Capítulo 22: El Inicio del Fin Parte II: La Última Batalla


Los pétalos de las flores jugaban con su cabello mientras esencias variadas y dulces impregnaban su nariz. Dirigió su mirada al cielo provocando que el sol radiante la encegueciera por un breve momento. El sonido de las cigarras en pleno verano invadían los campos con su melodía, trayéndole paz y serenidad. Se sentó en el césped sintiendo la fresca brisa de verano cuando escuchó su nombre.

–¡Blaze!– gritaron para llamar la atención de la felina, regresándola a la realidad –¿Me estás escuchando?– reprochó molesto. Con un suspiro pesado la felina se puso de pie y asintió con la cabeza –Bien, pon atención que es importante. Te hablaba sobre las Sol Emeralds, recuerda que es tu misión que estas gemas permanezcan ocultas de cualquier mal.

–Lo sé padre– asintió la pequeña.

–Sé que aún eres muy pequeña para entender esto, pero algún día el mundo puede necesitarlas.

–Pero no sé donde están.

–Si se es requerido, ellas mismas aparecerán.

Blaze soltó un pesado suspiro, pues ella nunca en su vida las había visto. Su padre y su madre le había llenado la cabeza con cuentos de lo grandiosas que eran esas gemas, pero sin jamás pruebas de su existencia; lo único que ella sabía es que sus poderes eran debido a éstas y por ser la primogénita de su familia su deber, cuando fuera mayor, sería cuidar de ellas.

–"Es la última esperanza"– pensó.

Nubarrones ocultaron el sol y vientos helados azotaron la tierra. Blaze notó cómo el césped empezaba a tornarse oscuro y quebradizo; escuchó a las aves huir y un silencio mortal se asentó junto a ella. El temor recorrió su cuerpo cuando un sonido familiar llamó su atención. El crepitar del fuego arder a la distancia. Fijó su vista al horizonte en donde una ola de fuego consumía todo a su paso, y una voz sobresalió sobre toda aquella destrucción.

–Es hora.

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Despertó de golpe sintiendo su respiración agitada. Yacía en el suelo frío metálico que vibraba por las constantes explosiones. Vio a sus alrededores desubicada por un momento hasta que pudo observar a Silver parado a unos pocos metros de distancia de donde ella estaba; él tenía una expresión dura con su mirada en penumbra. No estaba segura qué estaba pasando, hasta que una explosión llamó su atención. Se sentó lo mejor que pudo con sus pocas fuerzas y vio que estaba en aquel almacén de donde habían intentado huir. Blaze sintió el fuerte viento de la noche que iba muriendo para darle la bienvenida a la mañana. Poco a poco los rayos de sol empezaron a bañar la ciudad de plata que Eggman se había esmerado en construir. El reflejo de las casas la encegueció brevemente hasta que la sombra de un robot pareció cubrir todo.

–El emperador...– musitó la felina.

–Bien Silver, ya sabes qué tienes que hacer– escuchó decir a un erizo verde. Blaze no estaba segura de lo qué estaba pasando, pero la presencia de Wave la hizo estremecer y el implacable deseo de salir corriendo vino a ella nuevamente.

–Aunque claro, si lo prefieres nuestra felina amiga nos puede ayudar– señaló Wave divertida. Quiso pararse y salir de ahí a toda velocidad, pero al intentarlo volvió a caer al suelo. Ninguno de los tres dijo nada, parecía que su presencia era completamente invisible. –¿Entonces qué decides?

–"¿Qué está pasando?"– pensó Blaze confundida. Observó fijamente a Silver en espera de algún tipo de explicación, hasta que de sus labios un débil susurro pudo ser escuchado.

–Lo haré...– respondió cabizbaja el erizo plateado.

–¡Estupendo!– exclamó Wave muy entusiasmada. Blaze la vio con confusión, sabía que algo no estaba bien. Por qué de repente se sentía invisible, parecía que Wave ya no estaba interesada en usarla, al menos eso la aliviaba un poco, no sabía si resistiría otro ataque involuntario. –Busca a la princesa y tráela aquí, el emperador estará feliz de verla de regreso.

–"¿Amy?, buscan a la eriza rosa pero... ¿Para qué?"– pensó Blaze mientras observaba todo en la distancia.

–Quiero ver el cadáver sin vida de ella para enseñárselo a ese molesto erizo azul– habló con emoción Scourge.

Contrajo sus pupilas al escuchar eso. Blaze vio fijamente a Silver quien seguía con aquella mirada en penumbra. ¿Por qué Silver haría algo como exponer la seguridad de Amy?, ¿Por qué les traería el cadáver de ella? –Haz lo que te digo y tu querida amiga estará a salvo, por el momento– dijo Wave con un dejo de amenaza en su voz. Blaze sintió un tragó amargo recorrer su garganta mientras miraba perpleja al erizo plateado, quien no parecía responder ante el comentario de Wave. Era por ella, Silver sería capaz de destruir su tesoro con tal que ella viviera, con tal de que Wave no la usara.

–¡NO!– exclamó con todas sus energías, quien por fin captó la atención de Scourge y Wave -¡No Silver, no lo hagas!– pidió con desesperación.

–Tráela a mí Silver– exigió Scourge con una voz macabra –Yo me asegurare que la felina esté cómoda hasta que tu regreses–. Scourge caminó hacia la felina, quien intentaba ponerse de pie para huir de su presencia, sin éxito. El erizo la tomó del mentón elevándola ligeramente del suelo, mientras una sonrisa retorcida se marcaba en su rostro. –Sino la traes a mí, ella será su remplazó.

–¡Suéltala!– ordenó Silver con enfado.

–¡Entonces trae a la eriza rosa!– comando para soltar así a la felina quien cayó pesadamente al suelo.

Silver no respondió al mandato y así dio media vuelta para elevarse por los aires y volar en dirección a la ciudad.

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Sintió su cuerpo caer fuera del edificio. Shadow tomó ambas piernas y empezó a rodar sobre su propio eje para así bajar por la superficie de todo el edificio, dejando una clara marca a su paso. Llegó al suelo y al intentar regresar a su forma original no pudo evitar caer pesadamente sobre su pecho, pues el dolor insoportable en el músculo lastimado aún no lo dejaba. Sintió a la tierra temblar para así ver como una sombra abrazaba la ciudad. Elevó la mirada y distinguir un robot plateado que en un principio le pareció un tipo de caballero de la época medieval, por la armadura gruesa que éste poseía. –¡Es hora de terminar con esto de una vez por todas!– escuchó la voz de Eggman retumbar por las calles que parecían de cristal. De los hombros de gigante de acero logró ver como aparecían misiles los cuales empezaron a salir volando dejando el rastro de humo por los aires y todo empezó a explotar.

Shadow sintió a Robotropolis estremecerse y sacudirse con fuerza mientras las construcciones a su alrededor empezaron a desmoronarse en pedazos; intentó ponerse en pie, pero de nuevo su pierna lastima le complicaba mantenerse erguido; escombros y partes del edificio cayeron a su alrededor cual lluvia de meteoritos. Intentó salir de ahí, pero no pudo dar ni dos pasos, cayendo sobre una rodilla; sabiendo que no podría salir de ahí ileso; alzó su mirada a los escombros que se dirigían hacia él cuando sintió como algo lo tomaba velozmente para sacarlo del caos que se había empezado a formar.

–¡¿Pero qué rayos...

–Hola Shad, tiempo sin verte– saludó Sonic con una amplía sonrisa –Veo que también lograron herirte.

Bufó molesto sin responderle para así llegar con el resto de los guerreros de su villa; quienes intentaba resguardarse de los mísiles y los escombros que volaban por todos lados.

–Creo que dicen la verdad, mala hierba nunca muere– sonrió la murciélago al ver al erizo negro, quien se libraba del agarre de Sonic bruscamente para caer al suelo pesadamente.

–Bien Sonic, dinos qué hacer– habló Tails

Shadow vio al zorrito de dos colas con intensidad y un notorio escalofrío recorrió el cuerpo de Tails. Todos los aldeanos parecieron desviar la mirada, imposibles de confesarle a el erizo negro la decisión que habían tomado unánimemente. Rouge vio a todos aquellos supuestos guerreros resoplando molesta por la cobardía.

–Oh, bien, yo se lo diré– habló Rouge, captando la atención del erizo negro.

–¿Decirme qué?

–Bien, pues verás– empezó –Hubo una pequeña votación entre nosotros sobre el líder de los rebeldes y verás, nosotros... pues...– acalló para que su mirada se dirigiera a Sonic, quien tenía una mirada inexpresiva y desinteresada ante todo el asunto –Nosotros, bueno...

–Déjame entender esto– interrumpió el balbuceo de la murciélago –¿Sonic regresa a comandarlos a ustedes?– espetó estoico. Rouge desvió la mirada para que una clara media sonrisa se formara en el rostro del erizo negro, confundiendo a la murciélago. –Perfecto, eso significa que ahora puedo hacer lo que quiera.

–Ah... esa no es la idea– replicó el erizo azul.

–Tú tienes un deber con ellos– apuntó Shadow mientras intentaba ponerse de pie nuevamente –Tú debes de llevarlos a la victoria. Es tu oportunidad de redimirte faker.

–¿No estás molesto?– inquirió Sonic confuso por su actitud relajada.

–Hmph, lo que yo quería era contraatacar contra Eggman y así lo hice. Mi trabajo esta hecho.

–Déjame entender esto, ¿me quitaste el puesto de líder sólo porque no accedí a tu pequeño berrinche?– parafraseo con molestia.

–Tómalo como quieras– dijo alzando los hombros en señal de desinterés –Al final se hizo lo que se necesitaba.

–Querrás decir lo que querías.

–Bien, suficiente niños– terminó con la pelea Rouge –Es increíble que no se hayan matado todavía– habló cansada –¿Ahora qué haremos?– retomó para dirigir su mirada al erizo azul.

–Yo debo de regresar por Blaze– respondió Sonic regresando su mirada al inestable edificio.

–Yo me encargaré de eso– pronunció Shadow, para que Sonic lo viera con sorpresa –Tú tienes cosas más importantes que hacer.

–¡¿Estás bromeando?!– exclamó –¡Estás lastimado, apenas si puedes mantenerte en pie!

–Déjamelo a mí, Sonic– habló Cream quien llegaba con una mochila que tenía una pequeña cruz roja bordada.

–Pero...

–Encárgate del robot de Eggman– insistió Shadow –Además yo tengo unas cuentas pendientes con un tal Scourge.

Sonic suspiró resignado para asentir con la cabeza. –Bien, Tails– llamó para que el zorrito llegará hacia él –Dile a todos que es hora de contraatacar.

Tails asintió con una sonrisa confiada para que el erizo azul dirigiera su mirada al caballero de metal que ahora dispara misiles a toda la ciudad, mientras que aquellos traidores que alguna vez le había jurado lealtad al emperador corrían fuera de ésta.

Sonic sonrió ante su nuevo reto y así corrió al punto más alto de la ciudad para que el Emperador pudiera verlo

–¡Eggman!– llamó con aquella sonrisa en sus labios –Tiempo sin vernos.

–¡Ahí estabas escondido miserable rata azul!

–¿Rata? No me has visto, soy un erizo.

No importa de que especie seas, hoy finalmente te extinguiré; y sin ti, mi imperio florecerá a su máxima expresión.

–No creo que sepas el significado de la palabra florecer– reclamó molesto – ¡Mira!– gritó mientras con su dedo señalaba el desierto. –Destruiste todo, incluso las esmeraldas caos para poder hacer ¿qué? ¿un desierto sin fin?

Las esmeraldas nacieron con un único propósito, y era de ayudarme a conquistar al mundo, una vez que lo logré conservarlas sólo te harían una molestia más grande de lo que eres.

Gruñó ante la falta de interés sobre lo que era su planeta; y sin decir más a su eterno contrincante atacó con un spin dash hacia la estructura de metal, pero el robot con un hábil movimiento de su mano golpeó al erizo para lanzarlo al suelo cual proyectil. Sonic chocó contra el suelo y la voz de su amigo de dos colas retumbó por sus oídos: –¡Sonic!– llamó. Elevó su mirada para ver a Tails montado sobre un robot de dos piernas que ingeniosamente había hecho con partes de los robots cazadores para ponerse frente a él en una forma de protegerlo, para así empezar a lanzarle misiles al gigante de acero.

Un silencio perpetuó cayó en la ciudad para que una nube negra de polvo y pólvora rodeara la creación de Eggman; la tensión se formó tan rápido como aquella guerra y la espera se hizo insoportable. No sabían si eso había sido suficiente hasta que un sonido chirriante y una luz de los ojos del invento de metal les hizo saber que seguía en pie. Lanzó un mísil hacia ellos sin darles tiempo de refugiarse para que la explosión los hiciera volar por los aires junto a las pocas viviendas que aún se mantenían en pie.

Tails abrió los ojos con pesar y con sus pocas fueras se intento quitar los escombros del robot que tanto le había costado construir, sin éxito alguno. Su pierna derecha yacía atrapada entre los escombros de metal. Escuchó otra explosión a pocos metros de distancia y de nuevo la onda de la explosión hizo que todo el humo y polvo se elevaran para así tapar el sol. Tails tosió por las nubes de polvo que se a su alrededor; dirigió su mirada al cielo y una mirada de miedo se posó en él. La armadura del robot de Eggman brillaba como recién pulida, los ataques de Sonic y de él no le habían hecho ni una ralladura.

–¡Tails!– escuchó gritar a su amigo quien corría hacia él.

–¡Sonic!– dijo al verlo llegar e hincarse a su lado.

–¿Estás bien?

–Sí, sólo ayúdame a quitarme esto de encima– respondió mientras con sus manos empujaba con todas sus fuerza.

Sonic asintió con la cabeza y al igual que él empezó por empujar aquella estructura metálica que yacía inerte sobre su amigo, hasta que de nuevo la voz de Eggman resonó del robot: –Eres mío, Sonic the Hedgehog–. Luego de esa corta frase un mísil se dirigió a donde yacían ahora Sonic y Tails.

–¡Vete Sonic, sal de aquí!

–No pienso irme sin ti– se negó mientras intentaba quitar aquella pieza de metal.

–Ya es tarde...

Otra explosión sacudió la ciudad que ahora se caía en pedazos.

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–Deberías de regresar junto los demás heridos, no creo que seas de mucha ayuda en ese estado– puntualizó Rouge quien se mantenía en guardia mientras Cream curaba la herida del erizo negro.

–Seré más de ayuda que tú con esa ala lastimada.

Rouge vio de reojo la herida que se había hecho al intentar detener al erizo verde. Suspiró profundamente pues su fuerza no se pudo comparar con la de su adversario; la única manera de evitar que matara a Knuckles fue haciendo un trato con él, darle a Amy a cambio de la vida del equidna, trato al cual él accedió rápidamente. Aún recordaba como el erizo verde había tomado a Knuckles del cuello, quien yacía inconsciente después de un habido golpe de él, y lo lanzó contra el cristal para así hacerlo caer al vacío; Rouge dejó a Amy con él mientras ella volaba a toda velocidad para salvar a Knuckles.

Se sentía en cierto punto culpable por fallar la misión que Sonic les había comandado, pero a la vez, aliviada de su decisión, después de todo ella sólo negociaba por los mejores tesoros.

–¡Listo!– terminó Cream interrumpiendo los pensamientos de la murciélago –Con esto creo que podrás al menos pararte– sonrió la pequeña.

–Es suficiente– dijo Shadow para ponerse de pie y mover levemente su pierna, sintiéndola otra vez. –Bien, es hora de regresar. Rouge, tú vendrás conmigo.

–¿Qué? ¿Por qué?

–Si estás aquí y no has regresado con los heridos es porque puedes hacer algo útil en batalla ¿no es cierto?

–¡Claro que sí!

–Bien, es hora de irnos.

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Sujetó a Tails con fuerza esperando por el impacto, y cuando escuchó caer el mísil sintió que todo terminaría ahí para ellos; escuchó la explosión ensordecedor mientras olas de humo que se generaban, pero nada había pasado. Abrió los ojos lentamente para percatarse que ambos seguían en una pieza. Su mirada se vio nublada por el polvo y escombros cuando un destello en la oscuridad llamó su atención; conforme éste se despejaba vio a un erizo familiar con ambas manos estiradas hacia el cielo.

–¿Silver?– cuestionó sorprendido al distinguir al erizo plateado; quien parecía haberlos salvado.

–¡Silver está vivo!– se alegró Tails al verlo en una sola pieza.

–Me alegra verte bien, por un mome...

–Tienen a Blaze– interrumpió el erizo plateado, tambaleándose un poco por el consumo de energía deshaciendo el campo telequinetico que les había salvado la vida. Aquella sonrisa inicial en el rostro del erizo azul desapareció al escuchar eso. Sonic dirigió su mirada al edificio y los deseos fervientes de regresar por ella vinieron a él. –Y quieren a Amy.

–¡¿Qué?!– vociferó molesto el erizo azul –¡¿Prometiste darles a Amy?!– inquirió molesto para sujetarlo fuertemente de la camiseta blanca.

–¡Tuve que hacerlo!– se excusó empujándolo con brusquedad –¡Sino lo hacía la usarían a ella y la matarían!

–Disculpen...– habló el zorrito.

–¡¿Cómo pudiste prometerles eso?!– dijo exaltado –¡Tú juraste protegerla a cualquier costo!

–Disculpen– insistió Tails.

–¡¿Qué hubieras hecho tú si la chica que amas está a punto de morir en tus brazos?!– devolvió Silver.

–¡DISCULPEN!– gritó el zorrito para por fin captar la atención de ambos –Si no lo recuerdan estamos en una zona de tiro fácil para Eggman, podrían sacarme de aquí y luego discutir eso, ya que las nubes de polvo no nos protegerán por mucho más.

Sonic vio como poco a poco el polvo parecía disiparse y si Eggman los miraba vivos volvería a disparar, esta vez con todo lo que tuviera. Ambos erizos asintieron con la cabeza y con la ayuda de Silver lograron sacar al zorrito. Sonic lo tomó sobre su espalda y los tres corrieron para refugiarse detrás de una de las inestables paredes que aún estaba en pie.

–¿Cómo estás?– preguntó Sonic viendo a su amigo, mientras lo baja lentamente al suelo.

–Creo que no podré caminar– respondió Tails al ver la sangre seca sobre su pierna.

–Pudo ser peor– le sonrió a manera de consuelo.

–Sí, gracias por ayudarnos Silver– agradeció el zorrito, quien no respondió a sus palabras, desviando la mirada.

–¿Dónde está Amy?– preguntó Silver estoico.

–¿Qué te hace pensar que sé dónde está?– respondió molesto el erizo azul.

–Regresaste por ella, yo lo sé– insistió –No estarías aquí afuera peleando contra Eggman si creyeras que ella corre algún peligro.

–Yo cumplo con proteger a aquellos a quienes les di mi palabra...

–Entonces supongo que el mundo no estaba entre aquellos que les diste tu palabra– reprochó el erizo plateado.

–¡Estoy intentando hacer algo para remediarlo!– se defendió Sonic molesto.

–¡¿Y qué hay de Blaze?!– gritó el erizo plateado –¡¿A ella no le prometiste ayudarla?!

–¡No voy a sacrificar la vida de Amy por ella!

–¿Entonces sacrificaras la de Blaze por la de Amy?– preguntó seriamente –Explícame cómo eso es mejor.

–Tiene un buen punto– apoyó Tails, quien calló al ver la mirada asesina de Sonic sobre él.

–...¿Qué quieres que haga?– murmuró el erizo azul desviando su mirada –Dime ¿Qué esperas de mí exactamente?

–¡No lo sé!– vociferó Silver frustrado –No lo sé...– musitó desvaneciendo su ira inicial, acallando por unos segundos –No te estoy pidiendo que me entregues a Amy, o en este caso a ellos, jamás lo haría...– confesó con un suspiro de tristeza –Sólo dije que lo haría para ganar tiempo.

–No entiendo, ¿por qué no puedes sólo rescatarla?– curioseó el zorrito confundido.

–Ellos le hicieron algo a Blaze...– rememoró Sonic –La golondrina puede controlar los poderes de ella con sólo presionar un botón– explicó.

–¿Un control neuronal?– indagó Tails.

–No sé como se llame, pero sé que hace que ella despliegue gran cantidad de sus poderes involuntariamente– respondió recordando los incidentes que casi acaban con su vida –Pero si lográramos destruir ese aparato tal vez...

–¡No!– interrumpieron Silver y Tails al unísono

–Sonic si haces eso lo único que harás es que pierda todo el control de sus poderes, la matarías junto con nosotros– explicó Tails.

–¿Es por eso que no luchaste por ella?– le preguntó Sonic a Silver.

–Sí...– afirmó cabizbaja –No puedo luchar contra eso.

–Esto está mal– habló de nuevo el zorrito –Pero para poder ayudarla necesitaríamos alejarla de aquí y ver si hay alguna manera de quitar aquel aparato de su cabeza.

–Pero Wave jamás permitirá que nos acerquemos lo suficiente como para...

–¡Bien!– habló el erizo azul con una sonrisa –A mi punto de vista la única manera de ayudar a Blaze es derrotando a Eggman. Si Eggman ya no está ella no tendrá porque seguir ayudándolo y más importante, no tendrá porque retener a Blaze ¿Verdad?

–Supongo que tienes razón– afirmó Tails –¿Pero cómo lo haremos? Esa cosa parece impenetrable, no logramos hacerle ni siquiera un rasguño y sin las esmeraldas caos...

–Sólo será un reto diferente– interrumpió Sonic, positivo –Además, Blaze necesita que así sea.

–¡Sonic the hedgehog!– escucharon por toda Robotropolis –¡ que sigues con vida!... Ya has pasado escondiéndote por demasiado tiempo, esta vez saldrás o morirás junto con los demás rebeldes.

Sonic, Silver y Tails vieron hacia el gigante caballero de metal, quien de toda cavidad posible desplegó cientos de mísiles, los cuales pronto empezaron a volar descontroladamente por toda Robotropolis, haciendo la tierra estremecer.

–¡Destruirá toda la ciudad!– gritó Silver alarmado, quien hacia lo posible por no caer al suelo por las violentas sacudidas.

–¡Silver, ve por Shadow!– ordenó Sonic –¡Lo necesito para vencer a esta cosa!

–¿Tú qué harás mientras tanto?

–Tengo que sacar a Tails de aquí y reencontrarme con los demás para vencerlo.

–Bien– asintió el erizo plateado quien se elevó por los aires y voló entre los escombros de regreso al palacio de Eggman.

Sonic tomó a Tails nuevamente para llevarlo a su espalda –Sujétate fuerte, será un viaje turbulento– para así correr entre los escombros y dirigirse con los demás.

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Corrían a toda velocidad hacía aquella bodega de almacenamiento y tal como él había supuesto ahí se encontraba Wave junto a su nuevo juguete y alguien más. Jet paró de golpe y vio a Scourge, quien parecía hablarle a la felina lila sobre algo, lo cual lo hacía tener aquella sonrisa de desquiciado, seguramente era bueno para él y malo para los demás; al final de cuentas así era él, por algo era el torturador estrella de Eggman. Jet caminó junto Storm para lanzarle una mirada intensa a Wave, quien al sentirla se percató de su presencia.

–¿Y ustedes dónde demonios estaban?– reclamó Wave.

–Buscándote– respondió secamente el halcón –Pensé que estarías muerta para este momento, pero veo que no.

–Hmph ¿Desde cuando tan preocupado por mí?

–Somos un equipo y por consiguiente, ya que soy el líder, es mi responsabilidad preocuparme.

–Pues no tenías por qué. Mi nuevo experimento ha sido todo un éxito– habló Wave triunfante mientras su mirada se dirigía a la felina que yacía a unos pocos metros de ella.

–Y dime... ¿Qué haces con Scourge?– preguntó Jet mientras miraba al erizo verde quien seguía hablando con la felina.

–¿Celoso?

–¡Yo no he dicho eso!– se defendió Jet con un leve sonroje.

–Lo encontré por casualidad– respondió Wave sin interés.

–Pero...

Eres mío, Sonic the Hedgehog– escucharon decir a Eggman a toda Robotropolis para que luego todo el lugar empezara a sacudirse.

–¡Tenemos que irnos!– ordenó el halcón –Eggman destruirá todo con tal de matar a ese erizo.

–No sin mi trofeo– se entrometió Scourge en la conversación –Quiero el cadáver de esa eriza en mis manos.

–¿La princesa?, ¿Por qué?– cuestionó Jet sin entender.

Scourge sonrió maliciosamente para verlo con arrogancia –Todos estos años siempre me he preguntado si realmente tiene sangre azul– respondió con una sonrisa retorcida –y hoy pienso averiguarlo.

–Silver se encargará de traerla– indicó Wave

–Eres más ingenua de lo que pensé si realmente crees que él la traerá aquí– habló Scourge borrando su previa sonrisa.

–¿De qué hablas?– inquirió Wave, confundida –Él sabe lo que le pasará a la felina si...

–Lo sé– interrumpió Scourge –Ella también morirá– dijo viendo a la felin,a quien seguía sentada en el suelo con su mirada baja.

–¿Vas a matarla por diversión?– cuestionó Jet.

–No– respondió Scourge –Voy a matarla para ver a Silver destrozado, ese será un premio aparte.

–No entiendo, si sabes que no la traerá ¿por que no vas a buscarla?– insistió el halcón.

–Necesito que él la encuentre primero, él no sabe dónde está y una vez que lo haga, encontrarlo a él para encontrarla a ella será muy fácil.

Jet observó a Scourge con sorpresa, sabía que el erizo verde tenía serios problemas, pero nunca imaginó que tantos. Estaba obsesionado con arrebatarle la vida a la princesa de Eggman, obsesión que podría matarlos a ellos también.

–Wave– llamó Jet viéndola con intensidad –Debemos de irnos, esto ya no es seguro.

–No pienso irme– respondió decidida –Si tanto deseas traicionar al emperador por tu cobardía ahí está la salida– dijo señalando el agujero que daba la vista a lo que quedaba de la ciudad.

–Nos unimos a él por comodidad, no por lealtad- le recordó Jet frunciendo el ceño.

–Me quedó– finalizó el ave.

–¡Bien!– gritó molesto el halcón –Si deseas que esta sea tu tumba que así sea– dijo para caminar hacía aquella salida improvisada –Storm, nos vamos.

–¡Sí jefe!- respondió con rapidez el albatros –Te extrañare Wave, adiós.

Wave les desvió la mirada para no verlos marchar, escuchando únicamente el aleteo de ambas aves que indicaba que se alejaban y la dejaban sola por primera vez en muchos años, después de todo ellos habían sido un gran equipo. Sacudió su cabeza levemente intentando desaparecer aquellos sentimientos de culpa y nostalgia y enfocó su mente en el presente, en lo bien recompensada sería por el emperador por quedarse. Forzó un poco la sonrisa y se volteó para ver al erizo verde quien parecía disfrutar la acción del momento y escuchó nuevamente hablar a Eggman retando al erizo azul y luego sintió todo sacudirse violentamente.

–Bien, ¿Entonces cuál es tú plan?– insistió Wave.

Esbozó de nuevo una sonrisa, mientras con su mirada seguía al erizo plateado que parecía regresar a la base de Eggman.

–Los matamos a todos.

¡GrAcIaS pOr LeEr!

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