Alexer fue impactado por el torrente frio, elevándolo nuevamente por los cielos, para después hacerlo caer de cara contra el piso.

—¡Maestroooo! —

—¡Sucios bastardos, no me toquen! — Alexer se levantó de inmediato, de su frente brotaba sangre, cayéndole por la nariz hasta los labios. Sentía el sabor de la sangre en la boca. — No puedo creer que el cosmos de Hyoga se haya elevado tanto... Acaso... Hyoga logro el aire frio del cero absoluto— Alexer tiembla, es la primera vez que sentía un frio así, parte de su armadura azul está congelada, aquellas corazas eran capaces de repeler cualquier temperatura, sin embargo, el torrente de la ejecución de Aurora combinado con el aire frio del cero absoluto, era algo que jamás se había visto.

—Mi maestro me enseño que debo dominar la fuerza de los hielos eternos y que mientras más fuertes sean sus enemigos, su cosmo se hará más grande... — Hyoga recuerda a su maestro Camus y a la terrible batalla en la que se vio envuelto con él dentro del templo de acuario.

Por el corredor, tras la espalda de Hyoga se escuchan pasos apresurados, Hyoga se da media vuelta para ver de quien se trataba. El cisne se sorprende al darse cuenta que se trata de Yakkof, el pequeño niño que había enviado a buscar a la princesa Natassia.

—¡Hyoga! ¡La señorita Natassia salió! ¡Se dirige hacia la tormenta de nieve! —

—¡¿Qué es lo que dices?! ¡Oh no, no es posible! ¡Ella no sobrevivirá más de tres minutos! —

Alexer, a su lado, se ve igualmente asustado: —¿¡Qué!? ¡Na...Natassia!  —

Alexer rapidamente ordena a sus soldados salir a buscar a Natassia alrededor del castillo. De igual forma, él sale junto a Hyoga, esperando que no sea demasiado tarde para la joven princesa.

La tormenta azota las tierras de Bluegrad violentamente, inclusive para Alexer y Hyoga, el viento es fuerte y desgarrador. Llamando a la princesa por su nombre, se dirigen hacia el camino real, ese que conectaba anteriormente a la población de Yakkof con Bluegrad. A lo lejos observan un risco de hielo gigante. En su interior, lamentablemente se encuentra Natassia.

Alexer corre a encontrarse con ella, su rostro parece triste debajo del hielo. Con fuerza golpea el tempano, odiándose por no haber podido evitar esto antes.  —¡Oh no! ¡Si solamente hubiera llegado aquí un poco antes! ¡Natassia! ¿Por qué lo hiciste? —

—¡A un lado, Alexer ! — Hyoga tira del brazo a Alexer, alejándolo bruscamente de aquel sitio.

—¿Hyoga...?     — Alexer se ve confundido.

Hyoga utiliza la última reserva de su cosmos que le queda para romper el ataúd de hielo: —¡Ahhhg! — El golpe asesta contra el centro del ataúd, haciéndolo romperse en miles de pedazos. Rápidamente el cuerpo de Natassia cae, Hyoga la sostiene entre sus brazos. Su piel esta fría, estaba perdiendo color, parece estar inconsciente.

—¡Natassia ! — Grita Alexer preocupado.

—Está bien, ella aún respira. ¡Está sana y salva!  — Responde Hyoga dándose media vuelta para entregarle el cuerpo de su hermana a Alexer.

Alexer toma a Natassia entre sus brazos.  —Natassia... Natassia — Llama Alexander esperando que aquella reaccione o en su defecto pueda escucharlo. — Lo siento. Yo... yo me equivoque Natassia, perdón, hermana... Concédeme tu perdón... — Alexer comienza a derramar unas cuantas lagrimas sobre el rostro de Natassia.

—Vamos Yakkof, ¡regresemos al pueblo! — Menciona Hyoga en un susurro hacia su acompañante, dándose media vuelta para emprender una caminata.

—¡Si! — El chiquillo asiente con la cabeza y enseguida sigue los pasos del mayor. Ambos comienzan a tomar distancia, sin embargo, la voz de Alexer los obliga a detenerse:

—¡Espera, Hyoga! ¡Respóndeme! ¿Por qué me has ayudado? —

—No es especialmente por ti que yo he querido salvarla. Yo sé que ahora tú vas a pasar el resto de tu vida expiando tus culpas. Además... si tu no estuvieras, Natassia perdería su razón de vivir. —

Dicho aquello, Alexer voltea a ver a Natassia, quien poco a poco recobra el color de sus mejillas.

—Y... Mi madre se llamaba Natassia también... —

El cisne parte enseguida, perdiéndoseentre la nieve.