24 | the final goodbye
chapter xxiv of the death season :
" I HAVE TO GO BACK "
╓────────────────────╖
" Say something. If you don't, you'll regret it. "
" I love you, Dad, and I know you did the best you could. "
╙────────────────────╜
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀
24 de enero, 2023
residencia stark
CINCO AÑOS DESPUÉS Y TODO SIGUE SINTIÉNDOSE MAL.
Algunas noches, Lisa no puede dormir, pensando en esos días en el espacio, esos días en que se perdió en la oscuridad. Cuando fue rescatada, le dijeron que todo había terminado, incluso si había salido mal, al menos había terminado. Excepto que no fue así. Aún no. Y lo sabía. Ella sabía que era solo cuestión de tiempo.
Y ahora parece que vuelve.
Pero ahora no es la única que se queda despierta en medio de la noche; los dos Stark están uno al lado de la otra; ambos realmente necesitan descansar.
—A ver, una última simulación antes de dejarlo por esta noche —Tony junta sus manos, paseando alrededor de la mesa—. Esta vez con la forma de una cinta de moebius, invertida. ¿Por favor?
—Ten en cuenta, FRIDAY —Lisa camina por el otro lado, con los ojos azules entrecerrados mientras apoya sus propulsores en la superficie—, que tendremos que nivelar el vector por uno de los valores propios correspondientes a las partículas.
—Uhh no —Tony entrecierra los suyos y agita bruscamente la cabeza—, eso podría alterar la integridad estructural de la cinta.
—No lo hará.
La mirada de Tony se encuentran con la de ella. Ella levanta las cejas con sarcasmo y le saca la lengua, haciendo una lenta sonrisa en sus labios. Ya no participa en sus inventos, no como solía hacerlo. Él estaría mintiendo si dijera que no olvidó todas las veces que ella demostraba que estaba equivocado.
Ejecutando la simulación, FRIDAY tararea:
—Procesando...
El padre y la hija permanecen en silencio durante un largo momento.
—Esto me trae recuerdos —Lisa suspira, mordiendo un donut glaseado.
—Oh, sí, los viejos tiempos —Tony asiente y su sonrisa se ensancha un poco—. Las noches en el laboratorio sin dormir, tú ignorando los deberes y nosotros trabajando en la Mark II.
—Mucha cafeína —Lisa se ríe antes de fruncir el ceño—. Muchos peligros de seguridad.
Tony se ríe y ladea la cabeza amorosamente hacia ella.
—No podría haberlo hecho sin ti, pequeñaja.
Lisa rueda los ojos.
—Oh, sí podrías.
—¡Pero no hubiera querido! —él le da una sonrisa traviesa y un guiño.
Pero cuando ve su expresión, la voz burlona de Tony cae y mira con cautela el lado de su rostro por un largo momento de silencio. Lisa no responde, su mirada vuelve a la simulación, un breve susurro de una visión pasando ante sus ojos vibrantes.
Su padre da un suspiro sutil y tranquilo, metiendo las manos en los bolsillos. Ninguno de los Stark habla, solo miran las ecuaciones con esas mismas características coincidentes.
—Voy a volver —Lisa rompe el silencio, suave y cuidadosa, como si supiera que está comenzando una pelea sin ser su intención—. Tengo que volver.
El pánico y la incredulidad se apoderan de las facciones de Tony, dejándolo sin palabras por un largo rato.
Ella es una de las únicas personas que podrían dejarlo así.
—Whoa, whoa, espera —él sacude la cabeza lentamente, algo frenético—. Sé lo que piensas, Lees. Siempre lo sé, pero esto no es...
—¿Lo sabes? —susurra Lisa bruscamente, su expresión se estremece ligeramente, como si tuviera miedo de algo, como si supiera algo que él no sabe—. ¿De verdad sabes lo que pienso?
Hace una pausa, buscando su expresión rota, conociéndola por ahora, sabiendo que ella ha visto algo. El temor construye una casa en su estómago.
—¿Qué estás pensando, pequeñaja?
Ella se burla, sus ojos recorren la estantería detrás de él mientras niega con la cabeza.
—Que esto no es real.
La expresión de Tony se rompe, pero no dice nada, solo la deja hablar.
—Lo que hemos estado viviendo, no es real —sus cálidos ojos se llenan de lágrimas y su voz queda atrapada en su garganta—. No del todo. Todos quieren fingir que estamos completos, pero no es así.
Dejando su taza sobre la mesa, él camina hacia ella.
—Pequeñaja...
—Siempre has sido un futurista, papá, y te adoro por eso. Maria, Morgan, Kiwi, todos están destinados para el futuro, pero no puedo dejar de mirar por encima del hombro y... ver a quién dejamos atrás.
—Vi su foto esta noche. La del fregadero —Stark aprieta la mandíbula, tragando saliva.
Lisa finalmente encuentra sus ojos.
—Necesitamos que vuelvan.
—Yo también los quiero de vuelta —Tony deja caer su cabeza hacia un lado, tomando sus manos tatuadas y cicatrizadas—, pero tienes que quedarte aquí. Deja que vaya yo, bebé, deja que lo haga solo.
Lisa solo se ríe.
—¿Cuándo he hecho eso?
Tony no responde. ¿Cómo podría?
—Te oí esa noche —él retrocede para mirarla y su cabeza se inclina de nuevo en confusión—. Sé lo que tengo que hacer. Y sé, en mi corazón, que está bien —sus ojos destellan en recuerdo y los de ella se llenan de lágrimas—. Pero incluso ahora que lo sé, tengo este sentimiento... uno que dice que voy a perder de cualquier manera.
Tony asiente lentamente, caminando hacia ella y pasando los brazos a su alrededor, el único lugar donde está seguro de que está a salvo. Ella respira hondo, empujando su rostro contra su hombro. Se estremece contra él, cerrando los ojos con fuerza. Incluso ahora que ya creció, incluso sin ser una cría, sigue siendo esa niña que correría peligro si significaba estar a su lado. Cuando se retira, Tony mira esos cálidos ojos azules, una promesa en su mente, una que ni siquiera debería esperar cumplir.
—Confías en mí, ¿verdad?
Lisa pone los ojos en blanco.
—Papá...
—¿Confías en mí? —su agarre se tensa en sus manos.
Ella asiente.
—Desde luego.
—Sabes que cuidaré de ti —sus ojos se clavan en los de ella antes de que le acaricie la mejilla con los nudillos, como solía hacerlo hace muchos años—, ¿vale, pequeñaja?
Ella lo mira, una promesa que le viene a la mente.
Pero solo suspira.
—Vale.
—Proceso completado —FRIDAY interrumpe su momento, separándolos.
—Vaya, fíjate, la niña tenía razón —Tony se topa con Lisa, haciéndola sonreír mientras mantiene un brazo alrededor de sus hombros—. FRIDAY, danos el valor propio de esa partícula factorizando en descomposición espectral. Te ocupará un segundo.
—Un momento.
—Y no te preocupes si no funciona. Solo intentamos...
—Modelo renderizado.
Y lado a lado, Tony y Lisa observan cómo se inventa el viaje en el tiempo. Con una exhalación brusca, Tony cae sin fuerzas en su asiento y Lisa se tambalea hacia atrás, tapándose la boca con una mano. Toda la interfaz se ilumina como un árbol de Navidad, las palabras 'Modelo Exitoso' resuenan en la interfaz.
Tony suelta una maldición, los ojos y la boca muy abiertos.
Y luego una vocecita lo repite, tranquila, suave y terriblemente inocente.
Aún en el trance, Lisa y Tony se voltean para encontrar nada menos que a la pequeña Morgan Stark sentada en la escalera, vestida con su colorido pijama y su cabello despeinado.
Tony jadea ante la vista, susurrando:
—¿Qué hace usted levantada, señorita?
Morgan mantiene sus manos juntas, apretadas entre sus diminutas rodillas mientras ella se repite con mucho orgullo.
—¡No! Eso no se dice. Solo mamá dice esa palabra —él se lleva un dedo a los labios y sacude la cabeza—. La acuñó ella, le pertenece.
Pero mirando a su padre y a su hermana mayor, Morgan no quiere nada más que ser parte de lo que están haciendo.
—¿Qué hacéis levantados?
—Porque tenemos algo importante... —Lisa rápidamente mueve su oreja—. ¡Ay, Dios! Está pasando todo por aquí. ¿Tú que crees?
La niña se inclina hacia adelante, arrugando la cara y dándole ese ceño Stark muy específico.
Lisa se ríe de la expresión familiar, encogiéndose de hombros.
—Tenemos muchas cosas en mente ahora, Bean.
Encogiéndose de hombros, Morgan ladea dulcemente la cabeza.
—¿Cómo un helado?
La niña se vuelve hacia su hermana mayor con esperanza, un plan secreto claro en sus ojos. Lisa repite el movimiento, ladeando la cabeza y sonriendo lentamente.
—¡Eso creo! —Lisa jadea al comprender el gran plan maestro de la niña, golpeando su cadera con el hombro de su padre—. ¿No es así, papá?
—Claro que sí. ¡Las grandes mentes piensan igual! ¡Helado! Es exactamente lo que tenía en mente.
Con una gran sonrisa, Morgan salta el último escalón y pasa sus pies descalzos hacia su hermana, trepando por la pierna hasta que Lisa concede y la levanta.
Inclinándose hacia atrás en su silla, él agita un dedo a las dos hermanas.
—Un segundo, ya veo lo que pasa, esto es extorsión, es la palabra.
—No sabemos de qué hablas, papi —Lisa sonríe tan dulcemente como puede, balanceando ligeramente a su hermanita de un lado a otro.
—Sí, ¡ni idea! —Morgan acepta rápidamente, imitando la sonrisa de su hermana.
—Mmhm —Tony se cruza de brazos y gira los ojos a un lado, con la mirada fija en la interfaz.
Morgan solo envuelve sus brazos con fuerza alrededor del cuello de Lisa. De repente, otra carita aparece en la esquina de la escalera.
Vestida con su pijama azul favorito, Maria salta los últimos dos escalones, con los ojos muy abiertos y emocionados.
—¡¿Habéis ha dicho helado?!
—Anda, mira quién es —Tony suspira juguetonamente mientras se pone de pie y se acerca a su nieta, quien entrelaza sus dedos con los de él—. Nunca ves una sin la otra.
Cuando Tony y Lisa se sonríen, las dos niñas hacen lo mismo.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀
Y CUANDO LLEGA LA MAÑANA, LISA SE PREPARA PARA SALIR.
Inclinándose sobre una maleta, mira su viejo traje de Cuervo Rojo, uno que hizo con sus propias manos, uno que debería haber sido destruido y retirado hace muchos años. Sus dedos se deslizan ligeramente sobre las alas que una vez cosió en la chaqueta de cuero roja, sacudiendo la cabeza con una sonrisa distante y cariñosa. No debería llevarlo. No tiene ninguna razón para ello. Ya está completamente equipada con el traje que Shuri le hizo, incrustado de forma segura en los bordes de sus propulsores. Pero... algo se agita en ella.
Algo fuerte.
Con un lento y vacilante aliento, Lisa saca la chaqueta de su caja de metal y la pone sobre sus hombros. Todavía encaja perfectamente.
—Me gusta —dice una voz tranquila desde atrás.
Lisa se da vuelta y encuentra a Maria sentada al borde de su cama.
—Gracias... —Lisa le da una pequeña sonrisa, volviéndose para cerrar el caso—. Quizá puedas quedártela algún día.
—No, gracias.
Pausando, Lisa levanta una ceja confundida.
—¿No lo quieres?
La niña baja apresuradamente los ojos al suelo, sacudiendo la cabeza con rigidez.
Tragando saliva, Lisa se obliga a encogerse de hombros antes de soltar un suspiro.
—Sé que te gusta divertirte, pero hazme un favor e intenta comportarte con Peps mientras estoy fuera, ¿vale, Noodle?
La niña de siete años asiente una vez, balanceando sus pies y pateando el borde de la cama. El pequeño Kiwi se sienta a unos metros en el suelo, jugando con sus autos de juguete y sus cuentas de kimoyo. Está demasiado involucrado en sus propios juegos para escuchar la conversación a su alrededor. Por otra parte, Maria siempre es más madura, la que tiene la cabeza nivelada sobre los hombros.
—Y asegúrate de que los peques hacen caso y de que coman sus frutas y verduras.
Maria quiere vomitar.
—¿Incluso las verdes?
—Especialmente las verdes —Lisa sonríe para sí misma—. Y...
—No te vayas.
Lisa se congela, girándose lentamente para mirarla.
—Noodle...
—No tienes que irte. El abuelo y tú os podéis quedar. Quedaos con nosotros, mamá... —esos ojos cristalinos se llenan de lágrimas—. Quedaos.
—¿Y qué hay de tu baba? ¿Y si esta es nuestra oportunidad de traerlo de vuelta?
—¿Por qué tienes que ser vosotros? —Maria se defiende y se levanta de la cama para discutir—. ¿Por qué tenéis que serlo siempre?
—No lo sé. A veces no era así. Pero estamos hablando de Baba. ¡Él, tío Peter, tía Shuri, Nick y todos los que perdimos. Se trata de ellos, no de nosotros.
—¿Qué pasa si... tú no vuelves? —esa vocecita ahoga las palabras con mucha dificultad, las lágrimas comienzan a correr por su rostro tan contento—. Y si lo haces, ¿quién dice que no será como la última vez?
Lisa se queda en silencio, apretando la mandíbula.
—Recuerdo la noche que te fuiste —la voz de la niña es fuerte, pero sus ojos se ven muy débiles—. Baba no quería. Sabía lo que pasaría e intentó detenerte. ¡Mamá, es mi turno ahora! Tengo que advertirte, ¡debo hacer que te quedes!
Lisa se acerca con cautela y aparta un rizo suelto de la cara.
—Maria.
—Vi algo... —ella se frota la nariz, con los ojos en el suelo mientras susurra—. Y tengo miedo. Mamá, veo... destellos.
—¿Destellos? —repite Lisa lentamente, dándose cuenta. Dejando escapar un suspiro de dolor, la mujer se agacha cuidadosamente—. ¿Te refieres a... destellos del futuro?
—... Sí —se frota las lágrimas con brusquedad, raspándose en el proceso. Luce muy avergonzada, muy culpable—. ¡No quiero tenerlos, mamá, pero no puedo detenerlos! No puedo porque siempre están ahí, ¡no puedo porque...!
—Para, basta —Lisa agarra esas manitas, con la cara suave y la voz segura—. Escúchame, Maria. Lo que ves no es culpa tuya. No eres responsable de las cosas que ocurren contra tu voluntad —cuando Maria no la mira, Lisa apoya suavemente un dedo debajo de su barbilla y levanta la mirada—. Puedes luchar contra ellos... si quieres. Yo no pude. Pero tú eres mucho más fuerte que yo. Eres la niña de siete años más fuerte, hermosa e inteligente que conozco.
Los ojos esperanzados de Maria se estrechan.
—¡Pero si no conoces a ninguna otra niña de siete años!
—¿Cómo lo sabes? —riendo, Lisa pone una cara muy ofendida—. No sabes todo sobre mí, Maria Virginia. Soy un misterio, una paradoja. ¡Vivo una vida muy emocionante, sabes!
María se ríe y pone los ojos en blanco.
—Mamá...
Sonriendo, Lisa toma suavemente su rostro en sus manos y besa su nariz.
—No pasará nada.
—Tengo miedo, mamá —ella suena casi avergonzada.
—Tranquila. Está bien estar asustada... —siempre aceptando, Lisa toma esas pequeñas manos entre las suyas otra vez—. Yo también tengo miedo.
Maria se ve sorprendida.
—¿Tú?
—Sí, yo. Tengo miedo de que el abuelo regresa a la línea de fuego, de no poder recuperar a tu baba y tu tío, de no poder enfrentar las Gemas, y sobre todo... —Lisa aguanta la respiración y Maria se acerca con preocupación—, ¡tengo miedo de la cantidad de problemas en los que te vas a meter sin que yo esté aquí!
La niña suelta una carcajada, sacudiendo sus rizos una vez más.
Con una sonrisa, Lisa toma suavemente su mano y levanta a Kiwi del suelo, guiándolos hacia el espejo. Maria sonríe ante su reflejo, recostándose en el frente de su madre mientras tira suavemente del dedo gordo del pie de Kiwi. El niño se ríe y patea su mano hasta que finalmente lo suelta, contenta de envolver su brazo alrededor de la muñeca de su madre.
Kiwi saca sus dedos de su boca y señala con su dedo a su reflejo.
—Sí, Kiwi, somos nosotros, tú y Maria y yo —el niño sonríe, colocando su cabeza en el hombro de su madre—. Como siempre fue desde el principio. Y pase lo que pase, siempre estaré con vosotros, aquí, en vuestros corazones.
Con las manos de su madre sobre el pecho, la seriedad de este momento se instala y la sonrisa de Kiwi se desvanece mientras el labio inferior de Maria tiembla.
—Y nadie os lo puede quitar. Y cuando penséis en mí, así es como siempre viviré —ella besa cada una de sus cabezas—. Os amo más que a la vida, no lo olvidéis. ¿Me lo prometéis?
—Lo prometemos, mamá.
Y cuando llega el momento, las despedidas se sienten mucho más difíciles de lo que deberían. Pepper y los niños están parados afuera de la casa, todos solemnes, serios. Tony espera en silencio junto al auto, ya habiéndose despedido, tratando de no demorarse en cosas que duelen. Pero Lisa nunca ha sido muy buena en eso.
—Muy bien, Morgan, ¡nos vamos! —con Kwezi todavía en su cadera, Lisa se dirige lentamente hacia su hermana pequeña—. Las dos conocemos nuestro trabajo, ¿no? ¿Cuidarás de mamá por mí?
La niña asiente.
—¿Y tú de papá?
—¡Exacto! ¡Que inteligente eres! —Lisa se encoge de hombros, agachándose—. No se apartará de mi vista, Bean.
—¿Promesa de meñique? —Morgan astutamente levanta su dedo.
—¡Promesa de meñique! —Lisa acepta y extiende su mano— ¿Apretón de manos secreto?
Morgan irradia y rebota felizmente en su lugar, asintiendo con la cabeza. Las hermanas golpean sus manos de un lado a otro, golpeando sus puños hacia arriba y hacia abajo, antes de alejar sus manos en una pequeña explosión que hacen con la boca. Soltando un suspiro, Lisa apoya sus codos sobre sus rodillas y suspira al rostro de su dulce hermana.
—Sabes que eres fantástica, ¿no?
—Lo sé —Morgan sonríe.
Riendo, Lisa ve a su hermanita sonreír y hace un sonido fuerte mientras deja un beso en su frente. Sabiendo que es su turno, Maria da un paso, con los ojos en el suelo y las manos fuertemente juntas frente a ella.
—Maria... —con eso, la niña salta hacia adelante, arrojando sus brazos alrededor de su cuello. Lisa cierra los ojos con fuerza, abrazando a su pequeña—. Te quiero, Maria, y espero que sepas que lo hice lo mejor que pude.
La niña no responde, no entendiendo el significado de estas pocas palabras.
—Mamá —Maria finalmente murmura en su hombro—, me estás aplastando.
Lisa se ríe un poco, este sentimiento es demasiado familiar. Dolorosamente familiar.
—Lo siento, Noodle —susurra Lisa, alejándose para tomar su rostro con la mano—. Lo siento, Maria.
La niña frunce y apoya las manos a ambos lados de la cara.
—Cuando regreses, ¿traerás a baba contigo?
—Sí —Lees asiente—. Él vendrá a casa contigo, Maria. Te lo prometo.
Con un movimiento de cabeza, Maria se limpia las lágrimas y retrocede, poniendo una cara fuerte por el bien de su madre. Y Kwezi... él se niega a dejarla ir.
—Tengo que irme, Kiwi —Lisa acaricia suavemente su mejilla moca y pasa los dedos por los rizos de su cabeza—. Mamá tiene que irse ahora, ¿de acuerdo?
Los rizos del niño de cuatro años caen mientras sacude furiosamente la cabeza. Solo la abraza más fuerte, enterrando su cabeza. Lisa muerde con fuerza su labio inferior, luchando por sacar el pequeño cuerpo de su pecho.
—Kwezi, por favor, cariño, tienes que soltarme.
—Yo lo cojo —pasando una mano sobre su hija, Pepper toma suavemente al niño que llora de sus brazos—. No te preocupes, cariño. Los cuidaré por ti.
Lisa respira hondo y se aleja lentamente de su familia. Sus pies crujen en el camino de tierra, andando temblorosamente hacia su auto deportivo, cubriéndose la boca con la mano para contener los sollozos. Sacude la cabeza y cierra los ojos con fuerza, tratando de luchar contra las lágrimas.
Tony la mira a los ojos y le da esta mirada que solo él puede darle, una que es lo único que puede hacerla sentir un poco mejor. Él le da una sonrisa que ella no puede corresponder antes de que abran simultáneamente las puertas del coche y se deslicen suavemente hacia adentro.
Maria corre hacia su hermanito, envolviendo sus brazos alrededor de él y abrazándolo con fuerza. Morgan camina lentamente para unirse a ellos, entrelazando sus dedos con los de Maria. Y todos juntos, Pepper, Maria, Morgan y Kwezi Stark, ven a parte de su familia desaparecer por el camino, sin saber que solo uno de ellos volverá.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀
[ hold on, i still want you
come back, i still need you
let me take your hand, i'll make it right
i swear to love you all my life
hold on, i still need you ]
xxiv. hold on chord overstreet
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top