VIII. Reencuentro
Tres días habían pasado desde el momento en que Leonardo supo su verdadera sexualidad, tres días desde que Kubo, Hiro, Marco y Nando tuvieron que dejar el campamento para hacer un gran golpe contra Beldam.
Ante los ojos del menor de los San Juan, su decisión era la correcta, a pesar de estar por tres largos días sin pegar un solo pestañeo por las noches y sentirse miserable por sus sentimientos o por como haría sentir a Valentina, lo había decidido.
Justo ahora caminaba por el pueblo en busca de la pelinegra, con sus manos metidas en los bolsillos de esa sudadera gris desgastada, sus hombros bajos por la culpa que sentía. No se podía culpar, uno no elige de quien se enamora ni el momento. ¿Verdad?
Cuando la chica se atravesó en su campo visual, ambos se sonrieron y se acercaron al otro. Leonardo sintió un gran peso en su estómago y se hacía cada vez peor mediante más se acercaba a Valentina.
-Hola mi amor- Valentina le sonrío y este sonrío de vuelta aún cuando sus ánimos no eran lo mejor justo ahora -¿Ocurre algo?- cuestionó la pelinegra cuando noto la rareza de la sonrisa de su pareja y coloco ambas manos sobre el rostro de Leo, justo en sus mejillas para que este la mirara directo a los ojos.
Leonardo la miro unos segundos, directo a los ojos y así comprobando que sus sentimientos ya no eran hacia Valentina. Ahora qué se lo pensaba mejor, los sentimientos que Kubo le provocaba eran de alguna manera sentimientos nuevos, como si el plateado hubiera activado de alguna manera algo apago en su ser.
San Juan tomó las manos de Valentina con delicadeza, apartandolas de su rostro, y mirando con algo de dulzura a la chica.
-¿Podemos hablar en un lugar más privado?- murmuró el chico con suavidad, Valentina somo asintió y siguió a Leonardo hasta un callejón alado de la casa del moreno.
Ambos se pararon justo en este lugar, donde la gente casi mo transitaba. El chico la miro, y Valentina solo se cruzo de brazos esperando lo peor.
-¿Quieres terminar?- murmuró ella enarcando una ceja aún con sus brazos cruzados sobre su pecho, Leonardo solo asintió -¿Por qué? ¿No he sido suficiente para ti?- se mordió la mejilla después de tal pregunta, temiendo por su respuesta.
-No es nada de eso, y lo sabes bien- Leonardo murmuró y bajo la vista, no quería lastimarla -Es solo que... ya no siento lo mismo- explico aún sin verla.
-¿Hay alguien más?- cuestionó casi de la nada, con algunas lágrimas sobre sus mejillas.
A Leo le sorprendió la pregunta, provocando que la mirara al rostro. Sí, había alguien más, sí, sus sentimientos hacia esa persona eran más fuertes, sí, se había enamorado de un plateado y Valentina no tenía la culpa de ello. El moreno se mordió el labio inferior razonando unos momentos su respuesta.
-No puede ser, hay alguien más- murmuró Valentina entonces, y secando sus lágrimas miro a Leonardo con algo de enojo -¿Quién es?- exigió.
-No era mi intención que eso pasara, no dudes que te quise durante todo el tiempo que estuvimos juntos...
-¿Quién es?- interrumpió la chica con un tono cortante -¿Es alguna de las nuevas reclutas?- exigió.
Leonardo solo negó y miro hacia su derecha, evitando la mirada penetrante de Valentina.
-No es una chica- susurro para si mismo, pero fue suficiente para que Valentina lo escuchará.
-No puede ser...- murmuró la chica y durante unos minutos se quedó procesando las palabras de su ahora ex novio. Unio cabos rápidamente, un chico al que le había visto la sudadera de su novio, un chico con el que su novio estaba casi siempre al pendiente.
Recordó todos los momentos en que Leonardo se ponía de malas sin razón alguna, ahora tenían una razón, era los celos del moreno por ver al plateado con otra persona.
Sus ojos se llenaron de lágrimas, ¿cómo había sido tan tonta? ¿Cómo no lo había notado antes? Se sentía miserable más que nunca.
-Val, te juro que no era mi intención...
-¿Enamorarte de un plateado?- cuestionó cortante.
Leonardo bajo la vista y asintió, después suspiro y volvió a meter las manos en los bolsillos de sus sudadera gris, luego miro a todos lados y después a Valentina.
-Espero que podamos ser amigos en algún momento- murmuró el chico por última vez y camino en dirección a su hogar.
[...]
Marco paso su mano sobre su cuello y sobo con delicadeza este, se sentía horrible tener que dormir sobre el suelo duro por tres días seguidos. Sumado a eso, el dolor de espalda y su humor eran insoportables.
Doña Rosa los había mandado a los cuatro a una misión, investigar a las personas que estaban peleando en su apoyo de cierta manera, y de acuerdo a la dirección del ataque, intentaron rastrear a las personas, pero por tres días seguidos no habían tenido ni un resultado.
-Me lleva la verga- murmuró el de ojos ámbar cuando noto que su botella de agua estaba vacía.
-Toma la mía- Hiro mencionó dándole su botella de agua, y después miro a los demás.
-Gracias greñudo- murmuró Marco, aún cuando gracias a su mal humor sonó como una maldición.
Los cuatro estaba sentados en un campamento improvisado, tenían consigo al dragón que gruñia en busca de algun tipo de entretenimiento por parte de su dueño.
-¿No hay alguna forma de callarlo?- cuestionó Nando de mal humor, harto por los sonidos del dragón.
-Créeme, no lo hay- murmuró Kubo, quien estaba sentado con la espalda recargada contra un árbol y en sus piernas estaba la katana que Hiro le había proporcionado, la cual afilaba con concentración.
-A la mierda, voy por agua y comida- Marco se levantó del piso tomando consigo la botella de agua y un cuchillo, caminando en dirección a un río no muy lejano a donde se alojaban.
-Ten cuidado- comento Kubo sin alzar su vista de la katana.
-Sí si si, lo que digas- Marco hizo ademanes en forma de burla, como si lo que Kubo dijo fuera lo más obvio.
El moreno camino menos de tres minutos para llegar a un río, y busco la manera de llegar a él sin ensuciar sus botas o ropa, e incluso de no mojarse. Se inclinó un poco y tomó con su botella agua del río.
Sonrío victorioso porque logró su cometido sin mojarse o ensuciarse, y regreso sobre sus pasos.
Hiro jugaba con el dragón y un palo, como si fuera un perro, el príncipe lanzaba la vara de madera lo suficientemente lejos para que el dragón corriera y la trajera de vuelta a sus manos.
Pero los pasos de gente se hicieron presentes, Kubo miró a Hiro, ambos alertas por lo que sus oídos escuchaban. En posición de cualquier ataque cubriendo sus rostros con paleacates, ambos miraron a Nando, que parecía más desconcertado que nunca.
-¿Qué putas...- el cuestionamiento de Nando fue interrumpido por la mano de Kubo, la cual le tapaba la boca al moreno mientras colocaba uno de sus dedos sobre su propia boca en señal de silencio.
Kubo retiro rápidamente su mano cuando Nando capto el hecho de guardar silencio, y los tres se colocaron con las espaldas juntas para posibles ataques. Una persona vestida de negro de pies a cabeza apareció frente a Nando, la persona tenía a Marco por el cuello y sobre este había una cuchilla.
-Bajen sus armas- exigió el encapuchado.
Kubo hizo caso y bajo la katana, cuando los tres estuvieron desarmados aparecieron 4 siluetas más, igualmente encapuchadas rodeándolos.
Nando hizo un ligero movimiento de manos y atacó a dos de los ahora cinco oponentes, lanzando rocas grandes en sus direcciones. Yamamoto comenzo a atacar de igual manera y lanzó una cuchilla de viento que logró darle a uno de los oponentes.
Una de las siluetas corrió a velocidades increíbles y atacó a Nando, mientras que otro de los encapuchados tenía consigo dos cuchillas de plasma con las que atacó a Hiro.
El príncipe hizo una red eléctrica para cubrirse del ataque y cuando su oponente tocó la red salió disparado.
Marco aprovecho estos ataques para, en un rápido movimiento abrir un portal y aplicar su entrenamiento cuerpo a cuerpo para librarse del agarre. Atravesando el portal y apareciendo justo en medio de la batalla y ayudar a sus amigos.
La figura encapuchada que tenía a Marco ya no le importo tanto esto y prefirió luchar contra el principe, siendo apoyado por otra silueta más.
Ambas personas tenían el poder de controlar el metal y así, entre cuchillas atacaban al príncipe. Hiro por su parte, lanzaba ataques a sus oponentes y como podía esquivaba los ataques, fallando en algunos intentos y por consecuencia sus ropas ya estaban dañadas.
Yamamoto combatía a silueta que corría a gran velocidad, y en un rápido movimiento aventó el cuerpo de la persona para después colocarla contra uno de los árboles. Nando ya había sido derrotado por la persona de las cuchillas de plasma con ayuda de otro de los encapuchados, lo tenia contra uno de los árboles y con sus cuchillas en la garganta, forsejeando para poder cortar esta.
La última figura encapuchada se había transformado en una especie de lagarto, y atacaba de forma veloz y fuerte a Marco, el cual resistía los ataques que al ser tan veloces le impedían siquiera poder abrir un solo portal.
Una de las cuchillas lanzadas por los encapuchados logró darle al paleacate que cubría el rostro de Hiro, y a su vez a su mejilla, logrando cortar ambos y que el paleacate cayera al cuello de Hamada dejando descubierto su rostro. La figura responsable se quedó estática cuando observo con atención el rostro de Hiro, mientras que su compañero atacó sin percatarse de la identidad del Hamada.
El príncipe logró esquivar el ataque recibido por la espalda, logrando que el ataque fuera a la figura estática la cual en un rápido movimiento y saliendo del trance logró detener la cuchilla. Hiro lanzó un ataque a la figura atacante y dio justo en su pasamontañas logrando que la tela se quemara y fuera necesario retirarla.
-¿Hiro?- cuestionó la figura que se había quedado estática y caminaba relajadamente en dirección al mencionado.
Hamada presto atención a los actos de su enemigo mientras que la otra figura encapuchada se retiraba en su totalidad el pasamontañas captando la atención del príncipe.
-¿Kyle?- cuestionó el chico acercándose a su hermano, el cual estaba algo sucio del rostro y herido por sus ataques. La figura contraria y que había hablado primero imito su acto y se retiro el pasamontañas.
-Cielos, Hiro creí que nunca te encontraríamos- Tadashi observo a sus hermanos que seguían perplejos por verse frente a frente.
-¿Kyle, Tadashi?- cuestionó Yamamoto cuando presto atención a lo que sucedía a sus espaldas y con un rápido movimiento de manos, logró que todos se separaran gracias a una ráfaga de viento para después descubrir su rostro y ser imitado por los restantes.
-Yo... Creí que... El fuego... el fuego en el castillo...y no pude hacer nada... Yo...- Hiro hablaba tan bajo y lento que por primera vez, su cerebro se había quedado plasmado y no lograba siquiera completar sus ideas.
-Ven para acá enano- Kyle abrazo a Hiro de manera fuerte, y después al abrazo se unio Tadashi logrando que Hiro soltará algunas lágrimas en el hombro de Kyle.
-Me alegra que estemos juntos de nuevo- susurro Tadashi.
Todos observaron lo que ocurría, atentos al reencuentro de los tres hermanos. Cuando los mayores se separaron del menor observaron a Kubo, al cual le sonrieron.
-Gracias por cuidarlo, Kubito- mencionó Tadashi caminando hacia el mencionado y abrazándolo con fuerza cuando estuvo cerca de él, siendo imitado por Kyle.
Después de todo, ambos solo tenían 19, y ante los ojos de ambos Hamada eran solo unos niños.
-Estoy algo confundido- hablo Marco cuando estuvo cerca de Nando, ambos veían confundidos la escena.
-Créeme, no eres el único- susurro Nando.
[...]
-¿Y cuánto falta?- cuestionó Marco algo cansado.
Después de tales reencuentros y ponerse al día, el grupo de cinco personas se ofreció a mostrarles su campamento. Además, los rebeldes darían lo que fuera por tener más aliados y algo de descanso digno según las palabras del Rivera.
-No mucho- mencionó Gogo mirando con una sonrisa al chico moreno, el cual bufo por escuchar por tercera vez consecutiva la misma respuesta.
-Saben, si me dicen exactamente donde queda yo los pude llevar en un dos por tres- mencionó el chico.
-Deja de quejarte Marco, te hace falta estirar las piernas- protesto Kubo cruzándose de brazos.
-¿Y la tía Cass esta con ustedes?- cuestionó Hiro ignorando toda la pelea que estaba apunto de armarse a sus espaldas.
Kyle bajo la vista al igual que Tadashi, este último infló sus mejillas y resoplando.
-No- mencionó mientras negaba con la vista baja -Esta con los Frederickson, ellos nos han apoyado de manera anónima y tienen bajo los mejores cuidados a la tía Cass, no pensábamos arriesgarla- susurro Tadashi sonriendo en dirección a Fredd, el chico era uno de sus mejores amigos y estaba haciendo todo lo posible por apoyar a sus amigos.
Hiro asintió y después de caminar 15 minutos más llegaron a un campamento improvisado con cientos de tiendas y niños corriendo mientras jugaban.
Nando observo atento a los niños, algunos le eran conocidos y otros tantos aún no lograban recordarlos.
-¿Niños?- cuestionó el San Juan.
-Los rescatamos hace un tiempo de Beldam, los tenían en un laboratorio para experimentar con su sangre y no entendíamos por qué hasta hoy- explico Wasabi con una sonrisa hacia el moreno.
San Juan se quedó estático por lo que escuchaba y observo con atención a los niños hasta observar entre la multitud a un niño de cabello oscuro y piel morena que conocía a la perfección.
-¿Beto?- Nando corrió en dirección al joven moreno el cual lo observo con asombro.
-¿Fernando San Juan?- cuestionó el niño con felicidad y corrió a los brazos del moreno.
Marco observaba la escena con una sonrisa genuina, pero esa sonrisa se borro y se convirtió en lágrimas cuando observo como Beto llamaba a dos niñas y una chica que conocía a la perfección.
Socorro observo a Nando con asombro y lo abrazo con cariño, después de todo, lo quería tanto como a alguno de sus hermanos. Y cuando alzó la vista se topo con unos ojos ámbar que conocía a la perfección, soltó al San Juan y corrió en busca de su hermano.
Marco imito su acto y corrió en dirección a Socorro, atrapandola en un abrazo lleno de lágrimas por parte de ambos.
-¡Bendito Dios, Socorro, te encontré!- susurro el chico entre lágrimas abrazando a su hermana.
-Te extrañé tanto Marquito- susurro la niña entre lágrimas.
Cuando los dos se separaron, Xochitl veía la escena entre lágrimas. Marco le sonrío a la morena y la abrazo.
-Gracias por cuidarla- susurro el chico en el abrazo para después besar la mejilla de la morena sin romper el abrazo.
-No fue nada- mencionó la chica separándose de Marco -¿Y Miguel, Leo y Camilo?- cuestionó la mayor viendo a ambos morenos.
-Están en casa, nos separamos para esta misión. Después de todo, venimos bien acompañados- mencionó San Juan señalando a Kubo y Hiro que hablaban animadamente con los cinco chicos que lideraban aquel campamento.
-¿Y tienen suficientes víveres?- cuestionó Kubo mirando los alrededores del campamento.
-Racionamos todo lo que podemos y a veces los Frederickson nos dan más de lo que necesitamos- explico Kyle con una sonrisa al joven.
-Hiro, ¿me acompañas? Tengo que mostrarte algo- hablo Tadashi golpeando ligeramente el hombro del menor de manera juguetona.
Hiro alzó sus hombros y camino detrás de Tadashi.
-¡No me digas! Me mostrarás algo de tu nerd lado y necesitas una ayudita- burló el joven a su hermano, recordando como muchas veces Hiro tenía que ayudarlo con cosas tan simples para él pero que eran tan imperceptibles para el mayor.
-No- negó mientras reía y caminaba en dirección a una casa de campaña.
Honey salió de esta casa de campaña dándole la espalda a ambos pelinegros, llevaba entre sus manos diversas gasas y diferentes cosas para curar heridas.
-¡Honey!- grito el menor de ellos con una sonrisa y corrió hasta la rubia a quien abrazo de manera fuerte cuando estuvo cerca de ella y notando hasta ese momento el pequeño bulto que adornaba su abdomen.
-¡Santo Dios, Hiro!- la chica lo abrazo con amor y después observo a Tadashi que veía con una sonrisa la escena -Cariño, lo encontraste- mencionó la chica con una amplía sonrisa.
Hiro se separó de la rubia y observo con más detalle el bulto en su estómago, después miro a su hermano y de nuevo a la rubia.
-No inventes...- susurro el príncipe sin despegar la vista de aquel bulto.
Honey dejo todas las gasas y cosas de sus manos dentro del piso de la tienda de campaña y coloco sus manos sobre su panza abultada.
-27 semanas Hiro- explico la chica con una sonrisa sin retirar las manos de su pancita.
El chico salió por un momento de su shock y miro a su hermano, al cual abrazo.
-Felicidades Dashi- susurro entre el abrazo y después volvió a abrazar a Honey -Felicidades Honey- susurro.
-Debemos volver con los demás- mencionó el Hamada mayor sonriendo y tomando por la mano a su pareja.
Hiro asintió y después camino en la misma dirección por la que habían llegado. Kubo sonrío cuando lo vio aparecer de entre las casas de campaña y corrió hacia él.
-¿Todo bien?- cuestionó cuando estuvo a su lado.
-Más que bien- mencionó Hiro mirando en dirección a donde venía Tadashi con Honey.
Kubo abrió sus ojos con asombro por la escena que presenciaba, y sonrío cuando estuvo cerca la pareja de ellos.
-Felicidades Rey- sonrío Kubo y se inclinó ante Tadashi y Honey.
-Gracias Kubo- Tadashi correspondió el gesto inclinando su cabeza.
A lo lejos, diversos niños corrían y jugaban con el pequeño baymax, con su comportamiento de cachorro y llenando de asombro y curiosidad a la mayoría de los presentes.
-Sigo sin creer que esa cosa nació del huevo decorativo- susurro Kyle sin apartar la vista, Gogo asintió estando alado de él.
-Creo en gran parte que fue gracias a una persona- explico Hiro con una amplía sonrisa y un leve sonrojo, Kubo asintió y comenzó a reír.
-¿Una persona?- cuestionó Wasabi sin apartar la vista del reptil.
-En el campamento donde estamos hay una persona con dotes de fuego, sin él, creo que Baymax no habría nacido- explicó el príncipe.
Todos miraban con asombro a Hiro, una persona con dotes de fuego. Entre los plateados ese dote era extremadamente difícil de encontrar o tal vez hasta imposible. Se creía que era el dote más fuerte, los pocos hombres plateados con dotes de fuego podían acabar con un reino completo por ellos mismos, ignorando la presencia de gente que controlaba el agua o el viento, inclusive la tierra. Era como si, el fuego que emanaba de ellos no fuera como el fuego común, y no lo era.
-¿Conocen a una persona con dotes de fuego? Es casi imposible- exclamó Fredd que reía como si Kubo o Hiro hubieran dicho algún chiste.
-Créanlo o no, pero lo conocemos- explico Kubo cruzándose de brazos.
-Esos dos chicos que ven ahí, son parte de un grupo de rebeldes con dotes y de sangre roja. Debemos volver no podemos dejarlos, además, son nuestros amigos- explico Hiro mirando en dirección a Nando y a Marco que hablaban con un grupo de niños muy alegres.
-¿No se van a quedar aquí?- cuestionó Honey mirándolos a ambos con algo de tristeza.
-Lo lamento pero no, si quieren ustedes pueden ir con nosotros. Por lo que veo, algunos de los niños aquí tienen familias en nuestro campamento- Kubo explico mirando el parecido de Marco con una de las niñas, sabía a ciencia cierta que ella era la niña a la que buscaban con tanta desesperación.
Kyle observo a los niños, y entre todos ellos observo con detenimiento a Socorro, se sentía aún más culpable por haber intentado dejarla. ¿Quién lo diría? Su hermano había salvado al suyo, y él casi deja a Socorro.
Una discusión comenzó entonces, los seis mayores discutían en que era lo correcto, dejar ir a los dos niños u obligarlos a quedarse. Kyle no presto atención a tal discusión, seguía debatiendo su sentir.
-Kyle- hablo Gogo cuando noto que era el único de los seis que no hablaba. El pelinegro salió de sus pensamientos y observo a la chica con intriga -¿Qué opinas?- cuestionó la chica colocando una de sus manos en el hombro del chico, acompañada de una sonrisa calida.
-Debemos ir con ellos- explico el chico sin apartar la mirada de Socorro y aquel chico de ojos ámbar, que debía admitir, era atractivo.
Marco sintió la mirada penetrante sobre él y observo al responsable, sus facciones eran rudas y marcadas a diferencia de su hermano. Además, su físico se veía bastante bien y ni hablar de esos aretes en la oreja derecha que lo hacían verse más rebelde.
Y para Kyle, aquel chico delgado y de ojos afelinados era un deleite, su físico bajo esa playera blanca de cuello redondo y mangas cortas era extremadamente sensual, estaba seguro de que no era el único que se había sentido atraído por ver más allá de esa playera. Lo que más le había fascinado era su confianza, el pelinegro estaba acostumbrado a que la gente le temiera o temblará ante su mirada, pero ese chico daba batalla aún cuando lo capturo, y ahora no se veía intimidado por su mirada.
-¿Cómo?- cuestionó Wasabi -¿Dejaremos todo lo que hemos hecho aquí por ir con ellos?- el moreno se llevó una mano al rostro y la coloco sobre su mentón.
-Es mejor, no estamos solos y además, para esta batalla se necesita gente, gente que ellos tienen- explico el pelinegro desviando la mirada de Marco a Wasabi y los demás.
-Además, nos haría bien mentes maestras con más experiencia en la ciencia y batalla- apoyo Hiro sonriendo mientras se cruzaba de brazos -Y tienen excelentes doctores- miro a Tadashi y después a Honey.
Tadashi razono lo que su hermano decía, después miro a sus alrededores. Los dos jóvenes tenían razón y además, se prometio mantener a Hiro y a Cass a salvo ¿qué mejor manera que mantener al más joven seguro desde cerca?
-Empaquen, esta decidido- hablo el mayor de los Hamada y después camino en dirección a su tienda de campaña.
[...]
Miguel estaba en el techo de su casa, se había salido por la ventana de su habitación y tocaba su guitarra acordes que sabía ahora de memoria.
-Tanto busqué, cuanto encontré, cuanto perdí, cuanto gané - cantó de manera baja y acomodo sus dedos sobre las cuerdas -Tantos amores y desamores no hicieron bien, dejándome el alma vacía- el chico dejo su corazón en esa última estrofa, y detuvo su cantar por unos momentos razonando esas últimas palabras.
Su corazón estaba hecho un vuelco, sus sentimientos estaban a flor de piel y acompañaban su canción.
Su mente estaba comenzando a ser invadida por un recuerdo, y aquel recuerdo tenía nombre y apellido. Estaba decidido, quería decirle sus sentimientos a Hiro y por eso había escrito esa canción ya que sabía, que en cuanto lo viera se quedaría en blanco y no sabría como confesarse.
Tenía miedo, durante los últimos meses su amistad con el príncipe había crecido y tenía miedo de arruinarlo con sus sentimientos, pero no podía seguir sin decirle algo. Podría ganar, podría perder, pero no lo sabría si no se arriesgaba.
-Llegas a mí para sanarme, para enseñarme como vivir. Quitas mis miedos, solo te importa hacerme feliz como nunca nadie lo hacía- por la mente del moreno ocurrían recuerdos de los últimos meses, habían tenido tiempo juntos en misiones y muchas de esas veces se acoplaban demasiado bien en batalla, teniendo como resultado un dúo demasiado bueno y fuerte -¿Cómo he de pagarte por tanto amarme?- cuestionó para si mismo en su canción, suspiro cansado y después dejó la guitarra a su costado.
Habían pasado ya casi una semana desde la partida de los plateados y su hermano, la misión más larga que habían tenido jamás. Se suponía esta dudaría a lo mucho cuatro o cinco días, pero ya se había alargado dos días más de lo esperado y los miedos de Miguel no sólo eran por sus sentimientos.
-Linda canción- Leonardo apareció entonces, subiendo por la ventana de su habitación al techo. Miguel lo observo atento con una sonrisa.
-¿Qué haces aquí?- cuestionó sin sonar grosero y sin quitar su sonrisa.
-Vine a verte, tu madre dijo que estabas en tu cuarto y cuando subí y no había nadie me preocupe. Pero luego escuche una voz muy conocida y para no interrumpir me espere hasta escuchar que ya habías terminado de cantar- explico el moreno alzando sus hombros y tomando asiento a un lado de su amigo.
Miguel comenzo a reír de manera juguetona y asintió, mirando todas las casas, personas y árboles que decoraban la vista.
-¿Es para Hiro?- cuestionó Leonardo mirando atento a su amigo.
-Sí- Miguel no aparto su vista del frente -Le dire lo que siento en cuanto regrese, se suponía que ya debería de estar aquí junto a Marco, Nando y Kubo. Admito que me preocupa que les haya pasado algo- explico el moreno viendo a su amigo con preocupación.
Leo poso una de sus manos sobre el hombro del Rivera y con una cálida sonrisa negó.
-Están bien, después de todo, es de Hiro y Kubo de quien hablamos- susurro -¡Ah, y de Marco y Nando! Pero es más probable que alguno de los dos la cagué- el moreno comenzó a reír siendo acompañado de su amigo.
Después de un rato sus risas fueron interrumpidas por la alarma del pueblo, ambos chicos se miraron con un asombro y un brillo en los ojos.
-¡Llegaron!- mencionaron al unísono y bajaron lo más rápido que pudieron del techo, corrieron por la casa del Rivera algo torpes y cuando salieron de la misma siguieron hasta el centro del pueblo donde ya había gente ahí.
Se abrieron paso entre la gente, y cuando pudieron llegar al frente observaron que el portal de Marco seguía abierto, y las únicas personas que habían cruzado este eran los dos plateados.
-¡Hiro!- grito Miguel y corrió hasta el chico, el cual al escuchar su nombre busco al responsable.
Miguel lo envolvió entre sus brazos, dándole un gran abrazo fuerte y cálido que Hiro correspondió un poco tarde con una sonrisa por el asombro.
A su lado estaba Leo, que había hecho lo mismo con Kubo atrapandolo entre sus brazos.
-¡Carajo, tardaron tanto que estábamos preocupados!- mencionó Leo cuando soltó a Kubo y lo observo con una sonrisa.
-Que bueno que están bien- mencionó Miguel soltando a Hiro.
-Y no venimos solos- mencionó Kubo girando su cuerpo en dirección al portal por el que comenzaron a cruzar los niños que era guiados por Nando.
En esos últimos días extra se habían dedicado a entregar a los niños a sus familias no sin antes hacer una invitación a luchar, y los que sobraban eran llevados hasta el campamento de los rebeldes.
Xochitl apareció entonces, ante los ojos de Leonardo que se había quedado estático por el asombro de verla.
-¡Leonardo San Juan!- grito la morena y corrió hasta él, abrazándolo fuerte y llenando el rostro del moreno de besos en las mejillas y frente.
Hiro miró a Miguel, que buscaba aún a Marco y suplicaba porque sus ojos encontrarán a Socorro entre la multitud.
-Cumplí mi promesa- susurro Hiro a su costado, tomándolo por el hombro con una sonrisa. Miguel coloco su mano sobre la mano de Hiro y lo miro con una sonrisa.
De entre las multitudes apareció Marco agarrado de la mano de una niña de no más de 15 años, peinada con dos trenzas y una sonrisa enorme que adornaba su rostro.
-¡Coquito!- grito Miguel al verla y corrió hasta ella, agarrandola entre sus brazos y abrazándola con tanta fuerza y cariño que la niña correspondió de la misma manera.
Los últimos en cruzar el portal fueron los seis amigos, que observaban los diversos reencuentros de los niños con sus familias, llenos de orgullo y felicidad.
Hiro seguía observando el reencuentro de la familia Rivera y San Juan, todos se habían acercado a sus respectivas familias en cuanto vieron a lo lejos a ambas chicas. Kubo estaba parado alado del príncipe, con una amplía sonrisa y las manos sobre su pecho.
-Aún hay esperanza- Yamamoto sonrío a su amigo, que lo miro atento ante sus palabras.
-Demasiada esperanza- murmuró el príncipe girando su vista a Miguel que sonreía ampliamente ante la presencia de su hermana y el resto de su familia.
A Hiro le dio un vuelco el corazón, amaba la sensación que le causaba ver al moreno tan feliz y al mismo tiempo le causaba una presión en el estómago que aumento cuando su mirada choco con la de Miguel.
El moreno camino hasta Hiro, el excaballero observo esto y camino lejos de la escena para dar privacidad. Al principe le temblaron las piernas, le sudaron las manos y el corazón se le aceleró tanto que juraría saldría corriendo de su cuerpo, o por lo menos Miguel era capaz de escucharlo a pesar del ruido que los rodeaba o la distancia que se iba haciendo más corta.
-Gracias Hiro- Miguel sonrío y volvió a abrazar a Hiro con más fuerza, para después besar la frente del pelinegro aprovechando la diferencia de tamaños.
Hiro correspondió el abrazo de manera lenta después de ese beso, y alzó la vista hacia el moreno.
-Hiro yo tengo que decirte algo...- murmuró Miguel.
-Yo también- susurro Hiro sin apartar su vista de los ojos del moreno.
La escena era vista por Kyle, que sintió como su pecho se hacía pequeño ante como su hermano menor abrazaba a ese chico.
-Ustedes fueron los que atacaron la base de Beldam, ¿no es así?- cuestionó Doña Rosa apareciendo al costado izquierdo de Kyle.
El pelinegro observo a la mujer de la tercera edad y después miro de nuevo en dirección a su hermano que se escabullia entre la gente siendo guiado por aquel moreno, teniendo como centro de atención el hecho de que ambos iban agarrados de la mano.
-Sí, fuimos nosotros- susurro Kyle cuando ambos jóvenes desaparecieron de su vista.
-¡Espera Miguel!- Hamada se detuvo unos momentos para observar a sus espaldas, veía a sus hermanos hablando con Doña Rosa, por alguna extraña razón sintió pánico -Debo hacer algo primero- explico al moreno con una sonrisa, aún cuando Miguel lo observaba confundido y algo dolido.
El Rivera solo asintió y ambos caminaron de regreso sin soltarse de las manos.
-¡Doña Rosa!- mencionó Hiro apareciendo de entre la multitud siendo seguido por Miguel, la mujer lo observo llegar con una sonrisa y la ceja enarcada -Le quiero presentar a mis hermanos, Tadashi y Kyle- los señaló haciendo que estos inclinaran la cabeza como saludo -Y sus aliados, Honey, Wasabi, Fredd y Gogo- explico con una sonrisa señalando a los demás -Nuestros nuevos aliados- susurro sin apartar la vista de sus hermanos.
Miguel observo a ambos hermanos de Hiro, sintiendo inmediatamente la tensión por la mirada de Kyle.
-¡Un gusto conocerlos, majestades!- mencionó el moreno inclinando su cabeza.
-Es un placer conocer al futuro rey- la mujer sonrío.
-El placer es mío, lo quiero agradecer por cuidar de Hiro- Tadashi sonrío y guiño un ojo en dirección de su hermano menor.
-¡Por el contrario! Me temo que es él y Kubo quien nos cuida a nosotros- bromeo la mujer, después de eso se giro a ver al pueblo -¡Tenemos nuevos aliados!- mencionó de manera clara, para que todos comenzarán a celebrar por tal noticia -Hiro, Miguel- la mujer observo a ambos chicos -Muestrenles donde se quedarán, mañana vemos lo demás- explico con una sonrisa para después irse lentamente.
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