35- the quill


Descubrí que mis pensamientos eran propensos a calentarse mucho cada vez que estaba cerca de Draco.

El me hacia sentir fuego y pasión.

— ¡Aurora aterriza!

Parpadeé. Cho agitaba su mano frente a mi cara mientras yo miraba soñadoramente la mesa de Slytherin, viendo a Draco tomando lentamente su jugo de calabaza.

— Como estaba diciendo — continuó Cho, viendo que había recuperado mi atención. — Blaise Zabini me ha estado mirando mucho últimamente y lo disfruto, me preocupa que sea como engañar a Cedric.

— ¿Esperar- que? — Pregunté, completamente desconcertada por la declaración de Cho.

— Yo-yo me siento tan ... culpable — Su voz tembló cuando las lágrimas brotaron de sus ojos — Siento un hormigueo cuando veo a Blaise mirándome y luego recuerdo que así es como me hizo sentir tu hermano.

La miré con horror mientras las lágrimas caían en cascada por sus mejillas. Torpemente le di unas palmaditas en la espalda, rezando en silencio para que no dijera nada más acerca de que Cedric le hacía sentir hormigueos.

— Está bien — murmuré, continuando con las palmaditas en su espalda — Estoy segura de que Ced querría que fueras feliz.

— G-gracias — Ella lloriqueó, pasándose un pañuelo por la cara y sonriéndome entre lágrimas — Me alegra que pienses eso porque estaba pensando en pedirle que caminara conmigo en el próximo viaje a Hogsmede.

— Oh — Parpadeé, dejando caer mi mano de su espalda — Bueno, espero que salga bien, supongo.

— Estaba pensando que tal vez podrías ir a preguntarle por mí, en realidad — resopló, el rímel mancho sus mejillas fuertemente — ya que estás saliendo con su mejor amigo.

— Umm, está bien — Respondí, moviendo la sopa con mi cuchara.

— Quiero decir ahora mismo. ¿Puedes ir a preguntarle? — Dijo, señalando hacia donde estaba sentado Blaise y Draco — Estoy desesperada por saber.

Lentamente bajé mi cuchara, forzando una sonrisa mientras empujaba mi silla hacia atrás y me levantaba, Cho me sonreía con gratitud.

Los labios de Draco se torcieron en una sonrisa cuando me acerqué a su mesa, sus ojos grises brillaban de placer, haciendo que mi corazón se acelerara. Mi mente volvió instantáneamente a nuestro ardiente beso del día anterior y sentí mi estómago dar un vuelco de anhelo.

— ¡Oye, es nuestra ex chica Beauxbatons! —Blaise bromeó, sonriendo cálidamente mientras me sentaba frente a ellos — ¿Qué te parece estar en la casa de los nerds?

— Mejor que estar en la casa de las serpientes — bromeé, sacando la lengua.

— ¡Oye! — Draco ladró, frunciendo el ceño — ¿A quién llamas serpiente?

Me reí, empujando suavemente mi pie contra su pierna debajo de la mesa — No dije que no me agradaran, ¿verdad?

Nuestras miradas se encontraron y un escalofrío de electricidad llenó el aire entre nosotros.

— Muy bien, pájaritos enamorados, no me voy a sentar aquí jugando a sujetavelas — Murmuró Blaise, mirando entre los dos.

— No te preocupes, estoy a punto de ir a detención con Umbridge, de todos modos — suspiré, temiéndolo por completo. Ni una sola vez había sido castigada o incluso un poco regañada por algo en toda mi vida escolar. Hasta ahora.

La cara de Draco decayó y la preocupación llego a sus ojos — Tienes que tener cuidado, Aurora. No me gusta esto ni un poco.

— Draco, ya te lo dije. No voy a tolerar que ella diga que Harry estaba mintiendo sobre Ced-

— ¡Por el amor de Dios, Aurora! — Gritó Draco, golpeando su puño contra la mesa, haciéndome estremecer — ¡Olvídate de Cedric! ¡Olvídate de Potter! ¡Tienes que tener cuidado con esa mujer!

— Tranquilo, Draco — murmuró Blaise, sus ojos se movían preocupados entre nosotros dos.

Temblando, me puse de pie, mirando a Draco. La voz que salió de mi boca fue sorprendentemente firme, a pesar de que mi corazón latía furiosamente de rabia.

— Nunca me digas que olvide a mi hermano. No te atrevas.

Me giré en el acto, marchando, ignorando las súplicas desesperadas que salían de la boca de Draco.

Me di cuenta cuando llegué a la puerta que no había hecho lo que Cho me había pedido. Dudé, pero luego decidí seguir en marcha.

No tuve tiempo de emparejar a la novia de mi hermano muerto.

Y tenía que llegar a detención.

[...]

— Oh, no necesitarán tinta para esto.

La voz de Umbridge sonó, con la más mínima sugerencia de una risa, mientras nos sonreía tanto a Harry como a mí.

Ella nos acababa de informar que estaríamos escribiendo líneas usando una pluma que teníamos frente a nosotros.

Miré nerviosamente a Harry en el escritorio a mi lado. Sin embargo, se sentó con una expresión acerada en el rostro, mirando intensamente a Umbridge.

— Ahora, Sr. Potter - no debo decir mentiras debería ser suficiente. Y señorita Diggory — se giró en el acto, mirándome alegremente antes de decir las palabras que debo escribir

Harry Potter es un mentiroso.

— ¡¿Qué?! — La miré con incredulidad — ¿cuántas veces quiere que escribamos eso?

— Oh, las que sean necesarias para que el mensaje se asimile. Ahora, empiecen.

Suspirando, recogí la pluma de color rosa y coloqué la punta sobre el trozo de pergamino frente a mí.

Cuando comencé a escribir las primeras letras del nombre de Harry, me encontré jadeando de agonía.

El dorso de mi mano derecha se sentía como si estuviera en llamas. Mientras lo agarraba, cerrando los ojos brevemente, no había pasado desapercibido que Harry también había hecho un ruido repentino y agudo.

Intercambiamos una mirada furtiva y rápida mientras simultáneamente nos frotábamos el dorso de las manos.

— ¿Pasa algo, queridos? — Preguntó Umbridge, sus ojos brillaban alegremente mientras nos miraba a los dos.

Harry negó con la cabeza y continuó escribiendo. Lo noté apretando el puño de dolor, tratando de no gritar.

Temblando, volví a mi pergamino, el corazón me latía con fuerza en el pecho y mientras seguía escribiendo el dolor regresaba casi de inmediato. Esta vez, miré mi mano y me horroricé al ver que las letras del nombre de Harry se formaban en gotas rojas de sangre sobre mi piel mientras ardía en un dolor feroz.

Y fue entonces, cuando me di cuenta, con un sentimiento de horror absoluto: que estábamos escribiendo las palabras en nuestra propia carne.

Nos estaban torturando.

[...]

Draco caminaba frenéticamente por el pasillo fuera de la oficina de Umbridge. Habían estado allí durante horas.

Quería disculparse por lo que había dicho en el Gran Comedor. No lo había querido decir así. Solo quería advertirle sobre Umbridge.

Sin embargo, todo había salido tan mal.

Cuando la puerta finalmente se abrió, y ella emergió con Potter siguiéndola de cerca y se sorprendió al ver lo pálida que estaba.

— ¿Aurora? — Preguntó, la preocupación se notaba en cada sílaba.

Él fue a tomar su mano, pero ella rápidamente la apartó de su alcance. La alarma golpeó el pecho de Draco, sabiendo que algo andaba muy mal.

— ¿Qué pasó ahí? — Preguntó, sus ojos se movieron rápidamente entre ella y Potter.

— No es de tu incumbencia, Malfoy — escupió Potter, mientras pasaba furioso, asegurándose de golpear su hombro contra el suyo, antes de desaparecer por el pasillo.

— ¿Aurora? — Preguntó Draco de nuevo, mirándola suplicante por respuestas.

Pero sus ojos evitaron los de él, y Draco estaba consternado cuando ella trató de esquivarlo.

El Extendió una mano y la agarró del brazo para evitar que lo hiciera.

Sus ojos parecían tan sorprendidos cuando lo miró, que él se sintió absolutamente espantado.

— Por favor, Draco — suplicó, con lágrimas en los ojos.

El no dudó en atraerla hacia él, apretándola contra su pecho. Podía sentir el ansioso latido de su corazón contra su cuerpo y se sintió aliviado cuando ella no intentó apartarse, sino que sollozó en sus brazos, enterrando su rostro bajo su barbilla y empapando el cuello de su camisa.

Algo malo había sucedido en esa oficina, y Draco no sabía qué, pero juró que la esperaría aquí mismo, todas las noches que tuviera esa detención. Y cuando terminara, él estaría allí para abrazarla y dejarla llorar en sus brazos.

Él estaría allí para ella mientras le quedara algo de aliento en su cuerpo.

***

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