XI. Insinuaciones

1 semana antes:

La cola del vestido azul se arrastraba con delicadeza por los pasillos del castillo, Coraline caminaba con elegancia por todo el castillo buscando a su tía.

Llego hasta el salón principal, donde su tía estaba sentada en el trono con notable arrogancia, posaba una de sus manos sobre su sien demostrando su molestia.

-¿Querías verme?- cuestionó la mujer sin dejar su tono molesto de lado.

Coraline asintió y después miro a su alrededor, después camino para estar a sólo dos metros de distancia del trono, y después abrió su boca jugando un poco con sus manos demostrando los nervios.

-Quiero hacer un baile, el día de mañana cumpliré 18 y podre heredar el trono, estoy en todo mi derecho de ser celebrada- la chica sonrío.

Beldam bufo algo cansada logrando una mirada de asombro y miedo en Coraline, esta última solo esperaba no haber molestado demasiado a su tía.

-Bien, tendrás tu baile- la mujer se acomodo en el trono e hizo un ademan con su mano para que la joven se retirará. La chica se inclinó como forma de agradecimiento y despedida, para después sonreír en dirección a su tía y comenzar a caminar rumbo a la salida -Antes de que te vayas, Coraline- hablo en tono autoritario provocando que la mencionada parara su andar en seco -No accederás al trono hasta que seas desposada ¿quedó claro?- la mujer sonrío con egoísmo y altanería, provocando que la chica, quien todo el momento le dio la espalda, solo asintiera con nostalgia.

[...]

Actualidad:

-¡Desobedecieron órdenes directas!- la mujer los miro con desaprobación, Doña Rosa estaba molesta y dejaba eso muy en claro.

El grupo de cuatro morenos tenían la mirada baja, sabían que el castigo de sus actos sería presente pero no esperaban que fuera tan cruel en sus palabras.

-Sí me permite...- murmuró Nando pero inmediatamente se calló al tener encima una mirada matadora de Doña Rosa.

-¡No quiero escuchar sus estúpidas excusas!- Doña Rosa poso una de sus manos sobre su sien y miro a los jóvenes.

-Era necesario hacerlo...- susurro Leonardo, su rostro demostraba molestia.

-Dije que...

-Ellos no han hecho nada malo, más que demostrar que estamos del mismo lado. ¿Qué más quieres de ellos? ¡Han peleado por nosotros, vivido y arriesgado su vida por nosotros!- protesto Leonardo dejando en claro ahora su molestia con un tono de voz elevado.

-Leo...- murmuró Marco caminando hacia él, posando una de sus manos sobre el hombro del moreno.

-No puedo permitir que me hables de esta manera, más allá de ser la líder de este campamento, soy tu abuela así que te exijo que me respetes- la mujer lo señaló con molestia y después bufó.

Miguel mantenía la mirada baja aún cuando todos los demás miraban a Doña Rosa, algunos con enojo y otros con preocupación o vergüenza. Alado de Doña Rosa y en el fondo se encontraba Camilo, que mantenía la mirada baja y los brazos cruzados.

-No quiero verlos, a ninguno de los cuatro. Han tomado una decisión que les costará mi confianza y la del pueblo- la mujer camino rumbo a la puerta y la abrió para que el grupo de cuatro saliera.

-Estoy dispuesto a pagar este precio si es necesario para avanzar en esta guerra- Miguel levantó su cabeza con una mirada y porte firme.

-¿Por la guerra o por capricho?- la mujer observo a Miguel con molestia y después a Leonardo -¿Creen que no he notado como los siguen cual hormigas al azúcar? Son plateados, ellos no se acordaran de ustedes cuando estén en la cima de nuevo.

-Es una desgracia que hayan escogido el bando equivocado- hablo Camilo por primera vez en todo el rato, se sentía dolido y traicionado. No era que sus amigos hayan preferido a los plateados, que era lo de menos, era que no lo hayan tomado en cuenta para esta misión y en su lugar hayan llevado al peliblanco que inició todo.

Camilo bufó y salió de la casa de Doña Rosa, molesto y con tanta irá que choco el hombro de Miguel al momento de salir, el moreno al sentir el tacto rudo en su hombro desvío la mirada a sus pies y lamio sus labios.

Los cuatro morenos salieron entonces de la casa, siguien a Camilo que caminaba de manera acelerada y con el rostro desfigurado por el enojo.

-¡Camilo espera por favor!- grito Nando comenzando a correr para alcanzar al rizado.

-¿Qué es lo que quieren?- Camilo paro si andar y giro de manera brusca -¡Entiendo que se han enamorado de plateados, en verdad, los apoyaria de ser necesario!- señaló a los dos morenos a los que les quedaba aquella afirmación -Pero en verdad no puedo creer que hayan hecho esto sin mí.

-Camilo no...- Marco intervino, pero fue interrumpido por el rizado.

-¿No me tienen suficiente confianza?- Camilo bufo entonces, bajando la mirada.

-No queríamos meterte en problemas- aseguró Miguel.

-¿Y llevarse al plateado que inició todo esto en lugar de a mí? ¡Parce, no entiendo tu lógica!- el moreno paso una de sus manos sobre su frente frustrado.

-Él fue el que ideó el plan, no nosotros. No queríamos que te afectará, en un principio solo iría yo, pero luego se unio Leo y por último Nando y Marco- Miguel seguía sin mirar a Camilo, no mentía pero no había pensando en el sentir de su amigo.

-Haremos algo que nos hará quedar aun peor con el pueblo, si quieres acompañarnos serás bien recibido, sino, entenderemos porqué no quieres- Marco camino en dirección al rizado y poso una de sus manos sobre el hombro de Camilo.

Madrigal razono unos momentos las palabras de Marco, suspiro buscando una excusa para no golpear a los cuatro en ese momento, pero después de unos minutos y un debate interno, asintió sin muchos ánimos.

-Bien, ¿qué haremos?- murmuró ya más tranquilo.

[...]

Kubo paseaba por los pasillos de ese gran castillo, había crecido ahí hasta sus primeros años de vida y le causaba asombro mirar todo lo que recordaba de manera idéntica a pesar de los años. El tapiz de un tono azul rey y plateado como el color de la bandera de aquella casa, el símbolo de la luna por todas partes y un extraño olor a hogar que recordaba.

Mentiría si dijera que no extrañaba ese lugar, pero al ser un caballero debía olvidarse de ciertos lujos. A paso lento siguió avanzando por los pasillos del castillo hasta llegar a un cuadro con bordes dorados, donde paro en seco y lo observo con detalle.

Había olvidado la existencia de aquel cuadro, así que lo aprecio de manera lenta para memorizar cada centímetro. Sonrío a pesar de que una lágrima resbalaba sobre su mejilla, y después siguió caminando hasta llegar al salón principal.

-¿Y entonces qué haremos?- cuestionó Kyle mirando a Lord Nakamura, el hombre tenía un mapa sobre la mesa redonda que era rodeado por los Hamada, Gogo y Wasabi.

Yamamoto camino a paso firme hasta la mesa y observo todo po que tenían ahí, se poso alado de Hiro que miraba algo aburrido lo que pasaba, pero a pesar de ello estaba atento.

-¿Qué es lo que han dicho hasta ahora?- cuestionó Kubo en un susurro.

-Cómo podemos atacar directo a Beldam, pero creo que es algo estúpido y muy arriesgado- explico Hiro igual entre susurros.

Pronto un portal se abrió justo a unos metros de la mesa, por el que cruzo un grupo de cinco morenos.

-Lamentamos la tardanza, hubo algunos inconvenientes- Nando sonrío algo coqueto y después camino hasta la mesa seguido de los demás.

-¡Mi Lord!- un soldado con armadura azul y negro camino por todo el salón y se posicionó alado del mencionado, entregando tres cartas enrolladas y atadas con un listón morado, un listón plateado y un liston verde.

El Lord leyó atento las cartas y sonrío, después las puso sobre la mesa y espero a que los presentes la miraran.

-Lord Frederickson tenía razón, abra un baile en honor a la sucedora de la casa Jones. Y mis hombres han logrado capturar a tres palomas de la casa Todoroki, Tokito y Harrison- explico el hombre señalando las cartas.

-Pero en todas dicen que no asistirán- Gogo enarco una de sus cejas confundida.

-Pero eso ellos no lo saben- hablo Hiro en un tono aburrido -Así que, Lord, quiere que nos hagamos pasar por los sucesores de la casa Tokito y Todoroki, infiltrarnos y conseguir información suficiente porque matar a Beldam crearía un caos total al que no estamos preparados ya que sus tropas son muy grandes- explico Hiro de lo más obvio.

Tadashi asintió, él aún seguía razonando lo que el Lord quería cuando su hermano ya había terminado todo el plan.

-Exactamente, mi rey- Nakamura sonrío a Hiro y después miro a los dos hermanos de Hamada.

-Pero sigue siendo algo muy riesgoso- hablo Miguel sin apartar la vista de Hiro, a pesar de que el pelinegro se negaba a verlo.

-Es un riesgo que podemos correr- Kyle sonrío -La casa Tokito tiene relación con la casa Hamada, son nuestros primos lejanos y dudo que Beldam reconozca a Hiro. Por otro lado, la casa Todoroki rara vez hace apariciones públicas así que Kubo puede ser excelente para ese papel.

-¿Y qué pasa si si los reconoce?- cuestionó Wasabi mirando a Kyle.

-¿Hay alguna temática en la fiesta?- mencionó Tadashi posicionando su mano sobre su barbilla.

-Antifaces- murmuró Kubo.

-Sigue siendo demasiado peligroso, enviarlos solo a ellos dos- Marco miro a Kyle con una ceja enarcada y los brazos cruzados.

-En ese tipo de fiestas suele haber demasiados sirvientes y guardias, pero ni Kyle ni yo podríamos ir. Nos reconocerían fácilmente- Gogo colocó una de sus manos sobre la mesa.

-¿Por qué no se infiltran como sirvientes?- cuestionó Hiro mirando al grupo de cinco morenos -Ya lo hicieron una vez- levantó sus hombros.

-Además, falta una casa a la que ocupar, pero los demás plateados son demasiado reconocibles. Seguramente Beldam ya sabe que estamos vivos, pero de ustedes no, así que es mejor mantener el factor sorpresa- Kubo miró a Tadashi y Kyle, quienes asintieron ante las palabras del menor.

-Podría ser Jack- murmuró Hiro, sin prestar mucha atención a su alrededor. Miguel sintió su sangre hervir ante el nombre del mencionado -También tiene sangre plateada.

-Imposible, los únicos que tienen características de cabello blanco son los Arrendelle. Sería raro que la casa Harrison presentará a un chico con esas características- explico Wasabi.

Los plateados intercambiaron miradas entre sí.

-Los Harrison tiene tez morena, ¿no?- Kubo miro a los morenos con una sonrisa que por un momento a todos los hizo dudar.

Hiro asintió y miro a los morenos de igual manera, los cinco sintieron pánico en ese momento. Convivir con los dos plateados había hecho que aprendieran a leer sus pensamientos con solo ver sus rostros.

-Leonardo, ¿sabes bailar?- cuestionó Hiro sin quitar su sonrisa.

[...]
*

Un alma en pena, él vive pero apenas habla.
Él la espera frente a una foto vieja de tiempos antaños.
Él no está loco, él cree, eso es todo. Él la ve por todos lados, la espera de pie con una rosa en la mano.

La noche había caído pero Yamamoto seguía caminando por los grandes pasillos observando con detenimiento los cuadros colgados sobre las paredes.

La luz era tenue gracias a las diversas lamparas que había en el lugar, pero eso no quitaba el tono romántico rústico que dejaba ante la vista.

Kubo volvió a llegar hasta el mural donde estaba colgado aquel cuadro que le llenaba el pecho de sentimientos.

Aparte de ella, él no espera a nadie más.
Nada a su alrededor tiene sentido, y el aire se vuelve pesado.
La mirada ausente.
Él está solo y habla a menudo con ella, él no está loco, él la ama, eso es todo.
La ve por todos lados, la espera de pie, de pie con una rosa en la mano.

Observo a detalle otra vez el cuadro, su madre vestía con un kimono blanco con detalles en un tono cremoso gris, estaba parada alado de su padre, que tenía puesta su fiel armadura negra con un escarabajo sobre el pecho en tono rojo.

Ambos sonreían en el cuadro y su madre cargaba a un bebé que tenía una cara de curiosidad muy tierna, envuelto en cobijas rojas.

Kubo sonrío y coloco una de sus manos sobre el cuadro, como si esto le ayudara a tener una clase de conexión con sus padres.

Nadie lo detendrá en su historia de amor.
En su historia de amor, su historia de amor.

-Los extraño...- susurro cerrando su ojo y sin quitar su mano del retrato, dejó salir algunas lágrimas que rodaban de manera lenta por sus mejillas.

Kubo no supo cuanto tiempo estuvo llorando en silencio, pudo ser solo segundos o minutos, pero un ruido lo sacó de su momento nostálgico provocando que rápidamente quitará su mano del retrato y mirara en dirección por donde se había originado el ruido.

Toma mi mano, prometo que todo estará bien.
Abrázame fuerte, yo a tu lado sigo soñando.


Se trataba de Leo, el moreno había chocado con un mueble que tenía objetos de metal como adornos haciendo que algunos se cayeran. Y es que, había intentado huir en cuanto vio que Kubo estaba ahí en un momento tan privado de cierta manera, pero, su torpeza lo había delatado.

-¡Perdóname, no era mi intención!- suplicó Leo levantando de manera torpe y rápida los adornos de metal qhe estaban en el piso.

Kubo sonrío y después negó, para después caminar hasta Leonardo y ayudarlo a recoger los adornos.

Si me quiero quedar, pero ya no amar más.
He sido muy estúpida, te pido que pares.
Como me arrepiento, yo no quería esto.

-¿Qué haces fuera de tu cuarto?- cuestionó Kubo dejando salir una risita de enamorado.

-Larga historia...- Leonardo sonrío teniendo un ligero rubor sobre las mejillas mientras alzaba sus hombros para excusarse.

-Tenemos suficiente tiempo- explico el pelinegro sin quitar su sonrisa.

Yo seria rica y te ofrecería mi oro, y si no importa te estaré esperando en el puerto.
Y si me ignoras, te daré mi último aliento de vida.

-Me perdí... es un lugar demasiado grande y no estoy acostumbrado a esto- explico por fin lleno de vergüenza, provocando que el rubor apareciera ahora también en sus orejas.

Kubo asintió y sonrío más ampliamente, tomó los adornos que tenía Leo y los acomodo sobre el mueble, después miro al moreno y se mordió el labio.

-Te acompaño a tu habitación si gustas- Kubo murmuró y comenzó a caminar en dirección contraria al cuadro de la pared.

En mi historia de amor, en mi historia de amor.
Mi historia de amor.
Una vela puede iluminar toda la noche, una sonrisa puede gobernar un imperio.

Leonardo asintió, pero su vista se poso sobre el cuadro que Kubo admiraba, camino hasta este y lo observo con detenimiento. Yamamoto sintió su cuerpo congelarse, pero camino hasta quedar alado de Leonardo.

-¿Son...?

-Mis padres...- susurro Kubo con una sonrisa nostálgica.

Y ahí estas tú, ahí estoy yo.
Nadie puede creerlo, pero el amor hace tonto a un rey.
Y si me ignoras luchare una y otra vez.

-¿Ellos están fuera del castillo?- cuestionó Leonardo mirando a Kubo, este negó.

-Ellos murieron cuando tenía once- murmuró Kubo provocando que Leonardo se golpeara mentalmente ante su comentario estúpido.

-Lo lamento yo...

-No lo sabías- Kubo sonrío en dirección a Leonardo y se acercó más a él.

En su historia de amor, en su historia de amor.
Su historia de amor.

Leonardo imito el acto de Kubo y acercó más su rostro al de Yamamoto, uniendo sus labios de manera gentil en un beso casto.

Su historia de amor...
[...]

Hiro estaba sentado la ventana que estaba en su habitación, era raro para él dormir en tan lujosa cama después de casi siete meses. Pero a pesar de esto, su mente divagaba por sus recuerdos.

Tocaron la puerta de su habitación provocando que se exaltará y saliera de sus pensamientos de manera brusca, pero a pesar del susto su tono de voz salió relajado.

-Adelante- murmuró y miro por la ventana, creyendo que era uno de los tantos guardias con algún mensaje.

-¿En serio puedo pasar a tus aposento, mi rey?- cuestionaron en un tono burlón que provocó que Hiro mirara de inmediato al responsable -He escuchado que eso da mala fama- Jack sonrío coqueto a Hiro.

Hamada comenzó a reír de manera tierna y después hizo un ademan con la mano para que el ojiazul pasara.

-Es verdad, mi reputación es importante, ¿qué diran de mí cuando sepan que soy amigo de sangre roja con poderes?- murmuró Hiro sin quitar su sonrisa, se levantó de la ventana y camino hacia Jack.

Jack comenzó a reír teniendo la mirada baja, pero la alzó de manera coqueta cuando Hiro estuvo lo suficientemente serca de él.

-Yo... yo quería hablar contigo- murmuró volviendo a bajar su rostro con un ligero sonrojo sobre las mejillas.

-Dilo, ya estas aquí- Hiro lo miro con una gracia algo altanera, pero sin notarse prepotente.

-Quería darte las gracias, por...- Jack lo miro directo a los ojos, sintió como su estómago acumulaba nervios que le provocaban una sensación de vacío, se mordió el labio inferior para después volver a bajar su vista -Por salvarme la vida en más de una ocasión, por salvar a mi pueblo y a mis hermanos en consecuencia- explicó.

Hiro sonrío por lo que Jack decía de manera genuina, se sentía bien para ser la primera vez que alguien le agradecía de esa manera. Coloco una de sus manos sobre su cabello -el cual ya estaba bastante largo llegando poco más arriba de sus hombros- y asintió.

-No es nada, después de todo tú igual has salvado mi vida- murmuró Hiro antes de darle la espalda, esperando que Jack saliera de su habitación después de eso.

-Discúlpame... pero es que...- Jack camino quedando a solo unos paso de Hiro -Yo... quisiera conocer más de tí.

Hiro lo miro asombrado girando primero la cabeza y después el resto de su cuerpo, tenía las cejas ligeramente fruncidas. Jack lo miraba con vergüenza, aún tenía presente el rubor en su mejillas, pero este había aumentado un poco el tono.

-¿Ser amigos?- Hamada negó como si su propia pregunta fuera una barbaridad, pero el peliblanco asintió con algo de nerviosismo.

-Solo si quieres...

-Tienes una forma muy peculiar de hacer amigos- murmuró Hiro comenzando a reír mientas asentía.

-Pero es eficaz- mencionó Jack comenzando a reír igual.

Fuera de la habitación estaba Miguel, el moreno tenía una mano hecha puño levantada a pocos centímetros de la puerta dispuesto a tocar, pero paro en seco su acción al escuchar las risas de
Hiro que era acompañadas por las de Jack.

El moreno se mordió el labio inferior algo dolido, su semblante demostraba su dolor pero las ganas de pedir perdón y arreglar las cosas eran mayor.

Dispuesto a tocar, estiro esos pocos centímetros más su mano hasta qje su puño choco tres veces con la puerta.

Hiro y Jack dejaron de reír al escuchar aquello, el pelinegro camino hasta la puerta y la abrió con una gran sonrisa que se esfumo al ver a Miguel.

-Miguel- mencionó Hamada con un tono agrio.

-¿Podemos hablar?- cuestionó el moreno con la mirada baja.

Jack escucho a Miguel y asomo solo un poco su cabeza para ver al moreno, no pudo evitar sentir celos por verlo parado frente a Hiro, pero se contuvo y camino en dirección a la puerta.

-Bueno, yo te veo mañana Hero- mencionó Jack haciendo un chiste por el nombre del susodicho.

Hamada sonrío el su dirección y asintió, para después recargarse en el marco de la puerta con los brazos cruzados y una mirada altanera.

-Habla ya, Miguel.

-Quiero que sepas que lo que viste no es lo que crees, Mirabel me beso pero no le correspondí- explico mirando a Hiro, quien negaba con la mirada baja.

-Miguel, no tienes porqué explicarme. Te lo dije, yo malinterprete las cosas y estoy bien ahora.
Si me disculpas, quiero dormir- murmuró sobandose el cuello con una mano y dispuesto a entrar a su cuarto, pero Miguel lo detuvo tomándolo de la mano.

-No- mencionó Miguel en un tono firme, que tomo por sorpresa a Hiro -No me alejes de nuevo, no otra vez. Te explico las cosas porque quiero que estemos bien, tienes todo el derecho de saberlo- Miguel se mordió el labio inferior mientras Hiro lo miraba con genuina sorpresa, tenía los ojos fijos sobre el moreno y la boca ligeramente abierta -Quiero que lo sepas- afirmó.

Hiro dirigió su vista al agarre del moreno, no le dolía, no lo lastimaba, pero le asombraba el calor que emanaba su cuerpo.

-Entre Mirabel y yo no hay nada, ella confundió las cosas y yo le explique que ya hay una persona en mi corazón- Miguel soltó la mano de Hiro y comenzó a hacer ademanes para explicar mejor su idea.

Pero a pesar de eso, Hiro no dejo de ver su mano -la cual tenía una sensación extraña de calidez y hormigueo-, Hamada se mordió el labio inferior y escucho atento a Miguel.

-Esta bien, estamos bien- murmuró Hiro dispuesto a cerrar la puerta, pues la sensación en su mano no cesaba y comenzaba a llenarlo de emociones confusas.

-Hiro...- Miguel estuvo apunto de volver a tomarlo por la mano, pero el mencionado la retiro de manera rápida.

-Esta bien Miguel, te creo. Pero estoy muy cansado y quiero dormir- explico para después cerrar la puerta y recargarse sobre esta, cayendo poco a poco hasta quedar sentado sobre el suelo.

Su corazón estaba acelerado y sus emociones eran confusas. Por un lado, su cabeza no dejaba de repetir el momento tan agradable que había vivido con Jack pero su corazón, cuerpo y mente atesoraba los momentos de Miguel y los repetía una y otra vez, dejándole cada vez más en claro la sensación en su mano que no desaparecía y por el contrario, se había hecho más fuerte.

Miguel se quedó parado unos minutos más detrás de la puerta, y se marchó cuando noto que Hiro no estaba dispuesto a salir de nuevo.

[...]

-¡Leonardo por atención!- protesto Camilo ya harto.

San Juan debía aprender al menos tres bailes reales para poder hacerse pasar por el heredero de Harrison, pero sus pies parecían ser totalmente izquierdos justo ahora ante los nervios y la presión.

Miguel hacia de su pareja mientras que Camilo contaba los movimientos en voz alta para que a San Juan no se le complicará tanto aprenderse los movimientos. Pero justo ahora, después de pisar por milésima vez alguno de los pies de Miguel, Madrigal juraría que ni poniendo algun santo de cabeza podrían lograr que Leonardo hiciera bien el baile.

-¡Necesito un descanso!- protesto Miguel soltando el agarre de Leonardo y caminando afuera del gran salón.

-En diez minutos nos vemos de nuevo aquí- sentenció el rizado y salió igual del gran salón.

Marco golpeaba el costal de arena con fuerza agradecía tener las manos bendadas para no lastimar sus nudillos.

Kyle lo observo entonces, parándose a unos metros de él y mirando detenidamente su postura, golpes y agilidad. Negó cuando encontró sus errores y camino hasta él.

-Tus pies deben ir más separados y tu dirección está mal- hablo Kyle con los brazos cruzados y una mirada altanera que demostraba su seguridad.

Marco se sobresaltó un poco al escuchar la voz del Hamada, pero paro en seco y lo observo con una sonrisa.

-¿En serio?- enarco una de sus cejas y se cruzo de brazos dándole una mirada seductora a Kyle.

El pelinegro asintió y rápidamente se comenzó a bendar las manos, y después se acomodo en el mismo saco que Marco para demostrarle donde debía colocar los pies y el como golpear.

-Tus pies nunca deben de sobrepasar tus hombros, para una mejor postura- señaló sus pies -Y los golpes, no abras demasiado los codos, eso hace que tu mismo te lastimes.

-Que raro, siempre golpeó así a los idiotas- murmuró con sorna.

Kyle negó mientras tensaba la mandíbula y se lamia los labios, provocando que Marco quedara hinoptisado ante sus actos. El moreno lo admitía, era atractivo y tenía un buen cuerpo, pero era idiota y prepotente.

-¿Quieres que te ayude o prefieres morir?- Kyle se cruzo de brazos.

-¿Quién ayudo a quién en la última misión?- Marco enarco una ceja y le propicio una sonrisa irónica.

-Imbécil- susurro pero aun así el moreno lo escuchó -Suerte fracturado tu mismo tus brazos.

Kyle comenzó a caminar en dirección a la salida, pero Marco lo tomó del brazo con un agarre firme y asintió.

-Lo lamento, no estoy acostumbrado a que me digan que hacer- Marco sonrío y asintió -Sí me gustaría tu ayuda.

Kyle sonrío con ironía mientras negaba por lo terco que podría ser Marco, pero después de razonarlo unos minutos asintió y camino de regreso al costal donde le volvió a repetir lo mismo a Rivera.

-¿Te parece entrenar juntos?- cuestionó Marco sin quitar su sonrisa.

-No me lo tomes a mal, pero estas muy por debajo de lo que hago- sonrío Kyle mientras se cruzaba de brazos con altanería.

-Sí estuviéramos a solas te puedo apostar que no dirías lo mismo- Marco enarco su ceja y se mordió el labio inferior.

Kyle imito su acto de enarcar una ceja y después negar.

-No sabía que los rojos se insinuaban de manera tan obvia.

Marco alzó sus hombros y después se acercó un poco a Kyle dejando en claro que no tenía vergüenza ni miedo al pelinegro.

-Solo tú lo tomaste como una insinuación- Marco sonrío y se acercó un poco a la oreja de Kyle poniéndose de puntas -Así que el que se insinuó fuiste tú.

Rivera comenzó a reír mientras se separaba lentamente de Hamada, para toparse con que el plateado no tenía ni un mínimo gesto de incomodidad como hubiera esperado.

La vergüenza comenzó a invadir el cuerpo de Marco, de cierta manera había sido bateado por primera vez ante su coqueteo, así que -con algo de fastidio por lo ocurrido-, se peino el cabello y sonrío intentando coquetear con la mirada.

Comenzó a caminar de nuevo invadiendo el espacio de Kyle, posando una de sus manos sobre el pecho del plateado y acorraladolo contra la pared más cercana.

Kyle sonrío por eso con victoria, pero rápidamente se quito de la pared y se coloco frente a Marco -acorralando al morneo contra la pared-, los papeles se habían invertido y eso al moreno le tomó por más sorpresa que no dudo ni un segundo en demostrarlo en su rostro.

El pelinegro sonrío aún más ampliamente y después se acercó hasta el oido de Marco, engrosando su voz para poder intimidar a Rivera.

-Cómo decía, los rojos se insinuan de manera obvia- murmuró separándose lentamente de Marco, quien tenía la respiración agitada y el rostro sonrojado -Acepto el sexo, mis emociones ya le pertenece a alguien más.

Y sin más Kyle le brindo una última sonrisa seductora y victoriosa al moreno, para después alejarse dejando a Marco shockeado.

El moreno seguía respirando de manera frenética, coloco una mano sobre su cabello peinandolo hacia atrás intentando asimilar lo ocurrido.

El sonrojo se volvió más evidente en su rostro cuando comenzó a recordar lo ocurrido. Estaba acostumbrado a tener el mando y provocar nerviosismo en las otras personas, jamás al revés.

Cuando su respiración se calmo y su sonrojo se esfumo, miró a su alrededor esperando que nadie lo encontrara en esas condiciones. Se aclaro la garganta y se acomodo la ropa, regreso al costal y comenzó a entrenar de nuevo utilizando los datos que Kyle le había proporcionado.

[...]

Hiro miró los diversos estantes de libros sobre aquella biblioteca, era la mitad del tamaño a la biblioteca en el castillo de su padre, pero amaría encontrar más datos sobre los dragones.

Busco primero por títulos, pero no encontró demasiado, luego por algunos autores que recordaba, pero tampoco funcionó.

Luego busco entre libros de historia y por último de fantasía, pero tampoco hubo demasiado.

Desesperado, miro al dragón que lo acompañaba. El escamado comenzó a gruñir mientras jugaba a perseguir algunos insectos.

Hiro sonrío ante lo hecho por el dragón, y después observo detenidamente a uno de los estantes. Algo de color rojo había captado su atención, se trataba de un libro con el símbolo de su casa.

Hamada enarco una de sus cejas y ladeo solo un poco la cabeza ante su confusión. Camino hasta el estante y tomó entre sus manos el libro, soplando en el acto el polvo en la portada.

-Me asombra que un dragón allá nacido de nuevo- hablaron a sus espaldas provocando que Hiro girará en busca de su propietario.

-Lord Nakamura- saludo inclinando la cabeza.

-Me parece extraordinario en verdad- el hombre miró al dragón y sonrío, extendió una de sus manos y acarició debajo de su hocico.

-Créame, a mi igual. ¿Quiere que le explique como nació?- Hiro sonrío con algo de egocentrismo.

-Hiro- Kubo, que había entrado junto a Nakamura en la biblioteca, miro al pelinegro negando -Mi abuelo fue el último ginete de dragón que hubo antes de la extinción de los mismos- explicó.

Hiro abrió sus ojos con asombro y miro a Nakamura, que seguía acariciando y jugando con el dragón.

-¿Usted peleo con mi bisabuelo?- Hiro cuestionó aún con asombro.

-Era demasiado joven cuando las primeras guerras por comenzaron. Tu bisabuelo me dio estas tierras como recompensa, me convirtió el Lord Nakamura- explicó.

Hiro sonrío al igual que Kubo, pero Raiden analizaba a detenimiento al dragón, después de unos minutos sonrío y dejó de acariciar al animal.

-Crece demasiado rápido- miro a Hiro con preocupación.

-¿Eso es malo?- Hiro miró al dragón con algo de miedo ante la respuesta de su propia pregunta.

-No estoy seguro, quisiera poder ver lo que has logrado hasta el momento con él.
Kubo me explico que lo entrenas para poder montarlo en algún momento, no dudo que ese momento llegue pronto debido a su crecimiento- explicó.

Hiro asintió y miro a Kubo, que lo miraba sonriendo.

Dedicado a Lizeth-tha por apoyar mi historia desde sus inicios, como forma de agradecimiento.

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