esposa, moviendo los brazos de nuestro hijo a sus piernas. Respira profundo al darle vuelta a la bolsa y la vuelve a acomodar sobre sus partes.
                     
— ¿El hielo siquiera está sirviendo de algo? —Pregunto entre risas.
                    
— Para nada. Solo me adormece un poco, lo que es mejor que estar dolorida.
                   
Niego y vuelvo a dirigirme a mis hijos: Haewon está ahora en el piso, jugando con el perro, mientras Yuta se ríe y casualmente lleva sus manos a su propia entrepierna.
                   
Los chicos son asquerosos.                     

— ¿Lo entiendes ahora, Haewon?                     

— Eso creo. Todos tienen cuerpos diferentes. Algunos tienen pene y otros vagina. —Responde, asintiendo, como si estuviese recitando una lista.                   
— Algunos tienen ambos y otros no tienen ninguno. Espera, ¿puede alguien no tener ninguno? —Le pregunto a Sana que me mira con rudeza. Creo que está enojada porque no le he ayudado. Qué pena.
                     
— ¡Yo tengo pene! —Dice Yuta con una sonrisa, sosteniéndose de una pierna de Sana para equilibrarse mientras menea su cadera. Se ve orgulloso de sí mismo. Algo rarito.                                               
                   
— ¡Choca los cinco!

El pequeño choca la mano estirada de su madre, riendo victorioso.

— La gente con pene es rara. —Dice Haewon en voz baja.

— Dímelo a mí.

— ¿Cómo sigue tu pequeño amigo? —Le pregunto más tarde, aunque acabo de comprobar que definitivamente no hay nada malo con su equipo.

Sana acerca su almohada a la mía y pega mi cuerpo desnudo al suyo. Descanso la cabeza en su pecho y mi mano en su abdomen.

— ¿Pequeño amigo? Eso no es lo que estabas diciendo antes.

— Perra arrogante.

— "Ugh, Sana. Lo tienes tan grande. Se siente tan rico..."

Le doy una palmada en el abdomen por la imitación y escondo más la cara entre sus pechos.

— No te burles de mí.

— No me estoy burlando. —Su risa se calma y desliza sus dedos por mi columna—. Pero sí, está mejor. Ya no me duele. —Antes de que pueda acomodarme para dormir, Sana menciona un tema del que ya hemos hablado varias veces—. Hey, Hyo, ¿podemos hablar de algo?

— Claro. —Me bajo de su cuerpo y me acuesto de lado para verla. Ella hace lo mismo.

— Estoy considerando seriamente el donar mis óvulos. Yo no puedo usarlos, pero una pareja que no pueda concebir, tal vez sí. Pronto voy a ser muy vieja para donar, y quiero hacerlo. —Sana recientemente cumplió 30 años y la idea de donar ha sido persistente y algo de lo que ya hemos hablado—. Momo se hará más pruebas, pero si resulta que no puede tener hijos, creo que quiero ayudarla.

— ¿Sigues queriendo donar aún después de tus preocupaciones con Yuta?

— Ambas sabemos que no hay nada malo en él. Solo soy paranoica, creo.

Desde que conoció a Haewon, Sana ha mantenido el ojo en su desarrollo y concluyó con que nada parece estar mal. Con Yuta está haciendo lo mismo.

Él ha sufrido dolores estomacales, como su madre cuando era niña. En el caso de Haewon, tuvo algo que ver con un desbalance de hormonas y problemas con el desarrollo de los sistemas reproductivos, principalmente cuando se estaba convirtiendo en adolescente. Con esto en mente, ella identificó más cosas en Yuta que podrían ser síntomas. Cosas que cualquier padre pasaría por alto, porque no son tan importantes, pero para Sana son cosas de las que necesita respuestas.

Sana se convirtió en una pequeña doctora. Yuta es pequeño para su edad y un poco femenino. Le dije que es porque nosotras somos de baja estatura y él vive en una casa rodeado de mujeres. Pero ella no me hizo caso.

Fuimos al doctor y le explicamos la condición de Sana y su preocupación por nuestro hijo. Nunca había visto a mi esposa hablando tan confiada sobre su condición, pero sé que se debía a que tenía que ver con nuestra familia. Ella no estaba avergonzada, hasta que una enfermera auxiliar fijó su mirada en la entrepierna de Sana después de escuchar lo que tiene. Se cubrió con timidez, y solo se movió para evitar que yo golpeara a la mujer que se estaba pervirtiendo con mi esposa.

Después de un ultrasonido, se encontró que -como era de esperar- no hay presencia de sistema reproductivo femenino en Yuta y parece estar creciendo como un típico varón. Solo que bajito y algo afeminado, como dije.

Me reí cuando descubrí que una de las razones por las que Sana fue examinada cuando era "niño" fue porque tenía el pene anormalmente pequeño.
                        
Hablemos de la pubertad pegándole fuerte a alguien. Viéndola ahora, no pensarías que tener un pene pequeño era una preocupación.

Sacudo ligeramente la cabeza para aclarar las imágenes del pene de Sana y concentrarme en el asunto en mano. Ahora no es el momento para distraerme.

— ¿Has visto el procedimiento? ¿Afectará tu cuerpo de alguna manera?

— No significativa ni permanentemente. Solo tendré que tomar una medicación que estimule las hormonas sexuales para tener suficientes óvulos para extraer.

— ¿Y no le hará nada a otras hormonas?

— Al parecer no. Solo está diseñada para impulsar la producción de hormonas sexuales. Hombres y mujeres las toman por diferentes razones.

— Claramente te has informado bastante.

— Siempre he tenido en mente la donación de óvulos. Te lo mencioné poco después de que nos conocimos. —Sí, lo hizo—. Pero hablar con Momo y su novio, y escuchar de su problema para concebir, solo me hizo pensar más en ello.

— Bueno, es tu cuerpo, amor.

Nunca me he emocionado mucho con el prospecto de Sana donando sus óvulos. Es un poco aterrador pensar que así nos conocimos y que podría pasar otra vez. Si no es Momo, ¿entonces qué pasaría si alguien más tiene un bebé de Sana y deciden que quieren que sea parte de la vida del niño? Es increíblemente egoísta de mi parte, pero la quiero, la necesito en mi familia; nuestra familia. No puedo compartirla con nadie más.

Sin embargo sé que Sana tiene buenas intenciones. Ella tiene ovarios y debido al desarrollo externo de su cuerpo, no los está usando. Con medicación, ella puede estimular la producción de esos óvulos lo suficiente para donarlos. La necesité para hacer mi sueño realidad de tener una familia y entiendo que otras personas podrían necesitarla también, como su hermana, por ejemplo.

— No estoy diciendo que definitivamente lo haré, ¿pero te molestaría? —El pulgar de Sana se desliza por mi mejilla para atrapar una lágrima que yo no sabía que estaba cayendo—. ¿Por qué lloras? —Sorbo por la nariz y me limpio los ojos de manera nada atractiva.

— No lo sé. Tal vez estoy orgullosa. Eres tan increíble, haciendo todo esto para mejorar la vida de otras personas.

— ¿Tal vez?

— No quiero compartirte.

— Si ayudo a Momoring, el niño será suyo y de su pareja. Yo solo seré la genial tía Sana-chan. Si la donación va para alguien más, la mantendré anónima. Solo tendrán mi foto y nada más.

— Realmente quieres hacer esto, ¿no?

— Solo si tú me apoyas.

Vuelvo a acurrucarme en su cuerpo, buscando su calor y ternura.

— ¿Qué clase de esposa sería si no te apoyara? —Ella me besa; sus propias lágrimas cayendo suavemente—. Te amo.

— Quiero un novio.

— Qué mal que no tendrás uno.

— ¡Pero quiero un novio!

— No lo creo.

Alzo la mirada desde mi lugar en el mostrador hacia las familiares voces. Sana y nuestros hijos acaban de llegar a la panadería, Yuta rápidamente corre hacia los brazos de Nayeon que chilla contenta al verlo.

— ¡Mami, por favor déjame tener novio!

— No-oh.

Haewon se va hacia una de las mesas en una esquina, sentándose con los brazos cruzados y un claro puchero dramático en sus labios.                                
— Enfadaste a tu hija, ¿no? —Le pregunto a mi esposa cuando rodea el mostrador para saludarme con un beso.

— Eso parece. —El pulgar de Sana me limpia un residuo de glaseado de mi mejilla y se lo lleva a la boca—. Se trata de un chiquillo lindo en la escuela. Haewon quiere invitarlo a salir. Le dije que es demasiado joven y que no lo hará.

— Sana, ¡tiene 8 años!

— ¡Y está loca! Pensando que voy a dejar que esa mierda pase.

— No seas ridícula. La idea de los niños de tener novio o novia, es muy diferente a la nuestra. No la animamos ni nos enojamos. Piénsalo, ella quiere invitarlo a él. Tenemos una hija segura de sí misma. Sé feliz.

— Eso solo me pone nerviosa. —Dice, con el rostro compungido—. No tiene permitido tener novio hasta que tenga al menos 18 años.

Niego, riendo. Mi esposa está jodidamente loca.

— Que seas tan estricta y protectora como ahorita, es muy sexy. —Susurro en su oreja, pegándome a su cuerpo. Sana traga y su abdomen se tensa baja mi tacto—. ¡Pero necesitas salir de mi cocina! —La alejo de mí y la empujo hacia el otro lado del mostradora - el lado de los clientes. Quizá ella fundó este lugar, pero no trabaja aquí—. Ahora ve y discúlpate por ser tan mandona. No era necesario, Sattang.

— Sí, señora. —Murmura entre dientes y se dirige hacia nuestra malhumorada hija.

La discusión persiste, pero se ve menos vigorosa que antes. Luego de una hora, más o menos, Nayeon se va y yo termino de cerrar la panadería. Como la mayoría de las noches, los cuatro caminamos juntos a casa. Sana termina su trabajo a tiempo para recoger a Yuta de la guardería y a Haewon de la escuela, y luego se quedan conmigo hasta que llega la hora de cerrar.

— Yuta, ¿crees que a tu hermana se le debe permitir un novio?

— ¡Nope! —Responde animadamente y Haewon gruñe.

— ¡Ese es mi niño!

Momo recibe la noticia de que su cuerpo es capaz de cargar un bebé, mas no es capaz de concebirlo. Ella ama el doble a su hermana cuando Sana anuncia que ya empezó a preparar su cuerpo para la donación. Comienza a tomar hormonas sintéticas para estimular sus ovarios.

La medicación está diseñada para impulsar hormonas sexuales, por lo que su producción de semen está siendo afectada. Naturalmente, prohibo el sexo. Tener tres hijos no está en las cartas para mí.

— Vamos, Hyo. —Sana toca mi pierna con la suya. Sus labios besan la columna de mi cuello y sus pálidas manos me aprietan la cadera.

— No, Sana. Mi cuerpo no pudo contra tu esperma antes de la medicación, y ahora es como corredores a toda velocidad. No pasará.

— Usaremos condón. —Sana nos maniobra y se acomoda entre mis piernas, al tiempo que sus labios besan mi pecho cubierto por mi camisa. Si durmiera desnuda como normalmente lo haría, sería mucho más difícil resistirme a sus traviesas manos y sus persistentes labios.

— No creo que sea suficiente barrera contra tus pequeños nadadores.

Después de enredar mis piernas en su cadera y chocar su centro contra el mío, se desliza bajo la cobija y acomoda su rostro entre mis piernas.

— No me vas a rechazar después de esto.

Giro los ojos ante mi calenturienta esposa y levanto la cobija para verla justo cuando ella arrastra sus dientes y su lengua sobre mi ropa interior.
                                             
— Oh, lo haré. Estaré satisfecha después de un orgasmo. Puedo quedarme dormida felizmente después de que hagas lo tuyo ahí abajo.

— ¡Hablas mierda! ¡Tú nunca te puedes dormir después de solo un orgasmo!

Sana me mira con una expresión confusa. Ella sabe que tiene razón. No puedo.

— No voy a tener sexo contigo, Minatozaki. Ni aunque uses condón.

— Pero me amas. Especialmente después de que haga esto. —Sana corre mi ropa interior hacia un lado y une su boca a mi sexo caliente. Gimo con la conexión y empujo más hacia su cara. Sosteniendo mis muslos, ella se separa para tentarme de nuevo—. Ves, no vas a querer parar después de esto.

— No dudes de mí. —Con una mano tras su cabeza, empujo su cara firmemente entre mis piernas. Un solitario dedo frota el delicioso punto dentro de mí mientras su lengua me estimula. La entusiasta lengua de mi esposa trabaja unos minutos hasta que caigo, temblando entre sus brazos, sintiendo mi centro pulsando.

Sus labios se toman el tiempo al subir por mi cuerpo otra vez, continuando su camino con pequeñas lamidas y mordiscos. Las manos de mi esposa se pasan por mis costados, masageando y frotando mi cadera y mi culo.

— Eso estuvo muy bueno, mi amor. Ahora es hora de dormir.

Me giro con una sonrisa en mi rostro, sabiendo lo molesta que debe estar mi esposa ahora.

— No lo creo.

El frente de su cuerpo se amolda a mi espalda. Sus dedos pellizcan mi costado, cosquilleando sin misericordia.

— No tendré sexo contigo, Sana.

La ojiverde gruñe y me gira en mi espalda, sosteniéndose sobre mí en sus fuertes brazos.

— ¿Me la puedes chupar, entonces?

Ah, mi confiada y siempre excitada esposa.

— No.

Sonrío ante su puchero y a pesar de su solicitud, no puedo evitar encontrarla adorable.

— Por favor, Hyo. Sabes lo dura que me pongo cuando te complazco a ti. —En persuasión, Sana succiona mi cuello otra vez, presionando sus labios y su lengua con rudeza en mi piel—. Vagina o boca, es tu decisión.

— ¡No te lo puedo creer! —Con una mano en su pecho, empujo a mi esposa a su espalda, riéndome contra sus labios cuando me lo permite. Su persistencia y su sonrisa ladeada me hacen amarla aún más a pesar de su vulgar declaración.

Treinta minutos después, Sana se frota las marcas en sus muñecas. Las tiras de cuero ya guardadas en la gaveta junto a la cama. La observo desde el baño donde me deshago del sabor de su climax con cepillo y pasta dental.

— Increíble lo que me hiciste, cariño. Estoy exhausta.

Me río de su todavía expresión de satisfacción. Termino de lavarme los dientes y vuelvo a la cama, donde saludo a mi esposa con un beso. La abrazo y acomodo la cara en su cuello.

— No te duermas aún, quédate despierta y háblame. —Susurro.

— ¿Cómo es que no estás cansada?

— Tienes razón. No puedo dormir después de un solo orgasmo. Pero no voy a tener sexo contigo, así que espero que si nos quedamos despiertas y hablamos, se me bajará la calentura.

— ¿Estás diciendo que mi voz te mata el humor?

— Por supuesto que no. Tu voz es sexy. Es la mierda que sale de tu boca lo que mata el humor. —Mi mujer resopla y trata de empujarme para alejarme, pero con un agarre de koala, nunca abandono su lado—. Sin embargo te amo.
                                             
— Seguro que sí. ¡Me estás usando para deshacerte de tu excitación y ni siquiera es con sexo! Grosera.

— Oh, cállate. No tendremos sexo y las duchas frías son horribles. —Me alejo de la piel sudorosa de mi esposa porque no me está ayudando con el asunto, y me pongo en mi costado, animando a Sana a hacer lo mismo. Nuestras sonrisas combinan y la mía se hace más grande al pensar en que siempre estoy sonriendo cuando estoy con ella. Siempre es divertido—. También hace tiempo que no me masturbo.

Siempre es divertido provocarla, también.

— ¿No?

Sana solo se ríe y todavía es un sonido adorable para mí.

— ¡No he necesitado hacerlo! Te tengo a ti.

— Lindo. Yo me masturbé ayer.

— ¡¿Lo hiciste?! —Pregunto emocionada, sacando esa risa de ella otra vez. El que ella ahora esté cómoda con que yo toque su cuerpo, no significa que ella disfrute tocándose a sí misma como muchos lo harían.

— No se supone que tengas que alegrarte porque tu esposa se masturba.

— ¡Pero tienes años de masturbación que reponer! Siempre y cuando yo esté invitada a la diversión y no me dejes por fuera, estoy bien con eso. Solo grábate la próxima vez, ¿sí? —Provoco, riendo fuerte cuando se gira y esconde la cara en la almohada—. Oh vamos, amor. ¡Tú podrías hacer un calendario de los próximos 5 años con la cantidad de fotos que te he mandado! Necesito algo para enseñarle a las chicas que estoy teniendo mejor sexo que ellas.

Estoy ahí para Sana cuando tiene cirugía abdominal unos meses después para extraer sus óvulos.

Solo un mes después, la prueba de embarazo de Momo da positiva. Cualquier pensamiento egoísta que tuve es erradicado cuando veo lo felices que están Momo y la familia Minatozakii. Luego de agradecerle mucho a mi esposa, es como si todos pasaran por alto que el bebé técnicamente es de Sana también. Momo al fin tendrá su propia familia y Sana al fin será tía. Eso es todo. La familia solo está de alguna manera más unida de lo que ya estaba.

Sana se alegra por su hermana, pero se pone aún más feliz cuando a Haewon se le cae el primer diente de leche. La pequeña baja corriendo las escaleras hacia la sala una noche que Sana y yo estábamos viendo una película, con un diente en una mano y una toallita ensangrentada en la otra. Al parecer en lugar de dormir, se acostó en la cama a tratar de sacárselo. Sana alza a la niña y le da vueltas, sabiendo lo molesta que estaba por tener que lidiar con un diente flojo durante semanas. Fue dulce, pero yo no podía parar de mirar con asco la toallita ensangrentada que cayó en la cara del dormido Dexter.

A pesar de todos los acontecimientos, el foco de Sana seguía siendo nuestra familia. Aún las pequeñas cosas como la caída de un diente de leche o hacer que Yuta formara oraciones con múltiples palabras, nuestros hijos y nuestro matrimonio siempre son prioridad.

Discutir es algo que ninguna de las dos disfruta. Sana me oculta cosas para evitar que me angustie, pero como es usual, yo descargo mi estrés en ella y ella me lo permite. Mas tan pronto como veo lágrimas formándose en sus ojos, sé que no puedo discutir con ella. Es muy preciosa como para pelear con ella. Pero cuando pasa, no todas las discusiones se pueden arreglar con un abrazo y buen sexo, sin importar lo mucho que deseemos que se pueda.

Cambiarnos de casa otra vez fue la solución a una de esas discusiones.

Mi solidaria esposa falló en compartir conmigo su infelicidad por un tiempo. No eran los niños y yo quienes la hacíamos infeliz. Fue que el trabajo por el que luchó tanto por conseguir, no era lo que esperaba. Su posición de directora en VICE no era tan buena como ella quería y el dinero no era razón suficiente para pretender ser feliz. Estos fueron detalles que me ocultó durante un año. Sana temía decírmelo por mi propio negocio y por los niños. Ella aceptaría su infelicidad si eso significaba que yo sí estaba feliz.
                                          
Pero yo no sería otra persona en su vida que ignora sus sentimientos y motivaciones. Yo no sería la que se interpusiera en su camino de alcanzar su felicidad completa. Por varios meses mi esposa se iba a trabajar con amargura cada mañana y regresaba a casa de mal humor. No fue hasta la noche en que lloró frente a mí que yo entendí por qué.

Encontrar a Yuta dormido en el piso abrazado a Dexter no era algo inusual cuando yo regresaba del trabajo, pero seguía derritiéndome cada vez. Pero sí fue sorpresa ver a Haewon sentada detrás de su madre en el sofá, tratando de darle un masaje. Los delgados dedos de la pequeña pellizcaban y picaban la piel de su madre para provocar una risa que no había escuchado en un tiempo.

Sana me mira con sus todavía tristes ojos cuando tomo el lugar de mi hija. La niña se acomoda en el regazo de su mami mientras yo trabajo mis manos en sus hombros. Su oscuro cabello le cubre la cara cuando recuesta la frente en el hombro de Haewon y la abraza fuerte. Yo trato de abrazarlas a ambas y le doy un beso en su cabeza.

— Tenemos que hablar de eso esta noche, Sana-ssi. —Ella asiente, todavía escondida en el cuello de nuestra hija—. Aquí estoy, amor. —Le susurro—. Siempre.

Más tarde esa noche, le di un masaje apropiado, deshaciéndome de los nudos en su espalda y sus hombros. Luego la animé a darse vuelta, la ayudé a ponerse una camisa y jugueteé nerviosamente con la tela como ella hace conmigo.

— ¿Qué te haría feliz, Sana?

— Soy feliz cuando tú eres feliz. Si todavía quieres esto —mi esposa señala alrededor de la habitación—, entonces nos quedaremos aquí y yo me quedaré con mi trabajo. Quiero lo que tú quieras.

Sus dedos continúan jugando con la tela de mi camiseta, distrayéndose para evitar llorar. Callo mis frustraciones y me muevo más cerca de ella, acunando su rostro para que me mire a mí, y no al techo.

— Háblame. ¿Qué quieres tú? Haremos que todo funcione si me dices lo que necesitas para ser feliz. Estoy aquí, contigo, ante todo.

Besar a Sana siempre ha sido una de mis cosas favoritas, aún cuando sus labios saben salados por sus lágrimas. Como siempre, Sana me abraza segura contra su cuerpo; pecho con pecho, boca con boca. Nuestro beso es lento y húmedo por el hecho de que continúa llorando suavecito. Me río cuando no oculta sus mocos y se separa de mí para limpiarse la nariz en su manga.

— Somos adultas, Sana. Tenemos que hablar de esta mierda y has estado ocultándome lo infeliz que has sido en tu trabajo por mucho tiempo. Algo tiene que cambiar y tú tienes que decirme qué es.

Su cara estaba en mi cuello, pero con un suave masaje en su sien, consigo que me mire. Ojos llorosos con puchero incluido. No sé si se parece más a nuestros hijos o a Dexter.

Sacude la cabeza en deliberación y casi se pueden ver los roles moviéndose en su cerebro. Quiere decir algo, pero no sabe si debe. Entrecierro mis ojos hasta que traga nerviosamente y comienza a hablar.

— Creo que quiero trabajar en el santuario con Momo y mi mamá.

Unos meses después, nos mudamos a la que era nuestra casa de vacaciones en Cape May. Desde que pasamos aquel primer fin de semana en esa casa -su fin de semana de cumpleaños-, ha sido un lugar especial para nosotras. En ella pasamos varios paseos familiares y hasta navidad un año. Pero ahora es nuestro hogar. El hogar soñado de Sana para nosotras desde el principio.

Sana pronto comenzó a trabajar en el santuario, y yo abrí una segunda panadería. La primera en Nueva York fue tan exitosa que Nayeon yo pudimos pagarle a Sana en el plazo de un año, aunque mi esposa no quiso aceptar el dinero y en su lugar me animó a depositarlo en el fondo para la universidad de nuestros hijos. Jeongyeon y Nayeon unieron fuerzas y ahora con las dos trabajando en la de NY, yo abrí la segunda en Nueva Jersey con Anna, la novia de Chris -pronto a ser su prometida-, como asociada.
                                           
Con 7 meses de embarazo, Momo todavía trabaja en el santuario de los animales grandes con Sana. Su madre también está muy envuelta en eso como solía estarlo antes. Ryoko ha estado muy saludable desde el tratamiento con las células madre de Yuta para curar su enfermedad, y solo lo usa para su ventaja cuando se trata de provocarnos a Sana, a mí, y a su esposo.

Desde su retiro, Kastahi siempre está disponible para cuidar de Haewon o Yuta cuando están enfermos y no van a la escuela, o cuando Sana y yo queremos salir solas. Pero eso también significa que él está siendo más persuasivo tratando de que le demos más nietos; algo con lo que Sana y Ryoko están muy de acuerdo. Dicen que es para llenar todas esas habitaciones vacías en la casa, cosa que Sana también pensó durante el fin de semana de su cumpleaños. Ella reconoce que muchos de los cuartos más pequeños nunca serán usados, lo que sirve de excusa para tener más hijos. Aunque yo no creo que funcione así.

— ¡Pero tú no eres la que tiene que sacrificar su vagina! —Le digo a mi esposa que trata de bailar lento conmigo en la piscina. Tan pronto como pusimos a los niños a dormir, ella nos quitó la ropa y me lanzó a la piscina. Bailar en nuestra ropa interior mojada fue mi idea.

— ¡Pero si yo tuviera vagina en definitiva tomaríamos turnos! Tu cargas los primeros dos y yo los siguientes dos.

— ¿Ah, sí? —Me estremesco con las puntas de sus dedos trazando formas en mi espalda. Su sonrisa me dice que ella nota su efecto en mí.

— Mhm. Aunque pensando en eso, yo siempre quise una vagina y ahora estoy sacrificando una metafórica para parir... No creo que yo sería buena con una.

— Considerando lo generosa que eres, dando tu material genético y recursos reproductores para ayudar a otros, creo que sería un desastre. ¡Parirías bebés para todos! Pero en serio, al menos entiendes que es un sacrificio. Los hombres no entienden eso. Ellos solo ven el daño de parir cuando ellos o la mujer ya no quieren follar por el estado en que se encuentra la vagina.

— Creo que estás exagerando un poco, amor. —Ríe—. Después de dos bebés, la tuya sigue perfecta y nuestra vida sexual no podría ser mejor.

— Tú no viste cómo era antes de tener a Haewon. Tal vez era mucho mejor. —Guiño para provocarla, pellizcando su costado cuando se ríe en respuesta.

— No es posible. —Sana introduce su lengua entre los que fueron previamente los besos más suaves que podrías recibir, y gimo sosteniéndome fuerte de sus hombros—. ¿Entonces qué tal otro bebé? —Provoca de nuevo, guiñándome al deslizar sus dedos por mi abdomen.

— A menos que vayas a parirlo con tu vagina mágica y "tomar turnos", no pasará.

Le regreso el guiño y me alejo de ella para salir de la piscina. Casi acepto su solicitud cuando la observo devorarme con la mirada, pero en vez de eso meneo la cadera y sin decir una palabra, la animo a unirse a mí en la habitación.

"Tomar turnos" para tener bebés fue lo que Jeongyeon y Nayeon planearon inicialmente cuando Nayeon estaba embarazada de Ryujin, pero eso definitivamente no está en las cartas para ninguna de las dos ahora. Especialmente para Jeongyeon que sabía que era su turno. En su lugar, compraron un cachorro.

Visitamos a nuestra amigas en Nueva York para Halloween y ese cachorro en definitiva fue el reemplazo de un nuevo hijo. Como a Yuta  no le gusta nada de miedo y grita si ve sangre, decidimos disfrazarnos más cómicamente, con Sana y yo yendo por dulce o truco vestidas con nuestros enterizos de shiba y de cactus. Nayeon vestida de su alter-ego con un enterizo de leopardo y una peluca rubia, cargó al perro en su bolso durante toda la noche. Como siempre.           
                  
Sana, los niños y yo, pasamos la noche en la nueva casa de Mina. Fue interesante, por decir algo. Por supuesto, Eunchae sigue obsesionada con la nipona. ¿Por qué no lo estaría? Pero también se hizo más audaz. Todos pensamos que, con la edad, la pequeña crecería y se olvidaría de eso, pero hasta la típica distraída Sana estaba al tanto de su crush cuando Eunchae le pidió matrimonio. No se puso muy feliz al descubrir que yo ya me había casado con la ojiverde, y aunque no es sorpresa, Eunchae fue invitada a esa boda.

También fue interesante tener tan poca privacidad, algo a lo que Sana y yo ya no estábamos acostumbradas. Espero que no haya sido el disfraz de cactus lo que excitó a mi esposa, pero había pasado bastante tiempo desde que la vi así de decepcionada cuando le dije que no tendríamos sexo.

Pero la barriga de embarazo de Mina fue lo que mi esposa especialmente encontró más interesante.

Sana me molestó con contagiarme de la fiebre por bebés y que no pasaría mucho tiempo para que yo saltara en ella y le pidiera otro hijo. "¿Segura que no quieres otro?", preguntaba. Lo consideré, pero tuve que decir que estoy segura. Dos niños y un negocio en expansión son suficiente en lo qué concentrarme, aunque Sana no cree eso.

En retrospectiva, el embarazo fue divertido y probablemente lo haría de nuevo. Con Sana ahí conmigo, todo fue perfecto. Desde comprar ropa de bebé hasta hablar de manera optimista sobre cómo criar a nuestros hijos. Disfruté su entusiasmo y provocó lo mismo en mí. Aún con las partes que dan miedo, como la preparación para parir, Sana fue excepcional. Su propio miedo y poca preparación hizo todo todavía más divertido.

Sana miraba con atención los tutoriales y arrugaba la cara en partes de imágenes particulares que mostraban en clases de parto a las que asistimos juntas durante el tercer trimestre de mi embarazo de Yuta. Ella respiró profundo cuando mostraron un video de un parto. Como Yuta, ella no es muy fan de la sangre.

Sana trató de consolarme antes de darse cuenta de que ella era la única con problemas. Sana era la que estaba pálida, con la boca y los ojos muy abiertos. Una mujer que estaba a nuestro lado bromeó con que sería el "turno" de mi entonces novia de tener el siguiente.

— No es posible. Tengo pene. —Respondió Sana, sonriendo simplemente y volviendo a prestar atención al instructor de parto, sin explicarse.

La mujer a nuestro lado estaba en shock y confundida. Yo me reí suavemente para mí misma al notar que a Sana ya no le importaba ocultarse.

— Vaya manera de decirle a la gente, cariño. —Dije, inclinándome a sus brazos y besando un lado de su cuello.

Sin embargo fue ligeramente una mejor manera de decirle a la gente sobre su condición de como lo había hecho anteriormente. Sus explicaciones a mi familia y viejos amigos con los que nos encontrábamos—Sejeong—, no fueron tan buenas.

— Con mi semen. —Fue la respuesta a la perra de mi prima y mi tía cuando preguntaron cómo era posible que estuviese embarazada de nuevo.

— Se sentía muy rico como para venirme fuera. —Fue lo que le dijo Sejeong.

Sus explicaciones seguían siendo poco informativas, pero al menos no eran tan crudas. Está aprendiendo.

Sana no ha hablado mucho de su condición, sigue dando respuestas cortas que dejan a la gente confundida. Pero cuando Tzuyu preguntó cómo funciona todo, le dio una explicación completa de su anatomía y su configuración genética. Dudo que ella pensara que ellal estaba muy interesada, mi esposa solo quería asegurarse de que ella y el resto de sus amigos supieran que está teniendo sexo y que todo funciona muy bien.

Yo transpiro amor y orgullo cuando hablo sobre Sana con las personas que conozco. Nada puede evitar que alabe a mi esposa y su confianza en sí misma. Aunque las dos tenemos maneras diferentes de explicarle a la gente, ninguna de las dos se avergüenza al hablar de nuestra familia o de su condición. He tratado de animar a mi esposa a que hable más de eso en lugar de responder con variaciones de "tengo pene", pero al parecer es muy gracioso ver cómo la gente se incomoda y se confunde. Y Sana no tiene intención de parar.

— ¿Recuerdas cuando solías ponerte nerviosa de tener que salir de la piscina así? —Señalo la mitad inferior de su cuerpo mojado y el prominente contorno de su anatomía en su short de baño.

Cada mañana ella nada en la piscina y luego viene a la cocina, goteando el piso y buscando comida con sus manos mojadas. La mayoría de las mañanas ya estoy sentada en la isla de la cocina con café y un plato de comida, quejándome del camino de agua que viene dejando sin molestarse en limpiar.

— Supongo que todavía me pasa cuando vamos a la playa con los niños, pero cuando estoy aquí, no tengo de quién esconderme.

Accidentalmente me trago el café caliente cuando, como siempre, ella sostiene un sandwich entre sus dientes y deja caer el short, sin apresurarse en agarrar la toalla a mi lado con la que eventualmente se cubre. Sana toma un bocado del sandwich y lo pone en mis piernas para quitarse el top del bikini y reemplazarlo con una camisa seca.

— ¿Simplemente desnudándote en la cocina, cielo?

— Por supuesto. —Vuelve a tomar el sandwich y lo devora en pocos mordiscos—. Buenos días.

— Eres asquerosa. —Digo cuando me besa con la boca todavía llena de comida, dejando un poco de mantequilla en la esquina de mi boca, la que me limpio con su camisa.

— Me amas de todas maneras. —Dice con una sonrisa, moviéndose para pararse entre mis piernas. La altura del banco de la cocina me hace de la misma estatura de que mi esposa y lo uso a mi favor para llenarla de besos—. ¿Vamos a hacer esto entonces, amor? ¿Mientras los niños están dormidos? —Escondo mi cara en su cuello con un gruñido, pero asiento de todas formas. Ella me pone en el suelo con poco esfuerzo y sin dudarlo me toma por los muslos y me levanta para que rodee su cintura con mis piernas—. Estoy emocionada.

Por supuesto que lo está.

— Puto infierno.

Gruño y sostengo mi cabeza en mis manos al tiempo que me siento junto a mi esposa en el frío piso del baño con una prueba de embarazo positiva entre nosotras.

Miro a Sana que está sonriendo como una niña. Su mano va a su entrepierna y se felicita con un "bien hecho". Con una dura mirada de mi parte, su sonrisa desaparece y mira alrededor del baño como ausente.

— ¿Cómo pasó esto?

— Pensaría que después de dos hijos, ya entenderías el proceso. —Responde Sana mi pregunta retórica—. Bueno, empieza contigo rogando para que lo meta y...

— Cierra la puta boca, Sana.

— Fue tu idea hacer el sex tape y fue tu idea que no usáramos condón porque al parecer es anti estético. Una vez más, esto fue tu culpa. —Finaliza con una arrogante sonrisa.

— Te odio.

Pateo la prueba y descanso la cabeza en el hombro de mi odiosa mujer. Sana me besa la frente y me rodea con sus brazos.

— Yo también te amo, mi Hyo.

Fin.

¿De verdad se acabó...? CHAO VOY A LLORAF TT

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