Capítulo 7: El Reencuentro
Se escondía detrás de una de las paredes de acero, observando el marchar de aquellas máquinas de color rojo brillante de un lado a otro. Blaze sabía que no dejaría el cuarto de seguridad sin cuidado por mucho tiempo, así que una vez que vio el pasillo despejado corrió hacia la puerta de entrada para poder cumplir con su misión, sin embargo, al llegar entrar se percató que se necesitaría de una llave de acceso. –Maldita sea...– murmuró al ver la herradura electrónica; debería de encontrar otro método para abrir aquella puerta sin atraer a todo el ejército del emperador. –¿Alguna idea para abrir la puerta?– inquirió mientras con la mirada inspeccionaba la puerta frente a ella. –¿So...– calló al notar que a sus espaldas no yacía nadie. Blaze se volteó buscando al erizo con la mirada sin éxito. Lo había perdido.
–Esto tiene que ser una maldita broma– maldijo por lo bajo para regresar sobre sus pasos.
Corrió de regreso por la ruta que había marcado el erizo negro en busca del antiguo líder de la resistencia; rogaba al Chaos que nadie lo encontrara antes que ella. Siguió con su carrera contra el tiempo cuando divisó a alguien familiar a la distancia haciéndola que se detuviera de golpe para ocultarse lo más aprisa en el pasillo adyacente, rogando al cielo que no la hubiese divisado. Era él.
–¡¿Princesa?!– lo escuchó decir. ¿Hablaría de la misma chica de antes? –¡¿Dónde estás?!
Lo escuchó acercarse hacia donde ella yacía sintiendo su corazón latir a prisa. Sabía que si la descubría una batalla sería inminente y no estaba segura que contaría con la misma suerte de la última vez. Cerró sus ojos y empuño sus manos preparándose para el encuentro con el guerrero de plata hasta que escuchó una voz femenina a la distancia – ¿Quién eres tú?– resonó como eco en las instalaciones. Esa era la misma voz de la chica que Blaze había escuchado el día en que Shadow y ella se habían infiltrado a la base. La princesa.
–¿Amy?– llamó el erizo plateado quien yacía a un par de pasos del escondite de la felina.
–¿Qué quieres aquí?– la escucharon hablar nuevamente.
–¡No! ¡Princesa!– exclamó el erizo plateado para correr sobre sus pasos y alejarse de ella.
–"Se fue"– pensó con alivio, relajando sus músculos. No había tiempo que perder, necesitaba encontrar a Sonic lo más pronto posible; y con ese pensamiento en mente vio de reojo el pasillo a sus espaldas preguntándose a ella misma, ¿quién, a parte de Sonic y ella, la princesa de aquel lugar no podía conocer en el lugar que ella llamaba hogar? –"¡Demonios!, ¡Sonic!"
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La observó incrédulo, sin poder moverse o enunciar palabra alguna. Sonic cerró los ojos fuertemente pensando que su cabeza empezaba a jugar un sádico y macabro juego, para abrirlos nuevamente y verla ahí frente a él, con aquella expresión de miedo y falso valor.
–¿Quién eres tú?– la escuchó preguntar de pronto, reconociendo la melodiosa voz de la eriza –¿Qué quieres aquí?– insistió frunciendo el ceño.
–Tú...– murmuró casi inaudible, aún incrédulo por entablar una conversación con ella –¿Acaso no sabes quién soy?– preguntó a baja voz.
–¡Princesa!– escucharon ambos terminando con el encuentro entre ambos.
Tanto Sonic como la eriza rosa vieron a un erizo plateado llegar a toda prisa al lugar, para que ella esbozara una verdadera sonrisa de felicidad y alivio, y así, de sus labios ponerle un nombre a su invitado indeseable –¡Silver!– exclamó con verdadero alivio. Ahí lo supo. Era Amy, era su Amy. Recordaría aquel tono de voz entusiasmado en cualquier lado.
–¡Aléjate de él!– ordenó el erizo plateado para caminar frente a ella de manera protectora y ver al erizo azul con desdén. –¡Es un rebelde!
Amy dirigió nuevamente su mirada al erizo quien la mirada detenidamente, pues si bien sabía que él era un rebelde por alguna razón no le provocaba temor alguno. Los ojos de Silver brillaron intensamente provocando que un estrepitoso ruido de las sirenas resonara por cada uno de los pasillos, alertando a todos sobre el peligro inminente.
En cuestión de segundos cientos de robots empezaron a llegar para realizar el trabajo para el cual habían sido programados. Eliminar a los intrusos. Corrieron hacia donde el erizo se encontraba quien batalló ferozmente contra ellos. Amy lo observó destruirlos con una innata facilidad, sin embargo, lo superaban fácilmente de 100 a 1; fue cuestión de tiempo antes de que pudieran someterlo y aprisionarlo.
–Llévenselo a Eggman– ordenó Silver viéndolo con autoridad –Él sabrá que hacer.
Lo tomaron a rastras mientras él forcejeaba en un intento de resistirse –¡No, espera!– intentó hablar al ver al erizo plateado acercarse a Amy colocando una mano sobre su espalda para alejarla del caos.
–Vamos princesa.
–¡Alto!– ordenó Sonic al verla darle la espalda para caminar en la dirección contraria a él y alejarse de él nuevamente –¡AMY!– llamó con todas sus fuerzas para que los robots de Eggman lo llevaran a una de las habitaciones continuas, alejándola de su vista.
Amy paró de golpe al escuchar su nombre ser pronunciado por aquel rebelde. Se volteó enseguida para únicamente observar una puerta cerrarse, tragándose a su indeseable intruso. Instintivamente intentó correr hacia él pero Silver detuvo su carrera al tomarla por el brazo.
–¿Qué crees que haces?– reclamó viéndola con el ceño fruncido.
–Yo sólo...– intentó excusarse para observar la habitación que ahora yacía cerrada. No sabía por qué algo en ella le decía que debía de seguir al intruso –Él... es decir, esa voz...– balbuceó recordando aquel sueño que constantemente la acechaba por la noche.
–Debemos irnos– comando Silver nuevamente tomándola con gentileza, obligándola a caminar lejos de aquel erizo.
–Pero...– intentó hablar la eriza en un vano esfuerzo por soltarse de su agarre –¿Quién es él?
Silver se detuvo nuevamente sin darle la cara en ningún momento. Él sabía quién era él, cualquiera que alguna vez estuviera en contra de Eggman sabía su nombre; el erizo más famoso de la historia por su fracaso en la guerra.
–El líder de la resistencia– respondió al fin sin ánimos –¡Ahora, andando!– ordenó molesto para continuar su camino.
Amy asintió con la cabeza para seguirle. Vio de reojo sobre su hombro una vez más para ver aquella puerta de acero cerrada. Él había sido el responsable de las muertes de cientos de miles antes de que Eggman pusiera orden, incluso el responsable de sus heridas de aquel entonces. A pesar de eso, su presencia no la intimidaba en lo absoluto, a diferencia de la de Eggman.
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Se sentía como una cucaracha ocultándose cada vez que se encendía la luz; pero en un lugar como ese sabía que no tenía elección. Blaze observó marchar a cientos de robots en filas interminables al activarse la alarma, y sin opción alguna, logró ocultarse en los ductos de aire del edificio. Mientras se ocultaba del barullo exterior pudo escuchar cómo Sonic era capturado y su destino quedó marcado por las palabras de aquel erizo plateado al anunciar que debería de tener una audiencia con Eggman.
A pesar de que Sonic no era más el líder de la resistencia, cosa que nadie sabía, su perdida significaría por mucho el inicio del fin para la resistencia. Ella debería de rescatarlo y regresar con él a la villa, aunque no tenía ni la más mínima idea de cómo haría eso. Para este entonces Sonic debería de estar en una de las prisiones de máxima seguridad del lugar y Blaze no tenía el basto conocimiento sobre las instalaciones y los lugares de seguridad como para atacar la base por dentro.
Se recostó sobre el frió metal sintiéndose abrumada intentando idear un plan de cómo ayudar a su compañero. Lo cierto era que regresar por ayuda era imposible, y pelear contra el ejército de Eggman era una condena a muerte.
Necesitaba ayuda, y la única manera de conseguirla sería tomándola por la fuerza; y sabía cómo hacerlo.
–...La princesa– murmuró en la oscuridad.
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Se desplomó sobre aquel colchón de plumas para cerrar sus ojos trayendo a su mente aquel rostro de asombro y confusión. Él era el líder de la resistencia, el causante de todo el sufrimiento y muerte de años atrás. A pesar de eso su voz retumbaba por su cabeza –"¡Amy!"– ese era su nombre, y por alguna razón, de su boca se escuchaba como la melodía más dulce jamás entonada.
–¿Por qué sabe mi nombre?– murmuró para entreabrir su mirada y observar las luces de neón sobre su cabeza.
Frunció el ceño molesta para tomar una almohada colocarla sobre su cabeza y gritar frustrada; había algo entre ese erizo, la historia de Eggman y lo que ella sentía que no concordaba en absoluto. –Por qué siento que hay algo mal...– murmuró para sí cuando escuchó la puerta de la habitación abrirse. Quitó aquella almohada de su cabeza para sentarse sobre su cama, sin ver a nadie, únicamente a la puerta automática cerrarse. Se levantó de la cama para acercarse a la puerta, inquieta por la sensación de no estar sola, provocando que se abriera nuevamente y así asomar su cabeza al corredor –¿Silver?– llamó sin respuesta alguna. Suspiró pesadamente y regresó a su recamara pensando que estaba pensando demasiado en todo ese asunto con aquel erizo azul, y tal como se lo había dicho Silver, lo mejor sería dejar en tema por las buenas y olvidarlo.
–Estás perdiendo la cabeza Amy– se burló de sí misma para sentarse en el borde de su cama –Será mejor olvidar a ese erizo...
–Lo lamento– escuchó decir a sus espaldas para luego sentir como alguien cubría su boca con la mano. Amy vio de reojo a una gata color lila quien la miraba intensamente –, pero eso no puedo permitir que pase– condenó.
Intentó gritar con fuerza forcejeando con ella en un intento de liberarse de su agresora –Lo lamento princesa– habló la gata obligándola a ponerse de pie –Pero necesito que me ayudes a rescatar a mi amigo– dijo por último. Con un trozó de tela que Amy asumía que había rasgado de sus sábanas, tomó ambos brazos y los amarró detrás de su espalda, soltándola al fin.
–¡¿Quién rayos eres?!– exigió saber la eriza.
–Eso no es importante– respondió estoica mientras terminaba de amarrar su muñecas –Sólo necesito que me ayudes a liberar a mi amigo, luego te dejaré ir.
–¿Y si me rehúso?– retó ella.
Blaze le dio una mirada fría para sacar una pistola y así apuntar directamente sobre su frente –Te asesino– amenazó, provocando que un escalofrío recorriera su cuerpo. –Ahora, andando– ordenó.
Blaze no se consideraba una asesina, pero si lo que necesitaba para encontrar a Sonic era eliminarla a ella, lo haría sin dudar; al final de cuentas ella era uno de los muchos traidores que vivían ahí, y siendo la princesa del lugar, sería la más grande de todas.
–Silver te detendrá– amenazó Amy mientras caminaba de mala gana, seguido de su opresora. –No importa que ventaja creas que tengas, tu amigo no volverá a ver la luz del sol.
Blaze bufó molesta para con una mano voltear de golpe a la eriza obligándola a verla con su ceño fruncido en un intento de contener su ira. –Asegurate que eso no suceda, pues si él no logra ver la luz del sol, tú no vivirás lo suficiente para ver el siguiente amanecer– amenazó con una expresión macabra –¿Nos entendemos?
Amy asintió de mala manera, entendiendo que lo mejor sería no hacerla enojar.
–"Silver... ¿Dónde estás?"
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Silver verificó que el prisionero fuera puesto en las celdas de máxima seguridad hasta que Eggman regresará, pues al parecer había salido a algún lado y no vendría hasta mañana por la mañana; por el momento habría que esperar hasta entonces para que el rebelde fuera condenado. Silver salió de las celdas de contención para así detenerse en medio pasillo, y sin poderlo evitarlo, recostarse sobre la fría pared de metal dejándose caer lentamente al suelo. Él sabía que ese era su deber y que sería muy bien recompensado por lo mismo, sin embargo, jamás se había sentido más avergonzado de sí mismo como en ese momento. Colocó ambas manos sobre su rostro en un intento de acallar los pensamientos que llegaban sin freno; Silver había estado en contra de Eggman desde que él había conquistado el mundo, y ahora lo ayudaba a eliminar al único ser que le brindaba esperanza a los pocos sobrevivientes que yacían fuera de esas paredes de metal.
–Ya no reconozco quien soy...– murmuró con pesar para cerrar sus ojos y así, recordar por quién lo hacía. Amy. Su mejor y única amiga desde que había llegado a ese lugar; él le debía su vida a ella, y no importaba si debía de traicionar al planeta entero, él estaría donde ella estuviera.
Se puso de pie nuevamente inhalando profundamente para recobrar la compostura y así emprender su marcha nuevamente, tenía que velar por su princesa. Mientras caminaba escuchó una voces a la lejanía, voces familiares. La sensación de que algo no estaba bien recorrió cada fibra de su ser. Se quedó estatico escuchando como aquella voz vagamente familiar se acercaba a él, y ahí, en donde yacía de pie, distinguió a un rostro familiar, ahí, cruzando el pasillo vio asomarse a la gata lila, aquella asombrosa luchadora con poderes de fuego. –¡Tú!– gritó Silver llamando la atención de la felina al instante. Sus ojos brillaron con la intención de atacar a la intrusa, pero antes de que pudiera hacer nada observó como la gata jalaba detrás de sí a alguien. Era ella, su princesa.
–¡Silver!– gritó Amy al verlo para esbozar una sonrisa de alivió.
–¡Amy!– llamó disipando el brillo incandescente de su mirada conteniendo su ataque. –¡Déjala ir rebelde!– comandó molesto.
–¡Entonces devuélveme a mi amigo!– ordenó ella sin intimidarse.
–"¡Claro!, quiere al erizo azul"– pensó rápidamente, relajando su expresión antes molesta–¿Tienes alguna idea de donde te encuentras?– habló con una sonrisa confiada –Con algo tan simple como un chasquear de dedos puedo hacer que te encarcelen, tal y como aquel erizo azul– explicó arrogante.
Blaze lo vio intensamente, molesta por sus pretenciosas palabras –Creo que tú no sabes con quien hablas– espetó –Pues con un solo movimiento...– dijo para chasquear sus dedos creando una flama en la palma de su mano acercándola al rostro de la eriza –, puedo hacerla arder hasta que sólo queden reales cenizas.
–¡Silver!– clamó por ayuda la eriza.
–¡No!–gritó con temor –Detente... Haré lo que quieras...– habló resignado.
–Eso pensé– dijo desvaneciendo aquella llama. –Sólo quiero de vuelta a mi amigo; haz lo que te pido y yo te devuelvo a tu princesa.
–¡No, Silver!– ordenó la eriza con el poco valor que aún le quedaba –Lo correcto es que el líder de la resistencia sea juzgado por el Emperador Eggman por sus actos sin piedad realizados hacia los inocentes– habló con autoridad la eriza rosa.
Blaze dirigió su mirada a la eriza rosa, indignada y confusa por sus palabras –¿De qué demonios hablas?– inquirió –¡¿Actos sin piedad?!– explotó perdiendo el control –¡¿Cómo te atreves a decir eso?!
–¡Él es sólo un asesino, provocó la masacre de años atrás!– le respondió la eriza iracunda.
–"Oh no..."– pensó el erizo plateado alarmado. Silver sabía que Amy no estaba al tanto de lo que pasaba afuera o quien era realmente el protagonista de dicha masacre, y no debía enterarse, Eggman se lo había dejado bastante claro.
–¡¿ASESINO?!– gritó furiosa la felina –¡Él no hizo nada de eso, esto es culpa de...
–¡¿Quieres de vuelta a tu amigo o no?!– interrumpió Silver haciendo que su atención se volcara hacia él –Si lo quieres es mejor que me sigas– ordenó empezando a caminar por donde había venido, esperando que eso acallara la peligrosa conversación.
Blaze silenció para recordar cual era el propósito de lo que estaba haciendo. Asintió con la cabeza y así empujar a la traidora para seguir al erizo plateado; discutir con alguien de los traidores era una perdida de tiempo, en especial con la princesa de la traidora.
Silver vio de reojo a la Amy y a la felina quien tenía una expresión seria y autoritaria en su rostro; estaba seguro que no bromeaba con hacerle daño a Amy; tenía que poner a Amy a salvo de alguna manera.
–Te ayudaré en lo que me pidas– habló el erizo plateado, deteniendo su marcha –, pero déjala ir primero.
–Para que después actives las alarmas y sea aprisionada tal y como lo hiciste con Sonic– dijo ella molesta –No lo creo.
–Te lo prometo por mi honor de caballero que todo lo que me pidas se hará, pero déjala ir– suplicó para voltearla a ver.
Blaze observó sus ojos color ámbar, en donde no vio una pisca de mentira, sin embargo no podía confiar ciegamente en él, pues si ella era capturada ninguno volvería a ver la luz del sol. No estaba segura de qué hacer, pero sabía que llevarse a aquella eriza rosa por todos lados mientras liberaba a Sonic sería únicamente un estorbo y aumentaba la probabilidad de que fuera apresada. Entonces ideó un plan, algo que les convendría a ella y en cierto punto a él.
–De acuerdo– habló la felina al fin –Dirígete a aquel jardín en donde nos vimos por primera vez– indicó serena –Nos veremos ahí.
–Pero Amy, es decir, ella...
–Ella estará bien– interrumpió su obvio pánico –Me encargaré de dejarla en un lugar seguro, una vez que mi amigo quede libre te diré donde está.
–¡Eso no fue parte del trato!– se rehusó.
–Yo no he hecho ningún trato contigo– le recordó para verlo intensamente.
–¡Cómo sé que me dirás dónde está después de que tengas al rebelde contigo!
–De la misma manera en que yo sé que me llevarás con Sonic y no a una trampa.
Calló de golpe. Sabía que ella se arriesgaba de la misma manera que él lo hacía. A diferencia de ella, era más fácil para él encontrar a Amy a que ella siquiera lograse acercarse a Sonic, así que sin más opción, asintió con la cabeza.
–Nos veremos allá– aceptó Silver de mala gana –Tienes 10 minutos, si no llegas en ese tiempo...– calló para verla con intensidad –Tú amigo se muere...
–Estaré ahí– respondió ella.
–¡Silver!– llamó Amy sintiéndose desamparada.
–Tranquilízate Amy, todo estará bien– calmó para sonreírle con dulzura.
–Pero...
–¿Confías en mí?– interrumpió él. Amy vio aquellos ojos confiados y sonrisa serena. Suspiro pesadamente y asintió con la cabeza. Sabía que Silver no la dejaría sola. –Nos veremos pronto.
Amy lo vio alejarse para quedarse nuevamente a solas con su opresora. Recordó de nuevo las palabras de Silver: –"¿Confías en mí?"– éstas se le hacía en algún punto familiar, casi como si las hubieras escuchado de alguien... alguien familiar... alguien que ella... un movimiento brusco la hizo despertar de pronto.
–Es hora de irnos– ordenó la felina con apuro –No hay tiempo que perder.
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Fue lanzado a una celda de máxima seguridad como un burdo ladrón. Observó el muro transparente que era su única ventana entre esas paredes de acero. El incesante zumbido de la carga eléctrica que ésta poseía le hacía saber que el mínimo contacto con aquella entrada sería suficiente como para dejarle quemaduras graves o incluso matarlo. Sonic se sentó en obre el frío suelo para dirigir su mirada al techo en donde las luces blancas de neón serían lo último que vería. Una sonrisa se posó en su rostro. Sabía que Eggman lo mataría pensando que él aún era el líder de la resistencia; le alegraba saber que no era así.
–Mi gente aún tiene esperanza– musitó con un suspiro de resignación. –Ahora es trabajo de Shadow detener a Eggman.
Cerró sus ojos con pesadez y el rostro de ella se apareció como un intruso indeseado en su mente. No podía creer que ella estuviera con vida, y más aún, que tuvo la oportunidad de verla una vez más, sin embargo, había algo que no estaba bien. – "¿Quién eres tu?"– recordó. Esa pregunta volvió a su mente junto con aquella mirada de confusión al verlo y, por que no mencionar, de temor por igual.
–Ella no sabía quién era yo...– dijo sin entender para abrir sus ojos pensativo –¿Pero por qué?
Las ideas entraban por su mente atropellando sus recuerdos, intentando vislumbrar que pudo pasar, hasta que una simple explicación para la condición de Amy vino a él –El accidente– se dijo de golpe –Seguramente eso tiene que ver con su condición actual... Tal vez, olvidó todo– dijo pensativo; a pesar de eso había una pregunta que aún no le encontraba respuesta... ¿Por qué Amy era llamada princesa? No tenía sentido alguno, Eggman sabía que Amy era sin duda importante para él y.... –"La razón por la que perdí la pelea"– pensó de golpe. Después de lo que le sucedió a Amy él perdió toda confianza en sí mismo, en su habilidad de liderar aquella batalla y la culpa de haberla matado lo carcomió por meses, los suficientes como para que Eggman tomara el control.
–¡Eso es!, la conservó porque sabía que si en algún momento decidía atacarlo la usaría en mi contra, amenazándome con matarla de nuevo...– murmuró cerrando sus ojos con fuerza. La idea de volver a perderla sería demasiado para tener que volver a vivirlo nuevamente; una vez en su vida era más que suficiente. –Debo de sacarla de aquí...
¡GrAcIaS pOr LeEr!
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