XVI. Cambios

La mirada de aquel hombre estaba sobre él, se sentía nervioso pero no dudaba ni un momento en sus palabras.

Todos lo habían mirado con asombro ante tal decisión, pero era necesario. En esos casi ocho meses se había avanzado lo suficiente como para dar tal ataque, y es por eso que Hiro estaba decidido.

-¿No cree que es demasiado precipitado, mi rey?- cuestionó Nakamura con una ceja levantada mirando a Hiro, este último tenía una mirada determinada y las manos sobre la mesa.

-Es un riesgo que debemos tomar, hay reinos que nos pueden ayudar- explico bajando la mirada a los cientos de mapas que había sobre la mesa.

-Hiro, creo que...

-Hemos dado pequeños ataques durante ocho meses, no hemos podido conseguir más allá de debilitar pequeñas zonas del reino de Beldam. Es necesario hacer algo más grande- explicó Hiro interrunpiendo a Kyle.

-Debes pensarlo mejor, hay demasiado en juego- murmuró Nando mirando a Hiro, algunos en la sala asintieron.

-Beldam sabe que estoy con vida, ¿qué es lo peor que puede pasar?- insistió el Hamada menor.

-Además, el reino de los Frederickson nos apoya. Y tú también nos apoyas abuelo, ¿por qué otros reinos no podrían apoyarnos?- expresó Yamamoto sin dejar de mirar a su abuelo, quien negaba lentamente.

-No es tan fácil como creen- murmuró Nakamura suspirando de manera pesada.

-Lord Nakamura tiene razón, lo que planeas hacer es suicidio y no solo eso. Si algo sale mal todo lo que hemos avanzado se irá a la mierda- GoGo hizo ademanes bruscos mientras hablaba.

-Entonces podríamos hacer una transmisión- susurro Camilo más para si mismo que para los demás.

Pronto todos lo miraron, causando el nerviosismo sobre Madrigal.

-¿Una transmisión?- Cuestionó Leonardo.

-Sí... Ya... Ya saben, co-como avisándole al pueblo que sigues con vida- murmuró Camilo aun nervioso por su idea.

-Eso es...

-Una gran idea- mencionó Tadashi interrumpiendo a Marco, este último los veía como si fueran una broma -Demosle esperanza al pueblo, y no solo al nuestro que renace de las cenizas, sino a todos aquellos pueblos que han sido víctimas de Beldam.

-Todo muy lindo y genial pero, ¿Cómo piensan hacer eso? Pondríamos en peligro todo lo que hemos logrado- Marco negó.

-Podríamos interceptar alguna transmisión real, y entonces se volverá un momento revolucionario. Incitar a los pueblos a pelear y levantarse en contra de Beldam, obvio tendría que crear tecnología para que no nos puedan rastrear- expresó Hiro mirando únicamente a Miguel, el moreno parecía asustado pero decidido.

-enial, pero, ¿cómo haremos para que otros reinos sepan acerca de la traición de Beldam? Podrían decir que simplemente conspiramos en traición de nuestro padre y principalmente tomando en cuenta que Tadashi espera un hijo con una mujer de sangre roja- explico Kyle con los brazos cruzados.

Hiro escucho como después de ese comentario todos hicieron un revuelo. Sus pensamientos divagaban en las diferentes voces que estaban a su alrededor. "Es un suicidio" "Los rojos no pueden hacer eso" "Honey podría morir por tú culpa" "Hiro... Hiro...".

-Hiro- mencionó Miguel tomando por el hombro al pelinegro sacándolo de su trance -¿Estas bien?- cuestionó con un tono preocupado.

-Sí... Yo...- Hiro miró a todos a su alrededor quienes seguían discutiendo, y aún en trance miro a Miguel.

El moreno lo veía con preocupación, pero este calmo un poco sus nervios cuando Hiro le sonrío. El futuro rey observo a todos aún discutiendo, y fue entonces cuando se acercó a una de las paredes más cercanas y coloco su mano sobre esta, creando una pequeña descarga que hizo que todas las luces del lugar parpadearan por unos minutos creando confusión en todos y logrando captar su atención.

-Vaya, funcionó- murmuró sin quitar su sonrisa -Ahora que tengo su atención y no están gritando entre ustedes. Creo que tengo un plan para tener esa información.

[...]

Los tacones resonaban en el lugar, la mujer paseaba con elegancia entre los pasillos y observaba atenta todo a su alrededor.

Su vestido rojo imponía su poder sobre los demás, y su labial a juego no dejaba nada que desear.

Beldam llegó acompañada de guardias y una mujer de bata blanca con lentes paso una tarjeta sobre la puerta de aquel laboratorio, y después miro a la mujer dándole una reverencia.

-Por aquí majestad- hablo la mujer de aparecía joven, se notaba que estaba pasando por los treinta, y su cabello castaño lo tenía amarrado por una coleta.

Dichas esas palabras, Beldam acompaño por un largo pasillo a la mujer hasta llegar a otra puerta blanca, la cual abrió de igual manera con ayuda de su tarjeta de identificación y dejó pasar a la mujer.

Beldam suspiro cansado y estresada, pero entro en el lugar y miro con algo de desdén el sitio.

-Me han dicho que lo conseguiste- murmuró Beldam sin muchos ánimos y mirando a la mujer que trabajaba sobre un escritorio, tenía cubierto el rostro con lentes de protección en tono negro, y un cubre bocas blanco, al igual que en sus manos la cubrían guantes de nitrilo en tono blanco.

-Así es, por eso la cite- murmuró la mujer y dejó de trabajar por uno momentos, para mirar a la reina, luego mostró lo que tenía entre sus manos.

Beldam tomó el frasco que la científica le había mostrado, y sonrío con malicia.

-¿Cómo sabes que funciona?- murmuró Beldam viendo fijamente a la mujer.

-Parece que duda de mi, majestad- murmuró Isma quitando sus lentes y el cubre bocas, luego tomo el frasco que Beldam tenia entre manos y sonrío -¿Recuerda la última niña de la que pude tomar su sangre antes de ser atacadas hace casi cuatro meses?- murmuró tecleando en una computadora cercana a donde trabajaba pero lo suficientemente lejos como para infectar sus muestras, Beldam asintió.

-La hermana de esos idiotas- susurro la mujer recargandose sobre una mesa donde no había nada y cruzándose de brazos -Ve al punto, Isma- ordenó.

-Su sangre resultó ser la cura, la respuesta a nuestras dudas y nuestra pelea- explico y comenzó a meter dentro de una jeringa el contenido del frasco, con mucho cuidado.

Luego camino hasta su mesa donde estaba la computadora y comenzó a teclear en el teléfono que también había en esta, llevo el teléfono hasta su odio y espero unos minutos, dejando la jeringa algo lejos de ella mientras colocaba sus guantes.

-Producto K-816- murmuró y colgó el teléfono, luego camino hasta encontrar su cubrebocas y volvió a agarrar la jeringa importandole poco si está se había infectado en el proceso, Beldam la observo atenta.

Pronto la puerta se abrió dejando ver a dos científicos con una camilla en la que venía un niño de piel pálida, ojos grises y cabello castaño.

Se notaba que habian abusado de él en diferentes maneras, pues se estaba agotado y hasta desnutrido. Isma camino hasta el niño un vez que dejaron la camilla a la mitad de su laboratorio, luego alzó la manga de la bata blanca que el pequeño portaba e inyecto el líquido de manera brusca provocando que el pequeño gritará.

Cuando terminó, tomó las notas donde venían los datos del pequeño y procedió a leerlas.

-Ulises Conde, don: Viento, Edad: 11 años- murmuró la mujer y dejó los papeles en su lugar, luego miro a Beldam y sonrío.

El pequeño estaba asustado, pero tan débil que no era capaz de protestar.

-¿Cómo sé que ha funcionado?- cuestionó Beldam aburrida.

Isma camino hasta la camilla y comenzó a quitar los diversos cinturones que sostenían al pequeño en la camilla, luego le ayudo a levantarse.

-Esta mañana, Ulises practicó el control de poder quitar el oxígeno a sus contrincantes. Inténtalo conmigo Ulises, como lo practicamos esta mañana- ordenó.

El niño asintió algo temeroso y después comenzo a intentar atacar a la mujer, pero teniendo cero resultados. Intento de diversas maneras pero el resultado siempre era el mismo.

Isma sonrío y miro a Beldam, para después acomodarse los lentes y mirar a ambos científicos que habían traído al niño.

-Llevenselo- ordenó con un ademan y espero a que todos salieron de su laboratorio para mirar a la pelinegra -Realice pruebas en diez niños con diferentes dosis, todos han sido exitosos, con diferencia de tiempos pero ninguno ha mostrado signos de recuperar sus dones. Lo he conseguido- explico con capricho y una gran sonrisa burlona.

-Necesitamos inyectarle esto a todo el reino cuanto antes- exigió Beldam.

-El problema es, su majestad, que ya no tengo más sangre de aquella niña y es necesario su ADN para poder crear dicho antídoto.
He intentando recrearlo de diversas maneras pero no encuentro ningún sustituto. Es necesaria la niña- explicó.

-Me encargaré de eso- murmuró.

[...]

El bosque era un lugar hermoso ante los ojos de Socorro, nunca creyó extrañar tanto lugares que a los demás tal vez les parecían simples. Había extrañado tanto el color azul del cielo, el sonido de los pájaros que viajaban en el viento, incluso el sol mismo.

Durante los últimos meses que intento de nuevo volver a su vida habitual no lo había logrado. A pesar de que sus pesadillas y traumas después de la salida de aquel horrible lugar habían disminuido notablemente a una vez al mes, su cuerpo y mente se sentían diferentes.

-¿Has tenido alguna pesadilla en esta última semana?- cuestionó Rivera mirando a Xochitl, la chica negó mirando el cielo.

Ambas estaban sentadas bajo la sombra de un gran árbol, mirando atentas el lugar esperando no tener que alejarse de este de nuevo.

-No, ¿y tú?- la morena la miro con curiosidad, Socorro negó.

Ambas se quedaron en silencio después de eso, ante el único sonido de la naturaleza.

-Me he sentido extraña últimamente- murmuró Socorro haciendo que toda la atención de Ahuactzin se posara sobre ella.

-¿Extraña?- murmuró la morena.

-Me duele la cabeza y el ruido me aturde demasiado, antes no me pasaba eso- susurro Coco bajando la mirada. La pequeña niña comenzó a jugar con su cabello, trenzando este como forma de aliviar su ansiedad.

-Tal vez sea el estres- Xochitl la miro atenta, pasando una de sus manos por sus hombros.

-No creo que sea eso, me han pasado cosas extrañas también- susurro mirando a la mayor.

-¿Cómo qué?

Rivera observo atenta su alrededor, si había sentido estrés cuando salió de aquel lugar pero Tadashi y Honey le había ayudado a tratar eso, al igual que a otros niños rescatados.

Sin embargo, sus dudas hacia su persona seguían insistiendo como si una voz muy dentro de su cabeza le dijera que algo había cambiado.

Rivera abrió su boca para hablar pero una voz masculina la interrumpió.

-¡Coquito, mis tíos te buscan!- grito Abel adentrando en el bosque, logrando que ambas se levantarán de su lugar y caminarán hacia él.

Los tres se adentraron en el campamento, y cuanto estuvieron serca de la casa de los Rivera se despidieron con un abrazo.

-Te veo mañana, ¿si?- Xochitl beso la frente de Socorro como despedida, la pequeña asintió y se giro sobre sus talones cuando se separaron, caminando hasta su primo quien la acompaño hasta su destino.

Ambos entraron en la casa y Socorro camino hasta la cocina donde su madre estaba, picando jitomates y zanahoria mientras tarareaba una canción.

Socorro la conocía a la perfección, Miguel solía cantarle esa canción cuando era más pequeña acompañado de su guitarra, y Marco la cantaba a sus padres en noches que todos estaban tan distanciados, aquella canción era tan linda que se había vuelto parte de sus momentos familiares y tal vez de sus mejores recuerdos.

-¿Los extrañas?- cuestionó Socorro adentrándose en la cocina, haciendo que Luisa la mirara con algo de susto.

-Linda- murmuró y respiro un poco, tranquilizando su pequeño ataque de miedo, luego de unos segundos observo a su hija -Claro que los extraño, rezo por ellos día y noche esperando que vuelvan pronto y estén con bien- mencionó y camino hasta la niña, para abrazarla -Ellos regreseran pronto, estoy segura de eso- besó a la pequeña.

-Los extrañaba tanto todos los días que justo ahora que los tenía se vuelta tengo miedo no volver a verlos- murmuró la pequeña correspondiendo el abrazo. Luisa asintió.

-Lo sé Coco, lo sé- susurro la mujer y después de algunos minutos tomó por los hombros a su hija con una sonrisa, mirándola directo a los ojos -¿Me ayudas poniendo la mesa y avisándole a tu padre que la comida esta lista?

La morena asintió y salió de la cocina caminando rumbo al taller que tenían en la casa, donde estaba su padre martillando la la suela de una bota, adentrado en su trabajo que nisiquiera noto a la pequeña.

-Papá- murmuró Socorro con una sonrisa alertando al adulto, quien la miro con una sonrisa -La comida esta lista- mencionó sin quitar su sonrisa, Enrique asintió y se quito el mandil que traía puesto, limpiando un poco sus manos en un trapo dentro del taller.

Ambos caminaron de vuelta a la cocina, donde Socorro tomó algunos de los platos que su madre le pasaba y los ponía en la mesa con ayuda de Rosa, mientras Enrique se había metido a lavar las manos. Poco tiempo después la familia Rivera estaba sentada en la mesa comiendo entre platicas.

La platica fluyó instantáneamente, entre bromas y algunos chistes, chismes y en momentos familiares que Socorro intentaba guardar casi a la perfección en su mente, añorando en recuerdo. Pero pronto su sonrisa se borraba cuando notaba aquellos dos lugares libres en la mesa.

Extrañaba ser la consentida de sus hermanos, como estos hacían hasta lo imposible por ella. Amaba a Marco y a Miguel, los adoraba con todo su ser.

Luego de levantar la mesa con ayuda de su tía y su prima, Socorro subió hasta el cuarto que era de sus hermanos, pasando sus manos por las cuerdas de aquellas dos guitarras. Luego salió por la ventana como solían hacer sus hermanos y ella de más jóvenes, subiendo cuidadosamente hasta el techo y sentando en el tejado observando el campamento.

Sonrío cuando sintió el viento chocar en su rostro, pero esta sonrisa se borro rápidamente cuando el dolor en su cabeza se hizo presente.

Una punzada que iba y venia por todo su cráneo, adolorida intento bajar del techo lo más rápido posible y cuando sus pies tocaron el suelo del cuarto, intento correr hasta las escaleras pero su vista comenzaba a ser más y más borrosa, junto al dolor en su cabeza que se había vuelto insoportable, y sumado a esto, sus oídos comenzaban a escuchar un pitido agudo que le hizo llevar sus manos hasta estos, intentando aliviar su dolor.

Como si fuera una película de terror que solía ver con sus hermanos mucho antes de la guerra, sientos de voces comenzaron a ir y venir en su cabeza, atormentada por el dolor, la voces, el pitido y su vista, gritó.

Los adultos escucharon esto, y corrieron hasta el cuarto lo más rápido que sus piernas les permitieron, hayando a la pequeña tirada en el piso en su agonía.

Enrique la tomó entre sus brazos mientras caminaba rápidamente hasta el primer piso y pronto salieron de la casa rumbo a la enfermería donde atendieron a Coco lo más rápido posible.

Cuando los ojos de la morena se abrieron lentamente, su cuerpo se sentía pesado y su boca estaba seca. Intento moverse pero algo la detuvo.

Su vista se volvió poco a poco más clara, y la punzada en su mano se hizo presente. Miro atenta hacia esa dirección notando que había una intravenosa en esta, conectada a un suero. Luego observo atenta todo el lugar, estaba sola pero lograba escuchar voces, tantas que su mente se comenzaba a sofocar.

Afuera de la habitación estaba Luisa, se la había pasado sentada en el mismo lugar día y noche casi sin descanso. Había perdido por tanto tiempo a Socorro que se negaba a dejarla un solo instante ahora, pero le habían negado la entrada debido a lo que parecía alterar a Socorro.

Marco y Miguel habían sido una mutación genética desde niños, cuando a los cuatro años Marco abría portales para esconder los desastres que había y después algún jarron roto o juguetes que no eran suyos aparecían mágicamente sobre alguien. Claro que el pequeño Marco no sabía que aquellos portales que abría una y otra vez tenían un paradero en esa casa, así que muchas ocasiones pensaron que los niños jugaban bromas y todos terminaban castigados, hasta que Luisa encontró al pequeño Marco abriendo el portal.

Y un año después, Miguel se había encendido en llamas de la nada de ambos brazos y corrió por la casa quemando algunas cortinas y manteles, entre el pánico le aventaron agua y vaya sorpresa la que pasó cuando notaron que no había señal de alguna quemadura.

Casos así se habían comenzado a presentar en diferentes lugares, y se corría la voz entre los rojos sobre ello, pero nadie sabía con exactitud el porqué.

Pronto llego a oídos de los Rivera un campamento para gente como Miguel y Marco, quienes de 17 y 18 años respectivamente había ocultado sus dones.

Pero con Socorro no había sido así, y hasta el momento era algo totalmente nuevo para todos en aquel lugar.

-Deberías dormir un poco- mencionó una mujer parándose frente a la casada y ojerosa Luisa, captando su atención totalmente.

La mujer de tes morena sonrío y negó.

-No quiero despegarme de ella aunque ella no sepa que estoy aquí- murmuró Luisa -Doña Rosa, ayúdeme por favor- suplicó la mujer bajando su vista.

La mujer de la tercera edad la miró con intriga y se sentó a su lado.

-Por favor, ayúdeme a contactar a mis muchachos- suplicó Rivera con la voz entrecortada y sus ojos vidriosos.

Doña Rosa la miró atenta, y abrazo a la mujer con algo de fuerza para que sintiera su apoyo, pero esta negó.

-No tengo manera de contactarlos, si la tuviera les habría implorado que regresaran al día siguiente de que se fueron. Lo lamento demasiado- susurro la mujer.

[...]

El cuerpo de Hiro se estremeció en aquella cama, sudaba frío y su ceño estaba fruncido. Poco a poco sus movimientos eran más erráticos, hasta que se despertó con un grito y su respiración agitada.

Se froto la cara con una mano cuando despertó y observo todo a su alrededor. Las pesadillas habían disminuido pero no cesado. Frustrado se dejo caer sobre la cama y suspiró intentando calmar su acelerado corazón.

En su mente aún se preguntaba por qué tenía que revivir la muerte de su padre. Se sentía culpable cada día por ello, y divagaba entre el "Sí hubiera": Sí hubiera corrido más rápido, si hubiera sido más observador, si hubiera tenido un curador cerca, si hubiera, si hubiera, si hubiera.

Con frustración se levantó de la cama y camino hasta él gran ventanal que daba vista a los jardines reales. Suspiro observando el cielo intentando calmar su mente nerviosa, luego observo a detalle el jardín encontrándose con Miguel sentado en una de las tantas bancas que había.



El moreno tampoco podía dormir durante los ultimos días, su mente estaba alterada y su corazón latía tan rápido que no podía tranquilizarse, incluso juraba que moriría pronto ante tanta preocupación.

-Perdón... quisiera bajar las estrellas, para regalarte una de ellas, que brille en tus noches y amaneceres...- Cantó Miguel bajito intentando calmar aún más sus pensamientos y su extraño sentir.

El moreno había tenido una pesadilla en la que su familia se veía involucrada, dejando por completo su sueño y cansancio de lado. Rivera intentaba entender el porqué de su pesadilla, pero no podía entenderla a ciencia cierta así que, comenzo a cantar para intentar olvidar aquel sueño tan lúcido y sus temores.

-Perdón, no sé si me alcance la vida para siempre ser el calor que calme tus manos frías y siempre cuidar tu sonrisa- siguió cantando casi en susurro sin dejar de observar el cielo.

Aunque su tono era desanimado, en aquella canción dejaba no sólo sus penas, sino además, todos los hermosos sentimientos que había tenido al momento de escribirla. Si bien, Hiro se había adelantado hechando a perder su plan de declararse con una canción como el romántico que era, no había dejando de lado aquella canción que en algún momento le cantaría y dedicaría.

-Tanta bondad, tantos abrazos fueron mi paz...- susurro y sintió como una persona se sentaba a su lado, dejando de lado su cantar y observando a la persona.

Su corazón casi sale corriendo al reconocer aquella sonrisa que le hacía flaquear, y aquellos ojos curiosos que lo observaban lo dejaron sin aliento.

-Que bonita canción- murmuró Hiro sin quitar su sonrisa, pero desvío su mirada del moreno al cielo.

-¿Desde hace cuánto que escuchas?- cuestionó Miguel imitando su acto de mirar el cielo.

-No mucho- susurro mirando de nuevo a Miguel y sonrío tiernamente. El moreno lo observo incrédulo con una ceja enarcada y una sonrisa -Bien, desde que iniciaste a cantar pero no quería interrumpir así que me quedé parado escuchando- explico levantando sus hombros.

Miguel sintió pánico por aquella declaración y lo miro con algo de miedo y nervios.

-¿Por qué cantabas aquella canción tan hermosa?- cuestionó Hiro ignorando la cara de pánico de Miguel.

-Ah... Verás...

-¿Era para mi?- cuestionó el pelinegro olvidando lo que es la distancia personal y acercándose peligrosamente a Miguel, quien sintió aún más nervios y desvío la mirada.

El moreno se sintió tan nervioso que sentía el sudor recorrerle el cuerpo, y desvío solo un poco todo su rostro para librar distancia entre él y Hiro, este último comenzó a reír.

-Eso significa que sí- mencionó alejándose.

-Sí, es verdad- murmuró Miguel con el rostro rojo.

-¿Cuándo pensabas mostrarla?

Miguel lo miró por primera vez en bastante rato con asombro, Hamada no dejaba de sonreír y tenía una mirada coqueta que sin duda gritaba al contrario que tenía todas las intenciones de seguir cuestionando.

-El día que te cite en el bosque pensaba declararme con esa canción- explico levantando sus hombros, Hiro lo observo atónito.

-Arruine tu...

-No... fue mi culpa- Miguel bajo la mirada.

-Y la mía por no dejarte explicar- susurro Hiro bajando de igual manera su vista.

Miguel sintió su corazón hacerse pequeño, y tomó con algo de timidez una de las manos de Hiro, el plateado levantó su vista topandose con los ojos castaños de Miguel.

-Quiero que sepas que esa canción la escribí únicamente para tí, fuiste la inspiración para tan bellas palabras y no me arrepiento de nada en lo que pasó o pasará si estoy a tu lado- mencionó el moreno con una sonrisa, notando un ligero sonrojo en Hiro, quien lo veía atento con los labios ligeramente separados.

El plateado se quedó estático en esa posición, como si esperara algo de Miguel, y el moreno lo observo acercándose un poco para poder rozar sus labios con los suyos.

Un beso casto fue plantado, Hiro cerró los ojos y los mantuvo así aún cuando ya no sintió los labios de Miguel, se sentía pleno y en paz.

-¿Qué hacías despierto?- cuestionó Miguel entonces, tomando el rostro de Hiro con su otra mano, dándole calidez a su rostro.

Hiro levantó la mano hasta la mano que estaba posada en su mejilla, y abrió los ojos lentamente como si tuviera miedo de que aquel momento acabara.

-Tuve...- Hiro observo a Miguel, sus facciones, su lunar, sus labios. Todo en él era perfecto ante sus ojos -Tuve una pesadilla.

-¿Quieres hablar sobre eso?- Miguel enarco una de sus cejas y retiro sus manos de Hiro para rodearlo en un abrazo.

Hiro sintió la calidez del moreno, dejándose abrazar y después de unos minutos en silencio negó, correspondiendo el abrazo y dejando su cabeza sobre el pecho de Miguel, escuchando sus latidos y sintiéndose protegido.

-¿Y tú?- cuestionó Hiro levantando el rostro, Miguel suspiro.

-También tuve un mal sueño- murmuró bajito el moreno, Hiro se separó un poco del cuerpo de Rivera y lo miro insistente -Me siento muy ansioso, como si algo malo estuviera pasando en el campamento. Creo que iré mañana junto con Marco y tal vez Nando o Leonardo- explico.

-¿Quieres que los acompañe?

-No es necesario- Miguel paso una mano por el rostro de Hiro con delicadeza, quitando algunos cabellos de su rostro para poder apreciarlo mejor -Tienes deberes de un rey aquí, y nosotros necesitamos entrenar a los nuevos.

-Por eso quiero acompañarlos, tal vez me necesiten allá- murmuró.

-No, te necesitan más aquí y aunque me cueste admitirlo, estas más seguro en este lugar- insistió Rivera besando la punta de la nariz de Hiro.

-Le puedo pedir a Kyle o a GoGo que les ayuden a entrenar a los demás- insistió Hamada.

-Hablaremos de eso por la mañana, ¿si?- Miguel beso ahora la comisura de los labios del plateado y luego se separó sonriendo -Hace frío, debemos dormir.

Hiro asintió y camino junto a Miguel hasta sus respectivas habitaciones, entrando en esta ya más tranquilo y caminando hasta la cama.

[...]

-¿Quienes irán?- cuestionó Nakamura mirando a todos los los jóvenes.

-Los rojos deberían ir, sus familias los esperan- expresó Wasabi cruzándose de brazos -Además, queremos dar la impresión de que estamos solos, no podemos poner en riesgo a gente roja como ellos. Son algo así como un arma secreta.

-Wasabi tiene razón, pero necesitaran ayuda- expresó Kubo dando un paso al frente -Durante los meses que estuvimos en el campamento Hiro y yo entrenamos a los jóvenes. Pero seguramente ya han llegado más y necesitan seguir entrenando por sí la guerra empeora.

-Alguien con experiencia militar debería acompañarlos- Hiro miró a Kubo.

-Propongo a GoGo- murmuró Kyle mirando a la chica -Tiene mejor entrenamiento que cualquiera de nosotros, es fuerte e inteligente. Por eso es mi mano derecha, debe guiarlos y entrenarlos. Además me puede reportar los avances- expresó cruzándose de brazos y lamiendo sus labios -No hay persona a la que le tenga más confianza.

-¿Nos mandaran de vuelta entonces?- Leonardo miró a Kubo y a Hiro, quienes bajaron sus miradas apenados.

-Mi plan funcionara mejor de esta manera. Ustedes estarán a salvo si algo sale mal y entrenarán junto a GoGo a los nuevos reclutas- expresó Hiro.

El futuro rey sacó de sus bolsillos pequeñas pulseras y entregó una cada uno de los rojos, luego a cada uno de los plateados.

-Son comunicadores de imagen, los hice con el fin de que la señal no sea interceptada. Solo pueden captar las señales de ellos mismo por así decirlo, pueden comunicar todo lo que ocurra o suceda sin miedo a ser encontrados- expresó el Hamada menor mirando a Miguel.

-Estaremos viéndonos más rápido de lo que creen- expresó Nando con una sonrisa, colocándose el comunicador en su mano izquierda y activandolo. Los demás hicieron lo mismo.

Y con aquellas palabras, Marco abrió un portal que daba al campamento. Por el que cruzaron los rojos y GoGo, ante las miradas de Hiro y Kubo, Leonardo y Miguel dieron una última mirada y sonrisa los dos jóvenes, en una mirada expresaron su amor.

Intentaron no decir adiós, no querían que fuera una despedida.

El portal se cerró ante la mirada apagada de Hiro.







Holaaa, antes que nada feliz navidad atrasa y prospero año nuevo a todos mis lectores.

En segundo: he creado una playlist en Spotify con canciones que han aparecido y aparecerán en esta historia por sí gustan escucharla.

https://open.spotify.com/playlist/4QVZ88wytmXXJy8V5fRfgj?si=79HCqjZ_SP6IOCBT2GNysQ&pi=u-RUKKI3m_TNyv

Y otra cosa más, cosas que quiero aclarar de la historia ya que he notado algunas dudas:
La historia es futurista, acontece entre los años 5000 y 5500. Esta historia se centra en un mundo donde hubo un caos con todo el ambiente hasta el punto de casi extinguir a la humanidad.

Hay autos, tecnología y bastantes avances, pero estas cosas solo las pueden obtener los plateados. Por ello casi mo hubo mención de estas hasta que apareció Lord Nakamura.

La gente plateada suele ser muy pálida a pesar de tener una tes oscura, como si su piel fuera muy fría debido a la sangre plateada.

Hay diferencias entre la fuerza, vida y resistencia de los plateados, siendo estas mucho mayores a las de los rojos, pero, los rojos que tienen dotes como los protagonistas parecen tener estas cualidades aún más desarrolladas que los plateados.

El campamento no es un campamento como tal, es más bien un pueblo que fue abandadonado hace bastante tiempo, escondido en un bosque entre el reino de Beldam y los Hamada. Le dicen campamento únicamente para referirse a este.

Si existe alguna otra duda pueden hacérmela saber en los comentarios. Intentaré actualizar una vez por semana aprovechando que ya no tengo trabajo y estaré un mes de vacaciones de la universidad.

¡De nuevo, felices fiestas!

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