VIII. Lagrimas y Licor
ADVERTENCIA: Este capitulo contiene violencia verbal, uso de alcohol y sustancias, no se recomienda el uso de estas a la audiencia.
*Estirado:Como adjetivo, significa que alguien es grave, serio o circunspecto. También puede significar que alguien es arrogante o orgulloso en su trato con los demás. Por ejemplo, "nunca saluda, es una estirada".
Cinco años después
-¡Dragón!- gritaron los guardias para agilizar sus movimientos, provocando que todos mantuvieran una posición.
El gran dragón aterrizó dando sonoros gruñidos, y espero atento a que su jinete bajara de su espalda.
Cuando Hiro estuvo abajo, comenzó quitando los guantes de piel negra de sus manos, todo bajo la atenta mirada de Kubo, quien lo veía desde cerca con neutralidad.
-¿A dónde fuiste esta vez?- cuestionó el caballero y ahora mano derecha, enarcando una ceja.
-Ya sabes la respuesta- Hiro levantó sus hombros con un tono de voz irónico.
Kubo bufo, negando mientras ambos caminaban para entrar al castillo. Sus pasos eran el único sonido cercano.
-¿Qué ha pasado mientras me fui?- cuestionó Hiro después de un rato, mirando a su amigo con intriga.
-La reina esta... molesta, lo espera en el salón real. Y Kyle ha regresado de su misión- anuncio Kubo provocando que el rey suspirara por su primera oración.
-Bien, ya voy- mencionó Hiro comenzando a caminar de manera más rápida en dirección al salon real.
[...]
-No puedo odiarte... Solo te pido, regresame mi corazón- cantó acomodándose frente al micrófono de aquella cabina -A tí lo fuiste acostumbrando, después de amarte tanto quiero que seas... feliz- aquellas palabras que hacia mucho había escrito fueron sacadas desde lo más profundo de su corazón.
El sonido en sus audífonos paro provocando que abriera sus ojos en dirección a las personas del otro lado de la cabina. Uno de los chicos levantó sus pulgares, mientras que otro abrió la línea de comunicación.
-¡Excelente Miguel! Me encantó como sonó la última estrofa- anuncio, Miguel sonrío por el cumplido.
La puerta de la cabina se abrió, dejando paso a una chica de cabello oscuro quien agitó su mano mostrando el teléfono de Miguel en ella.
-¡Joven Rivera, le llaman!- anuncio la chica.
-Mierda- susurro quitándose los audífonos y caminando hasta la chica para tomar su celular -Por favor que no sea él- susurro a sí mismo contestando la llamada.
[...]
-¡Y si yo hubiera sabido que todo era un juego aquel verano entre tus besos no hubiera escrito esta canción!- canto arrastrando sus palabras, levantando el caballito para dar un trago y engullir rápidamente, sintiendo el sabor fuerte raspar su garganta. Se giro para ver mejor a la chica que cantaba aquella canción, mirándola atento y entregando un billete en su mano -¡Una vez más, señorita, por favor!
La chica asintió y comenzo a tocar de nuevo la canción.
Una mano toco el hombro de Leonardo, haciendo que este se girara en la dirección de donde provenía el tacto. Sonrío al notar a Miguel, con un semblante preocupado.
-Vamonos ya, Leo- suplicó intentado levantar de la barra a San Juan.
-¡Déjame Miguel!- gritó mientras manoteaba, provocando que el mencionado se alejará, después de ello se volvió a sentar y siguió tarareando la canción -No todos pudimos superarlo- susurro provocando que Rivera lo mirara mal.
-¡Han pasado cinco malditos años, superalo de una buena vez, mierda!- grito Miguel.
-¡NO PUEDO!- gritó de vuelta -...No puedo...- susurro comenzando a llorar -¡Éramos guerreros!- grito sin dejar de llorar.
-Éramos, tú mismo lo dijiste- Miguel se cruzo de brazos.
-Ahora solo soy un estúpido panadero- susurro tomando el caballito y rellenandolo -No todos podemos ser famosos después de la guerra, no todos podemos llorar y embriagarnos en una puta mansión como Marco- con aquellas palabras tomó el contenido del caballito -O no podemos correr a los brazos del primer hombre que se nos atraviesa- susurro con amargura.
Miguel lo miro con rencor, saliendo del bar, estando afuera intento tranquilizarse respirando de manera honda en repetidas ocasiones. Saco su celular y marcó a Nando, después de algunos minutos llego el mayor de los San Juan, mirando a su hermano y amigo, tomó a la fuerza al primero sacándolo a costa de reclamos por parte de Leonardo.
-Llevemoslo con Marco- susurro Miguel mientras metían a Leonardo en la parte trasera del auto de Rivera.
Nando se sentó en la parte trasera del mismo para evitar accidentes. Luego de algunos minutos llegaron hasta la residencia de Marco, sin tocar siquiera la puerta Miguel la abrió teniendo a un Marco igual o peor de ebrio que Leonardo.
-Ya estoy cansado de buscar en otra parte lo que he encontrado en tí... Quédate en mi almohada, que estoy trastornado y ya no me voy de aquí- cantaba Marco de frente a su gran ventanal con una bata de seda y una copa de vino llenada casi al tope, demostrando en su tono de voz que había llorado bastante.
Miguel se acercó hasta Marco una vez que acomodaron en uno de los sillones a Leonardo, el menor de los Rivera tomó la copa de entre las manos de su hermano y camino hasta el lavaplatos, tirando el contenido de la copa en este.
-¡Ya basta!- reprendió mientras guiaba a su hermano hasta el mismo sillón donde estaba Leonardo, obligandolo a sentarse ahí.
-¿Qué quieres, Miguel?- cuestionó Marco mirándolo con resentimiento -¿No se supone que estabas grabando una canción?- cuestionó con ironía.
-¡Se suponía que tú deberías estar haciendo exactamente lo mismo!- explicó molesto -¡Mierda, son dos adultos ya, comportense como tal!- exigió haciendo que todos los presentes lo miraran asombrados.
-¿Perdón por no superar a la única persona que he amado desde Ernesto?- se excusó Marco con un tono de voz burlón.
-¡No todos somos tú!- exigió Leonardo señalando a Miguel, quien rodó sus ojos frustrado.
-¡Tienen que cerrar ese maldito ciclo! ¿Qué no lo ven? ¡Literalmente nos utilizaron, los ayudamos a recuperar sus privilegiadas vidas y después nos desecharon!- Miguel se giro quedando de frente a una barra en la cocina, azotando sus puños sobre esta -Milo siempre tuvo razón y nunca le hice caso, ellos solo nos utilizaron, nunca nos amaron- se susurro a sí mismo, teniendo un dolor en el pecho por sus últimas palabras.
-Basta, no puedo seguir escuchando esto- Nando se coloco en medio de todos -No puedo seguir viendo a mis amigos y hermano sufrir por idiotas. Nuestros tiempos como guerreros, nuestras vidas ahí, nuestros amores y todo lo relacionado a ellos se quedará en el pasado para siempre- explico en tono tranquilo, mirando a todos unos segundos.
[...]
-¡Piden un maldito heredero, Hamada!- grito la chica de pecas, azotando su mano contra la mesa de la sala.
-¿Y qué quieres que haga?- cuestionó Hiro con ironía -¡Tú sabías que no tendría un heredero, te lo recalque antes de casarnos!- exigió Hiro.
-Mierda, no salgas con eso otra vez- pidió la chica -No dejaran que tu sobrino tome el trono, es una maldita vergüenza para ellos- Coraline se cruzo de brazos -Entiendelo, tienes que dar un heredero a la corona- exigió.
La electricidad corriendo por el cuerpo de Hiro comenzó a hacerse presente, el plateado se acercó hasta la chica y la tomó por los hombros.
-No vuelvas a hablar de esa manera de mi sobrino- amenazó -Sabías lo que sucedería cuando te casaras conmigo, te lo dije e incluso firmaste un prenupcial. No pienso darle un heredero a esos estúpidos ancianos que solo me dieron la espalda durante casi un año cuando mi padre murió. Preferiría mil veces volver a ese campamento que me ofreció más ayuda que a ustedes- su tono de voz se había vuelto imponente, haciendo que Jones lo mirara con algo de miedo -La discusión se acabó.
Hamada abrió la puerta con rapidez, teniendo detrás de esta a dos guardias que conocía a la perfección y que lo escoltarian hasta su habitación.
-Se escuchó bastante menos peor que otras veces, mi rey- murmuró Kubo después de un rato, caminando a su lado derecho con su armadura negra.
-¿Hay veces que se pone peor?- cuestionó Kyle, caminando a su izquierda con la misma armadura color negro.
-No estoy de humor para sus bromas- murmuró Hiro parando su andar, haciendo parar a ambos por inercia -Kyle, informes- ordenó.
-Todo esta en orden en cuanto a Honey y Tadashi, nadie ha logrado encontrarlos aún.
En cuanto al pueblo, los víveres y la seguridad están en armonía con la economía- informó.
-¿Cómo está la economía, Kubo?- cuestionó con un tono cansado.
-En su mejor punto, mi rey. La economía ha crecido al menos un 8% en el último mes- aseguró.
-¿El pueblo es feliz?- cuestionó Hiro.
-Sí mi rey- aseguró Kubo.
-Bien, vete a casa Kubo. Seguramente te espera una pelea bastante similar a la mía- aseguró Hiro -Te veo en una semana.
Kubo paro su andar después de aquella oración, se inclinó como despedida y después siguió su camino para salir del castillo.
Kyle escolto a Hiro hasta su habitación, el menor de los Hamada miro a su hermano una vez tuvo un pie en su habitación.
-¿Has sabido algo?- cuestionó Hiro, mirando a Kyle con nostalgia, el mayor suspiró.
-Los Rivera aceptaron a los hombres que mandaste como cazaestrellas, y los San Juan tienen una panadería exitosa a la que acuden los plateados tras tu recomendación- explico.
-Bien, descansa Kyle- susurro Hiro entrando a su habitación.
-Descansa- aseguró Kyle.
La puerta se cerró después de aquello, Hiro camino por su amplia habitación tomando entre sus manos el juego de vasos y botella de vidrio.
Sirvió sobre uno de los vasos el licor, dando un trago al mismo y dejando que el sabor amargo se impregnara en su boca. Observo entonces una pequeña invitación que había en la mesa, la observo detalladamente y después de leerla prosiguió a tomar aún más alcohol.
La noche sería larga en su velar, reprochandose de sus propias decisiones hace cinco años.
A la mañana siguiente y con una resaca horrible, Hamada se levantó de la cama y camino en dirección a los calabozos, donde encontró a Baymax, lo monto importandole poco la hora y lo guió en dirección al hogar de Yamamoto.
Kubo desperto desde muy temprano, Hiro tenía razón en cuanto a la discusión con su esposa. La mujer le había reclamado las diversas horas que pasa alejado de casa y la falta de un heredero, por ello, cuando un enorme dragón blanco estuvo frente a su cuerpo, no pudo más que reír.
-¿No se supone que nos veríamos dentro de una semana?- cuestionó Yamamoto cruzado de brazos, observando como Hiro bajaba del dragón -Te ves de la mierda.
-No solo me veo, me siento como la mierda- aseguró Hiro sobando con delicadeza uno de sus hombros -Necesito que me acompañes- insistió.
-¿A dónde exactamente?- Kubo enarco una de sus cejas.
-Necesito huir de la fiesta de cumpleaños de mi propia esposa - miró a su alrededor desesperado -Mierda- susurra.
-Hiro... no creo que sea buena idea... - Kubo movió sus manos intentando explicarse -El pueblo podría...hablar de la situación- murmuró.
-Lo sé...- murmuró frustrado -...lo sé... - susurro -Es solo qué... no puedo seguir fingiendo una vida que en realidad no se parece en nada a la real, me siento asqueado de mí mismo...
Kubo lo miro preocupado y después poso una de sus manos sobre el hombro de Hiro, atrayendo su cuerpo al de Hamada para cubrirlo en un abrazo.
-Esto es difícil para todos...- susurro.
-A veces... creo que tome la decisión incorrecta...- susurro Hiro recargando su mentón sobre el hombro del caballero, Kubo negó después de ello, alejando con delicadeza a Hiro.
-Escogimos el bien mayor sobre nuestra felicidad- Kubo miro a Hiro con determinación -¿Qué crees que hubiera pasado si no lo haciamos? ¿Cuanta gente moriría? ¿Cuantos rojos serían masacrados? ¿Cuantos niños vivirían experiencias como la de Socorro? ¿Cuantas familias serian separadas como los Rivera o los San Juan?- Kubo negó después de ello -Es difícil fingir ser feliz, sacrificar nuestra vida por cientos más, era algo que sabíamos, nunca lo ocultamos... Nos enamoramos, lloramos... pero no lo hicimos nunca con malas intenciones.
Hiro miro a su amigo y caballero personal con una tímida sonrisa, sus ojos cristalizados comenzaron a derramar pequeñas lágrimas que recorrían lentamente sus mejillas.
Kubo sonrío por ello, y tomo entre brazos al rey.
-Yo también me arrepiento de la decisión todo el tiempo- susurró sin romper el abrazo.
-¿Cómo llegamos a esto?- Hiro negó, alejándose un poco de Yamamoto y mirando a su alrededor -¿Es momento de cerrar ese capítulo de nuestras vidas?-Kubo sonrío y asintió.
-Desde hace mucho debimos hacerlo- Kubo tomó por los brazos al Rey y sonrío con notable nostalgia.
Hiro asintió sin más, con notable dolor en su mirada y camino de regreso al dragón.
[...]
El auto de última generación y tonos negros elegantes se detuvo frente a la panadería, bajando lentamente del mismo y siendo escoltada por los guardias reales entro a la misma y miro al responsable.
-¿Aún puedo hacer un pedido? Entiendo que por la hora no sea lo más conveniente- murmuró la mujer con una sonrisa.
Leonardo no había levantado la vista, pero aquella voz la conocía a la perfección por los diversos comunicados, sus manos temblaron mirando los pastelillos qué acomodaba en los diversos estantes.
-Lo lamento señora, no sabría decirle si el panadero esta aun dispuesto a recibir un pedido más, pero si gust-
-¿No se supone eres un "San Juan" de la panaderia San Juan? ¿Le negaran un pastel a su reina?- Coraline se cruzo de brazos -¿No se supone que ustedes tienen la fama que tienen gracias a mi esposo?- Coraline sonrío.
Leonardo la miro por primera ves, sin una pizca de respeto y con notable enojo.
-¿Insinua que los sangre pálida como usted solo compran en nuestra panadería por qué su esposo la recomienda y no por que somos buenos?- Leonardo se cruzo de brazos y enarco una de sus cejas, importandole poco que los guardias alrededor de Coraline comenzarán a apuntarle.
Nando apareció entonces, con una cara de asombro y notable confusión.
-¿Qué es lo que sucede aquí?- cuestionó el mayor de los morenos, mirando confundido la escena y dirigiéndose a la Reina.
-Cuida tus palabras rojo, que me debes más a mí de lo que piensas- murmuró la pecosa con desdén -Y con una sola de mis manos puedo hacer que tu panadería y tu misma e insignificante existencia desaparezca- susurro.
Nando se posiciono frente a su hermano, haciendo una reverencia.
-Disculpe la impertinencia de mi hermano mi Reina, es un alcohólico que no sabe lo que dice muchas veces- excusó.
-Ferna-
-¡Un alcohólico que no sabe lo que dice!- recalco de nuevo -Le pido lo disculpe por todo, si necesita algo me puede decir a mí- insistió.
Coraline miro con desdén a Leonardo y después a Nando, suspiró resignada y después se paseo por la panadería.
-Un pastel- ordenó.
[...]
El amargo sabor del alcohol recorrió su garganta, pero esto fue interrumpido por el golpe en su mejilla que lo tiro de la silla donde estaba.
Confundido miro a la persona responsable, abriendo sus ojos con asombro de encontrarse a Leonardo frente a él.
-¡Dile a tu estúpido rey que no le debemos nada!- grito arrastrando sus palabras dejando en claro que había bebido.
Kubo lo miro confundido, sobando su mejilla y mirando como los guardias tomaban a Leonardo.
-¡Esperen, sueltenlo!- ordenó el caballero tomando a Leonardo quien seguía protestando.
El agarre de Kubo fue fuerte y ágil, provocando que el moreno apenas pudiera reaccionar hasta darse cuenta que estaba afuera de aquella cantina lujosa.
-¿De qué mierda estas hablando?- cuestionó Yamamoto sin dejar su nerviosismo de lado.
-¡Tú y tu estúpido Rey pueden meterse su ayuda por su pálido culo!- protesto de nuevo Leonardo, dispuesto soltar un golpe a Kubo, este lo detuvo sin mucho esfuerzo y miro a Leonardo con nostalgia.
-¿Leonardo?- cuestionó insistente.
San Juan se soltó de su agarre y después se tiro al piso, riendo con amargura.
-¿Crees que no he notado quien paga mis cuentas en el bar cuando me quedo sin dinero? ¿Crees que no se que hay hombres vigilandome todo el tiempo?- Leonardo miro al plateado, levantando su dedo medio -Memete tu ayuda y la ayuda de Hiro por el culo, ninguno de nosotros los necesita- el moreno se levantó tambaleante sintiendo apenas algunas gotas de lluvia qué se hacían presentes.
-Ustedes nos necesitan más a nosotros que nosotros a ustedes- Leonardo miro a Kubo -Ustedes nos utilizaron y desecharon cuando quisieron, ¿y ahora les debemos nuestra fama?- Leonardo se alejo levantando un dedo medio -¡Vete a la verga tú, tu estúpido culo plateado estirado y tu pendejo Rey mimado!- grito.
Los guardias salieron entonces, a cubrir con un paraguas al caballero y dispuestos a arrestar a San Juan, pero Kubo negó.
-Uno de ustedes escoltelo, necesita más ayuda y seguridad de lo que yo- ordenó y volvió adentro de la cantina.
[...]
Hiro se miro frente al espejo, su traje sastre a la medida lo hacía ver imponente, pero cuando subió más su mirada hasta su rostro, la nostalgia y su visible miseria e infelicidad se notaban de sobremanera.
Hizo una mueca, se había prometido no pensar de nuevo en su antigua vida, en nada relacionado a ello pero sobre todo, en Miguel.
-¿Estas bien?- una voz masculina lo saco de sus pensamientos, mirando por el mismo reflejo del espejo al responsable.
-Estoy...- susurro recordando su último pensamiento -Estoy buen Kyle, solo algo cansado- mintió.
-Debo escoltarte abajo en cualquier momento, Kubo nos espera al final del pasillo- susurro el mayor de los Hamada.
-Salgo en unos segundos- murmuró asintiendo y mirándose por última vez frente al espejo.
Suspiró tomando su cabello con frustración y peinandolo ligeramente hacia atrás, después camino a paso firme hasta la puerta donde Kyle lo esperaba.
Llegando al final del pasillo, Kubo se unió a ellos con un rostro lo suficientemente serio para alertar a ambos Hamada.
-¿Ocurre algo, Kubo?- cuestionó Hiro con genuina intriga, mirando al plateado mencionado de reojo sin dejar de caminar hasta el salón principal.
-Quisiera hablar de ello después de la fiesta de su majestad, no quisiera arruinar la noche de ambos- explico el caballero mirando a sus amigos.
-¿Arruine nuestra noche?- Kyle enarco una de sus cejas y negó.
Kubo infló sus mejillas dispuesto a hablar pero su mirada se poso en la gran puerta que dejaba en claro que no podría seguir hablando. Las puertas se abrieron, dejando a la vista cientos de plateados vestidos de manera elegante, todos y cada uno de ellos mirando en dirección al Rey e inclinándose a su paso.
Hiro camino sin muchos ánimos pero imponente frente a ellos, hasta llegar a la mesa principal donde estaba Coraline sentada con una sonrisa bastante fingida que engañaría a cualquiera pero a él no, no después de estar casados por casi cuatro años.
El Rey tomó asiento junto a la mujer a quien beso en la mejilla como único acto de amor y el banquete continuo. Después de algunos minutos Coraline carraspeo la garganta y miro a Hiro de reojo.
-Después de dar ese bocado te levantarás y brindaras por mí, y por nuestro reinado juntos claro, y por último dirás que tienes una sorpresa para mí- explico Jones de manera discreta sin borrar su sonrisa para que nadie notará la incomoda platica.
-¿Tengo qué hacerlo?- cuestionó Hiro dando un segundo bocado al cerdo agridulce en su plato.
Coraline sonrío más ampliamente y lo miro algo molesta.
-Las personas presentes murmuran sobre nuestro matrimonio y la falta de heredero, si tienes una mejor idea de fingir nuestro feliz momento, te escucho- Coraline bebió del vino en su copa.
Hiro suspiró y engullo su bocado, después se levantó tomando su copa y con ayuda de un cuchillo golpeó levemente esta, lo suficientemente fuerte para atraer la atención de las personas en el salón.
-Buenas noches a todos los presentes- Hiro levantó su copa como señal de saludo -Quiero agradecer a todos por estar aquí festejando el dulce cumpleaños de mi amada esposa- Hiro miro a Coraline con una sonrisa -Mi amor, no sabes lo feliz que he sido a tu lado estos casi cuatro años, por eso y oara festejar lo asombrosa mujer y Reina que eres para mí y el pueblo te he traído una sorpresa- explico levantando con elegancia una de sus manos.
Esta señal fue suficiente para que de los laterales del salón salieran músicos que empezaron a tocar de manera alegre una canción.
Hiro se sentó después de ello, dispuesto a dar un bocado más pero al escuchar la voz masculina frente a él, el sabor del cerdo comenzó a volverse amargo, dirigiendo su mirada a Coraline, quien le sonrío de vuelta.
-Ya ha pasado el tiempo por aquí
Desde aquella noche en que perdimos la batalla.
Y preferimos la distancia- canto despacio Miguel, sin mirar a su alrededor.
Hiro miro a Kubo que estaba a su lado, quien tenía la misma cara de asombro y disgusto, luego miro a Kyle quien mantenía un rostro sereno pero su respiración delataba su molestia.
-Cada día quise repetir
Esos besos tuyos que me hacían tanta falta.
Mas no encontré quién te igualara- continuo cantando Marco, sintiendo aquella letra que había escrito hace tanto tiempo cuando lo dejaron una noche tras haberle dicho te amo.
-Y aunque yo me prometí
Renunciar por siempre a este sentimiento, sigue aquí
Nunca me fui- cantaron ambos hermanos al unísono, logrando que todos los plateados aplaudieran por la perfecta unión de sus voces.
-¿Qué significa esto?- cuestionó Hiro a Coraline con una sonrisa fingida y notable molestia.
-¿No es obvio? Mi regalo de cumpleaños- Coraline sonrío -Pensé que, si todos los plateados adoran su música por recomendación tuya sería algo bastante lindo que los trajeras como regalo de cumpleaños- explico con fingida inocencia.
-¿Cuántas veces tuve que ser fuerte?
Mentirme que todo está bien
Que te olvidé, oh- la estrofa de Miguel hizo que Hiro lo mirara por primera vez en toda la noche, su respiración paro y un nudo en su garganta apareció.
-¿Cuántas veces le pedí a la suerte?
Que cuando te volviera a ver
Yo me pudiera convencer
Que te he dejado de querer
Pero no lo he podido hacer- Marco canto en perfecta afinación abriendo sus ojos y mirando a Kyle por primera vez, intentando descifrar su mirada.
-A veces, aunque digas no
Tú tienes necio el corazón y así de simple.
Al final es él el que decide- continuo Miguel, mirando breve mente a su hermano, quien tenía la mirada posada al frente y los ojos llorosos.
Miguel no dudo en mirar a la misma dirección, donde encontró a unos ojos castaños qué lo miraban con fijación, el moreno desvío la mirada y vio a su hermano, quien en simples segundos recompuso su postura.
Y aunque yo me prometí
Renunciar por siempre a este sentimiento, sigue aquí
Nunca me fui, oh
Kyle se mordió el labio, dispuesto a irse, pero Kubo negó ligeramente.
-No podemos abandonar nuestro puesto- insistió el menor de los caballeros.
-No dirías lo mismo si Leonardo estuviera aquí- murmuró algo molesto Kyle.
¿Cuántas veces le pedí a la suerte?
Que cuando te volviera a ver
Yo me pudiera convencer
Que te he dejado de querer, uh-oh
Pero no lo he podido hacer
-¿Y de donde piensan que saque los postres que comenzarán a ser traídos?- Coraline sonrío a Kubo y Kyle, quienes la miraron con desdén.
-No te atreverías- murmuró Hiro molesto.
Coraline sonrío e hizo que con un simple movimiento de manos los sirvientes comenzarán a traer los diversos postres y entregarlos uno a uno, pero los que llamo la atención de todos en el salón fue el enorme pastel de elegante glaseado blanco minimalista el cual era acarreado con sumo cuidado por los hermanos San Juan.
No, no, no, oh
No, no, no-oh, no, oh
Oh, yeah, hey
Kubo mantuvo su semblante serio y neutral, dando así paso a que tanto Hiro como Kyle fingieran lo mismo.
¿Cuántas veces le pedí a la suerte?
Que cuando te volviera a ver
Yo me pudiera convencer
Que te he dejado de querer
Pero no lo he podido hacer
Eh-eh
Cuando la música finalizó Marco tenía algunas lagrimas sobre sus mejillas rodando, apenas perceptibles para la multitud pero bastante notables para Miguel.
-¡Gracias por su atención damas y caballeros, nosotros somos los hermanos Rivera!- agradeció Miguel con una sonrisa.
La multitud se quedó en silencio esperando un paso por alguno de los reyes, Coraline se levantó de su asiento y comenzó a aplaudir siendo seguida por los demás en el salón.
Maldita víbora
Aquel pensamiento, aunque no era de ninguno de los afectados, rezono en las mentes de dos de ellos. Ambos Rivera giraron sus rostros hasta Socorro, quien estaba entre los músicos pasando desapercibida, la niña miraba a Coraline con notable odio, dejando en claro para sus hermanos que su don se había salido de control y que en efecto, aquel pensamiento era perteneciente a ella.
-¡Muchas gracias por tan hermosa canción! Les invito a quedarse unos minutos, tenemos comida y bebida que seguramente serán de su agrado- ofreció Jones.
Tras aquella invitación los músicos comenzaron a dispersarse provocando que tanto los hermanos Rivera como San Juan pudiera hablar entre ellos.
-No esperaba que su egocentrismo llegara a tanto- murmuró Nando, notando las diversas miradas de su hermano y amigos.
-¡Es obvio que ellos no sabían nada de esto!- susurro molesta Socorro, cruzándose de brazos.
-¡Basta ya Socorro! No puedes estar tan segura de ello- insistió Leonardo con molestia, entregando un trozo de pastel a un sirviente, quien seria el encargado de llevar dicho trozo hasta la mesa de algun plateado.
-¡Solo miren sus rostros, sus miradas!- Socorro insistió.
-No los conoces Coco- insistió Marco, suspirando pesadamente.
-¿Y ustedes sí?- Socorro atacó de manera pasivo agresiva, mirando a sus hermanos y amigos -¡No me mientan! Sé lo que piensan cada uno de ustedes en este momento- susurro molesta señalando su cabeza -Sé lo que piensas al verlo- murmuró mirando a Marco -sé en lo que piensas al cantar- esta vez miro a Miguel -Y sé lo que hiciste ayer- miró a Leonardo.
-Sí, pero no sabes lo que piensan ellos- insistió Fernando.
-Les pido me escolten unos segundos afuera- suplicó Hiro levantándose de su asiento y caminando rumbo a la salida, Kyle y Kubo lo siguieron.
Los cuerpos de los tres plateados pasaron tan cerca de los rojos qué la tensión fue palpable por escasos segundos.
-¿Lo ves? No los conoces- insistió Nando.
Socorro bufo, mirando a Leonardo quien entregaba pasteles de igual manera.
-Tú lo sabías, ¿no es verdad?- Socorro miro a Leonardo de manera insistente -Tus visiones te lo dijeron.
Leonardo miro a la chica y levantó sus hombros sin querer dar muchas explicaciones. Las últimas visiones que había tenido cuando los plateados estaban aún con ellos no se habían cumplido del todo, aun faltaba aquella donde Miguel perdía el control, pero en vista de como todo había dado un giro, Leonardo comenzó a suponer que aquella visión había sido errada.
Sin embargo, las visiones actuales le eran dolorosas y se había refugiado en el alcohol para poder soportarlas.
La última había sido hace una semana, mirando en retrospectiva, Leonardo sabía que vería a Kubo, sabía que le gritaría y que lo golpearía, sabía que haría el ridículo pero sobre todo, sabía que lo seguía amando por las diversas sensaciones que aquella visión lo hizo sentir, el como la única manera de escapar de sí mismo, sus sentimientos e incluso de Kubo fue el alcohol, truncando de cierta manera la visión -la cual no se cumplió del todo a como estaba previsto debido a que Leonardo estaba ebrio-.
-¿Tu noviecito se dignara a estar con nosotros esta noche?- cuestionó el menor de los San Juan, mirando a Miguel e ignorando por completo a Socorro, quien seguramente ya tenía las respuestas que buscaba gracias a sus pensamientos.
-Viene en camino- aseguró el moreno con una sonrisa.
Hiro respiro de manera acelerada estando afuera, su cuerpo temblaba y no podía pedir ayuda porque seguramente Kyle y Kubo estaban igual.
-¿En qué mierda pensaba Coraline al traerlos aquí?- cuestionó Kyle con molestia, mirando el jardín real frente a ellos.
Ninguno de los dos presentes contestó, mientras Hiro intentaba salir solo de su ataque de pánico, Kubo parecía perdido en sus propios pensamientos.
-Mi Rey- hablo una cuarta voz masculina, provocando que tanto Kyle como Kubo giraran -Disculpen la interrupción, pero, la Reina lo necesita adentro- explico el guardia.
-Iré en unos momentos- excuso Hiro, respirando más tranquilo y mirando al guardia, quien se inclinó y retiro después de ello -Sí quieren quedarse aquí lo entenderé- anuncio mirando a ambos guardias.
-Ya había visto a Leonardo antes- murmuró Kubo, provocando que ambos lo vieran confundido -Y aunque lo vi en un mal estado, entiendo porque me dijo tantas cosas horribles- Kubo se abrazo a sí mismo y después negó -No voy a permitir que siga hablando de esa manera, no puedo permitir que piense que los utilizamos.
Hiro suspiró y negó.
-Es mejor que piensen eso por su bien- explico mirando el suelo -Debo irme.
Kubo asintió y camino detrás de Hiro, Kyle suspiró rendido por ello, no había amado a nadie desde Marco, no había estado con nadie desde él. Marco había sido la luz en su mundo que se desmoronaba lentamente entre sus manos.
Kyle se quedo mirando los jardines entre los que creció, observando atento como a pesar de que el castillo había sido quemado y la gran vegetación se había perdido, Hiro había restaurado todo para que pareciera que tal incendio nunca pasó.
Su mente reproducía la escena de Marco cantando, como sus miradas se habían cruzado y su corazón acelerado dispuesto a salir por su garganta para saltar hasta Marco.
Camino entre los rosales, mirando atento como las plantas que él mismo había sembrado para recordar a Marco estaban ahí, floreciendo y soltando su embriagador olor.
-¡PUTA MADRE!- gritaron lo suficientemente cerca de él para saber que el responsable de ello era Marco.
Kyle se quedo estático ante el pánico, escuchando a Marco maldecir una y otra vez hasta escucharse un poco más tranquilo, o eso supuso hasta que los sollozos comenzaron a hacerse presente.
Kyle arranco una de las flores con cuidado y después camino hasta los sollozos, extendiendo la pequeña flor ante Marco, quien estaba sentado en una de las bancas de piedra y cubría su rostro.
-Largo de aquí Socorro, necesito estar a solas- exigió el moreno sin notar a la persona.
Kyle hizo caso omiso y se sentó a su lado, sabiendo que Marco lo odia con todo su ser, pero que él lo ama tanto que estuvo dispuesto a dejarlo ir y verlo tener éxito lejos de él con tal de que nada le pasara.
-¡Dije que te vayas, por favor!- exigió de nuevo, quitando sus manos del rostro y mirando a la persona a su lado.
Los ojos de Marco se abrieron de sobremanera, dejando paso a un enojo que comenzaba a salir con gran medida.
-¿Qué mierda crees que haces?- cuestionó el moreno levantándose de la banca dispuesto a caminar lejos de Kyle, pero su propio paso fue interrumpido al sentir como algo resbalaba por sus piernas, haciendo que su mirada viajará hasta este punto.
Kyle paso a su lado sin decir nada, dejándolo con un raro sabor de boca y una melancolía enorme, Marco tomó la flor de cempasúchil del suelo, mirándola con asombro y una respiración agitada.
¡No estoy muerta!
Lamento desaparecer tanto tiempo, pero estoy a mitad de mi carrera y este semestre es el más pesado del mundo, se los juro.
Estoy muy emocionada por el ritmo del libro (que aunque lento, ya estamos bastante cerca del final, poco a poco se irán aclarando dudas dd este capítulo como "¿por qué se alejaron? O el ¿quién es el novio de Miguel?") solo espero no me estén odiando por el capítulo, la verdad es que este capitilo contaría con casi 10000 palabras, lo cual es bastante y de por si los capítulos son largos, mejor decidí cortarlo a la mitad y dividirlo en dos partes.
Espero que lo hayan disfrutado (intentaré subir la siguiente parte pronto).
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