Un Indeseado Destino.

The Dark Chant.

—Hola. —persona hablando.
—(Maldición.) —persona pensando.
[Hola.] —hablando por teléfono, televisor, comunicador, video llamada, micrófono, Etc.
-Hola- Texto en letreros, cartas, mensajes, notas, etc.
X-XX-XXX-XX-X cambio de ubicación y/o lugar. 
/Honoka/ Punto de vista de cierto personaje.

X-XX-XXX-XX-X

OK, antes de empezar esto aclaremos algunas cosas. Esta historia es un crossover entre “Love Live” y “Dark Souls”.

Para aquellos que sean consientes de la temática qué manejan los juegos tipo “Soulslike”, se pueden dar una idea de que puede tratar esta historia. Para aquellos que no tengan ni pij* idea, déjenme decirles que no esperen una historia donde todo sea color de rosa, ni mucho menos donde la alegría y felicidad estén en todos lados.

Se recomienda discreción, puesto que, se tratarán temas que pueden resultar delicados para ciertos sectores de los lectores.

Estoy seguro que más de uno va a querer matarme por lo que están a punto de leer, pero bien dice el dicho “El que no arriesga, no gana”

Sin más que decir, empecemos.

X-XX-XXX-XX-X

Arco 01: Cuando muere la inocencia.

Capítulo 01: Un indeseado destino.

X-XX-XXX-XX-X

—Bien, ya esta todo listo. —declaró una joven de ojos azules y cabello naranja, el cual mantenía atado en una pequeña coleta del lado derecho de su cabeza.

Frente a ella se encontraba un salón de tamaño mediano. Donde estaban tres mesas formando una “U” y detrás de la mesa del centro había un pequeño pizarrón blanco.

Se trataba de la sala del consejo estudiantil, lugar encargado de atender los asuntos qué tengan que ver con el alumnado y las figuras de autoridad escolares. Pero hoy el salón se encontraba limpio e impecable.

Kousaka Honoka era el nombre de la joven responsable de limpiar el lugar. La razón era más que simple. Hace más de un año que aceptó el cargo de ser presidenta del consejo estudiantil, una responsabilidad que quizás le quedaba un poco grande, más que nada por su forma tan despreocupada de ser. Pero demostrando determinación logró estar a la altura de las expectativas qué los demás le tenían…

Y con ayuda de uno que otro regaño por parte de su compañera y amiga, Sonoda Umi

Pero nada dura para siempre. Y del mismo modo que paso con el grupo de School Idols que formó junto a sus amigas. Su tercer año en la preparatoria Otonokizaka paso en un abrir y cerrar de ojos y al igual que lo hizo su antecesora y amiga Ayase Eli, ella paso el título de presidenta del consejo estudiantil a una alumna más joven.

—Vaya, esta si qué es una gran sorpresa. —expresó una conocida voz. La pelinaranja volteó la mirada hacia la puerta para ver como dos personas se detuvieron en la entrada.

Se trataba de sus mejores amigas, la primera era una joven de largo cabello azul oscuro y ojos de color caramelo. Detrás de ella se encontraba una chica de larga cabellera gris con una parte atada del lado derecho de su cabeza en una coleta, sus ojos amarillos reflejaban sorpresa por lo visto. Ellas eran Sonoda Uno y Minami Kotori.

Un adorable puchero se formó en el rostro de la ojiazul, casi parecía que se estaban burlando de ella.

—¡Qué se supone que significa eso! —señaló la expresidenta del consejo mientras señalaba acusadoramente a su amiga —También puedo ser responsable de vez en cuando.

—Ese es el problema, Honoka. Solo le haces en contadas situaciones. —juzgó la peliazul entrecerrando los ojos dedicándole una seria mirada a la joven Kousaka.

Kotori solo se dedico a observar como su mejor amiga retrocedía asustada ante la intensa mirada de la joven Sonoda. Apiadándose de ella, decidió intervenir para calmar el ambiente.

—Vamos Umi, debes reconocer que Honoka se esforzó por limpiar el lugar. —señaló la ojiamarilla, intentando apaciguar el humor de su amiga más seria.

La peliazul soltó un suspiro tratando de calmarse, al voltear a ver todo el salón no pudo evitar sorprenderse al ver como estaba el lugar.

—Tengo que darte el merito, Honoka. Esto es inesperado, pero se agradece. —admitió Umi al momento en que ella y Kotori se acercaban a su amiga de cabellera naranja.

Las tres se sonrieron al recordar aquellos momentos felices qué vivieron aquí. Sonrisas qué se fueron esfumando mientras momentos no tan felices se abrían paso hasta que cayeron cuenta de algo.

—Qué rápido pasa el tiempo. Ya ha pasado un año desde que dejamos de ser School Idols. —hablo Kotori sacando de sus pensamientos a sus amigas y ganándose su atención.

—Si… En unas semanas será la ceremonia de graduación y todos los grupos de tercer año hemos estado practicando para la ceremonia durante todo el mes. —expuso Umi sin molestarse en levantar la mirada —Parece ser que ahora nos toca a nosotras despedirnos de la escuela.

Las palabras de la peliazul solo sirvieron para entristecer más el ambiente. Honoka también se encontraba afectada por lo dicho, pero no podía hacer nada. Habían aceptado qué esto pasaría tarde o temprano, aunque claro, era más fácil decirlo cuando se tenía tiempo de sobra.

—(No… Es mejor no pensar en eso.) —pensó la pelinaranja. Una idea le llego a la mente, quizás era lo mejor para cambiar los ánimos de todas —¿Qué tal su vamos a comprar unos helados?

La sugerencia de Honoka sorprendió a sus amigas las cuales no pudieron evitar soltar una sonrisa ante el intento de la ojiazul por tratar de animarlas. Más, muy a su pesar, fue Umi la que termino haciendo añicos la ilusión de su amiga.

—Lo siento, pero no puedo. —anuncio la joven Sonoda cabizbaja —Mi hermana vendrá a visitarnos hoy, y ya le había prometido qué pasaríamos todo el día juntas. (1)

—Oh, que mal. —musito tristemente la pelinaranja. Volteo a ver a su mejor amiga esperando que esta si aceptará acompañarla.

—B-bueno… Yo no creo que pueda. Es el cumpleaños de mi madre y vamos a ir a celebrarlo junto a mis hermanos y mi padre. (2)

Decepcionada ante la respuesta de sus amigas, la antigua School Idol perdió todos los ánimos.

—Será en otra ocasión entonces. —masculló la pobre, ahora más triste que nunca.

A ninguna de las dos se les ocurrió una forma en que pudiera alegrar a la pelinaranja, por lo que solo le dedicaron una mirada de disculpa mientras se retiraban.

Sin nada más que hacer, la pelinaranja abandono el lugar. A paso lento atravesó los pasillos de la escuela saludando ocasionalmente a una que otra alumna, incluso si no las conocía.

Pensó brevemente en ir a buscar a sus amigas, del ahora, segundo año. Solo para descartar la idea casi de inmediato. Estaba completamente segura de que a esta hora Maki se encontraba trabajando en el hospital de su familia.

—Debe de ser duro ser la única hija de una familia reconocida. —expresó tratando de imaginarse el como sería su vida si hubiera nacido en una situación similar, más le fue imposible formular algo —Qué mal que no pueda ir a preguntarle a Maki. Podría ir con Rin y Hanayo… Mejor no, no quiero saber lo que se siente ser una tercera rueda.

Últimamente parecía que Hoshizora Rin y Koizumi Hanayo pasaban mucho tiempo juntas. Más de lo que acostumbran.

—Me pregunto porque Rin tiene una rara mirada soñadora siempre que se le queda viendo a Hanayo. —reflexionó cuando salió del edificio principal de la escuela. Aunque una pequeña duda surgió en sus pensamientos —Ahora que lo pienso, Tsubasa también se me quedaba viendo de igual manera.

A su mente le llegaron los recuerdos de las pocas veces que se reunió con el trío de Idols de la academia UTX, quienes aun tras graduarse de su escuela decidieron convertirse en Idols profesionales. Pero, sobre todo, cuando descubrió como es que la castaña se le quedaba viendo en algunas ocasiones.

¿Será que quería decirle algo? ¿O quizás era algún tipo de mensaje oculto?

—Nah… Seguramente es solo mi imaginación. —considero sin detenerse en su andar. Al ya no estar perdida en sus divagaciones se dio cuenta que era la única persona que se encontraba en la entrada principal.

—Qué aburrido se siente esto. —Incapaz de contenerse, soltó un suspiro ante el momento de soledad en que se encontraba. Al tener los ojos cerrados no se di cuenta de como un curioso brillo blanquecino se hacía presente en los dedos de su mano derecha —Bueno, al menos ya nada puede ponerse peor.

Tras aquel comentario por fin abrió los ojos, alzó su brazo con la intención de darse unas palmadas en la cara para quitarse el pésimo animo. Pero se detuvo al darse cuenta de que algo le estaba pasando en su brazo.

Sus ojos se abriendo como platos al fijase en la extraña luz blanca que se extendía desde su brazo y la cual empezaba a rodear todo su cuerpo.

—¡¡¿Pero que es…?!! —intentó gritar completamente aterrada ante estos sucesos.

La luz que rodeaba su cuerpo aumento de intensidad volviéndose casi segadora. Solo duró unos segundos cuando el brillo se esfumó sin dejar ni un rastro de que alguna vez ocurrió algo, o de la chica que se vio afectada por ello.

Una persona se asomó por la entrada del edificio escolar. Se trataba de una joven de corto cabello naranja en un tono oscuro.

—¿Qué fue eso? —cuestionó sin ver nada raro.

Bueno, nada ni nadie.

—¿Está todo bien, Hideko? —otras dos personas salieron de la misma dirección en la que llego la pelinaranja de tono oscuro.

—No es nada, Fumiko. —respondió a la duda de su amiga de cabellera morada con tono rojizos —Solo me pareció haber escuchado el grito de alguien.

Otra joven, la más bajita de las tres, estaba por decir algo cuando a la distancia logró vislumbrar un objeto qué atrajo su atención.

—¿Mika? —ignoró el llamado de sus amigas. Solo hasta que llego al objeto qué gano su interés se dio cuenta de que era.

—¿Esta no es la mochila de Honoka? —Las palabras de la castaña de baja estatura sorprendieron a las otras dos. A simple vista era la mochila reglamentaria qué utilizaban todas escuela en Japón. Más esta tenía el llavero de un muñequito de ropas rojas.

Unos qué todas reconocieron y dejaba en claro a quien le pertenecía la mochila.

—¿Pero por que Honoka dejaría tirada su mochila? —fue la duda que rondaba en sus mentes. ¿Por que la ex School Idol dejaría abandonas sus cosas? ¿Le había pasado algo?

Pero sobre todo y la más importante.

¿Dónde estaba Honoka Kousaka?

X-XX-XXX-XX-X

/Honoka/

La cabeza me estaba matando, apreté mis párpados con fuerza mientras hacía una mueca. El sentimiento de vértigo me abrumaba.

Una sensación de humedad en la cara me hizo abrir los ojos. Los cuales sentía cansados y me costaba distinguir las cosas. Me quede algunos minutos en la misma posición.

Cuando mi vista se aclaró lo primero que vi fue un techo. Uno que parecía hecho de algún tipo de piedra y bastante alto, pero el cual no se me hacía para nada conocido. Me intenté levantar, cosa que me costó un esfuerzo inmenso ya qué mi cuerpo entero se encontraba entumecido.

Logre sentarme dándome cuenta de que me encontraba en una habitación, cuyas paredes también estaban hechas de piedra. En el techo de encontraba una apertura de forma cuadrada qué dejaba entrar la luz.

Me fije en la entrada de aquel lugar y me encontré con una puerta hecha de barrotes de metal qué impedían qué alguien entrará… o qué saliera, si era el casó.

Espera, ¿barrotes? Mis sentidos regresaron de golpe al darme cuenta de ese último detalle. Voltee la mirada hacia todos lados dándome cuenta de una innegable verdad. Esto no era una habitación, era la celda de alguna prisión.

Los más aterrador de todo era que en una de las esquinas de la misma celda, se encontraba el cuerpo sin vida de una persona. Era algo que sin duda uno nunca esperaba ver en toda su vida. No quería permanecer ni un minuto más en este lugar.

—Por favor… sáquenme de aquí… —a penas susurré, pues me sentía adolorida y tenía seca la garganta, como si no hubiera tomado nada de agua en un buen tiempo.

Logre levantarme haciendo un esfuerzo titánico. Tuve que sostenerme de la pared con el fin de no caer. A paso lento avance hasta la puerta y cuando logre llegar a ella me sujete con fuerza de los barrotes.

—¡Por favor…! ¡Déjenme salir…! ¡Yo no hice nada…! Se los juro… —grité con todas las fuerzas que tenía. Del otro lado de la puerta se encontraba un largo pasillo iluminado solo por un par de antorchas.

A lo lejos pude distinguir las figuras de unas personas, pero parecía no importarles mis gritos, ya que ni siquiera voltearon a verme.

Deje de insistir segundos después. Acabe cayendo sobre mis rodillas cuando perdí la fuerza en las piernas. No entendía que estaba pasando, ¿Qué hice para que me encerraran aquí? ¿Fue algo realmente malo? ¿Podré salir algún día? ¿Mi familia y mis amigas me extrañaran?

Podría sentir las lágrimas formándose en mis ojos ante el incierto destino qué me esperaba.

Un fuerte golpe sonó a mis espaldas. Volteé a ver sobre mi hombro con miedo y lo que encontré me aterro por completo.

—¡Aahhh! —chille asustada ante el cadáver que cayó en el centro de la celda. Alce la mirada encontrando al responsable de esto.

Era una persona, no sabía si era hombre o mujer ya que portaba una armadura qué cubría desde los hombros hasta los dedos de ambos brazos. Un casco metálico ocultaba su rostro. Un ropaje azul cubría el resto de su cuerpo, o al menos lo que podía ver.

El caballero se me quedó mirando fijamente sin decir nada, parecía estar curioso por el hecho de encontrarme aquí.

—¿Una niña? —murmuró en un tono dudoso —¿Por qué estas aquí? ¿No parece que tu seas un no muerto?

No entendí a que se refería con eso último, pero ahora no importaba, era mi oportunidad para salir de aquí.

—¡Ayúdeme por favor! ¡No tengo idea de como llegué aquí! ¡Quiero irme a mi casa! —rogué casi al borde del llanto. Tal ves no era la mejor primera impresión que podía darle a un extraño, pero no quería pasar ni un minuto más en este lugar.

—D-de acuerdo, cálmate. —le escuche decir. Silencie mis gritos brindándole toda mi atención —Mira no puedo bajar contigo, quedaría atrapado yo también. Por el momento, busca en el cuerpo de ese tipo. Puede que tenga algo que con suerte te será de ayuda.

Un nudo se me formó en el estómago ante la sugerencia del caballero. Tenía que tocar el cadáver de una persona.

—Pe-pero eso está mal. Se tiene que respetar los cuerpos de los difuntos. —fue lo único que se ocurrió decir con el fin de no tocar el cuerpo.

Más parecía no haber servido de nada. Ya que la acorazada persona se me quedó viendo como si hubiera dicho una tontería.

—¿Quieres o no quieres salir de aquí? —con tan solo esas palabras me quede callada. Baje la cabeza con resignación dándole la razón —Bien. Como dije, revisa si tiene algo que te ayudé a salir. Por si la duda también revisa al otro.

Me estremecí al saber que no solo tendría que tocar el cuerpo sin vida de una persona, si no que sería el de dos personas.

—Una vez que consigas salir, intenta subir a terreno elevado para que pueda encontrarte. — fueron las indicaciones que me dio. El caballero se levantó dispuesto a seguir su camino.

Entonces me di cuenta de un pequeño detalle que había dejado sin importancia hasta el momento.

—¡Espera! —le llame antes de perderlo de vista —¿Cuál es tu nombre?

El caballero se quedó callado durante unos segundos antes de responder.

—Soy Oscar, caballero de Astora. ¿Con quien tengo el gusto de hablar?

La presentación que me dio el caballero de dejo un tanto perdida. Este sujeto parecía tomarse muy enserio los modales. A parte de eso, el nombre de Oscar no era para nada común en Japón, estaré en alguna parte de Europa. ¡Entonces como fue que llegue aquí!

—Mi nombre es Kousaka Honoka. —agite la cabeza sacando esas ideas y dudas de mi mente, me presente dándole una pequeña reverencia.

—¿Perteneces a una familia de nobles…? Mira eso no importa ahora, tenemos que darnos prisa. No quiero que el guardia del lugar nos encuentre.

Sin perder ni un segundo más, el caballero se fue dejándome sola con los cadáveres de estas personas. Tomando una gran bocanada de aire, avance a paso lento hasta el cuerpo del pobre difunto. Me arrodillé frente a él y estire mi mano para tocarlo, la cual no me dejaba de temblar, pero me quede quieta al recordar algo importante.

—Lamento mucho lo que estoy por hacer. No conozco tu nombre, pero espero que tu alma ya haya logrado cruzar el río Sanzu, así que por favor. ¡Qué tu espíritu no venga para asustarme después! ¡Te lo ruego! —fueron los rezos que brinde al juntar las manos. Si voy a tocar el cuerpo de un muerto, como mínimo espero que su alma no regrese con algún fin vengativo.

Armándome de valor, nuevamente acerqué mis manos y con los dedos agarré las pocas prendas que portaba el muerto para retirarlas. Hice una mueca de asco cuando el nauseabundo olor de carne podrida llego a mi nariz.

La experiencia fue tan desagradable que fui incapaz de seguirme conteniendo. Escuché a mi estómago gruñir, sentí como algo subía por mi garganta mientras mis mejillas se hinchaban en un intento por contener aquello. Me levante rápidamente y en cuestión de segundos me encontraba en una de las esquinas vomitando mi almuerzo.

Cuando sentí que mi estómago no tenía nada más que expulsar, me encontraba respirando de manera agitada. Con el dorso de la mano me limpie la baba qué colgaba de mis labios.

—¡¿Qué demonios es todo esto?! —no era una persona que acostumbrara decir malas palabras, pero esta situación lo ameritaba. Incluso ya no estaba tratando de contener mis lágrimas.

No sabía que estaba pasando, donde me encontraba, ni siquiera el como llegue aquí. Pero estaba cansada, quería regresar a mi casa, que mi madre me abrazara mientras mi padre me acariciaba la cabeza y me decía que todo era un mal sueño.

Desgraciadamente, no lo era.

Tenía ganas de solo recargarme contra la pared y quedarme así hasta que aquel caballero viniera a buscarme. Por que eso se supone que hacían los caballeros, salvar a la damisela en apuros, o eso es lo que decían los libros y mangas que leía cuando era una niña pequeña.

Pero esto no era así, este no era un cuento de hadas, era la realidad. Me di cuenta de que no podía quedarme sin hacer nada.

Decidida me acerque de nueva cuenta a los cuerpos. El olor seguía siendo insoportable, pero al menos ya no sentía ganas de vomitar. Pero ahora que lo veía bien, me di cuenta de que esta persona tenía la piel extremadamente seca. Además, la delgadez de su cuerpo no era normal, incluso mí cuerpo más grueso que el suyo. Lo cual no sabía si debía tomar como algo bueno o malo.

Mientras lo revisaba con la mirada de pies a cabeza, algo en su cintura pareció resaltar. Sujeta al cinturón se encontraba un llavero con seis llaves diferentes las unas de la otras.

Podía sentir como una gran sonrisa se formaba en mi cara, era mi oportunidad de salir de aquí. Sin importarme el olor o que prácticamente era un cadáver, le quité las llaves lo más rápido que pude.

—¡Si! —grité de alegría, por fin tenía una forma de escapar en mis manos.

O al menos la mitad. Me lamente resignada al saber que tenía que tocar el otro cuerpo. O esa era la idea que tenía, hasta que note un pequeño montón de escombros cerca del cuerpo.

Algo parecía sobresalir debajo del montón. Al notar que era largo por un momento llegué a creer que se trataba de una serpiente, más esta no parecía moverse. Paso a paso me fui acercando de manera precavida.

Al estar a solo unos pasos, me di cuenta de que no se trataba de una serpiente, era una correa.

Con mucha prisa me arrodillé y comencé a retirar los pedazos de escombros. Algunos pesaban más que otros, pero no evitó que logrará mi cometido.

Quería volver a gritar cuando me di cuenta de que en realidad se trataba de un pequeño y viejo bolso, qué parecía estar hecho de… ¿trapo…?

Bueno eso no importaba ahora. Me levante sosteniendo el bolso mientras lo abría.

—Veamos, hay una muñeca algo rara… y un cuchillo… —fueron los objetos que encontré en el interior del bolso. La muñeca parecía haber sido hecha a mano, aunque tenía un aspecto que daba algo de miedo.

Por otra parte, el cuchillo era casi tan largo como mi antebrazo ¿Qué hacía algo como esto aquí?

Cuando los saque, metí la mano intentando encontrar cualquier otra cosa que aun estuviera ahí dentro. Y tenía razón cuando mis dedos chocaron contra algo más. Era algo pequeño, pues fácilmente logré sujetarlo con mi mano, al sacarla me di cuenta de que se trataba de…

—¿Un anillo? —mis ojos se quedaron fijos en el pequeño objeto que sostenía en la palma de mi mano. Era un simple anillo sin nada relevante, de hecho, hasta se encontraba todo oxidado. No sabía si me serviría para algo, pero para evitar perderlo decidí colocarlo en mi dedo.

Me volví a levantar ajustando el bolso sobre mi hombro, era hora de salir de aquí. Camine hasta la puerta con el llavero en mano. Probé con algunas sin obtener resultado alguno, fue hasta que intenté con la cuarta que la puerta emitió un pequeño ruido.

Ni siquiera abrí la puerta por completo cuando salí en un instante. Me sentí aliviada de ya no estar adentro. Quizás el ambiente qué me esperaba en el pasillo no era el más alentador, pero era mejor que seguir estando encerrada.

Un extraño brillo rojizo a mis pies me hizo bajar la mirada. En el suelo se encontraba unas marcas rojas que parecía brillar mientras más me acercaba. Dominada por la curiosidad, me agache en cuclillas para verlas mejor.

Parecían ser letras, pero no podía leerlas, ni siquiera lograba identificar a que idioma pertenecían. Tampoco era como si conociera varios idiomas.

Pase mis dedos rozando el borde de las letras desconcertada. Un pequeño brillo rojizo emano de ella cuando mis dedos los tocaron. Aleje mi mano inmediatamente por seguridad.

Las letras se empezaron a mover mientras cambiaban de forma y se ordenaba en una posición distinta.

—¿Esto es…? ¡Hiragana! —grite entre sorprendida y feliz. No se como fue que paso, pero al menos esto me ayudará —Veamos…

-Si la salida es lo que buscas, entonces haz de avanzar.
Subiendo las escaleras, por la oscuridad haz de acelerar. -

—¿Eh? —¿Qué es esto? ¿alguna clase de poema?

Nunca fui buena para escribir poesía, mucho menos para entenderla. Por eso fue que Umi era la encargada de escribir las letras de las canciones.

Mis ojos se clavaron en el pasillo frente a mi, era largo, no sabría cuanto exactamente. Pero al final y a duras penas se podían distinguir unas escaleras. Mi mente tardó unos en comprender todo esto.

Aquello no era un poema, era una pista para que pueda encontrar la salida. A paso lento avance dirigiéndome hacia las escaleras. Mientras más avanzaba me iba acercando a las personas que vi cuando aún estaba encerrada. Aun seguían sin notar mi presencia.

Cuando estuve casi llegaba con ellos, tuve que taparme la boca con las manos para evitar gritar al verlos claramente.

Estas personas parecían estar sufriendo algún tipo de enfermedad, o al menos eso creía al ver como sus cuerpos estaban extremadamente delgados. Parecía estar en los huesos, a penas y podía verles un poco de músculos y su piel tenía un tono rosado extremadamente pálido. Solamente unos pedazos de ropas andrajosas les impedía estar desnudos.

Su cabello parecía haberse caído hace tiempo dejando visible la arrugada piel de su cabeza. Sus labios estaban tan resecos que no se podían juntar mostrando una buena parte de los dientes.

Pero lo más aterrador de todo eran sus ojos, los cuales emitan un espeluznante resplandor rojizo. Y para hacerlo aun más terrorífico cada cierto tiempo emitían gruñidos que me erizaban la piel. Me recordaban a los zombies qué vi en una película.

Inconscientemente di unos pasos hacia atrás por el miedo. Este lugar parecía ser algo sacado de una película de terror. Estuve respirando de manera agitada.

No se cuanto tiempo estuve así, pero estoy segura de que fue un buen rato. Cuando volví a reaccionar me di cuenta de que otras de esas letras rojas se encontraban en el suelo.

Las toque esperando con ansiedad cualquier cosa que me diga que esta pasando.

-Con los huecos, precaución deberás tener.
Si los molestas, tu vida se va a perder. -

Espera que, ¿huecos? ¿Por que les llamaban de esa forma a estas personas? Mil y un dudas se amontonaban en mi cabeza otra vez. Pero la que más miedo me causó fue una parte, qué hasta yo entendí a la primera.

—¿Ellos…? ¿Tratarán de matarme…? —mi cuerpo se quedo paralizado cuando comprendí el peligro en el que me encontraba. Mis ojos se fijaron en las escaleras, estaba un poco lejos pero el pasillo era lo suficientemente para poder pasar sin tener que molestar a ninguna de estas personas. Solo eran dos, el primero se encontraba con la frente pegada a la pared. Mientras al otro lado, estaba el otro sentado en el suelo recargado contra la pared y la mirada en el suelo.

Respire profundamente durante algún tiempo tratando de calmarme. Tras varios minutos fui capaz de lograrlo. Podría lograr salir de aquí, pero debía de tener cuidado. Y aun con eso, necesitaba algo con que defenderme.

Un recuerdo fugaz atravesó mi mente, si contaba con algo con que protegerme. Logre mover mi temblorosa mano dentro de la mochila sacando aquel cuchillo.

Tuve que sostenerlo con ambas manos, pues era demasiado grande para mi. Pero incluso así, mis brazos nunca dejaron de temblar. Soltando un suspiro di el primer paso, no parecía haber llamado la atención de ninguno por lo que decidí seguir.

Paso a paso avance sin la intención de detenerme. Pase de la primera persona, esta ni siquiera se dio cuenta, pero era mejor así.

Al pasar enfrente del otro, mi cuerpo se congelo cuando este levantó la mirada. Esos siniestros ojos rojizos se quedaron fijos en mi durante algunos segundos, los cuales se sintieron como una eternidad. Tras unos tensos minutos en los que ambos nos quedamos viendo fijamente, este apartó la mirada de mi.

Sin perder tiempo, seguí avanzando con rápidos pasos tratando de poner la mayor distancia posible de ellos. Pero unos fuertes sonidos me obligaron a detenerme. No me había dado cuenta, pero ya me encontraba a medio camino para llegar a las escaleras.

Curiosa por saber que era lo que causaba aquel sonido, me acerque a una ventana con barrotes qué separaba el pasillo de otra habitación. Mientras más me acercaba fue más fácil ver unas ya conocidas letras rojas marcadas en la pared.

Como las últimas que había encontrado solo me ayudaban dándome consejos para evitar problemas, sin dudarlo las toque.

-Si no te quieres hacer notar, tus pasos tendrás que silenciar.
Si te ven, a tu libertad deberás de renunciar. -

Tuve que leer varias veces los escrito para entender el mensaje. No era un consejo o un acertijo, era una advertencia. Ahora con más miedo que curiosidad, me acerque hasta el borde de la ventana.

Me asome de tal forma que solo podía ver del otro lado con mi ojo izquierdo. Y lo que vi me dejó paralizada del miedo. Una extraña criatura era el causante de aquellos ruidos cada vez que daba un paso.

Era grande, de quizás unos 3 o 4 metros. Su piel era de un color verde pálido. Y su cuerpo tenía un aspecto algo rechoncho con horribles y afiladas puntas de lo que creo eran huesos sobresaliendo de sus rodillas y codos. Como solo podía verle la espalda, me di cuenta de que contaba también con un par de alas de murciélago en el centro de la espalda.

Pero lo peor, vino en cuanto se dio la vuelta y pude ver su rostro. Y puedo escribirle con dos simples palabras… era horrible.

Unos malignos ojos rojos fueron lo primero que distinguí, era como si tuviera un odio por todas las cosas existentes. Su boca era grande, tanto que sus labios eran incapaces de tocarse entre sí, dejando al descubierto sus descuidados dientes junto con un par de enormes colmillos.

En la parte superior de su cabeza sobresalían otra serie de afiladas puntas de hueso, excepto dos que eran los más grandes y me recordaban a las astas de un venado.

Me volví a esconder detrás de la pared para que no me viera. Respiraba agitadamente mientras una multitud de pensamiento se arremolinaban en mi interior.

¿Qué era esa cosa? ¿Dónde se suponía que estaba? ¿Cómo fue que llegue a este lugar?

—(No quiero que el guardia del lugar nos encuentre...) —las últimas palabras que mencionó Oscar antes de separarnos se repitieron en mi mente dándome la respuesta a una de mis dudas. —¿Ese…? ¿Es el guardián este lugar?

Con todo el cuidado del mundo me asome de nueva cuenta esperando que no me vea. Lo encontré recorriendo aquella habitación mientras sostenía un enorme… ¿mazo…? cumpliendo con la función que se le asignó.

Me cubrí nuevamente mientras pensaba en una forma en la que pudiera salir sin que me vean. Podría correr lo que falta del pasillo, pero el sonido de mis pasos llamaría la atención de esa cosa.

Me rascaba la cabeza ante la desesperación, estaba tan cerca, no podía rendirme ahora. ¿Pero que podía hacer?

Me quedé viendo al suelo un rato mientras pensaba en una solución, hasta que me di cuenta de algo. Entre el suelo y la ventana había un desnivel.

Se me ocurrió una idea, ¿pero funcionará?

—¡Bueno, peor es nada…! —solté un pequeño gritó antes de taparme la boca inmediatamente.

X-XX-XXX-XX-X

El guardián se detuvo volteando la mirada en dirección de las celdas, estaba seguro de que escucho una voz. Se acerco a la pared que dividía su sala con las celdas asomándose para ver que no hubiera nada raro.

Incluso aunque no lo admitiría, agradecía que pasará algo que lo distrajera de este aburrido trabajo.

Recorrió todo el pasillo con la vista, para su desgracia no encontró nada que le pueda entretener. Solo esos sacos de carne qué han estado en el mismo lugar desde hace tanto tiempo. Aunque le llamo la atención que uno parecía estarlo viendo, pero lo desestimo inmediatamente.

Después de todo, ellos nunca han hecho nada en todo este tiempo, incluso cuando lograron salir de sus celdas. Por que se molestarían en intentar algo ahora.

El guardián se retiro para seguir cuidando el lugar.

Ajeno a él, debajo de la ventana se encontraba Honoka pegada a la pared escondiéndose de aquella criatura. Cuando la pelinaranja escucho los pasos alejándose, dejo de contener su respiración y soltó un pequeño suspiro.

Sin querer arriesgarse más de lo ya lo estaba, Honoka avanzó a gatas sin alejarse mucho de la pared. Cada vez que escuchaba los pasos acercarse se quedaba quieta y seguía cuando se alejaban.

Tras unos largos y tediosos minutos que duraron bastante, Honoka por fin llegó hasta las escaleras. Subió de la misma forma los primeros tres escalones, siempre tratando de permanecer escondida a los ojos del guardián.

Un sentimiento de alivio la inundó cuando estaba seguras de que aquella cosa ya no podría verla. Uno que se transformó en miedo cuando subió todas las escaleras, dándose cuenta que el siguiente pasillo era más estrecho, a penas y alcanzaba una persona. Además de que se encontraba sumido en la oscuridad total.

Muchas dudas surgieron en su persona, tenía miedo de que algo saliera de las sombras para lastimarla. Un pensamiento algo ingenuo e infantil si todavía estuviera en su hogar con su familia, pero después de todo lo que experimento en ese lapso de tiempo, no se le podía culpar por sentirse así.

—(¿Esto era lo que sentía Eli cuando todavía le tenía miedo a la oscuridad?) —Se preguntó mientras retiraba una antorcha de la pared y la utilizaba para iluminar el camino frente a ella.

El pensar en su amiga de rubios cabellos le hizo recordar como hace unos días le llamo desde Rusia, solo para contarle como parecía que su miedo a la oscuridad ya no le afectaba tanto como antes. Aun no lo superaba como tal, pero al menos era un avance.

Aquel recuerdo sirvió para distraerla un poco, se alegraba de que su amiga por fin tuviera un progreso con ese problema que le acomplejo durante mucho tiempo. Aunque ahora se dio cuenta de un detalle importante.

—¿Qué hubiera pasado…? ¿Si fuera Eli la que estuviera aquí? —se cuestionó avanzando por el pasillo tratando de imaginar la reacción qué tendría su amiga de ascendencia Rusa —Aunque lo más probable es que terminará desmayándose solo por haber visto al guardián.

Los pensamientos de la ojiazul se vieron interrumpidos cuando un curioso sonido llegó a sus oídos. Uno que, por alguna razón, le era familiar.

—¿Eso es…? ¿Agua? —incrédula de lo que estaba oyendo, la joven Kousaka avanzó rápidamente hasta llegar al final del pasillo llegando a una nueva sala, aunque esta era muy pequeña. De quizás metro y medio en cada pared.

Pero lo más importante era que al menos una tercera parte del suelo servían como camino para que quien sea pueda pasar. Mientras que el resto era usado como un…

—¿Un canal de agua? —cuestionó la antigua Idol, había escuchado hablar sobre estas cosas durante sus clases de historia e incluso en el pasado vio uno que otro cuando fue de excursión en la escuela.

La garganta de Honoka se volvió mucho más áspera al ver como el indispensable líquido fluía libremente sin nada que la detuviera. Casi como si estuviera tentándola a tomar un trago.

Incapaz de resistirse, Honoka se arrodilló a la orilla del canal. Dejo la antorcha a un lado, teniendo el cuidado de que no se apagué.

Con ayuda de sus manos recogió un poco de agua, estuvo a punto de llevársela a la boca, pero la figura de su amiga de cabellos azul oscuros paso por su mente deteniéndola de hacer cualquier otra cosa.

Es cierto. Por poco se olvida que antes de tomar agua de la naturaleza debe de asegurarse de algunas cosas.

Primero debería confirmar que el agua no tuviera un color u olor raros. Para buena suerte, no parecía tener ninguna de ellas. Que no se encuentre ningún rastro de tierra o algún objeto que puedas terminar tragándote por accidente, eso incluye cualquier animal diminuto.

Al estar libre de todo eso, no dudo en llevarse las manos a la boca tomando el agua. Podría jurar qué su garganta le estaba agradeciendo por eso.

Tomó otros dos tragos hasta que la sed desapareció. Sintiéndose revitalizada prosiguió con su andar. Cuando paso a la siguiente sala, esta tenía forma cilíndrica qué se alzaba como unos dos o tres metros.

Sus ojos le brillaron con alegría al momento de ver una escalera que se encontraba fija a la pared. Pero en especial, al distinguir como unos rayos de luz se filtraba al lugar, los cuales entraba por la parte de arriba, aunque no podía ver de donde exactamente.

Aunque no se tenía que ser un genio para saberlo. Era la salida que tanto había buscado.

De manera impaciente comenzó a subir la escalera, el brillo de felicidad que irradiaban sus ojos parecía aumentar conforme se acercaba a la salida, ni siquiera se molesto en deshacerse de la antorcha para poder usar sus dos manos. Aunque dicha emoción se esfumó de manera abrupta cuando algo o alguien la detuvo al sujetarla del tobillo.

—¡Kyaaaah! —gritó al momento en que volteó a ver sobre su hombro, dándose cuenta de como uno de los “enfermos” la alcanzó. —¡No espera! ¡Suéltame!

Exclamó la pelinaranja en pánico, moviendo las piernas en un intento por soltarse, todo mientras se sostenía milagrosamente con una sola mano. Pero sentía como su fuerza iba cediendo cada vez más y más.

Desesperada ante la idea de ser encerrada en aquella celda nuevamente, hizo lo único que se le vino a la mente en ese momento. Con todas sus fuerzas arrojó la antorcha con la esperanza de, por lo menos, distraerlo para que la suelte.

Lo que no se esperaba, era que las llamas dieran de lleno en la cara. Pero no termino ahí, ya que la antorcha rebotó para terminar conectando con su pierna, más específicamente en la pantorrilla.

—¡¡Aaaahhhhh!! —el gritó de Honoka fue acompañado por un fuerte gemido de parte de pobre enfermo.

Este último se llevó las manos al rostro cuando la sensación de dolor lo invadió. Lo mismo se podría decir de Honoka, quien gracias a la adrenalina que recorría su cuerpo debido al susto, siguió subiendo las escaleras teniendo que apretar los dientes en un intento de aguantar el dolor.

Cuando logro subir todas las escaleras se dejó caer al suelo, donde se sujeto la pierna que resultó lastimada. Las lágrimas se deslizaban por sus mejillas sin detenerse ante el dolor que sentía. Se dio cuenta como una marca de quemadura se formó en su pierna. Era una suerte que no fuera muy grande ya que su calceta adsorbió la mayor parte de la quemadura.

Aguantando el dolor, la ojiazul se asomó para ver si ya no la estaban siguiendo. Sus ojos se abrieron con horror al ver como aquel enfermo se quedo en el piso de abajo viéndola fijamente con furia.

Ninguno hizo nada más que solo quedarse viendo el uno al otro. Pero fue la siguiente acción de aquel tipo, la que dejo a la antigua School Idol llena de pavor.

El hueco levantó el brazo derecho señalándola con el dedo índice, para de inmediato retraerlo tocándose la base del cuello con la punta del dedo pulgar. Y de un rápido movimiento su dedo recorrió toda su garganta.

Su propia garganta de repente se volvió a sentir completamente seca. No hubo palabras, pero el significado de aquella acción fue más que claro. Esa cosa la quería muerta. Pero inesperadamente solo dio media vuelta regresando en dirección de las celdas.

Honoka se dejó caer completamente agotada. La cabeza le dolía, estaba segura de que le daría una intensa migraña.

Cuando por fin se alivio el dolor de ambas partes logró levantarse.

—Por suerte no es algo que se vea muy mal. —expresó Honoka aliviada de que la quemadura no le impidiera levantarse o caminar.

Al ver que ya no había nada que pudiera atentar contra su salud, la ojiazul camino hasta la salida ansiosa por tener, aunque sea un momento de tranquilidad. Cuando atravesó el rastrillo tuvo que cerrar los ojos pues la intensidad de la luz la estaba lastimando.

Cuando se logró adaptar a la luz, los abrió dándose cuenta de lo que había a su alrededor. Lo primero que noto es que se encontraba en alguna clase de patio central, no era muy pequeño, pero tampoco de grande. Para su buena suerte el lugar estaba completamente vacío.

Sus ojos se enfocaron en el pequeño tramo de escaleras que frente a ella que dirigían rumbo a un gran portón, el cual daba paso a una sala distinta.

Y en medio del lugar se encontraba…

—¿Una…? ¿Espada…? —expresó con duda al ver la mítica arma, que normalmente es usada en la mayoría de las historias de ciencia ficción y fantasía.

Se trataba de una espada de estilo europeo que estaba torcida en forma de espiral en el tercio fuerte de la hoja. La guarda tenía forma de estrella de cuatro puntas. Y la empuñadura era lo suficientemente larga para sostenerla con las dos manos de ser necesario. El arma media cerca de un metro de largo, cuya punta se encontraba clavada en el suelo con lo que parecía ser restos de cenizas a su alrededor.

Aquella espada parecía ser algo sacado directamente de alguno de los mangas que solía leer cuando estaba aburrida. Tampoco ayudaba que la luz del sol iluminara el sitio dándole un aire a historia de fantasía.

Algo que se esfumaría inmediatamente al ver como había algunos huesos que se encontraba entre las cenizas. De entre el montón de huesos sobresalía una caja torácica, que aun estaba en su mayoría completa, solo una que otra costilla rota. Y un cráneo humano, al cual le faltaba la mandíbula inferior.

Parecía ser que las cosas aterradoras no terminaban aquí. Pero la curiosidad volvió a dominarla cuando se fue acercando a paso lento hasta la espada.

Estaba tan absorta en sus pensamientos sobre esta aquella arma, que se volvió ajena al hecho de que mientras más se acercaba un resplandor rojizo empezó a emanar de las cenizas en el suelo.

Honoka se detuvo a escasos pasos de la espada. Su atención estaba solamente en ella. Su brazo de movió acercándose despacio con la intención de tocarla.

Y entonces paso. Cuando sus dedos se cerraron alrededor de la empuñadura, las llamas cobraron vida abruptamente desde las cenizas.

—¡Aahhh! —asustada ante el repentino surgir del fuego, la pobre chica terminó cayendo sobre su trasero.

Le tomó unos minutos recomponerse del susto, pero cuando en cuanto sus ojos se fijaron en la hoguera recién formada, una extraña sensación recorrió todo su cuerpo. Puesto que, todo rastro de tensión desapareció de ella. Sus ojos parecían haberse nublado casi como si se hubiera quedado hipnotizada.

Se acodo despacio tomando una posición de seiza frente al fuego.

—(Este fuego… Es cálido y reconfortante…) —fueron los pensamientos de la pelinaranja mientras cerraba los ojos disfrutando de la agradable sensación que brindaba la hoguera.

Gracias a esto, fue incapaz de darse cuenta de como una enigmática neblina dorada la rodeo. La cual no dejaba ver más haya de unos centímetros de su posición. O como un tenue brillo naranja cubrió su cuerpo de pies a cabeza, y que también causó que la pequeña quemadura de su pierna se desvaneciera para instantáneamente restaurar la piel a su estado natural.

Solo se encontraba ella y la hoguera, acompañados únicamente por la soledad.

X-XX-XXX-XX-X

Mientras en otra parte, en una sala diferente pero que también tenía un canal de agua, se encontraba otra hoguera muy similar a la que encontró la joven Kousaka.

La misma espada clavada en el suelo y los mismos huesos sobresaliendo de las cenizas que dejaba el fuego.

Pero lo que más llamaba la atención, era la persona que se encontraba acostada frente a la hoguera.

Era alto, quien quizás sobrepasa el metro ochenta de altura. Vestían un pantalón de mezclilla con un desgarro a la altura de la rodilla y una campera roja con negro, pero lo más extraño era que las dos prendas se encontraba sucias cubiertas de tierra, polvo y unas extrañas manchas oscuras que no se podían identificar bien de que eran.

Su cabeza permanecía oculta debajo de un casco metálico que solo dejaba una pequeña rendija para ver. Un pequeño peto cubría la zona de los pectorales y un poco del abdomen. Un par de guanteletes metálicos protegían sus manos y los antebrazos. Qué igual manera que unas botas metálicas ayudaban a brindar protección a los pies y las piernas.

Todas las partes de la armadura tenían cierto nivel de oxidación, lo cual indicaba que su usuario no las mantenía en las mejores condiciones.

Aquel sujeto parecía estar durmiendo profundamente, ni siquiera se veía afectado a pesar de estar en el frío suelo. El dedo meñique de su mano izquierda tuvo pequeños movimientos antes de que se cerrarán con fuerza formando un puño.

Sus ojos se abrieron detrás de las rendijas del casco, dejando al descubierto como su ojo izquierdo tenía el iris color violeta, mientras el derecho tenía un curioso color blanco que cubría tanto la pupila como el iris.

—¡Aaaahhh! —gritó a penas despertó. Levantándose de golpe comenzó a buscar desesperadamente en su cuerpo, como quisiera asegurarse de que todo su ser se encontrará en buen estado.

Solo tras cerciorarse de que su cuerpo estuviera completamente bien, se pudo relajar recostándose contra la pared. No le importo mantenerse de pie, así que se dejó caer hasta quedar sentado.

—Maldita… sea… volví a fallar… —fue lo primero que dijo al darse cuenta de donde estaba. Volteó la mirada al suelo donde se encontraban tirados un pequeño escudo redondo y una espada oxidada qué parecía estar a punto de romperse.

Se quedo viendo las armas durante unos minutos antes de soltar un suspiro. Extendió los brazos para tomarlas y una vez que estuvieron en sus manos le volvió a levantar.

—Tengo que salir de este lugar… —fueron sus palabras llenas de determinación al momento de dirigirse a la salida que aquella sala —No pienso quedarme aquí para pudrirme con el tiempo.

Apretó el mango de la espada con fuerza mientras más se acercaba a la salida. La luz que entraba lo deslumbro y durante unos segundos no pudo ver lo que tenía adelante, como si se le intentará advertir sobre el incierto futuro que le esperaba del otro lado.

X-XX-Fin-XX-X

—¿Qui-quien eres tú? —cuestionó Honoka al tener enfrente a aquella persona con armadura.

—¡Ten cuidado niña! —gritó el acorazado hombre intentando alcanzar a la pelinaranja.

—No, no, no… ¡Déjame salir! —gritaba con desesperación la ojiazul mientras golpeaba una pared hecha de neblina.

—¡Cierra los ojos! —le ordenó mientras escuchaba como los pesados pasos se acercaban hasta ellos.

—¡Aahhh! ¡¿Qué es esto?! —gritó la pelinaranja en pánico al ver el estado en el que se encontraba su cuerpo.

—¡¡Aaaahhh!! —gritaron ambos cuando unas enormes garras los sujetaron llevándoselos de inmediato.

—Esto y más en el próximo capitulo de “Dark Chant” llamado…

-Muerte ausente, desesperación sin fin. -

—Los esperaremos en el próximo capitulo. —declaró Honoka, quien tenía una apariencia ligeramente cansada. Detrás de ella se encontraba la hoguera iluminado todo al lugar —Podemos hacerlo… Faito dayo.

La hoguera se apago dejando a oscuras el lugar.

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Aclaraciones:

1. Según los datos oficiales de Umi que encontré, tiene una hermana varios años mayor que ella y que dejo de vivir con ellos. No explican si por que esta casada o por que vive sola.

2. Según los datos oficiales de la madre de Kotori, encontré que, aparte de no tener nombre, ella ha tenido tres hijos contado a Kotori.

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Buenos hasta aquí llega el capitulo de hoy.

Como vimos, Honoka llegó al mundo de Dark Souls. Más específicamente al “refugio de los no muertos”. Y así como todos en la primera vez que jugamos este juego, tuvo suerte de salir casi ilesa… Por ahora.

A partir de los siguientes capítulos, comenzará el verdadero infierno para ella y el misterioso personaje que también está atrapado en el refugio.

Espero que esta historia les haya gustado, dale a favoritos o agregarla a su biblioteca (dependiendo de donde la esté leyendo). Dejen sus comentarios sobre que les pareció, sus opiniones y que se puede mejorar.

Nos vemos hasta la próxima.

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