XVI. Traidor
ADVERTENCIA: Escenas +18, no leer si son sensibles ante este tipo de contenido, si son menores de edad leer bajo su responsabilidad.
El nacimiento de Ryunosuke había traído consigo un caos, los pequeños ataques que los rebeldes llevaban acabo eran truncados por los guardias y los hacían retroceder debido a ello.
Su frustración era tanta que se la pasaba horas ideando nuevos planes para no ser descubiertos, buscaba la manera de no poner a nadie en desventaja y sobre todo, no perder a los pocos rebeldes.
¿Cómo atacaría esta vez? Si intentará un ataque rápido solo sería para debilitar a las tropas de Beldam y al mismo tiempo no perder a ningún rebelde, pero eso no sería apropiado. Necesitaban un golpe más fuerte, no entendía cómo pero sus movimientos se había hecho predecibles para el enemigo.
Veía los mapas una y otra vez intentando buscar alguna manera para debilitar el reino, algún ataque para quebrar esos muros y recuperar sus tierras, algo que pudiera regresarle la seguridad a todas esas personas.
Frunció su entrecejo sin nada más por hacer, se dejó caer sobre la silla y suspiró frustrado, molesto y hasta desesperado. Unos brazos fuertes rodearon su cuello, y unos labios comenzaron a dejar pequeños besos sobre su mejilla izquierda.
-¿Molesto?- cuestionó Miguel con un toque de coquetería en su voz, él estaba igual de frustrado que Hiro, quien lo miro unos breves segundos y asintió.
-Cómo no tienes idea- murmuró tallando su frente, Rivera lo miro y sonrío complacido, dejando aún más besos sobre sus mejillas y el resto de su rostro de poco a poco.
-Toma un descanso, tal vez eso ayude- murmuró el moreno con una sonrisa -¿Cómo dice tu hermano?- se cuestionó más a sí mismo que al contrario -¡Busca otro ángulo!- repitió.
El plateado se levantó de la silla y miró a Miguel, dispuesto a besar sus labios, dejando que su estrés se fuera en aquella acción. Lo quería demasiado, nunca había experimentado aquel sentimiento pero era justo como lo que decían las obras de romance, aquellos aspectos que parecían una enfermedad ante sus juveniles ojos, ahora eran una nueva forma de compartir sus gustos.
-Tienes razón, debería descansar- murmuró Hiro, apoyando su frente en el pecho del moreno, quien acaricio su largo cabello negro.
-¿Podemos tener una cita?- cuestionó después de un rato, logrando que el futuro líder lo mirara con una sonrisa burlona.
-¿Una cita?- cuestionó de vuelta.
-Ya sabes, lo que hacen las parejas cuando se aman. Comparten tiempo, gustos, comen y hasta bailan a veces; además, sería nuestra primera cita- explicó.
-Nunca había oído de tal cosa- explicó Hiro cruzándose de brazos.
-Los plateados son unos aburridos entonces- murmuró Miguel llevando una de sus manos a su mentón.
-¿Me acabas de llamar aburrido, Rivera?- cuestionó Hiro con un tono de voz burlón. Miguel sintió su cuerpo tensarse y su piel palideció.
-¡No... yo solo, no quise decir eso, es solo que... arrrgh! Pido piedad, perdóname- murmuró frustrado azotando una de sus manos contra su frente mientras Hiro lo miraba con sus brazos cruzados, de manera burlona.
Le gustaba hacer eso, poner nervioso al rojo sin razón aparente para ver sus reacciones. Hiro nunca compartió los ideales de los plateados, no creía que las sangres fueran diferentes solo por su color pero no estaba familiarizado con bastantes costumbres rojas.
El plateado comenzó a reír después de eso, acercándose de nuevo a Miguel para besarlo apasionadamente mientras el otro sentía que moriría de los nervios, después de algunos segundos en que ambos cuerpos dejaron la tensión que sentían se separaron.
-Tengamos una cita entonces- murmuró Hiro con una sonrisa. Miguel le devolvió la sonrisa sin soltar la cadera del otro, luego quito algunos cabellos del rostro del plateado y los coloco tras su oreja.
-Te quiero- murmuró besando una vez más a su pareja, Hiro sonrío sobre el beso.
[...]
Un gemido salió de entre sus labios, provocando que ambos tuvieran un espasmo por el apareciente orgasmo.
Kyle salió del cuerpo de su compañero y lo miro con una sonrisa, mientras Marco sonreía por el sentimiento de comodidad que le había otorgado el plateado.
Ninguno de los dos lo sabía del todo, ¿qué era aquel sentimiento que comenzaba a hacerse presente? Habían comenzado con una enemistad cuando se conocieron, pero esta escalo rápidamente a una amistad provocando que ambos hablaran con el otro de sus sentimientos más íntimos, sus anhelos e incluso sus miedos.
No había día en el que alguno de los dos compartiera alguna anécdota de su pasado, algún secreto o un simple comentario que daría paso a una platica profunda, por ende, el sexo se había vuelto mucho mejor para ambos.
Ninguno de los dos se daba cuenta de que aquel sentimiento de comodidad en realidad era amor, seguían cegados por el hecho de que: 1. Kyle amaba a Hiro y 2. Marco no podía abrirse emocionalmente a nadie.
-¿Se sintió bien?- cuestionó Kyle tumbadose alado del moreno, quien asintió y giro su rostro para poder ver mejor a Hamada.
-Se sintió bien- apoyo con una sonrisa.
-Si quieres que cambie algo o tal ve-
-Esta bien así Kyle, se sintiente bien- murmuró colocando su mano en el pecho del contrario.
Kyle sonrío y abrazo a Marco, aquel acto se había vuelto habitual después del sexo, compartiendo el calor de sus cuerpos y su comodidad.
-¿Por qué crees que no hemos podido avanzar en las misiones?- cuestionó Kyle después de un rato de silencio. Marco lo miro intrigado.
-Es como si hubiera un traidor entre nosotros- susurro Marco entonces, dejando que la primer idea saliera de su boca sin razonarla totalmente.
-¿Qué?- Kyle enarco una de sus cejas y después negó.
-Los únicos que sabemos los planes somos nosotros, debería haber un traidor. Pero eso es imposible, ninguno de nosotros podría ser un traidor- explico levantando sus hombros.
El plateado asintió y después suspiro, posando una de sus manos sobre su frente. Su estrés por no avanzar después de una buena racha comenzaba a acumularse.
[...]
-Es el momento- murmuró Kubo mirando a Hiro.
-¿Después de la mala racha que están teniendo?- Tipolina los miro confundida, cruzándose de brazos.
-Es el mejor plan que tenemos hasta ahora- murmuró Kubo cruzándose se brazos de igual manera, mirando al futuro líder.
-Kubo tiene razón, tal vez sea momento de decirle al mundo que estamos vivos y el como Beldam esta acabando a mi pueblo- Hiro miro sus manos intentando buscar una posible abertura a su plan.
-Hiro, esa no es una buena opción. Sería cometer suicidio si lo piensas con claridad- Tipolina comenzó a hacer ademanes para explicarse mejor, mirando con seriedad a ambos chicos.
-Todos nuestros planes se están viendo perjudicados, no vamos a poder avanzar más si no nos damos prisa- excusó Kubo frunciendo su entrecejo.
-¡Sigue siendo suicidio!- protesto la morena molesta.
-¡Pero es nuestra única oportunidad!- protesto Kubo.
-¡Ya basta, dejemos de discutir!- murmuró Hiro molesto -Lo haremos, está decidido. No podemos arriesgar a los rebeldes en este plan, y mucho menos podremos perjudicar a mis hermanos- explico revolviendo su cabello frustrado -Lo haremos rápido y solo nosotros dos, nos meteremos en el castillo de Beldam.
-Hiro- murmuró Tipolina en un intento vano de hacerlo entrar en razón.
-¿Nos ayudaras?- Hiro la miro con seriedad, dando a entender que su decisión era inamovible.
La morena suspiro, negando ante su propia decisión pero no dijo nada, miro a Kubo quien la miraba atento con seriedad, luego a Hiro, quien tenía una firme mirada puesta sobre ella.
-Esta bien, los ayudaré. Pero más les vale regresar con vida de esto sino, yo misma pateare sus culos- murmuró acercándose a ambos, azotando su dedo índice en los pechos de ambos plateados.
[...]
-¿Alguien sabe qué es lo que se supone que están haciendo?- cuestionó Leonardo en dirección a Camilo y Miguel, quienes levantaron sus hombros con curiosidad.
-No lo sé, Hiro me ha ignorado constantemente- explico Rivera con un tono de voz melancólico.
Su idea de la posible cita se había visto truncada de diversas maneras, desde simples misiones rápidas hasta el hecho de que Hiro no tenía tiempo siquiera de saludarlo.
-¿No es gracioso?- Camilo comenzó a reír de manera cínica después de su propia pregunta -Nos han utilizado todo este tiempo y solo comienzan a fallar las misiones nos desechan- explico el rizado con molestia.
-No digas eso Milo, debe haber otra explicación para esto- propuso Leonardo mirando a su amigo con preocupación -Kubo y Hiro no son esa clase de plateados, lo sabemos bien- defendió.
-¿Cómo lo saben? ¿Solo porque se los cogen?- Madrigal se cruzo de brazos y negó -Sigue siendo plateados parce, en cuanto no nos necesiten nos desecharan- explico mientras pegaba con una de sus manos echa puño su otra palma.
-Leonardo tiene razón, no es posible que ellos hagan eso. Seguro hay otra explicación para lo que está pasando- sugirió el Rivera levantando sus hombros.
-Piensen lo que quieran, pero tal vez solo están haciendo esto por su conveniencia- murmuró Camilo alejándose de ellos, dejando un amargo sabor de boca en ambos morenos.
[...]
-¿Ya consiguió lo que necesito?- cuestionó Hiro a Tipolina, quien negó por medio de la imagen que se veía en el reloj.
-No, la tecnología en mi pueblo no es tan avanzada como tu cerebro. No he podido acceder al campo- explico negando.
Hiro suspiro frustrado después de eso, ya estaba lo bastante molesto porque parecía que los rojos tenían algo contra ellos, además, Miguel se había comportado de una manera bastante grosera con él y sumado a esto, las misiones aunque seguían siendo rápidas y precisas, seguían fallando.
Comenzo a asentir con la cabeza mientras posaba su mano sobre sus párpados, intentando mantener la compostura de su estrés, enojo y frustración al margen. Quito su mano después de algunos segundos de manera brusca, y poco después de ello miro a su amiga.
-Iré en cuanto pueda, intentenlo un poco más- explico colgando la llamada después de ver a la morena asentir.
-¿Molesto?- cuestionó Kubo entrando al salón, mirando a Hiro bufar y refunfuñar.
El mencionado miro a su amigo y asintió, levantándose de la mesa con brusquedad y caminando por todo el salón.
-¡No puede ganarnos cuando estamos tan cerca!- insistió Hiro, Kubo asintió mientras se recargaba en la mesa y después se cruzo de brazos -¡Esa estúpida mujer tiene que tener una debilidad y la tengo que encontrar!- insistió.
-Hiro, deberías calmarte- murmuró el caballero tomando a su amigo de los hombros y después sonriéndole -Es frustrante para todos esto, pero si pierdes la compostura solo estarás logrando que ella gane atacando aquí- señaló su cabeza y después su corazón -Me tienes a mí para recordarte esto- explico frotando una de sus manos sobre su cabeza y después abrazando al futuro líder.
-A veces, no sé qué haría sin ti- murmuró Hiro correspondiendo el abrazo.
-Explotar a la primer persona que te cruce en frente, o tal vez morir aunque eso último lo dudo- Kubo comenzó a reír -Uhm... tal vez te convertirias en un científico loco- y con aquella comentario ambos comenzaron a reír.
-Apenas estaba pensando en algo- murmuró Hiro separando su cuerpo del de su amigo con lentitud -Prometiste siempre estar a mi lado, y no has roto tu promesa en ningún momento- murmuró bajando su mirada.
-Hiro, no solo son mis votos como tu guardia personal- Kubo suspiro mirando directo a los ojos de Hiro -Eres más para mí que unos simples votos- explico recordando toda la ayuda de los Hamada durante su infancia, y sintiendo en su pecho el palpitar de su corazón por Hiro, a quien veía como un hermano e incluso compañero de aventuras.
Detrás de esta escena estaba Camilo, quien escucho el último comentario con una cara de molestia. ¿Cómo se atrevían esos dos a verle la cara de idiotas a sus amigos? Olvidando totalmente a lo que venía, camino por los pasillo del castillo hasta encontrar a Marco, quien lo miro con confusión.
-¿Sucede algo? ¿Negaron la petición?- cuestionó el mayor de los Rivera mirando a su amigo.
-Necesito que me lleves de regreso al campamento- pidió sin ocultar su molestia.
-¿Milo?
-Marco, por favor, solo hazlo rápido- insistió.
Rivera asintió sin insistir más, abriendo un portal en dirección al campamento. Camilo atravesó dicho portal y camino en busca de Leonardo y Miguel, dispuesto a comentar lo que había escuchado.
-Deberías tomarte un tiempo para disfrutar algo- Kubo levantó sus hombros y miro en dirección a la ventana -¿Has visto a Baymax?
Aquella pregunta retumbó en la cabeza de Hiro, quien negó instantáneamente.
-No, he estado tan ocupado con otras cosas que he olvidado por completo al pobre dragón- explicó Hiro caminando con delicadeza por el salón -Debería ir a verlo justo ahora- murmuró.
-Pídele ayuda a mi abuelo, estoy seguro de que la necesitarás- explico.
Hiro asintió y salió del salón, siento interceptado en el pasillo por Marco quien se paro frente a él con una enorme sonrisa.
-¿Y qué piensan al respecto?- cuestionó Marco con una sonrisa coqueta.
-¿Qué pensamos?- Hiro ladeo su cabeza mientras entrecerraba sus párpados -Lo lamento, estoy confundido y tengo algo de prisa. Discúlpame Marco- se despidió con una ligera reverencia y siguió su camino, dejando al moreno confundido.
-¿Ocurre algo?- cuestionó Kubo en su dirección, saliendo del salón acomodando sus cabello con ayuda de un listón rojo.
-¿Camilo no les dijo?- Marco miro en dirección a donde Hiro caminaba con rapidez hasta perderse.
-Camilo nunca apareció con nosotros, así que, supongo que no sé de qué hablas- Kubo enarco una de sus cejas después de atar su cabello, cruzándose sus brazos.
-Teníamos una idea de que hacer para debilitar las zonas próximas al campamento. Por alguna razón hay demasiados militares a nuestro alrededor y la gente tiene miedo de ser encontrada- explico.
Kubo asintió y con una seña le pidió a Marco entrar en el salón.
Hiro llego hasta los establos, donde busco al dragón pero no lo encontró. Confundido salió de la zona y busco con la mirada algún sirviente pero no encontró ninguno cerca.
Siguió caminando por diversas zonas más del castillo en busca de Baymax, pero el dragón parecía haber desaparecido.
[...]
Su pecho subía y bajaba con rapidez, las imágenes en su mente eran tan rápidas que apenas podía asimilarlo.
Un beso, veía los labios de dos personas retozandose.
El camino nupcial de alguna chica, a quien todos venían mientras la juzgaban y murmuraba ante su paso. Pronto la imagen cambió por tercera vez, sintiendo frío y rodeado de oscuridad, para luego volver a cambiar en un escenario lo suficientemente horrible como para sentir que moriría allí mismo.
Nunca había tenido tantas visiones en una sola vez, su cuerpo comenzaba a agotarse y nisiquiera sabía en qué momento pararía.
Era como ver los recuerdos de alguna persona, pero no estaba seguro de quien, o tal ves, todas aquellas escenas eran posibles escenarios que viviría.
El olor a sangre y quemado impregnó de repente su olfato, sacando de su trance y haciéndolo mirar mejor el lugar. No lo reconocía pero sabía que si ocurría, el escenario de una guerra era algo inevitable.
Pronto cambio de nuevo, el lugar donde estaba no lo había visto jamás, y siendo sincero, no sabía cómo es que se veía a sí mismo en aquel lugar.
Su propio cuerpo estaba sentado sobre uno de los bancos de aquella cantina, se notaba apagado y bastante deprimido. Nando entró a la escena intentando cargar su cuerpo mientras dejaba algunos billetes en la barra.
-¡Leo!- gritaron como si fuera un eco, sabía que aquella voz venía de la realidad y no de aquella visión -¡Leonardo despierta!- volvieron a gritar.
Con todo su esfuerzo, el moreno se concentro en seguir la voz que lo llamaba con ansias para poder despertar lo antes posible.
-¡Leonardo!- grito Miguel frente a su rostro cuando despertó, parpadeando múltiples veces para poder enfocar a Rivera.
-Miguel, ¿Ocurre algo?- cuestionó sobando su cabeza.
-Camilo nos ha buscado por un rato, quiere hablar con nosotros de algo- explico el castaño levantando sus manos a la altura de sus hombros -Dice que es muy importante, perdón por despertarte.
-Esta bien, tuve algunas visiones pero...- se lamio los labios y miro a Miguel, quien lo veía atento -Esta vez fue... raro.
-Si no te sientes bien, le puedo decir a Camilo que venga- explico mirando a San Juan con preocupación.
-Esta bien, creo que yo puedo- insistió el moreno levantándose del sillón de su sala.
[...]
Para cuando la noche cayó, Hiro había decido a bajar a los calabozos del castillo como última opción al no encontrar a Baymax en ningún lado.
Camino con algo de miedo al escuchar los sonidos de las ratas y las cadenas en el lugar. Miro atento la zona y sintió su respiración parar al notar al enorme dragón frente a él, el reptil lo miraba de manera penetrante causándole culpabilidad a Hiro.
Había triplicado su tamaño al menos, y lo mantenían atado a cadenas para evitar algún accidente, pero al Hamada aquel acto le molesto.
-Hola amigo, perdóname por tardar en venir- murmuró mientras se acercaba hasta el dragón y colocaba una de sus manos en el enorme hocico -¿Por qué te tienen atado?
-Se volvió bastante agresivo- explico la voz de Nakamura, quien aparecía detrás de él con una sonrisa -Pero supongo que es normal, después de todo, es uno de los depredadores más peligrosos y grandes del planeta- explicó.
Hiro observo al dragón, quien parecía de lo más tranquilo ante su presencia.
-Retiraré las cadenas- advirtió abriéndose paso y quitando las cadenas ante la atenta mirada del Lord.
-Debería tener cuidado joven Rey- insistió el hombre.
-Sé lo que hago, yo lo crié- insistió de nuevo quitando la última cadena y dejando en total libertad al enorme dragón.
[...]
Las cuerdas de su guitarra sonaban en una melodía melancólica, ¿aquello que había dicho Camilo era cierto? No quería descubrirlo.
De ser así, todo este tiempo tal vez si había sido un rotundo engaño. ¿Y si solo los estaban utilizando para su beneficio y en cuanto consiguieran de nuevo sus tierras los dejaban?
Quería negarse a todos esos pensamientos que lo carcomian desde adentro, taladrando sus entrañas y haciéndolo cuestionarse en más de una ocasión si esto era lo correcto.
Marco entró en ese momento a la habitación, con una enorme sonrisa acompañando su rostro.
-Coco esta mejor, podrían darla de alta muy pronto- explico sin quitar su sonrisa en ningún momento, aún cuando noto el sonido de la guitarra que tocaba su hermano -¿Ocurre algo?
Miguel negó y dejó de tocar, pata poder observar mejor al mayor y sonreír en su dirección.
-Espero que sea pronto, necesito verla. Le prometí que aprendería a tocar la guitarra si salía sana de la enfermería- explico.
Marco asintió y tomó asiento junto al menor, a quien observo atento. A veces Miguel solía quedarse callado y la compañía de alguien a quien aprecia era suficiente para hacerlo reanimar, pero cuando este soltó algunos suspiros supo que no era una ocasión así.
-Miguel, soy tu hermano y me preocupas. Por eso vuelvo a preguntar ¿Ocurre algo de lo que quieras hablar?- Marco coloco una de sus manos sobre la mejilla de su hermano, ejerciendo un poco de fuerza para manipular su rostro y que lo viera directo a los ojos.
-Camilo me dijo algo que me hizo pensar en demasiadas cosas- aseguró el menor bajando la vista.
-¿Qué fue lo que dijo?- insistió.
-¿Crees que a Hiro le gusto Kubo en algún momento de su vida o viceversa?- cuestionó el menor aún sin mirarlo, provocando que Marco frunciera sus cejas con curiosidad.
-¿Qué mierda?- se cuestionó a sí mismo.
-Quiero decir-
-Sé lo que quieres decir, entendí- insistió el mayor interrumpiendolo -Miguel, ¿acabas de escuchar la matadota que dijiste?- el mencionado miro a su hermano con enojo -Literalmente esos dos se ven como hermanos o algo así y tú crees que alguno de ellos sentiría algo por el otro.
-¿Cómo estás tan seguro de eso?- insistió.
-¿De verdad crees que Kubo estaría con Leonardo de poder estar con Hiro? ¿O qué Hiro estaría contigo de poder estar con Kubo? ¡No digas esa mierda Miguel!- Marco frunció su entrecejo molesto y se levantó de su lado -Sí te sientes inseguro ve y dilo, no estés con tus mamadas.
Y con aquellas palabras, Marco abrió un portal y aventó el cuerpo de su hermano dentro, cerrando lo rápidamente en el proceso.
Miguel apenas entendió lo que sucedió, para cuando reaccionó su cuerpo ya estaba en los pasillos del castillo, mirando a algunos sirvientes que pasaban por el lugar sin prestarle mucha atención.
Comenzó a caminar por diversos pasillos, buscando la habitación de Hiro, y en cuanto la encontró noto que la puerta estaba abierta. Asomo su cabeza por el marco de la puerta notando que el susodicho no estaba ahí.
Suspiro rendido dispuesto a esperarlo sentado en la cama pero en cuanto tomo asiento sobre esta, la imagen del cuerpo de Hiro apareció frente a él.
Hamada mantenía un rostro molesto y tenía entre sus manos un trapo blanco con el que se secaba las manos. Su rostro cambió totalmente en cuanto vio al moreno en su habitación.
-¿Miguel? ¿Qué haces aquí?- cuestionó limpiando sus manos en el trapo y dejando el mismo en el mueble más cercano.
-Yo...- Rivera bajo la mirada apenado, suspirando en repetidas ocasiones para calmarse -Te he notado muy raro y distante. Supuse que tal vez tú...- se mordió los labios, Hiro se sentó a su lado y tomó el rostro de Miguel entre sus manos, obligandolo a verlo.
-Lamento mucho si así lo sientes, no era mi intención hacerte sentir desplazado de alguna manera. Es solo que, las cosas no están resultando como yo quería- explico en brevedad para después besar al moreno de manera necesitada -Lamento haber arruinado nuestra cita con mis deberes.
Miguel miro a los ojos del contrario, tan agotados y llenos de cansancio. Entendió en ese momento que lo que había pensado estaba mal, y su hermano tenía razón, Hiro y Kubo se veían como hermanos, tal vez tan cercanos a él y Marco, incluso a Leonardo.
Se sintió mal por sus pensamientos, por como todo había jugado con su mente. Miro de nuevo a Hiro, tomándolo de la cintura y sentandolo sobre él con un solo movimiento, besando su cuello delicadamente.
-Perdóname- susurro más para sí mismo que para Hiro. El pelinegro frunció su entrecejo y se separó un poco de Miguel.
-¿Por qué exactamente?- coloco ambas manos sobre los hombros de su novio.
-Camilo dijo que...- bajo la mirada -Dijo que te vio con Kubo y nos hizo dudar a Leonardo y a mí en como nos veían- explico.
-¿Qué?
-Solo piénsalo un poco. No me hacías caso, te la pasabas ignorando mis intentos de acercarme a tí y durante esos días solo se trataba de Kubo y tú. Lamento muchísimo el haber dudado de tí de esa manera- insistió.
Hiro lo miro algo indignado pero asintió sin más, ahora entendía porque Kubo se había molestado hace algunas horas y le había pedido a Marco llevarlo al campamento.
-Debo de admitir que esto me ofende. Pero esta bien, acepto tus disculpas- asintió y besó los labios de su novio, dejándose llevar por las sensaciones.
Miguel atrapó el cuerpo de Hiro entre sus brazos, delineando su figura y dejando que el plateado saboreara su boca.
Tus besos se llegaron a recrear, aquí en mi boca
Llenando de ilusión y de pasión, mi vida loca
Las horas más felices de mi amor, fueron contigo
Por eso es que mi alma siempre extraña el dulce alivio
Después de algunos segundos entre el jugueteo de los labios y lengua, se separaron y comenzaron a sonreír.
Hiro se paro de sus piernas y camino hasta la puerta, cerrando esta y colocando un seguro para que nadie entrará.
-¿Hiro?- cuestionó con nerviosismo.
-Creo que es el momento adecuado- susurro Hiro volviendo a sentarse sobre el moreno.
Pronto Miguel separó su rostro del de Hiro y comenzó a besar su cuello y parte de su clavícula que se notaba solo por el desacomodo de la playera negra que traía Hiro, el pelinegro comenzó a gemir al sentir el tacto de su compañero y, para silenciar un poco su propio ruido, se tapo la boca provocando que Miguel lo observará y sonriera.
-¿Todo bien?- cuestionó sin quitar su sonrisa.
-Sí sigues así no creo que quiera que pares- murmuró el contrario con un leve sonrojo.
-¿En serio?- cuestionó el moreno con una sonrisa juguetona para volver a besar el cuello y clavícula de Hamada, después bajo sus manos que estaban en su cadera hasta los glúteos y los apretó de manera ligera.
El pelinegro gimió alto, pero intento callarse a sí mismo mordiéndose el labio inferior, Miguel volvió a apretar sus glúteos con un poco más de fuerza, y después volvió a poner sus manos sobre las caderas de Hiro, moviéndolos de adelante hacia atrás.
Te puedo yo jurar ante un altar, mi amor sincero
A todo el mundo le puedes contar, que sí te quiero
Tus labios me enseñaron a sentir lo que es ternura
Y no me cansaré de bendecir, tanta dulzura
El pelinegro gemia intentando no ser escuchado como para ser descubiertos.
Para Miguel, el sonido que Hamada emitía ante su tacto y acciones comenzaba a exitarlo, a tal punto que ya era casi imposible no sentir una pequeña punzada en su miembro debido al extasis.
-¿Estas seguro que no quieres que pare?- cuestionó Miguel para dejar de mover a Hiro y despegarse solo unos segundos de su cuello, -el cual ya tenia algunas marcas rojas-.
-No...- murmuró Hiro en un susurro que pareció más una suplica, estaba tan exitado que le era imposible no contestar de esa manera.
Miguel sonrío ante eso, pero a pesar de que sus sentidos estaban siendo nublados por la lujuria, sonrío y paro todos sus movimientos para observar a Hiro.
-Hiro, en verdad necesito saber si quieres que me detenga en todo momento, ¿estas seguro de lo que puede pasar si sigo?- el moreno paso una de sus manos por la mejilla del mencionado.
Hiro asintió con una sonrisa y lo beso rápidamente, para después separarse sin borrar su sonrisa.
-Estoy seguro de esto, Miguel- murmuró y volvió a besar al chico colocando sus manos sobre los hombros y nuca del moreno.
Miguel lo beso de una manera más desenfrenada y paso sus manos por el cuerpo del plateado.
Quito la primera prenda después de esto, Hiro imitó su acto y está vez fue él quien beso el cuello de su acompañante.
El plateado bajo a la clavícula y paso sus manos por los pectorales y abdomen de Miguel, delineando y disfrutando su figura en el proceso.
Miguel imitó este acto unos segundos después, deteniéndose para lamer los pezones de su amante durante pequeños minutos, arrancando gemidos a Hiro.
Pronto la segunda prenda fue retirada, siguiéndole una tercera y cuarta. No pasó demasiado tiempo para que ambos estuvieran solo en prendas menores.
Tus besos se llegaron a recrear, aquí en mi boca
Llenando de ilusión y de pasión, mi vida loca
Las horas más felices de mi amor, fueron contigo
Por eso es que mi alma siempre extraña el dulce alivio
Miguel -quien estaba encima de Hiro posicionado sobre sus rodillas en la cama- miró al plateado y lo beso una vez más, bajando la última prenda y dejando expuesto al plateado. Cuando el beso terminó el moreno bajo hasta la ereccion de su acompañante, bombeando esta con la mano y algunos segundos después pasando su lengua por el mismo.
Este acto tomó desprevenido a Hiro, quien gimió alto por la sorpresa y las nuevas sensaciones. Rivera siguió complaciente después de esto, comenzando a succionar el miembro, bombeandolo, jugando por su lengua y labios.
-N-Necesito... nec-cesito q-que par-res- suplicó Hiro cuando Miguel lo miro, sin dejar de succionar el miembro del plateado.
Hizo caso a la petición, pero esta vez, bajo su lengua por los testículos y pronto encontró la entrada anal del plateado.
Escupió en esta, y comenzo a masajear con ayuda de su dedo medio. Sin pensar en introducir este hasta que la zona estuviera algo dilatada.
Cuando logro esto, introdujo el primer dedo arrancando a Hiro un gemido más sonoro, y a su vez, el plateado encogió se cuerpo por la sensación tan extraña y excitante.
-Relájate...- susurro Miguel a su oído, lamiendo este en el proceso.
Cuando el plateado logró relajarse un poco, el moreno comenzó a juguetear con su dedo simulando embestidas lentas hasta que el cuerpo del Hamada se acostumbro.
Escupió una vez más en la entrada e introdujo otro dedo, repitiendo su acto de esperar hasta que Hiro estuviera listo.
Cuando el plateado dio la señal de proseguir, comenzó a embestir de nuevo con sus dedos, y cuando la entrada estuvo más dilatada comenzó a tijerear con sus dejos para expandir aún más.
Poco después le siguió un tercer dedo, repitiendo el proceso. A Rivera comenzaba a dolerle su entrepierna, así que rápidamente se atendió con su mano libre mirando el manojo de nervios y sensaciones que tenía a su merced.
-Necesito meterlo, Hiro- pidió.
El mencionado abrió sus ojos y asintió, Miguel se coloco en la entrada e introdujo solo la punta de su miembro, suficiente hasta que Hiro pidió que parará.
-Tranquilo, tu me dices...- pidió el moreno, lo último que quería en ese momento era lastimar a su compañero.
Cuando Hiro se sintió más cómodo por la intrusión en su cuerpo, dio aviso de que continuará. Rivera introdujo otro poco más su miembro, parando en el proceso una vez más.
-¡Miguel!- gimió el plateado aferrando sus uñas al brazo de Miguel.
El mencionado empujó por última vez su miembro, arrebatando un gemido a ambos.
Espero algunos segundos para embestir por primera vez, dando un movimiento lento pero profundo. El plateado se aferro a su espalda mientras gemia, la segunda embestida le siguió de igual manera hasta que el cuerpo de Hiro comenzó a destensarse y la entrada del mismo lo recibía de manera más gentil.
Las embestidas aumentaron en ritmo, el intercambio de besos y caricias comenzaron a hacerse presentes, y los gemidos de ambos inundaron la habitación.
Pronto Miguel sintió su cuerpo querer parar, pero al notar que Hiro no estaba próximo al orgasmo, comenzó a bombear con una de sus manos si miembro mientras embestia con un poco más de fuerza.
-¡Miguel, para!- exigió el de menor tamaño, pero su petición se vio truncada por su orgasmo, corriendose en la mano del rojo y su abdomen.
El moreno sonrío por esto y dio algunas embestidas más, llegando a su orgasmo dentro de Hiro.
Salio unos segundos después de esto, desparramando el semen entre la entrada y las piernas de Hiro.
Camino hasta el baño y tomó el papel, limpiando arduamente a su acompañante y a él mismo.
Beso una última vez a Hamada para acostarse a su lado, ambos sonriendo y tapando sus cuerpos con la ayuda de las cobijas, abrazándose.
-¿Estuvo bien?- cuestionó Miguel cuando Hiro se giró sobre su propio cuerpo para quedar sobre el pecho del moreno.
-Sí, estuvo bien- sonrío.
Te puedo yo jurar ante un altar, mi amor sincero
A todo el mundo le puedes contar, que sí te quiero
Tus labios me enseñaron a sentir lo que es ternura
Y no me cansaré de bendecir, tanta dulzura
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