XII. Baile

ADVERTENCIA: Escenas +18, no leer si son sensibles ante este tipo de contenido, si son menores de edad leer bajo su responsabilidad.

Kubo miró el traje que portaba frente al espejo, era la primera vez en demasiado tiempo que utilizaba ese tipo de prendas, y ahora entendía a Hiro.

Se removió el cuello algo incómodo y pues bufo un poco. Se dejo el cabello suelto y con algo de temor observo el pequeño regalo de Tadashi.

Hamada le había creado una prótesis para que pudiera retirarse el parche y ser menos reconocible. Tomó el estuche donde estaba dicha prótesis, con las manos temblando y la abrió.

Se asimilaba demasiado con su ojo natural, de hecho, juraría que no era una prótesis. Suspiro y dejo el estuche abierto sobre el tocador donde se estaba observando, desabrocho el parche con delicadeza y se coloco la prótesis.

Era una sensación nueva y rara, tenía demasiado que no veía su reflejo sin aquel parche, y ya hasta había olvidado la cicatriz que le cruzaba desde la ceja hasta la parte superior del pómulo. Parpadeo algunas veces y terminó de perfeccionarse.

Salió del cuarto y camino a paso firme hasta las afueras del castillo donde lo esperaba un auto lujoso que lo escoltaria hasta la fiesta de Beldam.

No podrían llegar juntos ninguno de los tres, así que se fueron a diferentes horas y por diferentes camino en caso de ser seguidos. Los demás ya estaban ahí, se habían metido de incógnito como meseros y ayudantes.

Cuando el auto paro frente al castillo de Beldam, Kubo suspiro. Era un lugar demasiado grande y con un estilo gótico, bajo del auto siendo escoltado por sus guardias y entró a la fiesta donde los mismos guardias lo cuidaban de lejos.

Observo todo a su alrededor, los hombres y mujeres bailaban, tomaban y comían. Kubo se preguntó para ese momento si ellos tenían idea de lo que ocurría a las afueras del castillo en el reino.

Entonces camino entre la gente y del mesero más cercano, tomó una copa de vino.

-Luce muy elegante, Todoroki- hablaron a su lado sorprendiéndolo.

Kubo busco al responsable del comentario, topandose con Leo que lo miraba con una amplía sonrisa aún por debajo del antifaz. Pero lo que más le sorprendió a Yamamoto fue el hecho de que no tuviera puesto el traje de noble, si no, de la gente que servía en las fiestas.

-¿Qué no se supone que deberías traer puesto otra cosa?- cuestionó tomando una de las copas de vino que Leonardo traía en su charola y después giro su cuerpo para que nadie notará que estaban hablando.

-Lo traería si las cosas hubieran sido de mi talla- murmuró Leonardo caminando solo algunos pasos para alejarse de Kubo y ofrecer las copas.

-Literalmente teníamos costureras que arreglaban eso- Kubo dio otro trago algo molesto a su copa.

-Además, no me aprendí el baile- murmuró alejándose del pelinegro antes de que se molestará más.

Kubo abrió sus ojos con molestia y asombro, después de tal declaración sin duda mataría a Leonardo el mismo con sus manos si algo del plan salía mal.

Dio otro trago a su copa de vino y después suspiro intentando calmarse, pero pronto se encontró con una chica que lo miraba de manera insistente.

-Lord Todoroki, que agradable sorpresa- murmuró la chica acercándose, tenía un vestido azul celeste en corte de corazón por el pecho, estilo princesa.

La tela parecía flotar a su alrededor, era atractiva a la vista y Kubo no lo negaba. Así que sonrío ampliamente cuando estuvo a su lado.

-Lady Jones, lo mismo digo- Kubo tomó la mano de Coraline y besó su antemano con educación.

Jones lo miro atenta, sintió un pequeño rubor recorrerle la cara pero intento disimularlo girando su rostro.

-Me alegra que haya venido, es raro que haga apariciones públicas- explico la chica con una sonrisa.

-No podría perderme por nada del mundo este evento tan importante, y menos tratándose de una dama tan refinada como lo es usted- Kubo sonrío coqueto e inclinó un poco su cabeza.

Coraline estaba aún más ruborizada, así que por la impresión y los nervios parpadeo en repetidas ocasiones y aclaro su garganta.

A lo lejos estaba Leonardo, que observaba molesto lo ocurrido. Entendía que los plateados fueran corteses entre sí, y que el saludo de beso en la mano fuera necesario. Pero no podía soportan ver aquello, Marco apareció a su lado entonces, colocando una charola con más copas de vino frente a él.

-¿Celoso, San Juan?- cuestionó sonriendo se manera burlona, Leonardo tomó la charola con molestia y comenzó a caminar entre la gente en dirección contraria a donde estaba Kubo.


Coraline comenzó a reír de manera tenue y coqueta ante la atención de Todoroki, Yamamoto se había prometido ser coqueto y refinado para poder tener información suficiente y era lo que estaba consiguiendo.

-¿Me concede este baile, Lady Jones?- cuestionó estirando una mano con delicadeza y porte en dirección a la nombrada, Coraline asintió y tomó la mano de Kubo para después caminar hasta la pista y bailar.

No muy lejos de ellos estaba Hiro, que con su gran porte y elegancia caminaba entre la multitud intentando escuchar algo de relevancia y utilidad.

-Debe ser una fortuna saber que en algunas semanas podrá acceder al trono, que por herencia ya es suyo- hablo Kubo con una sonrisa pasando su mano por la cintura de Coraline para aproximar su cuerpo al suyo y así, crear un baile más perfecto.

-Me temo que no me dejaran acceder al trono hasta que no esté casada o por lo menos comprometida. Pero, ¿qué hay de usted, joven Todoroki? ¿Alguien le ha robado el corazón?- cuestionó la chica cuando dio una vuelta.

Kubo sintió su corazón palpitar ante esas palabras y por inercia busco entre la multitud a Leonardo, que repartía vino entre los invitados. Pronto sus miradas cruzaron y el moreno la aparto de manera brusca y molesta.

-Estoy comprometido- mencionó Kubo entonces.

-Es una lástima, juraría que en este baile se ha robado mi corazón- murmuró la chica dándole una sonrisa -¿Estaría dispuesto a romper su compromiso por poder y tierras?- cuestionó la chica con notable interés.

Ambos dieron un giro com rotación que terminó casi en el mismo lugar donde estaba Leonardo, el moreno observo detenidamente los paso de ambos. Se sintió estúpido al no poder aprender a bailar de esa manera y bufo bajando la vista, mantenía su porte de camarero y la charola en su mano, pero no contó con que un plateado lo aventaria hasta la pista y justo en ese momento Kubo pasaría a dar una vuelta con Coraline, terminando con San Juan bañando a la chica con el vino.

-Mierda- susurro Leonardo cuando vio lo que ocurrió e inmediatamente se inclinó para pedir disculpas.

Coraline miro el vestido con tristeza y asombro, incluso molestia pero no le dirigió la mirada ni la palabra al moreno, después miro a Kubo que le extendía un pañuelo para que se secará el pecho.

La chica bufo después de secarse el pecho y camino lejos de la fiesta siendo seguida por su guardia personal y sus sirvientas personales para ayudarla a cambiarse.

-¿Qué fue eso?- cuestionó Kubo mirando a Leonardo con molestia.

-Fue un accidente, lo juro- murmuró Leonardo sin dejar de inclinarse, se sentía fatal y no solo por el tono de voz que Yamamoto había utilizado con él, sino, por el hecho del accidente y todo lo anterior a esto.

Yamamoto bufo después de eso y se alejó de Leonardo para evitar sospechas, dejando un peor sentimiento en San Juan.

Hiro se había quedado en una de las orillas del salón analizando todo, calculando y memorizando el número de soldados y lugares que podrían ser atacados en golpes rápidos en el castillo, también observaba a los diferentes nobles y plateados presentes, se grababa rasgos o algún símbolo para después saber con exactitud quién era.

Pero pronto un hombre vestido de verde y con porte elegante se acercó hasta él, tenía una copa de vino en su mano izquierda y bebía con elegancia de este.

-Es una esplendida noche, ¿no cree?- murmuró el moreno con una sonrisa coqueta dejando al descubierto su único hoyuelo.

-Sí- el pelinegro no le presto atención y siguió memorizando todo lo que había a su alrededor que consideraba importante.

-¿Me permite este baile, Lord?- cuestionó el chico moreno sin quitar su sonrisa y extendió una de sus manos a Hiro.

Hamada observo entonces por primera vez al susodicho y abrió los ojos y la boca con asombro, para después morderse el labio inferior. Era la primera vez que veía a Miguel vestido de esa manera y debía admitir que se veía bastante bien.

-Mig... Lord Harrison, no estoy dispuesto a bailar esta noche- mencionó retomando su porte firme y refinado, algo altanero.

-¿En serio? Creí que estábamos aquí para divertirnos- el moreno guiño uno de sus ojos y después jalo de una mano a Hiro hasta el medio de la pista de baile.


La música en vivo comenzó a sonar tenue por la voz de una mujer con rasgos asiáticos.

Sé mi amor, sé el nombre por el cual quiero llamarte.
Tomemonos de la mano y caminemos lado a lado.

El baile comenzó tenue, Miguel había tomado por la cintura a Hiro y lo había aproximado a él. Hamada sintió su respiración parar y después la temperatura de su rostro cambió, agradeció que el antifaz no dejara ver eso.

-No logro entender la letra, ¿Tú si?- cuestionó Miguel acercándose hasta el oido de Hiro, logrando que la piel del plateado se erizara.

-Sí, mi padre me obligó a aprender diferentes idiomas- sonrío y se dejo guiar por los pasos de Miguel.

En las noches lluviosas o el los días solitarios, por favor, coloreame con tu brillante luz.
Daré lo mejor de mi si prometes que estaremos juntos.

-¿Podrías explicarme lo que dice la letra?- cuestionó cuando ambos estuvieron lo suficientemente cerca entre las vueltas para poder acercarse a su oído.

Hiro sintió su piel erizarce y asintió, intentando no desconcentrarse del baile en el que era participe.

Ahora confío.
"Lala Lala Lala", canto una canción junto a una persona que estuve buscando desesperadamente.

Los giros y movimientos de Miguel eran tan perfectos que ante los ojos de Hiro, el moreno había nacido justo para bailar. Rivera observo a Hiro con una sonrisa sincera, le daba ternura como el plateado no le había quitado la mirada de fascinación desde que habían comenzado a bailar, y eso, le daba esperanzas a lo que quería hacer justo ahora.

Cuando Hiro noto la sonrisa de Miguel y su mirada sincera, miro en diferentes direcciones observando a todos a su alrededor.

-La gente te mira- murmuró el plateado.

-La gente nos mira- afirmó el moreno.

Oh my, oh my, oh my, Mi amor.
Sé mi único amor.
Cada paso que damos se siente bien, es como un baile que realizamos juntos.
Oh my, oh my, oh my, Mi amor.
Sé mi único amor.

Miguel manipulo el cuerpo de Hiro para que diera una vuelta justo al mismo tiempo en que rotaban. A lo lejos pudo presenciar como Marco lo miraba con asombro, lo había reconocido aún con el antifaz y negaba.

-Me siento demasiado pequeño- murmuró Hiro en medio de su trance, tenía demasiado tiempo sin bailar en una fiesta que comenzó a incomodarse ante las miradas.

-Ignoralos, solo se preguntan porque el chico más guapo de la fiesta baila conmigo- murmuró el moreno con una sonrisa y se acercó hasta su oído -¿Me dirás qué dice la canción?

Hiro lo observo con asombro y después asintió.

Sé mi único amor, ya no tengo que esconder mis sentimientos.
Puedo decir las palabras que siempre quise decir:

-"Así que digo: Te amo"- murmuró Hiro observando a Miguel, el moreno sonrío aún más y se mordió el labio.

En noches agotadoras y días llenos de cosas que hacer.
Por favor, haz un espacio en tu corazón para que pueda descansar.

Daré lo mejor de mí cuando compartas tu amor conmigo, ahora confío.
"Lala Lala Lala", canto una canción junto a la chica que estuve buscando desesperadamente.

-Hay algo que quiero decirte y no he podido decirlo - Miguel no aparto su mirada de Hiro y se acercó hasta su oído -Me gustas, desde la primera vez que te ví.

-Miguel...- el rostro de Hiro se sonrojo, y el plateado no pudo apartar una mirada iluminada de Miguel desde ese momento, se sentía feliz por aquella declaración.

Sus cuerpos juntos en un baile y sus sentimientos a flor de piel.

Oh my, oh my, oh my, Mi amor. Sé mi único amor.
Mi amor, cada vez que te veo quiero apoyarme en tí.
Quiero tenerte, incluso el sueño más inmaduro es un amor como este.
Quiero hacerlo realidad.

Miguel dio un último giro al cuerpo de Hamada y se inclinó terminando el baile.

-No tienes que decir nada, te veré después de que terminemos esto- murmuró el moreno sin quitar su sonrisa y caminando lejos de la pista dejando a Hiro con la vista fija en su silueta hasta verla desaparecer.

Ahora confío, cada paso que damos se siente bien. Es un baile que realizamos juntos.

Hiro paso saliva sintiendo su respiración volver de manera consciente después de un rato, seguía asombrado por aquello, su corazón latía con fuerza y en sus ojos había un brillo inusual.

Oh my, oh my, oh my, Mi amor. Sé mi único amor.

Miguel camino lo suficientemente lejos de Hiro para respirar aliviado, había sacado sus sentimientos y aunque probablemente no era correspondido desde su punto de vista, se sentía bien haberlo hecho.

Miro a Hiro -que seguía parado en la pista en medio de su asombro- y sonrío por la manera en que lo vio.

Mi único amor...

Kyle observaba a lo lejos con binoculares diseñados por Tadashi y Hiro con visión nocturna, el grupo de plateados vigilaba a toda costa los movimientos de los menores dentro del baile a través de las ventanas.

Tadashi por su parte tenía binoculares de sensibilidad de calor para poder observar lo que su hermano no pudiera.

-¿Qué hacen?- cuestionó Kyle cuando le perdió la pista a Hiro y a Kubo.

-Ambos bailaban, supongo que para conseguir integrarse en la fiesta- murmuró el mayor.

-O tal vez se divierten porque también tienen derecho a hacerlo al ser tan jóvenes- murmuró GoGo cuando noto los celos de Kyle, el pelinegro había tensado la mandíbula y se había lamido los labios en señal de molestia alertando a su amiga.

-Tienen que recordar que están en una misión- el tono de Kyle dejo en claro que estaba molesto, al ser tan cortante.

-Deben darse prisa y conseguir alguna señal rápido antes de que se den cuenta de que estamos aquí- explico Wasabi mordiendo uno de sus labios.

-Lo conseguirán, no se desesperen- explico Tadashi intentando apaciguar los nervios y enojo de sus compañeros.

Dentro de la fiesta, Marco había observado lo que había pasado entre Yamamoto y San Juan, había caminado a paso firme hasta el moreno y le había colocado una mano sobre el hombro en señal de apoyo.

-Fue un accidente, debemos terminar rápido con esto si no queremos seguir siendo el centro de atención- explico Rivera con una sonrisa.

Leonardo solo asintió y siguió repartiendo bebidas a la espera de poder conseguir información suficiente.

Marco se metió entre la gente cuando Leonardo se aparto de él, y paro en seco cuando un hombre con un trage elegante en tonos blanco y beige lo tomó del antebrazo.

-Reconocería ese hermoso trasero donde fuera- murmuró el hombre sonriendo.

Marco lo miro entonces, reconoció la voz que lo hizo estremecerse y temblar cuál gato asustado. Sus pupilas demostraban su miedo ante el hombre, lentamente lo observo por encima de su hombro.

Su sonrisa que ahora le causaba unas inmensas ganas de vomitar, el bigote sobre esta más, tenía en su rostro un antifaz de calavera decorada en tonos grises y negros.

-¿Qué haces aquí, Riverita? ¿Aún eres aquel cantante tan precioso del que me enamore?- cuestionó sin quitar su sonrisa.

-Le pido me suelte de una buena vez- Marco quito su mano de manera brusca y después camino lejos del hombre, pero este iba detrás de él insistente en sus comentarios.

-Anda, canta una canción para nosotros como antes solías hacer para mí- insistió el hombre.

-Eso era antes, mis días de cantante se acabaron De la Cruz, ahora te pido de nuevo que me dejes en paz- el tono de Marco era seco y golpeado, su desesperación por tener al hombre que en algún momento de su vida se aprovecho de sus sueños e inocencia lo mareaba y llenaba de tantas sensaciones asquerosas.

-¿Por qué quieres que te deje solo?, ¿No has visto cuantos plateados se han fijado en ti esta noche?- el hombre señaló a todos con un ademan sin soltar su copa -Y sabes que es lo mejor- el hombre se acercó hasta el oído de Marco y susurro:-Que yo me estrene ese culo, algo que ninguno de ellos va a poder hacer.

Marco sintió aún más náuseas y miro a Ernesto, lo detestaba desde lo más profundo de sus entrañas. Quería darle un puñetazo justo en la nariz, pero se contuvo, la misión era más importante que su honor justo ahora, así que con todo su coraje creciente en su pecho hasta el estómago, dio la vuelta y camino lejos del hombre.

-Vete mucho a la mierda, hijo de puta- murmuró el moreno a pesar de que el plateado lo escucho.

-Hay un cantante entre nosotros, uno que aprecian demasiado los rojos del pueblo cercano. ¿Por qué no nos deleitas, jóven Riv...- Ernesto capto la atención de todos, pero fue interrumpido.

-¿Por qué querríamos escuchar a alguien de sangre roja? ¿No se supone que somos mejores que ellos, incluso en gustos?- cuestionó un plateado.

-Le aseguro Lord Frederickson, que querrá escucharlo a él- Ernesto sonrío y camino hasta Marco, posicionando una de sus manos sobre el hombro del moreno.

Marco suplicó a aquel hombre con su mirada apenada, se sentía en problemas. Fue entonces cuando otra mano jalo a Marco por detrás de Ernesto.

-Deja en paz al chico, no quiere y se nota que lo incómodas demasiado- Hablo una tercera voz masculina que a Marco le hizo respirar aliviado.

Miguel coloco a Marco detrás de él en un absurdo intento de cubrir a su hermano, el menor de ellos solo era más alto que Marco por algunos centímetros, y estando tan cerca, el mayor temió por la misión.

-Harrison tiene razón, Lord Cruz, déjelo en paz- hablo Hiro ahora, llegando y colocándose alado de Miguel.

Desde las afueras de la fiesta, Tadashi observo el revuelo y se mordió el labio.

-Mierda...- murmuró el pelinegro al notar que el plan estaba llendose por la borda, coloco una de sus manos sobre su oído y toco un aparato que había inventado Hiro para poder comunicarse en las misiones -Hiro, aborten la misión ya. Si ese hombre conoce a los rojos, estamos en problemas si los reconoce.

-¡Solo es una estúpida canción! Les puedo apostar que aquel chico canta mejor que cualquier plateado, al igual que su hermano- Ernesto enarco una de sus cejas y observo a Miguel, los reconocía a los dos casi a la perfección, algo que había logrado con años de observarlos y saber sus comportamientos.

Cuando eran jóvenes y tan solo unos niños de catorse y dieciséis, Marco y Miguel habían sido "ayudados" por Ernesto para emprender una carrera músical, cayendo así en las manos de un plateado estafador que sólo quería tener a ambos como musas rojas.

Miguel había declinado demasiadas veces ante la inocencia de sus propuestas, el niño no entendía las verdaderas intenciones de aquel plateado dificultando así sus actos.

Por otro lado, Marco, había caído ante sus encantos, su voz perfectamente afinada y su buen gusto musical, actoral y su gusto por la moda. Había cautivado a Rivera con promesas falsas y un juego de palabras casi perfecto que le fue imposible evadirlo.

Lo lleno de elogios y regalos que para un niño eran demasiado, y entonces, cuando consiguió lo que quiso, lo desechó como hacía con cientos más, lo utilizo y obligo a estar con él sexualmente hasta que encontró a alguien más, y luego filtro la información en el pueblo para que Marco pasara la peor de las desdichas.

-Él no quiere, ahora deje de insistir- intervino Kubo posicionándose alado de Hiro y entonces, las tres siluetas cubrieron en su totalidad a Marco.

-¡Chicos, aborten la misión ya!- se escucho a través de los diferentes comunicadores de los cinco rojos y dos plateados.

Beldam noto el alboroto y comenzó a caminar entre todos para llegar hasta él, observo atenta como todos discutían por como los rojos eran inferiores a los plateados y viceversa. Rodó sus ojos con fastidio y se coloco en medio de todos, por su gran altura y silueta logró darse a resaltar.

Observó a los chicos que defendían a toda costa a los rojos, sintió que los conocía de alguna manera e intento identificar lo poco del rostro que podía observar.

-¿De qué casas vienen?- cuestionó la mujer mirándolos con molestia, tomando de su copa entonces.

-Dos de ellos no vienen de una casa, mi amor- murmuró Ernesto posicionándose alado de Beldam y tomándola por la cadera.

-¡SALGAN DE AHÍ AHORA!- grito Tadashi molesto por el comunicador, pero era demasiado tarde para acatar esa orden.

-¿En serio?- la mujer se acercó hasta ellos y coloco una de sus manos sobre el rostro de Hiro, enterrando sus uñas en las mejillas del plateado provocandole dolor.

Hiro sonrío aún a pesar del dolor, sentía que en cualquier momento las uñas de aquella mujer desgarrarian su piel y comenzaría a sangran, Miguel, Marco y Kubo se pusieron alertas listos para atacar, ambos estaban a un solo movimiento de manos para atacar con su máximo poder, pero entonces cientos de cuchillas de metal atravesaron las ventanas y comenzaron a atacar a todos los plateados dentro, creando caos.

Los soldados de Beldam la escoltaron a ella y a Coraline lejos del peligro, y buscaron a toca costa a los responsables.

-¡Vamonos de aquí!- grito Marco abriendo un portal por donde cruzarian, pero fue atacado en ese momento por uno de los guardias.

Rápidamente Miguel encendió sus puños y comenzó a disparar a diferentes direcciones dándole a soldados que se acercaban hasta ellos, Camilo había llegado a ayudar a Marco atacando a los soldados con las pistolas paralizadoras y Leonardo había comenzado a pelear cuerpo a cuerpo al igual que Nando.

Ambos plateados intentaron luchar cuerpo a cuerpo pero su prioridad era que Marco abriera portales para poder salir.

-¡Chicos cubranse!- gritó Tadashi por el intercomunicador.

Los siente cubrieron sus cuerpos con el cuerpo de algún soldado, madera o algo que estuviera a su alcance para cubrirse de las cientos de cuchillas metálicas que aparecían y se movían caoticamente por el salón.

-¡Marco abre un portal ahora!- grito Hiro aún cuando las cuchillas no dejaban de girar por todo el salón.

-¡Ya voy!- el moreno asintió y con lo máximo de su concentración abrió tres portales lo más cercano a sus compañeros para que pasarán por estos -¡Apurense, no sé hacia donde van!- grito el moreno haciendo ademanes para que todos entraran en uno.

Miguel y Hiro entraron en el más cercano, les siguieron Kubo y Leo. Nando entró en otro y por último, Marco y Camilo en otro.

Los dos últimos rojos aparecieron justo donde estaban Tadashi, Kyle, GoGo y Wasabi.

-¿Y los demás?- cuestionó Kyle cruzado de brazos.

-Exactamente no lo sé, puede que estén en el campamento o en el castillo de Lord Nakamura- explicó Marco algo nervioso.

-¿Es en serio?- Tadashi se froto el rostro con frustración.

-¡De nada, salieron con vida!- protesto sarcástico Marco.

-¿Alguien me escucha?- cuestiono Camilo tocando su oído en el intercomunicador.

-¡Estoy en el castillo!- mencionó Nando a través del intercomunicador de todos.

Hiro sonrío por ver que los cuatro estaban a salvo, y después tocó su intercomunicador.


-Leo, Kubo, Miguel y yo estamos bien. Estamos en el bosque cerca del campamento- mencionó el plateado con una sonrisa.

-Bien, pasaremos por ustedes mañana. Descansen- mención GoGo.

-Bien- Leonardo se alejó de todos agitando su mano, pero su semblante demostraba su molestia.

Kubo camino detrás de él, había notado una pequeña mueca en el moreno y estaba dispuesto a averiguar que era, dejando a Hiro y Miguel parados en medio del bosque.

-¿Habrá pasado algo?- cuestionó el moreno cuando sus amigos desaparecieron de su vista.

Hiro alzó los hombros y después suspiro, mirando a Miguel con una sonrisa sincera y un brillo inusual en sus ojos.

-Miguel... yo...- el moreno lo observo, le pareció tierno como es que Hiro se veía tan nervioso:

Su mirada fija en el piso, sus mejillas sonrojadas y un pequeño baile que demostraba su nerviosismo, hizo que el moreno sonriera.

Sin decir más y acercándose hasta Miguel, planto un beso colocándose de puntas para poder alcanzarlo de mejor manera, sorprendiendo al moreno en ese instante.

Miguel tardo en reaccionar unos momentos, pero en cuanto lo hizo, coloco una de sus manos sobre la cintura de Hiro y otra sobre su nuca, acercando al plateado a su cuerpo. Hiro imito su acto colocando una de sus manos sobre su pecho y la otra sobre la nuca del moreno, despeinado solo un poco su cabello.

Se separaron lentamente después de unos segundos, Hamada tenía los labios ligeramente rojos y entreabiertos, mientras que Miguel sonreía ampliamente.

-También me gustas...

-Me encanta como besas- murmuró el moreno con una sonrisa.

Leonardo comenzó a caminar sin mirar a Kubo, se sentía molesto consigo mismo y los celos se estaba apoderando de su ser.

Kubo caminaba no tan alejado de él, confundido por las acciones del moreno. Lo tomó por el hombro y giro rápidamente el cuerpo de Leo, posicionando una de sus manos en el rostro de San Juan.

-¿Qué ocurre?- cuestionó viendo a Leonardo con una sonrisa.

-Estoy molesto conmigo mismo, es todo- explico bajando la vista, pero Kubo lo miro esperando una explicación -Mentí, no puedo verte hacer tu vida con alguien más- explico alejándose del plateado y caminando rumbo a su casa.

Kubo lo siguió en silencio, quería que el moreno le dijera lo que sentía y más. Cuando estuvieron afuera de la casa del moreno, Yamamoto carraspeo la garganta.

-Yo...- hablo captando la atención de Leo, pero se quedó en blanco.

-Kubo, creo que es mejor que terminemos esto. Me gustas tanto que en verdad no puedo tolerar verte con alguien, no voy a poder compartir tu tiempo con alguien más como dije antes, no puedo lo lamento- explico dispuesto a entrar a su casa, pero Kubo se abalanzó sobre él y lo beso de manera desenfrenada.

Leonardo se quedo estático, dejando que Kubo liderará el beso, Yamamoto tenía contra la puerta a San Juan, así que busco con su mano izquierda el picaporte de la puerta y la abrió, empujando el cuerpo de Leonardo adentro de la casa.

Sin dejar de besarlo, Leonardo coloco sus manos sobre las caderas de Kubo y después las bajo hasta los muslos, tomando estos y alzando al plateado.

El pelinegro enrollo sus piernas en las caseras de San Juan, y se separó de él unos segundos para verlo directo a los ojos.

-No quiero a nadie más, te quiero a tí y si es necesario que renuncie a mis votos, lo haré- explico volviendo a besarlo.

Leonardo sonrío sobre el beso y aparto su boca de la del plateado, para atacar el cuello de Yamamoto. Subió las escaleras con cuidado de no caerse en el intento y coloco a Kubo sobre su cama.

Los ojos de ambos inspiraban deseo, así que Leonardo volvió a besar de manera desenfrenada al plateado, acariciando su cuerpo y quitando de poco a poco su ropa. Kubo imito su acto con nervios y miro atento los movimientos de Leonardo.

-Kubo...

-Soy virgen, no sé qué hacer. Lo lamento si no es lo que esperas- interrumpió con la respiración agitada.

Leonardo sonrío por su comentario y asintió, después termino de desnudar a Kubo hasta dejarlo solamente con un bóxer.

Beso y lamio sus pezones, logrando que el plateado erguiera su espalda ante el mar nuevas sensaciones que Leonardo le provocaba. El moreno se alejó de su pecho y lo miro, teniendo una vista que le hizo explotar la mente.

El plateado estaba acostado a su disposición, su pecho subía y bajaba con irregularidad y estaba sonrojado de su rostro y otras partes de su cuerpo, como las rodillas.

-Tranquilo, tenemos tiempo para que descubras como hacerlo- murmuró y retiro el bóxer, observo atento la entrepierna de Kubo, pero este se sonrojo aún más y desvío la mirada apenado.

El miembro de Kubo estaba erecto, siendo un deleite para San Juan, que lo tomó con una de sus manos y lo introdujo en su boca comenzando a salivar y a succionar en el proceso.

A Kubo lo tomo por sorpresa y gimió bajito, tapando su boca con una de sus manos, después bajo la mirada topandose con Leonardo, quien estaba concentrado en generar placer en su pareja.

-Leo...- gimió Kubo dejando caer su cabeza ante el placer.

El moreno se sacó el miembro de la boca y sonrío al ver a su pareja, estaba aún más ruborizado de diferentes zonas se su cuerpo, y el cabello estaba revuelto debido a los movimientos que Yamamoto hacia al sentir placer.

-Disfruta- murmuró y comenzó a subir y bajar su mano, Kubo soltó aún más gemidos que fueron callados por sus propias manos, pero Leonardo las retiro con su mano sobrante.

Después de unos minutos en los que Leonardo maniobro el miembro de Kubo de diferentes formas e introdujo en mas de una ocasion en su boca, el plateado se corrió en su mano, manchando en el proceso también su propio abdomen. Leonardo sonrío al ver esto y beso en la frente a Kubo, para después besarlo en los labios.

El moreno camino en dirección a su baño y trajo consigo un papel, limpio su mano y después se lo entrego a Kubo, que respiraba de manera irregular sobre la cama.

El plateado se inclinó un poco y tomó el papel, limpiando su abdomen, después miro a Leonardo algo avergonzado.

-Yo...

-Te ves precioso, me encantas- murmuró Leo y se acercó para volver a besarlo, luego se sentó sobre la cama y le sonrío.

-Tú...- Kubo bajo la mirada hasta la entrepierna de Leo, donde había una ereccion. Leo negó y después se levanto de la cama.

-Estoy bien- sonrío y estiro una de sus manos para alcanzar la ropa de Kubo, se la extendió y espero a que se vistiera de nuevo -Te lo dije, tenemos tiempo para que descubras que hacer- murmuró y se acercó a dejar un beso sobre la mejilla de Kubo, provocando un sonrojo en él -Debemos descansar, ¿quieres que duerma aquí o me voy al sillón?

-Idiota- Kubo le pego en uno de sus hombros -Después de lo que acabas de hacer, ¿quieres irte a dormir al sillón?

-Tal vez quieres privacidad- se excusó con una sonrisa.

Kubo se contagio y comenzó a reír por tal estupidez, pero después negó.

-Duerme conmigo, por favor- murmuró sonriendo. Leonardo asintió y beso la frente de Kubo una vez más, acomodándose en la cama junto a él.

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