Capítulo 3: Robotropolis
Así como se había planificado, la murciélaga llegó con el equidna dándoles unos pocos minutos para poder caminar fuera de ahí sin ser vistos por él.
En el desierto la visión de Blaze fue la guía en la absorta oscuridad. Caminaron durante varias horas, intentando no atraer la atención de ningún cazador y guardando energía para cuando fuese necesario. Las horas pasaron y cuando empezaron a dudar sobre la dirección tomada lograron divisar una gran luz blanca detrás de una duna de arena. Blaze y Shadow corrieron duna arriba y al hacerlo lograron divisar un domo. Era Robotropolis; una ciudad hecha enteramente de metal reluciente, con límites redondos. El único punto con energía eléctrica en miles de kilómetros. Ahí enfrente de ellos se encontraba el Emperador Eggman.
–No lo puedo creer– musitó Blaze admirándola.
–Vamos– ordenó Shadow resbalándose duna abajo.
–¡Espera!– llamó para seguirlo –¿Sabes cómo entraremos?
–Sí– respondió cortante deteniéndose a una distancia prudente de la entrada principal, la cual tenía una gigante R gigante en la misma –Por la puerta.
–¿Estás loco?– murmuró Blaze con el ceño fruncido –¿Acaso no los ves?– dijo a baja voz para señalarle a los a los cazadores que se movían de un lado al otro cuidando la entrada.
–Usaremos eso– indicó para señalarle un pequeño vehículo redondo, el cual flotaba hacia la entrada. –Es un vehículo de carga.
Blaze asintió la cabeza y así, con un movimiento de mano, Shadow le dio la señal para acercarse en sigilo al transporte. –A mi señal saltarás adentro de éste– ordenó él mientras se ponía en posición de salto, para que ella lo imitara. –¡Ahora!– ordenó para saltar al vehículo junto a la felina, y así, esconderse detrás de las cajas de madera que transportaba. Blaze sintió al vehículo detenerse, tragando pesado; si los encontraban ahí sería su fin.
El vehículo se movió nuevamente para adentrarse a la ciudad sin problemas. Blaze soltó el aire retenido sintiendo alivio, la primera fase del plan había sido superado con éxito. Siguieron así en silencio hasta que éste se detuvo de nuevo. Parecía que había llegado a su destino.
–Ven– ordenó Shadow saliendo del escondite improvisado. Ambos bajaron del transporte de carga y al hacerlo, Blaze observó lo que se le asemejaba a una bodega. –Andando, antes de que vengan a descargar las provisiones.
–¿Dónde estamos?– preguntó mientras lo seguía para esconderse detrás de una de los muros de cajas apiladas.
–Es donde Eggman guarda todas las provisiones– respondió vigilando que nadie los hubiera visto. –Como verás no tiene mayor seguridad– respondió aliviado al sentirse a salvo.
–No entiendo, ¿Por qué?– preguntó sin entender –¿Acaso no sabe que ustedes roban los alimentos?
–No, jamás tomamos más de lo necesario– respondió sin interés.
–Bien, ¿Ahora qué haremos?
–Iremos a recorrer el lugar– respondió esbozando una sonrisa maliciosa.
–¿No nos verán?
Shadow amplió su sonrisa para que un brillo siniestro se posara en su mirada –Es posible– dijo con un dejo de entusiasmo en su voz. Shadow adoraba destruir cada insignificante creación de Eggman, razón esa era la razón por la cual Sonic y él tenían tantos problemas, o al menos, una de las razones.
Shadow los dirigió hacia una de las puertas en donde había visto a tantos vehículos ir para no regresar, sabiendo que era una entrada directa a la ciudad, y así, en cuanto otro vehículo de carga entró ambos salieron a prisa, viendo por primera vez Robotropolis.
Las calles resplandecían cual cristal con el toque del sol. Observaron las edificaciones hermosamente realizadas cual obra de arte, así como habitantes que residían en ese lugar, los cuales le había jurado lealtad a Eggman para sobrevivir, los denominados traidores, a los cuales Sonic aborrecía e intentaba evitar a toda costa.
Ambos caminaron con sigilo por el lugar, intentando no sobresalir de ningún manera o sería todo.
–¿Adónde iremos?– preguntó la felina, quien seguía a Shadow. Parecía conocer mejor el lugar de lo que le había querido admitir en primera instancia.
–Al corazón del lugar, donde Eggman habita– explicó –Ahí– señaló al edificio más alto de todo el lugar, el cual tenía una R amarilla gigante con un trasfondo negro en la cumbre de éste.
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Bostezó exhausto mientras ajustaba otra tuerca al prototipo en el cual llevaba trabajando meses para ese entonces; necesitaba tenerlo listo lo más pronto posible ya que esperaba solucionar los problemas de transporte en el desierto. Tails restregó sus ojos agotado, pero estaba seguro que esta versión no explotaría o haría combustión espontánea... o eso esperaba.
–¡Tails!– el grito de Cream lo hizo despertar de su estado de somnolencia para ver entrar a la conejita apresurada.
–¿Cream, qué pasa?– preguntó con un pesado bostezo.
–¡No está!
–¿Qué no está?– inquirió sin entender de qué era lo que le hablaba.
–¡La chica nueva, no está!
–¿Hablas de Blaze?– rectificó
–Sí, y creo que fue a Robotropolis.
–¡¿Qué?!– gritó alarmado.
–Hoy fue a buscarme para pedirme una mochila y bueno, empezó a hacer preguntas sobre como llegar ahí, ya que ella se enteró que yo pertenecía en el grupo de recolección– respondió Cream culpable.
–Preguntas sobre...– calló al recordar la conversación con Sonic esa mañana. Sonic parecía estar molesto, debido a que la chica nueva le había hablando de explorar Robotropolis, a lo cual él obviamente se había negado. Tails supuso que ella lo escucharía, como él resto lo hacía, pero se equivocó. Si realmente Blaze había ido allá eso podría significar un peligro potencial para la villa, si Eggman la atrapaba o peor aún, si la seguía. Debían de traerla de regreso. –Debemos de ir por ella– ordenó poniéndose en pie –Iré por Shadow y...
–Él tampoco está– confesó la coneja.
Tails detuvo su marcha para verla confundido. –¿A qué te refieres con que no está?
–Antes de venir acá fui a verlo a él primero, pensé que él podría ayudar o saber algo de ella, después de todo él la había traído aquí, pero cuando llegue a su hogar...– silenció para dar a entender que el resto era historia.
–Oh no...– murmuró Tails. Eso lo confirmaba, Shadow sólo dejaría la villa si era para realizar una misión suicida como esa –¡Se fue con ella! ¡Eso es todavía peor!
–¿Iremos con Sonic?
–¡No!– respondió Tails rápidamente –Si se llega a enterar no quiero ni pensar que haría con ellos, además, está muy débil, será mejor que no se entere de nada.
–¿Y qué haremos?
–Nosotros iremos por ellos, solos tú y yo.
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Corrieron en sigilo por cada calle, evitando ser descubiertos, así hasta detenerse frente aquel enorme rascacielos, escondidos detrás de una de aquellas casas de metal brillante, para observarlo con detenimiento.
–Adentro la seguridad estará elevada a un cien por ciento– habló el erizo negro mientras miraba andar a diferentes robots frente a la entrada principal.
–Lo sé– respondió ella con la misma mirada inquisidora –Mi pregunta ahora es: ¿Cuál es tu plan una vez dentro?
–Necesitamos un mapa del lugar– respondió –Venimos únicamente a hacer un reconocimiento del área. Entramos y salimos, nada más.
–No pensé que fueras alguien precavido.
–Que me guste llevarle la contraria al erizo azul no significa que sea impulsivo– aclaró con fastidio –Entraremos por ahí– señaló Shadow uno de los grandes conductos de aire que hacían que el enorme edificio se mantuviera templado. Blaze observó como las grandes y pesadas hélices giraban lentamente; pasar por ellas no sería un problema, o al menos eso se le asemejó. –¿Estás lista?
–Sí.
Corrieron hacia el edificio y con la agilidad de una liebre ambos saltaron de cornisa en cornisa para así subir nivel por nivel, tomándoles cuestión de segundos lograr llegar a los ventiladores. Una vez ahí pasaron por las gigantes hélices hasta adentrarse al ducto de ventilación del lugar. Completando la tarea más fácil de aquella noche.
–De acuerdo, ahora deberemos de ubicar dónde está Eggman– indicó el erizo negro como mandato –Recorreremos más terreno si nos separamos.
–Entiendo– asintió con la cabeza.
–Nos veremos aquí al amanecer– apuntó –Me iré con o sin ti– habló con un dejo de amenaza en su voz –Si nos quedamos más tiempo que eso ninguno de los dos regresará.
–De acuerdo, al amanecer entonces.
–Andando.
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Terminó su primer prototipo de Extreme Gear, rogando al Chaos que lograra hacerlo funcionar, después de todo era el decimo octavo modelo que construía. Tails encendió la máquina teniendo pequeños problemas con el arranque hasta que al tercer intento éste logró encender. –¡Genial!– clamó con alegría. Su Extreme Gear sería un nuevo método de transporte silencioso, aerodinámico veloz, la nueva manera para la villa de transportarse de un lado a otro, asumiendo que no explotaran en el intento.
–Es hora de traerlos de regreso– le indicó a la coneja para lanzarle un pequeño casco –Y asegúrate bien, es el primer viaje de prueba– indicó Tails para subir a la patineta.
–¿Es seguro?– curioseó la conejo subiéndose con desconfianza.
–Ammm... no a explotado aún, esa es una buena señal– habló con una sonrisa nerviosa.
–¡¿Qué?!
–¡Andando!– dijo para iniciar su marcha por las desoladas calles de la villa.
Siguieron en silencio por la oscuridad para así poder distinguir a la distancia al guardián número uno de ellos, quien tenía una candente e insignificativa discusión. Tails y Cream llegaron a donde él yacía para ver a Rouge acompañar a Knuckles.
–¡Ya te dije no!– gruñó Knuckles molesto.
–Tú sabes que es cierto– habló Rouge con una mirada sensual –La única razón por la que te gusta pelear contra mí es porque te gusta ponerme tus manos encima– dijo divertida –Eres todo un pervertido ¿Lo sabías?
–¡Acaso has perdido la...
–¡Knuckles, Rouge!– llamó el zorrito de dos colas interrumpiendo la pelea entre ellos.
El sonrojado equidna quitó su vista de la chica murciélago para ver a Tails encima de una extraña patineta y detrás de él, ver a Cream con sus dos orejas atadas, un overol de color naranja el cual yacía adornado por una margarita blanca que ella misma había bordado.
-Tails, Cream– dijo al fin –¿Qué hacen por aquí?
–¿Has visto a la chica nueva y a Shadow pasar por aquí?– preguntó apresurado.
–No– negó el equidna con la cabeza –¿Sucede algo?
–Creemos que tomaron rumbo a Robotropolis– soltó Tails con un pesado suspiro.
–¿Por comida?
–Más a bien para adentrarse a la ciudad.
–¡¿Qué?!
Si hubieran pasado por ahí él lo habría notado; existía una sola cosa en todo el mundo que podía absorberlo y distraerlo como para que él lo pasara por alto, la razón por la cual Sonic no permitía que ella lo visitará cuando él estaba de turno, Rouge the Bat. Knuckles la vio de reojo y en su rostro se denotaba la culpa implacable. Rouge desvió su al sentir sus ojos sobre ella.
–¡Rouge!– regañó el equidna molesto.
–¿Qué?– exclamó bufando molesta, para así darle la espalda.
–Tú– masculló su ira contenida –Tú... ¡Tú los ayudaste ¿no es cierto?!– soltó al fin.
–Ayudar es una palabra que puede confundirse con... hacer un favor– habló divertida para verlo de reojo.
–¡¿Qué?!– gritó molesto el equidna.
–Oh, de acuerdo– dijo para darle la cara –Me atrapaste. Shadow me pidió el favor ya que no podía permitir que alertaras a Sonic, así que...
–¿Adónde fueron?– interrumpió el zorrito.
–A Robotropolis– respondió sin interés –Quieren hacer una expedición, pero Sonic no los dejó y...
–¡¿Sabes lo peligroso que es?!– explotó Knuckles molesto.
–¡¿Sabes cuánto tiempo llevamos viviendo de las sobras de Eggman?!– debatió Rouge.
–¡Basta!– detuvo la conejita con lágrimas en sus ojos –Lo importante ahora es traerlos de regreso.
–Cream tiene razón– apoyó Tails –Iremos por ellos y regresaremos al amanecer– indicó poniendo en marcha nuevamente su patineta –Pero por ninguna circunstancia le digan nada de esto a Sonic.
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Se separaron como habían acordado y ella tomó su rumbo al extremo opuesto de las instalaciones caminando con sigilo para no ser descubierta por nadie. Blaze deambuló sin rumbo en éstas para no ver más que puertas de acero en pasillos infinitos con puertas automáticas; de tanto en tanto podía observar uno que otro pequeño robot rojizo salir o entrar. La frustración prontamente empezó a hacerle compañía, pues no sabía qué buscar o en dónde encontrarlo; temía regresar con las manos vacías a la villa y que todo esto no sirviera para nada. Sacudió su cabeza levemente y decidió mantener una mentalidad positiva y enfocada en su objetivo: lograr derrocar al Emperador Eggman.
Siguió su camino, sin rumbo alguno hasta que hubo algo que llamó su atención, algo que sobresalía de todo aquel metal forjado. Blaze observó una habitación que carecía de puerta alguna, y adentro de ésta sus ojos observaron la belleza más grande que hubiera visto en varios años ya. Ignorando cualquier señal de peligro, su misión, a su compañero o cualquier otra cosa, ella caminó hacia aquel lugar. No podía creer lo que miraba dentro de aquella habitación, era césped, césped de verdad. Blaze se adentró a aquel hermoso jardín que poseía flores multicolores, árboles que fácilmente le doblaban el tamaño de diferentes formas e incluso colores y un pequeño estanque en el centro en él. En la tierra ya no existían lugares así, todo eso había muerto conforme los años, volver a verlo era algo que le quitaba el aliento.
–Es tan hermoso– susurró asombrada para así con la yema de sus dedos tocar el pétalo de una de las flores que ahora la rodeaban –Está viva...
–¡¿Quién eres y qué haces aquí?!– escuchó gritar para terminar con el sueño vivido.
Sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al ser descubierta, para así dar media vuelta y sacar aquellas armas que yacían a sus costados, apuntándole a quien la había descubierto. Blaze observó a un erizo de ojos dorados cuales llamas de determinación y pelaje plateado verla con una expresión de molestia. Su atuendo a diferencia de cualquier otro ser que pertenecía a la resistencia era impecable, una camiseta blanca con un extraño símbolo color aqua, unos pantalones grises holgados y unas botas de color negro. Era uno de los traidores.
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