Capítulo 20: Palabras Silenciosas


Escuchó una explosión retumbar por todas las instalaciones, provocando que el edificio se estremeciera. Un zumbido incesante lo obligó a despertar. Silver yacía en el suelo, cubierto de su propia sangre. Levantó su mano y vio aquel guante blanco manchado de un rojo carmesí –...Maldición– masculló para así lograr sentarse con cierta dificultad. El erizo plateado vio aquellas heridas que Scourge ingeniosamente había vuelto abrir; rasguños y cortes exactos en diferentes áreas de su cuerpo. Silver intentó ponerse en pie para así buscar a Amy, sabía que Scourge no tardaría en encontrarla, únicamente esperaba que Amy hubiera podido escapar del erizo de manos de navajas. Scourge podría no tener poderes como los tenía él, pero sin duda su velocidad y precisión para cortar prácticamente cualquier cosa, hacía de su adversario alguien de cuidado.

Sujetó con fuerza su abdomen y con las energías que aún tenía caminó nuevamente un poco torpe por la perdida de sangre, necesitaba cerrar aquellas heridas si quería ser de utilidad en combate. Caminó en dirección hacia la enfermería en donde había pasado tanto tiempo recuperándose, sabiendo que necesitaba tomar un par de vendajes si quería poder seguir; sin embargo, antes de llegar, escuchó un par de voces a distancia. Silver se movió con sigiló entre los pasillos, y ocultó, vislumbró a Jet y a Storm, quien cargaba algo sobre su hombro; no pudo divisar bien qué era hasta que en la distancia, distinguió un par de franjas rojas conocidas; era el erizo negro y líder de la resistencia, Shadow the Hedgehog. Sabía que su misión era ayudar a Amy, pero tener al erizo negro de su lado le sería de ayuda, además, si los rebeldes perdían a su líder, la guerra de cinco años por recuperar el planeta estaría seguramente perdida.

Silver soltó un pesado suspiro, esperando que todo saliera bien ya que sólo tenía una oportunidad, ya que, si Jet o Storm lo atacaban sería todo para él. Lo vio seguir de largo sin notar su presencia para así pararse detrás de ellos y estirar su brazo iluminando el lúgubre pasillo con la incandescencia de su mirada.

Jet volteó al sentir la presencia de alguien, sin embargo, no le dio tiempo a reaccionar al sentir su cuerpo ser empujado por una fuerza invisible hacia las paredes metal que colapsaron por la potencia del ataque. Ambos fueron lanzados contra las paredes de metal, sacudiendo el edificio, quedando aturdidos por el impacto. Silver no podía caminar correctamente, mucho menos correr, sólo tenía una opción.

–"Espero que agradezcas esto rebelde"– pensó con cierto fastidio, sabiendo que nada le daba garantía de que Shadow lo ayudaría a él por haberlo rescatado de Jet y Storm, sin mencionar que estaba usando sus últimas energías.

Silver se elevó por los aires y dirigirse al erizo negro que yacía inconsciente a un par de metros de Jet y Storm, quienes parecían reaccionar del ataque. Lo tomó con esfuerzo para así llevarlo cargado y volar por los pasillos lo más lejos y rápido posible, no sabía en que momento perdería sus fuerzas, y si Jet o Storm lograban alcanzarlo, sería el fin para ambos. Voló como pudo a la enfermería para aterrizar contra las camillas y demás al quedarse sin más energía. Exclamó un grito ahogado al sentir nuevamente todas sus heridas abrirse un poco más y su respiración volverse dificultosa por lo mismo.

Silver se levantó adolorido para arrastrarse hacia el erizo negro, quien aún seguía inconsciente; resopló molesto, necesitaba que despertara si quería que le fuera de utilidad, no tenía energía y mucho menos tiempo para encargarse de cuidarlo. Silver buscó con la mirada algo que pudiera usar para despertarlo y no muy lejos de ahí vio un garrafón de agua; una pequeña sonrisa se posó sobre su rostro.

Sintió el agua helada recorrer su cuerpo para así abrir sus ojos de golpe, para retorcerse bajo el líquido helado, desubicado. Shadow vio a sus alrededores y notar sabanas y colchonetas tiradas en el suelo así como el indiscutible olor a medicina, que ahora se impregnaba en su nariz.

–Ya era hora de que despertaras rebelde– escuchó decir a una voz familiar –No serás de utilidad si te quedas dormido.

Shadow frunció el ceño ante su comentario listo para replicar hasta que vio las heridas profundas y sangrantes del erizo plateado; se le miraba mal herido y aunque una arrogante sonrisa pintaba su rostro la expresión de fatiga y dolor no podía borrarse. ¿Sería el halcón verde el responsable de su condición? ¿habría sucedido todo eso por ayudarlo?

–No hay tiempo que perder– habló nuevamente Silver para levantarse con dificultad y acercarse a uno de los cajones del lugar tomando vendas y medicinas para cauterizar las heridas –Jet y Storm no tardaran en encontrarnos aquí.

–¿Por qué me ayudaste?– preguntó Shadow curioso.

–Tú tienes una responsabilidad– respondió Silver seriamente, mientras empezaba a curar y vendar sus heridas –Y si estás muerto no la podrás cumplir.

–¿Responsabilidad?– repitió sin entender.

–Sí– afirmó sin verlo en ningún momento –Debes de derrocar al Emperador Eggman.

–Hmph, empiezas a hablar como ese molesto erizo azul– dijo poniéndose en pie y sentirse un tanto mareado por el golpe en la parte trasera de la cabeza, tambaleándose ligeramente debido a eso.

–Deberías de sentarte– dijo Silver de pronto –Storm puede no ser muy listo o rápido, pero todo eso lo compensa con fuerza bruta. La última vez que golpeó a alguien así no despertó hasta tres días después.

–Estoy bien– dijo frotando su cabeza suavemente, pero un pequeño dolor en el brazo lo hizo parar. Se vio su brazo y notó un golpe que prontamente empezó por tornase morado, lo cual le parecía raro ya que no recordaba haberse lastimado el brazo en la breve pelea que tuvo con aquellas aves.

–Eso fue mi culpa, lo siento– habló Silver atrayendo la atención del erizo negro –Estabas con ellos cuando ataque, y recibiste parte del impacto.

Una pequeña expresión de molestia se notó claramente en el erizo negro, quien se puso de pie para caminar hacia la salida –Me voy de aquí, tengo cosas que hacer.

–¡Espera!– detuvo el erizo plateado. Shadow lo vio de reojo para que el silencio reinara entre ambos, cortado de tanto en tanto por los estruendos que se escuchaban a la distancia por la guerra que se llevaba a cabo.

Silver no podía decirle que lo necesitaba para encontrar a Amy, era humillante tener que pedir su ayuda, pero el detener las hemorragias de su cuerpo no lo harían mejorar en los siguientes minutos como para poder aguantar otro combate cuerpo a cuerpo, menos si se trataba de Scourge.

–¿Qué?– preguntó el erizo negro al fin.

–Necesito...– silenció desviando su mirada a sus pies –Necesito encontrar a Amy... está en peligro– logró decir con esfuerzo, admitiendo su incapacidad para hacerlo solo.

–Busca a Sonic para eso, tengo otras prioridades– dijo Shadow fríamente para regresar su mirada a la puerta.

–¡No hay tiempo!– aclaró velozmente –Si Scourge la encuentra...

–Será otra vida perdida en la guerra– cortó el erizo negro –Entiende algo erizo, mi misión es únicamente encontrar a Eggman, yo no estoy aquí para cuidar a nadie– dijo con frialdad –Por tonterías como esas es que perdimos la guerra cinco años atrás.

–Por tonterías como esas es que yo salve tu vida– le recordó Silver molesto.

Shadow dejo ver una expresión de sorpresa por un segundo para que ésta se borrara tan pronto como había llegado. Gruñó en señal de molestia y así responderle–Yo jamás te pedí que me salvaras– habló por último para salir de aquella habitación.

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Corría tan rápido como sus heridas se lo permitían. Un par de quemaduras jamás lo había detenido, pero sin duda tirarse a la ola fuego que Blaze había creado no había sido su mejor plan, pero sí el único plan que se le ocurrió en ese momento. Sonic se había abalanzado contra Blaze, quien para ese momento a penas si tenía energía después de aquel último ataque y sin dudar la tomó en sus brazos para correr tan lejos como pudo de la golondrina; esperaba que si la alejara lo suficiente su control no pudiera controlarla más; tal vez por eso estaba corriendo cuando se la topó con ella, para alejarse de aquel control de la pájara morada; o eso creía él.

–...Lo siento– escuchó musitar a la felina a penas consciente.

–No te preocupes, Tails encontrara la forma de dejarte como antes, no hay mejor científico que él ya lo verás– la animó el erizo azul con una confiada sonrisa.

Blaze cerró los ojos y en su cabeza agradecía el notable sacrificio del erizo, pues si bien se encontraba exhausta por la mala utilización de sus poderes, no significaba que no pudiera ver la piel chamuscada del erizo, al igual que los vestigios de lo que alguna vez había sido una camiseta blanca, ahora hecha añicos, por el fuego que había logrado tocar aquellos hilos de algodón. Suspiró tristemente por lo que ella había causado, ahora bajo el control de Wave ella ya no era ni siquiera un miembro útil para la batalla.

Blaze escuchó las alarmas que empezaban a resonar ruidosamente en el edificio; el inicio de la batalla ya estaba dado. Escuchaba a la distancia a los robots correr por todos lados y de vez en cuando un par de disparos aquí y allá que el erizo azul evadía sin problema. Eso le daría un momento para descansar y recuperarse, o al menos eso creyó hasta que sintió como el erizo azul la soltaba para ella caer al suelo pesadamente, cosa que la obligó a despertar y buscar a Sonic con la mirada, quien se encontraba en el suelo también junto a alguien más; la causa por la cual Sonic la había soltado bruscamente.

–Vaya, por fin te encuentro– escucharon decir a un erizo verde, quien yacía en el suelo al igual que ellos.

Sonic observó anonadado al erizo frente a él, quien parecía feliz de verlo por alguna razón. Sonic muchas veces había escuchado que el parecido entre él y Shadow era bastante, pero aquel erizo, de no ser por su pelaje verde y sus ojos azules bien podría haber sido su gemelo idéntico. Lo vio un tanto desconcertado por la sorpresa, hasta que notó a Amy quien yacía en el suelo inconsciente no muy lejos de ellos; cualquier pensamiento sobre aquel erizo o sus heridas se desvaneció en ese momento.

–¡Amy!– llamó al verla para ponerse en pie y dirigirse hacia ella.

–¡No lo creo!– exclamó Scourge con una sonrisa interceptando al erizo azul haciéndolo retroceder con un certero golpe –Sabes, te he estado buscando, pero en lugar de encontrarte a ti me he topado con varios rebeldes inútiles que están a tu cargo, exceptuando al molesto erizo plateado, pero se podría decir que es casi uno de ustedes.

–¿Varios?– cuestionó Sonic viéndolo desafiante.

–Pensé que por ser "rebeldes" serían más fuertes, pero vaya, ese equidna rojo no es mejor que el estúpido albatros de los Babylon Rogue; y la murciélaga apenas si dio batalla, pero he de decir que es buena para negociar.

–"¡Knuckles, Rouge!"– pensó velozmente –¡¿Dónde rayos están?!

–Muertos para este momento. Al final de cuentas para eso vinieron aquí ¿no?, para morir– sonrió macabro –Pero en fin, ellos me son indiferentes, mi verdadero objetivo eres tú.

Sonic chasqueó la lengua molesto, dirigiendo su mirada a la eriza quien yacía sin moverse en el suelo –"Amy"– pensó, recordándose que también tenía a alguien más a su cargo –Blaze– llamó seriamente –Vete, sal de Robotropolis.

–Pero tú...

–¡Ahora!– ordenó severamente.

Blaze observó al erizo verde, quién parecía atento a cualquier movimiento que Sonic pudiera hacer. Ella no lo conocía, jamás lo había visto desde que había llegado ahí, pero por alguna razón le daba escalofríos su simple presencia. Sabía que quedarse ahí no haría más que ser una carga extra para el erizo azul, después de todo su objetivo principal era salvar a Amy; por el momento ella sabía que debía de salir de ahí y alejarse de Wave lo más lejos que sus energías se lo permitieran. Asintió cabizbaja y corrió a la dirección contraria.

–"Lo lamento"– pensó impotente –"Sobrevive... Sonic"

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Necesitó un poco más de lo que creía para poder recuperar parte de su energía, pero una vez que todo dejo de darle vueltas salió nuevamente en busca de Amy, sabía que si Eggman la capturaba sería todo para ella. Silver corrió por el laberinto de metal que el Emperador se había esmerado tanto en construir y esquivar a los robots que iban y venían pronto se volvió imposible, debía de empezar a destruir todo lo que se moviera y eso fue lo que hizo. Con una mano alzada y el simple deseo de hacerlo, podía hacer volar a todo robot hasta estrujarlo contra las paredes de metal y hacerles añicos; pronto el destruir robots a su paso se volvió increíblemente fácil, y todas aquellas frustraciones por ser un traidor, aquel dolor de haberlo perdido todo y trabajar, aún así, bajo el mandato de aquel que se lo había quitado se descargaban con suma sencillez sobre sus victimas dándole energía que no sabía que aún tenía.

El sentimiento de venganza se apoderó rápidamente de él, provocando que destruyera o atacara prácticamente cualquier cosa que se atrevesara en su camino, en cierto punto el descontrol y la ansiedad de más acompañaban al erizo plateado mientras atacaba sin misericordia alguna. Silver se sentía poderoso y una cierta satisfacción al destruir a los robots de Eggman recorría su ser, por un momento su objetivo principal y qué era lo que hacía ahí se desvaneció, al menos hasta que algo llamó su atención; vio a la gata morada correr por el pasillo contrario a él para luego caer repentinamente exhausta al suelo mientras cientos de robots se conglomeraban su alrededor –¡Blaze!– gritó al reconocerla, regresando en sus cabales y dejando que aquellas emociones de euforia y represalia desaparecieran por completo.

Blaze intentó huir de aquellos seres de metal una vez que ellos la vislumbraron corriendo en el palacio, pero sus esfuerzos fueron en vano al caer rendida en el suelo; de nuevo las energías de ella se estaban consumiendo poco a poco. Blaze sabía que ahora todos irían tras ella y sin poder usar sus poderes para defenderse, sin duda sería una presa fácil. Escuchó los pasos pesados y oxidados acercarse hacia ella y dirigió su mirada una vez más a sus opresores de rojo sintiendo casi sus frías manos sobre ella cuando los vio retroceder violentamente y sin explicación aparente. Elevó su mirada y por un momento se le asemejó ver a un ángel plateado, hasta que distinguió a Silver volar hacia ella, dejándola sorprendida por aquella habilidad de la cual ella desconocía.

–Todo estará bien– habló a suave voz para sonreírle con calidez.

Silver la tomó en sus brazos, y así como lo vio llegar aquella primera vez, se elevó del suelo para volar junto a ella. Blaze se aferró asustada al cuello del erizo plateado, mientras miraba como iba dejando atrás a sus adversarios.

Pararon enfrente de una enorme puerta que Silver abrió con facilidad y entraron a lo que parecía una bóveda gigante. Adentro estaban almacenadas cientos de máquinas de enormes tamaños, las sombras de los gigantescos mounstros de metal que sólo la mente retorcida de una científico malvado como lo era Eggman podría inventar cuales se podían vislumbrar con la tenue iluminación del lugar.

–Aquí estaremos a salvo... por el momento– habló Silver bajándola con sumo cuidado.

–...Gracias– musitó la gata.

–Digamos que estamos a mano– le sonrió él.

No entendió en un principio el por qué de sus palabras hasta que recordó el momento en la villa, en el cual ella había salido en su auxilio al escuchar que lo tenía cautivo. Blaze se sonrojó al recordar el suceso. De reojo observó a Silver, quién al igual que ella parecía que necesitaba retomar un poco el aliento, y ahí fue cuando notó sus heridas secas. Se puso de pie con algo de esfuerzo y se acercó a él, quien se encontraba admirando las maquinarias del Emperador. Blaze colocó su mano sobre la espalda provocando que él se asustara un poco al sentir el contacto de ella.

–Estás herido– señaló Blaze inexpresivamente.

–No es nada– murmuró sintiendo el cálido contacto de su mano sobre su piel –Ya sanaran– respondió sin encararla.

Silver permaneció en silencio sintiendo su presencia, sin embargo, sabía que algo andaba mal con ella. Conocía a Blaze, y la fatiga no era algo normal para una guerrera de su clase, menos dejarse capturar; después de todo, los rebeldes eran seres muy resistentes. –Dime algo– habló nuevamente –¿Qué fue lo...– silenció al sentir como ella lo rodeaba con sus brazos por detrás para así abrazarlo suavemente y posar su cabeza sobre su espalda. Silver tragó pesado sintiendo un intenso sonroje por la extraña expresión de afecto por parte de ella. Ahora estaba más seguro que nunca que algo no estaba bien.

Blaze no emitió palabra alguna, únicamente permaneció abrazada de él, sintiendo como su pecho se expandía y contraía al respirar, sentir el latir de su corazón palpitar sobre su mano. Ella jamás lo diría a voces, jamás admitiría con palabras lo que había comenzado desde aquel encuentro en el jardín en donde su cuerpo y el de ella se tocaron por primera vez, pero tampoco trataría de negarlo más. Posiblemente ella no saldría con vida de aquel lugar y pensar que él tampoco le atemorizaba más a que Eggman derrotara a la última resistencia del planeta.

Silver sintió cómo lo abrazaba con un poco más de fuerza, como si quisiera aferrarse más a él. Tomó sus manos y suavemente las alejó de él para así romper su agarre y poderla ver de frente. Blaze le desvió la mirada y un notorio sonroje se poso en sus mejillas. Sujetó su mentón suavemente como aquella vez y la atrajo hacía él, esta vez lentamente; ella entrecerró sus ojos y se dejó guiar por él para así besarlo y expresar todo lo que su ser acallaba, todo lo que su corazón sentía, todo aquello que sólo un beso puede decir. Silver la abrazó y correspondió a aquel beso, que por un momento, pareció ser eterno.

La guerra quedó ajena a ellos dos, para por un instante vivir el momento más dulce desde que el caos había llegado a sus vidas.

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Después de varios ataques e intentos por acercarse a ella ambos se detuvieron para verse desafiantemente a los ojos, en un intento de recuperar el aliento.

–Pensé que serías mejor que esto– dijo Scourge arrogante.

–Lo mismo digo– le sonrió Sonic, provocando que la sonrisa de el erizo verde se desvaneciera –Para ser tan rápido no has podido vencerme aún.

–¿Crees que por simple hecho que te he dejado entero significa que no puedo vencerte en el momento que yo quiera?

–Me gustaría verte intentarlo– retó el erizo azul.

Scourge esbozo una retorcida sonrisa ante su reto, después de todo era lo que él andaba buscando. Saltó al aire y sujetó ambas piernas para así girar sobre su mismo eje y dirigirse como un proyectil hacia el erizo azul, quien al ver el ataque lo evadió velozmente. Se escuchó el metal del suelo hacer un sonido chirriante en el momento del impacto; Scourge se puso de pie y vio al erizo azul con una sonrisa victoriosa.

–Hmph, dos pueden jugar al mismo juego– expresó molesto el erizo azul.

–Entonces vamos a jugar.

Ambos usaron un spin dash girando sus púas velozmente para así chocar uno contra otro, y en todo el piso se escuchó como resonaban los golpes entre ambos erizos, cual espadas blandirse una contra otra. Parecía ser un combate que no tendría ganadores, hasta que Scourge regresó a su forma original para ver al erizo azul dirigirse hacia él y esta vez no pensaba evadirlo. Corrió a toda velocidad hacia el erizo azul para golpearlo certeramente obligándolo a desistir del ataque y caer pesadamente al suelo.

Sonic sujetó su costado con fuerza al sentir un dolor punzante en el mismo. Tocó la herida para así ver su mano manchada con su sangre. Dirigió su mirada hacia Scourge, quien sonría victorioso, mientras que entre sus dedos jugaba con una navaja ahora manchada de color carmín.

–No me mires tan sorprendido– habló el erizo verde –Usó el mismo ataque que tú ¿Recuerdas? Y sé perfectamente los puntos vulnerables de dicho ataque. Esto es tan sólo es un juego de niños.

Sonic lo observó desafiantemente poniéndose en pie nuevamente.

–Hmph, eres realmente perseverante ¿Verdad?– dijo con desagrado Scourge –Bien, no importa. El día de hoy veré al erizo más grande de la historia desmoronarse ante mis ojos– habló con entusiasmo.

–Jamás te daré ese gusto– retó mientras intentaba mantenerse en pie lo mejor posible, siempre con una mano en su costado para evitar que la hemorragia empeorara.

–Eso está por verse– sonrió de nuevo mientras caminaba hacia la eriza que yacía en el suelo aún inconsciente –Deseaba hacer esto hace tanto tiempo...

–¡Amy!– llamó Sonic al ver las intenciones de Scourge, para así correr hacía él, pero un certero golpe en el lugar de su reciente herida lo hizo regresar violentamente de donde había venido para así chocar contra una de las paredes.

–Mi especialidad Sonic the Hedgehog, es la tortura de criaturas patéticas como tú, y que mejor que la tortura mental– sonrió retorcidamente mientras tomaba a la eriza del cabello para elevarla del suelo.

–¡AMY!

¡Chaos Spear!– escuchó gritar.

Sonic vio al erizo verde ser golpeado con miles de lanzadas doradas obligándolo a soltar a su víctima y retroceder. Sonic vio a Shadow salir de las sombras par ver a un erizo lastimado quien, al igual que él parecía necesitar recobrar el aliento. Regresó su mirada al erizo verde quien se notaba iracundo, con una mirada que si hubiera podido matar, hubiera masacrado a todos en el lugar; por un momento un escalofrío recorrió su cuerpo al ver el despertar de un demonio dormido.

–¡Me las vas a pagar muy caro!– vociferó Scourge iracundo.

Shadow esbozo una sonrisa arrogante para bufar divertido –Tú y él comparten un mismo defecto– dijo refiriéndose a Sonic, quien, al igual que Scourge, lo vio un tanto confundido por sus palabras –Ambos son sólo unas copias baratas del original– sonrió con prepotencia.

–¡Te enseñare a mantenerte callado maldito rebelde!

Scourge corrió hacia el erizo negro con rabia y un aura de venganza y ansiedad de sangre se sentía en el ambiente. Shadow sonrió altaneramente y sin pronunciar palabra alguna sacó una de sus armas para que luego el sonido de ésta hablara por él. El tiempo pareció detenerse y por un momento la mirada fija del erizo verde se quedó prendida contra la carmín de Shadow. Una lucha de miradas que duró hasta que el erizo verde se desplomó al suelo mientras la sangre de él manchaba el piso una vez de metal brillante.

Sonic se puso de pie nuevamente obviando la presencia del erizo verde y caminó hacia la eriza rosa quien parecía ajena a todo lo que acaba de suceder. La tomó con cierto esfuerzo entre sus brazos y sonrió aliviado de verla ilesa.

–Dile al erizo plateado que estamos a mano.

–¿Te refieres a Silver?– preguntó confundido.

–Hmph-– exclamó sin interés y siguió su camino mientras guardaba aquella arma de cañón humeante –Recuerda que aún tenemos mucho por hacer, has algo con esa herida– habló mientras se alejaba.

Sonic vio de nuevo su costado que aún seguía sangrando y un suspiro pesado vino a él. –Sí, lo sé– respondió a la nada.

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Abrió los ojos poco a poco, pues la luz la molestaba y el dolor de cabeza presente no ayudaba en nada. Se sentó con cierta lentitud y reconoció al instante aquel lugar, era la enfermería en donde había despertado cinco años atrás, en donde su vida como la princesa de aquel horrible lugar había comenzado. Vio a los lados y no supo exactamente qué era lo que estaba pasando hasta que escuchó un gritó –¡Rayos!– esa voz la reconocería en cualquier lado. Se paró un poco torpe y vio al erizo azul cortado un hilo largo con los dientes mientras con unas vendas empezaba a curar su costado el cual ahora tenía varios puntos de sutura hechos por él mismo.

–Sonic...– habló casi inaudiblemente, llamando a pesar de, la atención del erizo.

–Amy– susurró al igual que ella.

Ambos permanecieron en silencio, viéndose fijamente hasta que Sonic pareció ceder ante su mirada desviando la misma, pues él estaba aún consciente de las últimas palabras que ella le había dicho antes de su forzosa separación "Yo no los conozco, yo los odio a todos... no significan nada para mí, en especial tú". La eriza lo miraba atentamente y en su rostro no mostraba expresión alguna, imposibilitándolo a saber si aún seguía molesta con él. –¿Te sientes mejor?– preguntó Sonic para terminar con aquella guerra silenciosa. Amy se acercó a él para quedar frente a frente, mientras él la observaba con expectativa, pues aquella mirada inexpresiva seguía ahí. Amy alzó su mano y sin titubear golpear la mejilla del erizo azul con fuerza; el golpe resonó con fuerza con el eco de la habitación, inundado de tensión el ambiente. La expresión de asombro en el rostro de él fue imposible de ocultar para verla nuevamente, ahora con una mirada de culpabilidad. Sonic observó los ojos de ella, que prontamente empezaron a llenarse de lágrimas y aquel rostro inexpresivo poco a poco empezó por cubrirse con una mueca de tristeza.

–Eres un tonto– dijo mientras la lágrimas rodaban por sus mejillas.

–Amy, yo sé que tuve que haberte dicho que...

–Me diste por muerta– le cortó ella.

–¿Ah?

–Me diste por muerta y jamás viniste a buscarme... Tú me abandonaste.

Sonic estaba confundido por el repente reclamó de la eriza, pues no pensó que de todo cual podría reclamarle en el momento que lo viera nuevamente fuese a escoger exactamente aquello que lo había estado carcomiendo durante tantos años ya. –Lo siento– logró decir desviándole la mirada. Vio de reojo la mano de ella moverse hacia él, provocando que cerrara sus ojos con fuerza tan sólo para esperar el golpe nuevamente, pero no estaba preparado para lo que recibió en ese momento. Sintió las manos de ella rodearlo fuertemente mientras el cuerpo se ella se unía al de él, hundiendo su cabeza sobre su hombro. Se sorprendió un poco por el abrazo que a su juicio no tenía sentido ni razón de ser.

–Te extrañe tanto– sollozó la eriza, quien lo abrazó con más fuerza. –Todo este tiempo siempre sentí que había perdido algo, todo este tiempo buscándolo...

–Amy– musitó Sonic mientras correspondía aquel abrazo –Perdóname por haberte fallado– dijo mientras ocultaba su rostro de ella en aquel abrazo.

–¿Por qué Sonic?– se escuchó entre los sollozos de ella –¿Por qué nunca viniste por mí?

De nuevo el pesar cayó sobre sus hombros. Sonic se separó de ella lentamente para así toparse con unos ojos de tristeza y decepción. Suspiró profundamente y la vio con culpa, aquella que había intentado guardar de sí mismo durante tantos años.

–Pensé que habías muerto después del accidente, pensé...

–¡¿Cómo pudiste pensar eso?!– reclamó molesta –¡El hecho de haber caído a un abismo no significaba que hubiera muerto!

–¡Lo sé!– respondió con rapidez –Pero era muy difícil que tú... espera ¿Lo recuerdas?– cuestionó asombrado.

No le respondió aquella pregunta para así separarse de él lentamente y darle la espalda. Amy suspiró pesadamente y fijar su vista a las luces de aquella habitación, mientras los pensamientos de ella eran invadidos por recuerdos que parecían por fin salir a la luz; y observar de reojo al erizo azul, quien no se había movido de su lugar.

–Lo que te dije era cierto– habló Amy por fin, sin darle el rostro en ningún momento –Yo morí hace cinco años y la chica de ese entonces ya no existe.

–Amy...

–Ya no correré detrás tuya en un intento de conseguir tu cariño o saltare a tus brazos en el primer momento en que te mire- habló con una mirada dura y seria –Yo no soy esa eriza de antes, tampoco soy valiente y he de confesar que tus amigos aún me parecen uno salvajes e incivilizados rebeldes, pero...– se detuvo por un momento –Pero aquellos sentimientos hacia ti no han cambiado en estos cinco años, pues si bien jamás los recordé eso no significa que los haya olvidado.

–Creo que no entiendo.

–¡Ese es el problema contigo nunca entendiste!– gritó molesta para verlo otra vez. –Jamás quisiste entender– suspiró con cierta tristeza –Pero ahora ya no importa, ha pasado mucho tiempo desde esos días.

–Amy...

–Déjalo así Sonic, es obvio que el destino nunca nos quiso juntos y eso no va a empezar a cambiar hoy.

–¿De qué hablas?

–Lo que pasó en la villa...– calló por un momento para armarse de valor –Olvídalo.

Sonic recordó el beso que ambos por un momento compartieron y de nuevo sus mejillas se tiñeron de rojo al pensar en sus labios sobre los ella, sobre el dulce néctar que logró probar. La vio fijamente y su semblante frío y desinteresado le hizo saber que ella hablaba en serio.

–¿Qué pasa si no quiero hacerlo?

–¿Uh?

–Qué pasa si quiero recordarlo, que pasaría si te dijera que en los últimos cinco años esa ha sido la experiencia más feliz desde tu perdida.

-Diría que has tenido unos cinco años muy tristes– habló con una expresión molesta

–¡Sí!– respondió molesto acercándose a ella –¡Lo han sido desde que te fuiste de mi lado!

–¡¿Acaso eso no fue lo que siempre quisiste?!– reclamó molesta –¡Que me alejara de ti!, ¡Que me tragara la tierra para dejarte en paz!

–¿Cómo puedes pensar eso?– dijo dolido por sus duras palabras.

–¡Porque lo recuerdo!– clamó mientras las lágrimas se acumulaban nuevamente –¡Mira!– gritó para así sacar de una de las mangas de su vestido una hoja doblada y lanzársela a los pies.

Sonic tomó aquel pedazo de papel y lo desdobló para así encontrar una fotografía de él y sus amigos, en donde ella lo abrazaba sonrientemente mientras él intentaba alejarse tanto como pudiera. La vio nuevamente y vio que aquellas gotas saladas empezaron a bañar su rostro.

–Por eso jamás regresaste, porque preferías pensar que la molesta Amy se había ido, porque no me querías a tu lado; preferías pensar en mi muerte antes que en la posibilidad de que hubiera sobrevivido.

–¡Eso no es así!– negó molesto –¡Hubiera preferido perder mi vida antes de perderte!

–Mentira– negó dolida –El Sonic que yo recuerdo jamás...

–El Sonic que tu recuerdas ya no existe tampoco– habló seriamente –¿Crees que es la única que cambio? ¿La única que quiso que todo hubiera sido diferente? ¿La única que perdió a alguien y que día tras día hubiera dado lo que fuera para que regresara?– inquirió seriamente –Yo cambie, yo ya no soy el de antes.

El silencio se volvió a aposentar en ambos, sin verse a la cara, únicamente escuchando su respiración para saber de la existencia del otro. Amy volvió a darle la espalda y fijó su vista en un punto fijo en la pared, pensando e intentado procesar toda aquella información una vez perdida, que ahora gracias al golpe que Scourge le había dado, había regresado tan rápido como se había ido. Cerró sus ojos y a la vez que una felicidad la invadía la tristeza parecía no querer dejarla ir.

–Sabes...– escuchó un susurró cálido sobre su oreja provocando que abriera los ojos de golpe mientras un escalofrío recorría su espalda. –Todo cambio, nosotros cambiamos y para serte sincero...– lo escuchó callar un breve momento mientras un trago pesado recorría su garganta –La primera vez que te vi en aquel pasillo, después de haberte perdido, fue el momento en donde sentí que volví a la vida–. Amy sintió como un rubor carmín invadía sus mejillas mientras el incesante deseo de llorar no la dejaba ir. Lo vio de nuevo mientras se volteaba lentamente y su vista se quedaba prendida en aquellos ojos verdes, que ahora la miraban con una ternura que jamás pensó que la verían.

–¿Por qué?– preguntó tímidamente mientras se acercaba a él lentamente.

–Porque...– habló mientras la abrazaba lentamente por la cintura para atraerla hacia él y así acercar su rostro sutilmente a el de ella – Me di cuenta que te a...

¡Sonic the hegehog!– escucharon gritar por los altavoces de todo el edificio. –¡¿Crees que traer a tus malditos rebeldes a atacarme hará alguna diferencia en esta guerra?!

–¡Eggman!– exclamó para fijar su vista en aquel aparato y romper el momento entre ambos erizos.

Esto aún está por empezar y ahora estoy por enseñarte mi más reciente invento.

Una carcajada se escuchó en todo el lugar mientras el edificio empezaba a estremecerse como si de un terremoto se tratase. Sujetó a Amy con fuerza mientras en un abrazo cuidaba que ningún escombro cayera sobre ella. –¡Tenemos que salir de aquí!– exclamó el erizo para así tomar su mano con fuerza y correr fuera de la habitación.

Una vez afuera vio los pasillos estremecerse. Tomó de su bolsillo una de las copias del mapa que Shadow le había dado y buscó la salida más cercana en el piso. –Pase lo que pase, no me sueltes– ordenó él mientras tomaba su mano con fuerza; la eriza asintió con la cabeza y así una carrera contra el tiempo dio inicio, el tiempo de enfrentar a Eggman había llegado.



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