21 | the greatest failure

chapter xxi of the death season :
" I AM HOME "

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"Remember this place. Home. "

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3 de febrero, 2018

espacio exterior

VALE. ¿QUIÉN DE VOSOTROS NO HA ESTADO EN EL ESPACIO?

Los Vengadores restantes, sentados en la Benatar, quedan confundidos ante la pregunta del mapache. Svetlana, ahora vestida con su traje completo de Zorro Plateado, levanta la mano con cautela. Preguntándose si debería estar avergonzada por este hecho, mira discretamente a Natasha, Steve y Rhodey, quienes afortunadamente hacen lo mismo con torpeza.

Ignorando la mirada engreída que está recibiendo de Thor, Rhodey muestra una expresión molesta.

¿Por qué?

—¡Pues al lorito con potar en mi nave! —responde Rocket—. Salto en tres...

—¿Um, señor Rocket?

—Dos...

—¿Qué pasa, Svet? —Natasha mira casualmente a su hija.

La adolescente solo la mira con ojos muy cautelosos.

—Creo que podría haber desarrollado un miedo muy pequeño a volar al profundo abismo oscuro y podría...

¡Uno! —Rocket tira del acelerador, haciendo que la nave se lance directamente a través del agujero de gusano.

Svet jadea cuando es arrojada hacia atrás en su asiento, la Benatar pasa rápidamente a través de la oscuridad del espacio. Sus ojos comienzan a brillar con las luces del universo, los planetas, las estrellas y las supernovas, cortándole el aliento. Para la chica que nació y se crió en una jaula, ver las vistas del universo es algo que nunca pensó que podría tener. Nunca ha visto algo tan hermoso en sus casi diecisiete años de vida, y nunca lo volverá a ver.

Pero cuando salen por el otro lado del portal espacial, el estómago de Svet comienza a sentirse un poco extraño y su rostro se retuerce. La chica mira hacia el espacio sideral durante un largo momento de silencio antes de doblarse y verter el contenido de su estómago por todo el piso de metal. Steve se encoge y Natasha se desabrocha inmediatamente de su asiento, yendo en ayuda de su hija.

Mirando por encima de su hombro, Rocket gime.

—¡Ah, que asco! Mini Roja, ¿qué acabo de decir?

—Cállate, mapache —Natasha responde bruscamente, frotando su espalda—. Algunos nunca hemos salido de la galaxia antes.

—Vale, vale, lo capto.

—Voy a hacer un reconocimiento —Carol asiente con la cabeza hacia el grupo desde donde se asoma.

La mujer brillante se da vuelta y desciende sobre el exuberante y próspero planeta de abajo.

Antes de que alguien más pueda moverse, Rhodey frunce los labios y expresa lo que todos los demás ya están pensando.

—Si encontramos a Lisa, ¿qué vamos a hacer para sacarla de allí? ¿Cómo vamos a hacer que sea ella de nuevo?

Nadie responde por un largo rato, ninguno no está seguro. Después de todo, este es un territorio desconocido. Nadie podría haberlo visto venir, y nadie sabe cómo salvar a la chica que todos conocen tan bien, especialmente si ella no quiere ser salvada.

—Recalibración cognitiva —habla Natasha, cruzando los brazos.

Todos miran en una incómoda confusión.

Mirando a su alrededor, la rubia simplemente pone los ojos en blanco y suspira.

—La golpearemos muy fuerte en la cabeza.

—¿Y va a funcionar? —Thor levanta una ceja dudosa.

—Con Clint lo hizo —Natasha se encoge de hombros—, a menos que tengáis alguna otra idea.

Vestido con su traje de sigilo, Steve finalmente acepta.

—Podemos tener a los wakandianos en standby, si esa es la intención.

El equipo asiente con aprobación silenciosa, realizando sus controles finales para estar listo para la inevitable pelea que se avecina. Svetlana se limpia los labios, frunciendo ante el persistente sabor amargo en su boca. Agachándose frente a ella, Natasha levanta las cejas en cuestión. Una vez que Svet le asegura que está lista, la madre besa la frente de la hija y luego, como en todas sus pesadillas, Natasha pone un arma en las manos de su pequeña. Comparten una mirada, sabiendo lo que esto significa, lo que está en juego.

Una última pelea. Una última oportunidad. Tienen que hacer que valga la pena.

Mientras todos se mueven a su alrededor, Steve deja escapar un suspiro silencioso y saca su brújula, frunciendo ante la misma fotografía gastada de Peggy.

Todavía de pie junto a su hija, Natasha lo mira lentamente.

—Saldrá bien, Steve.

—Sí, lo sé —los ojos de Steve son pesados ​​cuando las mira—. Porque no sé qué voy a hacer si no.

Svet aleja bruscamente la mirada de su tío, su labio inferior comienza a temblar antes de apretar los dientes en la tierna carne cruda. La joven se ha esforzado mucho por llevar esa oportunidad al fondo de su mente. No puede darse el lujo de pensar de esa manera. Si no funciona, años después de esto, no habrá vida para ella. Si no pueden traer a todos de regreso, ya ni siquiera está segura de quién sería.

Si fallan hoy, en unos pocos momentos, ¿en qué se convertirá Svetlana Barnes?

Carol vuela al frente de la nave, luciendo confundida.

—No hay satélites, ni naves, ni ejércitos, no hay defensas de ningún tipo. Sólo está él.

—¿Y Lisa? —pregunta Rhodey inmediatamente..

—No hay señales.

—Y con eso basta —determina Nébula, sus ojos negros entrecerrados y viciosos.

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THANOS ESTÁ DÉBIL.

El titán loco, el que aniquiló la mitad del universo, ahora pasa el resto de su lamentable existencia en una falsa ilusión de serenidad. El gigante cojea mientras recoge su cosecha, claramente aún herido por el chasquido. Thanos se acerca lentamente a su pequeña cabaña, sentándose y permitiéndose una especie de paz que el resto del universo ahora nunca conocerá.

Pero él pagará.

De repente, Capitana Marvel se estrella contra el techo, derribando a Thanos, girando alrededor y agarrándolo del cuello. Bruce, vestido con el traje Hulkbuster, estalla en el suelo y se agarra al brazo de Thanos que aún usa el Guantelete del Infinito en descomposición. El titán se ahoga y jadea, sorprendido por el repentino ataque.

Pero está a punto de empeorar mucho más.

Los rayos caen una vez más y Thor atraviesa el cielo, lanzando el filo de su hacha hacia la curva del brazo del monstruo. Thanos grita de agonía cuando su mano se corta, y Rhodey y Rocket lo siguen con sus propias armas levantadas.

Steve entra a la cabaña con Natasha y Svetlana a cada lado, los rasgos de la familia son oscuros y enojados.

Los Vengadores están trabajando juntos una vez más. Pero ni siquiera importa. No cambiará nada.

Porque cuando Rocket patea la mano ahora cortada, descubre que el guantelete está vacío.

—Oh, no...

Con los ojos entrecerrados, Steve exige:

¿Dónde están?

—Responde a la pregunta —sisea Carol en el oído del titán.

Respirando profundamente, Thanos gruñe.

—El universo requería una corrección. Después de eso, las Gemas ya no tenían ningún propósito, tenía a alguien más para eso.

—¡Has asesinado a billones!

Thanos responde con vehemencia:

—¡Deberíais agradecerlo!

¡Asesinaste a mi padre! —Svetlana muestra los dientes—. Asesinaste a mi familia, a mis amigos, ¡todos han perdido a alguien! ¿Y crees debemos agradecértelo?

—¿Qué pasa, pequeño zorro? —los ojos burlones del titán se posan en su pequeña figura—. ¿No estás agradecida de haber sobrevivido en lugar de tu padre?

Toda la respiración deja sus pulmones. Sus oídos comienzan a sonar. Le tiemblan las manos.

Svetlana simplemente se queda allí por un largo momento, temblando de dolor, ardiendo en una furia roja brillante. Lanzando un grito, la chica saca bruscamente su cuchilla y levanta su brazo, viviendo por el momento en que puede abrirle la garganta. Pero Natasha se agarra fuertemente de su muñeca, tirando de ella hacia atrás y sosteniéndola firmemente en su lugar.

—¡Déjame hacerlo! —Svet grita, luchando por liberarse—. ¡Suéltame, mama!

—¡No! Aún no. Necesitamos respuestas —Natasha tiene lágrimas en los ojos, exigiendo humildemente al titán—. ¿Dónde están las Gemas?

Thanos simplemente sonríe.

Y luego, un extraño sonido hace eco a su alrededor. Las criaturas parecidas a pájaros en los árboles se callan. Las cascadas dejan de fluir. La luz en el cielo se oscurece. El exuberante y verde planeta a su alrededor se vuelve rojo y empieza a derretirse, la realidad se vuelve muy decepcionante, ya que no deja más que un mundo ceniciento, quemado y desolado. El mundo que alguna vez fue el hogar de miles de personas ha sido destruido. Algo borró este planeta.

No. No algo. Alguien.

El suelo comienza a temblar.

El viento cambia.

Una luz parpadea en el cielo gris púrpura y comienza a silenciarse, liberando un temblor cuando alguien aterriza con fuerza en la tierra, enviando polvo hacia los Vengadores restantes.

Y de la luz, una mujer.

Sin saber si sentirse triste o asustada, la mandíbula de Svetlana se afloja.

—¿Esa es...?

Es ella.

Lisa Stark-Udaku se levanta de la tierra y los escombros a su alrededor, sus ojos azules se giran lentamente para mirar a los recién llegados. Su cabeza se mueve hacia un lado y una sonrisa misteriosa corta sus labios. Sus manos sangrantes tiemblan en un resplandor brillante y sus botas crujen a través de los huesos marchitos y las casas rotas cuando se acerca.

Las cuentas doradas se enhebran a través de su tono muy específico de cabello castaño, y usa una armadura gruesa e intrincada, pero sus ojos son huecos, sus mejillas están hundidas y sus huesos sobresalen en lugares extraños. Quemaduras frescas cubren su brazo derecho y el costado de su cara, y su piel se ve casi agrietada en lugares donde el poder era demasiado para contenerlo.

La mujer es letal, sí, pero también se está muriendo.

Con los ojos entrecerrados, Carol aprieta su control sobre Thanos y todos cambian a sutiles posiciones de defensa. Dejando escapar un suspiro vacilante y silencioso, Steve se mueve con cautela hacia la mujer que conoce desde que tenía dieciséis años, cuando tenía los ojos muy abiertos y era muy inocente. Apenas puede creer lo que tiene delante.

—Lisa, somos nosotros —Steve baja lentamente los escalones de madera—. Estás a salvo. Ya no tienes que escucharlo.

Pero eso no la detiene.

Es como si nada pudiera.

Es como si ni siquiera lo conociera mientras sus labios se separan en una sonrisa que revela sangre en sus dientes y fuego en sus venas.

—Lees, escúchame, nos envía tu padre —Rhodey baja al lado de Steve—. Ha vuelto. Está a salvo —sus ojos marrones se estrechan y sacude la cabeza—. Cariño... él te necesita.

El Ángel de la Muerte hace una pausa.

Sus ojos infectados parpadean con ese viejo azul familiar, como si algo dentro de ella estuviera resistiendo, como si estuviera luchando por salir. Su cabeza se mueve, sus manos se contraen y su pecho se sacude. Su lengua rueda sobre sus dientes superiores y suelta un silbido débil y tembloroso, la luz detrás de las grietas en su piel comienza a atenuarse.

Y luego sus ojos se vuelven inocentes y su voz muy gentil.

—¿Rhodey?

El grupo deja escapar suspiros de alivio, bajando a sus guardias.

—Sí Lees, soy yo —su tío sonríe tristemente.

—¿Estás aquí para llevarme a casa? —las lágrimas llenan sus esquinas.

—Así es —Steve le da un asentimiento tranquilizador—. Estamos aquí para llevarte a casa.

Una pequeña pausa pacífica se extiende entre ellos, dándoles esperanza, dándoles tranquilidad.

Pero luego sus ojos se sonrojan con ese azul blanco enfermo.

Sus lágrimas desaparecen.

El disgusto colorea su expresión.

Sus labios se contraen con una sonrisa torcida.

Y luego Lisa susurra:

Ya estoy en casa.

Los dos hombres ni siquiera tienen tiempo para prepararse antes de que una oleada ardiente de energía púrpura se dispare hacia ellos, arrojándolos y golpeándolos contra el suelo. Cuando Natasha, Svetlana y Nébula van a pelear, Lisa gira las manos hacia la tierra y las rocas irregulares se deslizan hacia sus cuellos. Y cuando Thor intenta conjurar un rayo, ella voltea su cuerpo y curva cada golpe directamente hacia él.

Con un ceño determinado, Carol se lanza hacia ella, pero incluso con todo el poder de una Gema del Infinito, todo lo que Lisa tiene que hacer es levantar una mano y el puño brillante de Capitana Marvel es atrapado.

Carol la mira bruscamente.

Y los intensos ojos de la capitana se ensanchan un poco cuando Lisa se ríe.

Con esa misma sonrisa burlona, Lisa grita mientras golpea su puño brillante debajo de la barbilla de Carol, arrojando a la mujer al aire, estrellándola contra el suelo.

Girándose, su mirada se dirige hacia donde Hulkbuster todavía sujeta a Thanos y sus ojos se enfurecen. Extiende su mano hacia ellos, pareciendo que casi agarra el aire, antes de darle un fuerte tirón y obligar a Bruce a soltarlo. Thanos cae al suelo, demasiado cansado para huir, demasiado débil. Lisa sostiene el traje en el aire, entrecerrando los ojos; su mano se cierra en un puño y el traje comienza a derrumbarse con el hombre todavía dentro.

El cuerpo de Svetlana finalmente resulta útil cuando se escapa de su prisión rocosa, soltando un grito feroz mientras la aborda. Lisa levanta una mano para atacar, pero una cuchilla plateada pasa por su muñeca. La mujer sisea cuando el brillo dentro de sus venas comienza a derramarse. Svet está retrocediendo a una posición defensiva cuando Lisa se vuelve hacia ella, forzándola a caer al suelo y envolviendo sus manos alrededor de su garganta con ojos hambrientos.

Svet jadea por aire y Natasha grita detrás de ellas, pero las manos de Lisa se contraen con el deseo de romper los huesos en su cuello. Y está a punto de terminar, a punto de matar a Svetlana Barnes, cuando algo dentro de ella la congela. Su pecho se agita. Sus ojos se abren.

—No eres tú —Svet tose a la chica que sabe que podría haber sido su amiga si la vida no las hubiera desgarrado—. Esta no eres tú.

Las lágrimas llenan sus ojos y su expresión se rompe en reconocimiento.

—¿Svet... Svetlana?

Rhodey aprovecha la oportunidad para dar un tirón hacia adelante, poniendo una muñequera fuertemente en la mano de la chica. Los ojos de Lisa se vuelven hacia él cuando de repente Rocket hace lo mismo en su otra muñeca. Los golpes ligeros recorren las esposas, congelando sus músculos y encerrándola en su lugar. Ella cae de rodillas y todos los demás vuelven a ponerse de pie.

Natasha se desliza hacia su hija, tirando de ella y abrazándola. Steve se limpia el sudor de la frente y respira hondo, mirando de reojo al titán que le hizo esto.

¡Soltadme! —chilla Lisa, retorciéndose—. ¡Padre, diles que me liberen!

Pero Thanos aparta la mirada de la chica, sus ojos pequeños y brillantes se encuentran con los enojados de Steve.

—Las Gemas están destruidas. Reducidas a átomos.

—¡Las utilizaste hace dos días!

—¡Mi hija utilizó las Gemas para destruir las Gemas! Nos debilitó, pero el trabajo está hecho. Y así será siempre —Thanos da una sonrisa enferma—. Yo soy... inevitable.

—¡Pongamos este sitio patasarriba! —todavía con su sobrina, Rhodey mira a su alrededor—. ¡Seguro que miente!

Con los ojos sin abandonar la cara de Thanos, Nébula objeta en voz baja:

—Mi padre será muchas cosas. Pero no es un mentiroso.

—Ah, gracias, hija —Thanos respira con un toque de esa misma sonrisa enferma—. Quizás te traté con demasiada dureza...

Y Thor lo silencia con el hacha cortando a través de su garganta, separando su cabeza de su cuerpo. Ambos caen, creando dos ruidos fuertes, uno tras otro.

Todos se quedan en el planeta destruido.

—¡¿Qué has hecho?! —Lisa ruge con un sonido desgarrador, sonando tan dividido entre el dolor y el alivio—. ¡Lo has matado! ¡Monstruos, lo habéis matado!

Cerrando los ojos con fuerza, Natasha se da vuelta rápidamente y deja a la chica inconsciente, sacándola de su miseria y quitándole el dolor.

La mano de Nébula se eleva hacia donde una solitaria lágrima se desliza por su mejilla de metal.

—¿Pero qué has hecho? —mirando al dios, Rocket respira horrorizado.

Thor no los mira a los ojos.

—Le he golpeado en la cabeza.

El dios del trueno se tambalea, sin encontrar ninguna razón para mirar atrás o esperar a los demás, ya no hay una para nada.

—Entonces... ¿no hay ninguna manera? —la suave voz de Svet rompe el doloroso silencio, sus ojos celestes están llenos de terror—. ¿Quieres decir eso? Mi padre... él... ¿se ha ido para siempre?

Todos se alejan de la chica, incapaces de tomar el aspecto de la desesperación marcando sus rasgos demasiado jóvenes.

—¿Señor Bruce? —Svet se vuelve temblorosa a todos los que la rodean, rogando por su atención, por respuestas—. ¿Tío Steve?

Steve cierra los ojos y baja la cabeza, mirando hacia otro lado.

—¿Mama?

Natasha se sienta en el suelo, una mano presionando sobre sus labios temblorosos.

—¿Eso es todo? ¿Hemos terminado? ¡¿No tenemos esperanza?!

Nadie contesta.

No pueden. ¿Cómo podrían?

Svetlana deja de mirar a su alrededor, levantando sus pequeñas manos hacia su rostro para ocultar sus lágrimas. Sus hombros comienzan a temblar mientras solloza silenciosamente, el dolor es demasiado fuerte para que incluso haga un sonido.

Se acabó. Todo se acabó.

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Θ

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INCLUSO ATERRIZANDO EN LA TIERRA, ninguno es capaz de hablar.

Han fallado. De nuevo. Y ahora no hay esperanza. No hay futuro.

Lisa se había encogido en el camino de regreso a su planeta natal, con la culpa y la vergüenza tan claras en su rostro, aún luchando contra la infección de las Gemas en su mente. Tenía ganas de disculparse, decir que no tenía el control, pero no podía encontrar su voz dentro de su dolorida garganta. Tampoco necesitaba hacerlo. Todos lo sabían.

Cuando se abren las puertas, la mayoría se van por caminos separados. Los Vengadores están disueltos. No tiene sentido seguir juntos. Después de todo, no queda nadie para vengar.

Pero no todos se van. Mientras el amanecer sale por el horizonte, cuatro personas asustadas esperan en el jardín delantero. James Rhodes ayuda a su sobrina a bajar la rampa, soportando casi todo su peso ya que ella no puede hacerlo. El cabello oscuro y fibroso cae sobre sus ojos rojos y ardientes, pegado a su piel sudorosa y empapada de lágrimas. Sus piernas flacas se sacuden debajo de ella y aspira suavemente para respirar, sus manos constantemente temblorosas presionan sobre la pequeña protuberancia de su abdomen.

Tony Stark no puede detener el grito ahogado que sale de sus labios al ver a su hija.

Y a pesar de que sus propias piernas no pueden soportar su peso, se levanta de su silla de ruedas. Tragando con dificultad, Tony envuelve su bata más fuerte alrededor de su delgada figura y tropieza a través del césped. Finalmente, Lisa levanta la cabeza. Su expresión se rompe y un sollozo ondula a través de su pecho, meneando lentamente la cabeza con incredulidad porque él todavía estaba vivo, que ambos hubieran llegado tan lejos juntos.

Las lágrimas corren por la cara de Tony al acercarse lo suficiente como para tocarla y abrazarla. Lisa lo mira con esos ojos rojos, el azul vicioso se desvanece en sus familiares iris azules. Ella no se ve igual que el día que la perdió; es como si el mundo no le dejara olvidar cuánto ha sucedido desde entonces.

Él la lastimó.

Ese titán... la lastimó.

Tony permitió que sucediera lo único que juró que nunca dejaría que nadie le hiciera otra vez, y dejó que el titán la lastimara.

Su niñita, su todo... y con lo que parecen años sin verla, sin abrazarla, sabiendo muy bien que un monstruo la tenía bajo su control.

Las manos de Tony tiemblan alrededor de su rostro, no siendo capaces de tocarla, como si temieran que se derrumbara al hacerlo. Las lágrimas todavía caen por su rostro y ella aún niega hacia él, como si no pudiera creer que esto sea real. Finalmente reuniendo el coraje, Tony le toma la cara con cuidado y la mira por un momento, observando sus rasgos, habiéndola extrañado tanto que le dolía.

Cuidadosamente pone su cabeza contra su pecho, besando su cabello.

Pequeñaja...

Papá —los dedos de Lisa se aferran a él como si fuera su salvavidas, como si fuera la única razón por la que no ha dejado esta vida.

—Te han traído de vuelta —Tony respira en shock, con la boca abierta y las lágrimas ardiendo en su rostro ceniciento—. Te han traído...

—Me hizo daño, papá —ella no quita su mirada borrosa de él.

Los ojos angustiados de Tony giran hacia el cielo y la abraza con más fuerza, con la voz temblorosa mientras susurra.

—Pero estaremos bien, pequeña. Te tengo ahora, te tengo...

—No sabes las cosas que me hizo hacer —su cuerpo demacrado tiembla contra él—. Lo que hice...

—No es culpa tuya...

—¡Te lo dije, teníamos que matarme! ¡Te lo dije —el propio pecho de Lisa está lleno de sollozos y agacha la cabeza contra su pecho, las lágrimas corren por su rostro—. ¿Por qué no pudiste... por qué no...?

—Dios, cariño, lamento haber dejado que volviera a suceder —Tony entierra su rostro en su cabello—. Siento haber dejado que te hicieran daño otra vez, pequeñaja.

—¿Mami?

Lisa jadea y se separa temblorosa de Tony, sus brazos buscando inmediatamente a su hija antes de que esté cerca. Maria llora mientras levanta sus manitas a su madre. Pepper le entrega a la niña y Lisa llora mientras su cuerpo casi se dobla sobre sí mismo, acurrucándose alrededor de su niña y el bebé aún dentro de ella. Happy Hogan camina detrás del resto de su familia, apoyando una mano sobre el hombro de Rhodey y compartiendo una mirada con Tony.

—¿Mamá? —Lisa mira con los ojos rojos y ardientes.

—Estoy aquí —Pepper sonríe entre las lágrimas, ahuecando suavemente su cicatriz en la mejilla—. Estamos todos aquí, Lisa.

—Mami, me aplastas —murmura Maria.

—Lo siento, Noodle, lo siento —Lisa se aleja bruscamente, disculpándose por algo más que agarrarse demasiado fuerte—. Lo siento mucho, Maria...

La niña frunce y apoya las manos a ambos lados de la cara de su madre

—¿Está baba contigo, mami?

—¿Él no está aquí? —pregunta Lisa roncamente, sus grandes ojos torturados mirando desesperadamente a su alrededor, buscando su rostro con esperanza—. ¿Dónde está T'Challa?

Nadie dice nada durante un largo momento, mirándose como si no supieran qué decir, como si no supieran quién es lo suficientemente fuerte como para decirlo.

—¿Dónde...? —ella respira con dolor, su cuerpo comienza a temblar más violentamente—. ¿Dónde está?

—Lisa... —Tony toma suavemente su mano.

La realización inunda sus rasgos, la respiración se le quita los pulmones y parece que está a punto de vomitar con horror.

—No... —susurra, estremeciéndose y retirando su mano de su agarre—. ¡No! Oh, no, si se te ocurra decírmelo, por favor...

—Se ha ido... lo siento mucho, Lees.

—¡Mientes! —Lisa lo acusa, respirando temblorosamente—. Tienes que estar mintiendo... ¡por favor, dime que estás mintiendo, papi! ¡No puede estar muerto! ¡Por favor, él no! Le dije que volvería, le dije... Dios mío, no...

Sus piernas ceden y se desploma en el suelo, acercando sus manos a su abdomen donde aún descansa su hijo, un niño que nunca conocerá a su padre. Su familia los rodea, tratando de protegerlos, tratando de consolarlos, pero no pueden cambiar nada.

Él está muerto. Todos están muertos. Y no van a volver.

El fin del mundo ha llegado, y no estaban preparados para ello.

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[ I don't want to leave here without you

I don't want to lose part of me

We are buried deep in broken dreams

We are knee deep without a plea

I don't want to know what it's like to live without you ]

xxi. the other side ruelle

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