IX. Quien te ama más
Los pensamientos de Miguel iban y veían entre los sucesos de aquella noche y lo que había sucedido en la fiesta horas antes.
Después de ver a Hiro y los demás desaparecer de la fiesta, no fue necesario que ellos se quedarán mucho tiempo y menos cuando encontró a Marco llorando en uno de los pasillos con flores de cempasúchil entre sus manos.
Tras aquella imagen su sangre no pudo evitar hervir de coraje, ¿Cómo se atrevía el idiota de Kyle a dañar a su hermano? Que no pudo dejar de llorar después de irse y aún cuando estaba en la comodidad de su casa no paro de llorar hasta altas horas de la madrugada.
-¿No te deje lo suficientemente cansado?- cuestionó una voz masculina mientras los brazos del chico lo rodeaban y besaban su cuello.
Miguel disfruto de los besos de Camilo por su cuerpo, pero sus pensamientos llenos de coraje y recelo fueron directo a Hiro.
La verdad era que en todo el tiempo ahí Hiro no se digno a mirarlo más que una sola vez, y eso ardía en forma de enojo y frustración en las entrañas de Miguel.
¿Acaso no era suficiente para el plateado? ¿Acaso su amor había sido una broma? ¿Era verdad que le daba asco la gente roja? Mil y un preguntas como esas habitaban de lleno en su mente, y cuando Camilo metió la mano debajo de su bóxer negro basto para que el moreno reaccionará y se alejara de lleno del rizado.
-¿Ocurre algo?- cuestionó por el repentino movimiento de Miguel, mirando a su pareja con preocupación.
-No... solo...- Miguel se sintió fastidiado por su propia mente. ¿Por qué recordaba a Hiro después de casi cinco años? -Pensaba en otras cosas y... no estaba consciente de lo que sucedía, tu tacto me espantó- explicó.
Camilo lo miro sereno y asintió, sabía que la mente de Miguel divagaba a mil por hora entre su coraje por los plateados y su hermano. Camino de regreso a la cama y se acomodo en esta dispuesto a dormir.
-Solo no duermas tarde, ¿esta bien?- Camilo le dio una última mirada, cerrando sus ojos después de ello.
El cantante asintió dándole una sonrisa a su pareja y después suspirando frustrado, se vistió con la ropa que estaba tirada en el suelo y después fue directo a su sala. Sentado en el sillón recostó su cabeza sobre el mismo y después se tallo los ojos.
Unas manos invadieron su abdomen, Miguel tomó la mano del responsable y levantó su cabeza algo molesto.
-Ahora no, Milo, no estoy de humor...- sus palabras se vieron silenciadas por su propio silencio, mirando a Hiro sentado a su lado y tomando con su mano libre el pantalón de Miguel, mientras la otra era detenida por el moreno.
-¿Milo?- Hiro lo miro confundido y después se soltó de su agarre.
La respiración de Miguel se volvió pesada al punto de verse el movimiento de sus hombros, sus ojos tan abiertos por el asombro y la boca ligeramente abierta.
-¿Quién es Milo, Miguel?- cuestionó Hiro, posicionandose sobre el moreno y acercando su rostro al suyo, tentador y con ese aire altanero que tanto amaba cuando era joven.
-Hiro...- murmuró el moreno en shock total, sintiendo el peso del plateado sobre su cuerpo y su penetrante mirada atravesar su ser.
-Eso no contesta mi pregunta, Miguel- susurro Hiro acercándose a su oreja y sintiendo su cálido aliento sobre esta, provocando un cosquilleo en la entrepierna del moreno.
Miguel reaccionó después de ello, dispuesto a tomar a Hiro como suyo en el sillón de aquella sala, tomando sus caderas con desesperación y besando su cuello pálido. Hamada soltaba gemidos que a Miguel parecían llevarlo a la locura.
El jugueteo de ambos hizo que la tensión incrementará y en cuestión de segundos Miguel estaba en prendas menores al igual que Hiro, quien lo miraba con amor y una enorme sonrisa.
Miguel lo miro de igual manera, dispuesto a retirar la última prenda de ambos que los mantenía totalmente alejados de la desnudez, pero paro sus movimientos cuando Hiro lo tomó por las manos.
-Dime que me amas...- susurro con los ojos llorosos.
Miguel lo observo, parpadeo lentamente y después asintió, tomando al chico entre sus manos y acobijandolo en un abrazo.
-Te amo...- susurro enterrando su rostro en el espacio entre el cuello de Hiro.
Hiro soltó una pequeña risa y después quito el rostro de Miguel de su cuerpo para besarlo mientras el mismo se deshacía de sus prendas, alineando con sus propias manos el miembro del moreno en su entrada, y Miguel ayudándolo abriendo las nalgas del plateado para mayor accesibilidad.
Ambos soltaron un gemido qué interrumpió el beso cuando el miembro de Miguel se abrió camino en la entrada, y el movimiento de ambos cuerpos comenzó a su par, provocando en Miguel la sensación de tocar el cielo.
-También te amo...- murmuró Hiro entre gemidos, besando el rostro del moreno en el proceso -Pero debes despertar... - susurro aquello provocando que Miguel lo mirara confundido.
Sus ojos se abrieron entonces, aun estaba sobre el sillón de su sala y la oscuridad invadía el lugar. Rivera suspiro cansado, odiandose por soñar algo tan real.
[...]
-¡No puedo seguir con esto!- protesto Kyle a Kubo, quien lo retenía en el salón real con los grados cruzados -¡Tengo que darle una explicación, tengo que decirle que aun lo amo!- insistió.
-¡No puedes, no vas a abandonar tu puesto!- reprochó Yamamoto -¿Tú de verdad crees que no he querido huir de aquí? ¿Crees qué no he querido que Leonardo no me odie como lo hace? ¿De verdad piensas que amo la vida que he construido?- Kubo lo miro con molestia y luego bufo.
Kyle permaneció callado después de ello, debatiendo internamente entre su frustración y su ego.
Kubo suspiro luego de algunos segundos, tomando entre sus manos su cabello y peinando este algo molesto.
-Sé que es difícil, pero hemos hecho de todo para que ellos tengan una vida cómoda y feliz aún estando lejos de nosotros, aún cuando nos odian y aún cuando no saben todo lo que hemos hecho por ellos...- murmuró casi en susurro, intentando no delatar la tristez en sus palabras, las cuales salían desde lo más profundo de su corazón herido.
-¿Seguirás así toda tu vida?- cuestionó el mayor, mirando a Yamamoto con frustración, el menor lo miro confundido -¿Dejaras que todo el mundo dicte lo que esta bien y lo que no solo por que sí? ¿Permitirás que nos sigan obligando a vivir una vida que odiamos?- Kyle se coloco frente a Kubo, imponente logrando que el menor lo mirara amenazante.
-Hicimos un trato, Kyle- espetó.
-¡No, no hicimos un trato!- Kyle azotó una de sus manos sobre la mesa detrás de Kubo -¡Ustedes hicieron un trato y nos obligaron a aceptarlo!
-¡Eso no e-
-Nadie te obligo a aceptarlo- murmuró Hiro, apareciendo a las espaldas de ambos caballeros provocando que tanto Yamamoto como Hamada lo miraran -Tú lo aceptaste al igual que Tadashi.
Kyle lo miro, colocándose frente a Hiro y negando.
-¿Crees que lo hicimos por que de verdad queríamos esto?- Kyle se acercó a Hiro furioso -¡Si ustedes dos idiotas no hubieran caído en la trampa de Beldam nada de esto hubiera pasado!
-¡Si no hubiera sido por nosotros la guerra continuaría y no hubiéramos recuperado el reino!- Hiro lo miro más molesto qué antes.
-¿Y tú crees que a mi me interesaba recuperar este estúpido lugar?- Kyle soltó, molesto, sabiendo que aquella pregunta era una total mentira.
Hiro se planto frente a él, y por primera vez en todo ese tiempo Kyle noto la nueva postura de Hiro. Ya no era aquel niño débil de hace cinco años, y a pesar de conservar su cuerpo delgado se podía notar lo grande y fuerte que era a su vez.
-Entonces no vas a arruinar todo por lo que he trabajado y sufrido. Si no fuera por nosotros dos muchos más rojos hubieran muerto, los nueva sangre serían casados para experimentar cual ratas como lo hicieron con Socorro y Xochitl, incluso nuestro sobrino sería tratado de manera tan injusta y puedo seguir nombrando mil cosas más, pero si tanto anhelas irte de esto, hazlo, nada te detiene- contesto furioso, sin quitarse de frente a Kyle, este último se lamio el labio inferior y asintió dejando sobre la mesa su armadura negra.
-Tienes razón, ya nada me detiene- aseguró saliendo del salón, con el enojo a flor de piel y su racionalidad nublada.
Yamamoto miro a Hiro, quien seguía con su semblante serio y duro por la molestia, pero Kubo sabía que aquella discusión lo había roto, dispuesto a llorar incluso. La soledad de la corona mataba constantemente a Hiro lentamente, y el perder uno a uno sus seres queridos durante los últimos años lo consumía aún más.
Cuando Kubo estuvo dispuesto a acercarse, Hiro se dejó caer de rodillas sobre el piso, llorando de manera silenciosa. El caballero lo tomó con delicadeza ayudándolo a pararse y después lo abrazo, después de todo, había sido siempre ellos dos contra el mundo ¿no?
[...]
La mujer de guantes negros tomó una de las muestras dentro de los tubos de ensayo y con un tubo capilar tomó un poco de la muestra.
Luego de ello coloco la muestra sobre uno de tres cubreobjetos. Sonrío por lo perfecto de su experimento y lo cubrió con delicadeza para después llevarlas al microscopio y analizarlas.
Miro detenidamente las muestras e hizo anotaciones sobre su bitácora, luego retiro las muestras y camino hacia su refrigerador abriéndolo con cuidado y tomando la muestra roja de nombre "Socorro Rivera", luego la abrió y tomo nuevamente una muestra con un tubo capilar, llego este hasta las muestras sobre los cubreobjetos y añadió una gota en uno de ellos, luego tomo otra muestra con el nombre de "Miranda Hernandez", añadiendo de igual manera con ayuda de un tubo capilar otra gota sobre otra muestra, y repitiendo por última vez lo mismo con una muestra de nombre "Hector Lopez".
Volvió a cubrir las nuestras y las analizo detenidamente sobre el microscopio, sonrío cuando sus ojos notaron lo que sucedía y anoto de nuevo sobre su bitácora. Luego retiro con delicadeza las muestras y las dejo sobre la mesa, se retiro la bata blanca y los guantes negros sin quitar su sonrisa y caminando rumbo a la salida, luego de algunos minutos caminando por los pasillos encontró a quien buscaba.
-Están listas- aseguró la mujer, provocando que la persona responsable la mirara.
-¿A qué te refieres con eso, Isma?- cuestionó Beldam, mirando los papeles que otro científico le había entregado.
-He encontrado lo que me pidió- aseguró orgullosa.
Beldam paro de leer los papeles entre sus manos y miro a la científica, quien la guió rápidamente hasta su laboratorio y después coloco las muestras bajo el microscopio de nuevo, dándole a Beldam estos para que observará atenta lo que ocurría.
Las muestras por nombre GEN-ZBA comenzaban a matar las mutaciones genéticas en la sangre de los rojos, provocando que los recientes poderes se anularon, bastaba con inyectar poca cantidad dentro de un nueva sangre para que este perdiera sus dotes, Beldam sonrío ampliamente ante esto y mito a Isma.
-Comiencen a llevarlas a los pueblos, en menos de una semana deben quitar los dotes a todos los sangre roja que existen- aseguró sin quitar su sonrisa.
-Claro mi señora- Isma se inclinó y tomo sus muestras entregándole estas a otro científico -repliquenlo, ya oyeron a la reina- aseguró.
[...]
Qué gusto verte
Aunque ya te ves diferente
De esa vez que te tuve enfrente, ya llovió
Cuando me dijiste adiós
Fue en este muelle
Que zarpaste hacia otra corriente
Te quedaste anclada en otro corazón
Que te dio todo, menos amor
M
iguel juraría que esa era la primera en vez en cinco años que regresaba al campamento, pero no era verdad.
En realidad Miguel sabía que esa no era la primera vez y aunque intentará cerrar el ciclo diciendo que aquella era la última vez que visitaba aquel lugar, tampoco lo haría.
Extrañaba su vida en ese lugar, la adrenalina constante y sobre todo, los recuerdos que habían en aquel lugar.
Camino un rato hasta llegar al río cercano, sentándose cerca de la orilla pero no lo suficiente para que sus botas o pantalones se llenarán del lodo cercano a la orilla. Cerro sus ojos intentando relajarse y sentir en ese momento el viento chocando con su rostro, suspiró cuando sintió esto dejando escapar una sonrisa.
Cuando abrió sus ojos juraría ver al pequeño Miguel de tan solo 18 años, sentado a su lado y tocando atento su inseparable guitarra.
Sonrío para si mismo al verse sacando la lengua en su concentración y cuando giro su cabeza para ver a otra dirección, encontró a Miguel y Marco de 18 y 20 años jugando en el río, Miguel volvió a sonreír al verse reflejado en sus propios recuerdos, inclusive se miro reflejado con Leonardo sentado a la orilla del río mientras hablaban de cualquier tontería.
Y qué causalidad
No te ves muy bien
Y ahora que él no está
Quieres que te dé
Ay, ay, ay, serenata frente al mar
Flores que te hagan recordar
Un amor de esos que hoy
Sonrío más amplio cuando recordó la última vez que Socorro y él jugaban a luchas en el río y la niña casi es arrastrada río abajo, aunque en su momento se llevaron un gran susto, ahora era una anécdota que ambos recordaban con bastante gracias.
Giro de nuevo su rostro justo a su lado derecho, sentado a su lado estaba Hiro, pero no el Hiro que había visto en su sueño o el Hiro que vio aquella noche en el castillo, era ese chico joven de 19 que siempre parecía molesto con sus cejas tan fruncidas pero que sus hermosos ojos oscuros guardaban tanta tristeza.
Era justo como lo recordaba, de aquella vez que lo invito al bosque para prometerle que lo ayudaría a recuperar su vida, mientras que el -en ese tiempo- príncipe le prometiste devolverle a su hermana.
Sonrío nostálgico por su propio recuerdo de Hiro, y como si soñara despierto lo miro irse lentamente, pero después volver con aquel antifaz de gato morado con dorado y blanco, de aquella noche que se dieron su primer beso.
Parpadeo lentamente mientras bajaba su mirada, extrañaba el recuerdo de Hiro ¿no?
Ay, ay, ay, que te lleven a bailar
Un danzón, un chachachá
No me pidas lo que ya no te puedo dar
Ay, ay, ay, sé que yo te lo daría
Si no hubiera alguien más en mi vida
No extrañaba al plateado en si, ¿cierto? No, era imposible, lo odiaba a muerte y para nada sus canciones hablaban de él. En realidad sus canciones hablaban de Camilo ¿cierto?
Suspiro frustrado hasta que una gran sombra paso sobre él. Rivera miro al cielo, mirando una gran cola escamosa volando sobre él. Sus ojos se abrieron notando lo que significaba, pero había dejado su auto estacionado al otro lado del campamento.
Maldito su suerte intentando encontrar alguna solución, camino lo más rápido que pudo para no ser descubierto pero se freno en seco cuando noto como Hamada bajaba del dragón y le daba indicaciones a este de irse.
Miguel se quedo estático, mirando la figura masculina frente a él, aquellos hombros anchos que denotaban fuerza y que conducian a una cintura estrecha y bien delineada. Rivera se quedó estático al bajar más la mirada, delineando su cuerpo y sintiéndose como aquel Miguel de 18.
Verdades duelen, yo no tengo nada que esconderte
Ojalá hubieras sido así de transparente
Y no haberte ido de repente
Qué causalidad
(No te ves muy bien)
Y ahora que él no está
(Quieres que te dé)
Pronto su sueño se hizo presente, y no salió de su propia vergüenza y escondite hasta que un grito de Hiro salió desde lo más profundo de su garganta, el Rey había hecho una rabieta frente a sus ojos, gritando al cielo y dejándose caer de rodillas.
-¡Maldita sea!- grito enojado, golpeando con el costado de su puño el suelo bajo él -¡Mierda!- otro golpe -¡Carajo!- y uno más, antes de soltarse en llanto y volviéndose vulnerable ante los ojos de Rivera.
Miguel sintió pena, sabiendo que Hiro no lloraba casi nunca frente a él y ahora que lo pensaba mejor, tal vez aquella era la primera vez que lo veía llorar.
El remordimiento se hizo presente en el cuerpo del moreno, dejando de lado su odio y mirando frente a él a aquel Hiro de hace cinco años.
Ay, ay, ay, serenata frente al mar
Flores que te hagan recordar
Un amor de esos que hoy ya no hay (ya no hay)
Ay, ay, ay, que te lleven a bailar (a bailar)
Un danzón o un chachachá
No me pidas lo que ya no te puedo dar (no te puedo dar)
Ay, ay, ay, es que yo te lo daría
Si no hubiera alguien más en mi vida
-¿¡Por qué mierda acepte esto!?- murmuró frustrado Hiro, dejándose caer en su propia vulnerabilidad, llorando y gritando -¿¡Porqué puras acepte esto!?
Miguel lo miro atento, su mano se movía en su dirección como si quiera correr y tomarlo entre sus brazos.
-¿De verdad era más importante un pueblo entero a mi felicidad?- se cuestionó entre llanto el Rey, haciendo que Miguel sintiera su respiración parar.
Miguel dio un paso más, y aunque intento no hacer ruido, olvido que Hiro había sido entrenado desde niño para ser un guerrero, lo qué provoco qué Hiro se colocará de pie y con un rápido movimiento le apuntara en la garganta con una katana de la que también salían pequeños destellos eléctricos.
Hiro parecía haber perdido todo rastro de vulnerabilidad, volviéndose amenazante en solo un instante, haciendo a Miguel un dèjavu entre el Hiro de 19 años y el Hiro de 24.
Ay, amor, no te me pongas así
Que cuando te di mi corazón, tú lo rechazaste
Y yo me rendí
Y ahora que no estoy, quieres que te dé
Ay, ay, ay, serenata frente al mar
Flores que te hagan recordar
Un amor de esos que hoy ya no hay
Los ojos de Hamada, aunque fríos y distantes seguían siendo los mismo de hace cinco años, aquellos ojos oscuros que le provocaban las piernas temblar, que le habían declarado amor en más de una ocasión.
Miguel trago fuerte, sintiendo el filo de la katana sobre su piel y cuando Hiro lo miro atento cayendo en cuenta de que tenía a Rivera frente a él se alejo instantáneamente, dando una vuelta y caminando hacia la salida mientras silbaba demostrando que llamaba a Baymax.
Aquellos actos del plateado dejaron anonado a Miguel, que solo reaccionó cuando la enorme sombra del dragón lo volvió a cubrir, caminando rápidamente en dirección a Hiro y tomándolo del brazo.
Ay, ay, ay, que te lleven a bailar (yo sé que las verdades duelen)
Un danzón o un chachachá
No me pidas lo que ya no te puedo dar (serenata frente al mar)
Ay, ay, ay, sé que yo te lo daría (un danzón o un chachachá; lo sé)
Pero ya alguien más en mi vida
-¡Detente!- exigió el moreno, provocando que Hiro girara y en un rápido movimiento golpeara a Miguel.
-¡Yo soy un rey, nadie me da órdenes!- aseguró molesto, mirando a Miguel furioso.
-Tienes razón, un simple plebeyo no tiene que darle órdenes a un rey- aseguró, dejando en claro un tono despectivo en su voz.
Hiro se lamio los labios, sonriendo por el tono de Miguel y dejando que el dragón aterrice frente a él, dispuesto a montarlo, pero la risa de Miguel lo detuvo.
-¡Huye!- gritó -¡Huye como solo los plateados saben hacerlo!- aseguró haciendo que Hiro se irritará.
El plateado en realidad no quiso golpearlo, y mucho menos decirle aquellas palabras tan hirientes, no era eso, sabía que si se dejaba ver vulnerable ante Miguel le contaría la verdad y el moreno peligraria, pero toda su racionalidad se fue por la borda cuando aquellas palabras cruzaron por sus oídos.
Hiro no tuvo que hacer mucho, pues en un rápido movimiento había atacado al moreno con un rayo, y Miguel, que dejaba que el coraje y la adrenalina se apodere de su cuerpo recibió el ataque con sus manos incendiadas.
Pronto una batalla de rayos y fuego se hizo presente, y acompañada a esto insultos.
-¡Eres un cobarde, de haber sabido que solo me utilizarías me habría dejado matar por Beldam!- reprocho Miguel mientras atacaba al plateado para luego esconderse detrás de un árbol.
Hiro no contestaba ante aquello, dispuesto a atacar lo suficientemente fuerte como para darle una lección a Miguel, pero no lo suficiente para matarlo.
El rayo de Hiro le dio al árbol que Miguel utilizaba, y aunque este se quemo, no fue lo suficiente para extenderse a más.
-¡Y si no fuera suficiente el utilizarnos, tú maldita esposa nos humilla!- recriminó Miguel atacando, dándole a la ropa de Hiro y haciendo que este se quede estático.
Miguel aprovecho esto, acercándose con su puño incendiado y dispuesto a golpear a Hamada, pero Hiro lo detuvo a escasos centímetros, provocando que Miguel lo mirara con furia.
-¡Y ahora nisiquiera soy digno de que me hables!- reprochó.
Hiro suspiró teniendo a Miguel frente a él forcejeando, luego negó lentamente.
-Esto es estúpido- murmuró dejando de ejercer fuerza y provocando que su cuerpo cayera teniendo a Miguel encina, golpeandolo, provocando que Hiro solo cubriera su rostro con sus brazos.
-¡¿Qué es estúpido?! ¿¡Qué es lo que te parece estúpido!? ¿¡Haber enamorado a un simple rojo!?- Miguel soltaba golper sin piedad, y Hiro no dijo nada, recibiendo estos sobre sus brazos -¡¿Qué es lo que te parece tan estúpido, carajo!? ¡CONTESTA PUTA MADRE!- exigió.
-¡No voy a pelear más contra ti!- insistió Hiro, sintiendo los golpes sobre sus brazos.
-¡PUES YO SÍ, HAZLO CARAJO, DEFIENDETE!- insistió Miguel dando golpes más fuertes -¡Defiéndete!- grito dando un golpe más ligero y dejando que todas sus fuerzas de pelea salieran en gotas saladas.
Miguel dejo de golpearlo pocos segundos después, dando ya solo manotazos y llorando cual niño pequeño sobre Hiro, golpeando el pecho del plateado de vez en cuando.
-¡Defiéndete!- aquella palabra, soltada de vez en cuanto por el moreno hizo que Hiro se sintiera aún más culpable.
-Miguel- susurro Hiro cuando sintió que el moreno se tranquilizo un poco, tomándolo entre sus brazos para quitarlo.
-Solo... solo contéstame... por qué...- susurro Miguel llorando.
Hiro lo miro llorar, estando aun sobre su cuerpo. Si tan solo pudiera decirle que aquella imagen le craqueaba el corazón y los huesos...
-Porqué te amo tanto que preferí tu bienestar a mi vida a tu lado- susurro el plateado, provocando que el moreno lo mirara con asombro y su llanto parara lentamente.
-¿Qué?
-¿De verdad creíste que nosotros los utilizamos?- Hiro rió amargamente -¡Qué poco me conoces entonces! ¿De verdad creíste que no te amaba? ¡Mierda Miguel, te juro que te amo tanto que me duele saber que ni eres tú con quien despierto!- Hiro comenzó a llorar.
Miguel lo miro en silencio, suspirando entrecortado debido al llanto.
-¿Acaso es tan difícil para ustedes verlo? ¡Los salvamos de morir a costa de nosotros mismos!- Hiro empujó a Miguel provocando que el moreno se cayera de espaldas al suelo -¡Yo te amaba tanto, no, peor aún, te amo tanto que me asegure de que tuvieras una buena vida! ¿O es que acaso crees que a los rojos se les dan los privilegios de los que tu gozas? ¡Por supuesto que no!- Hiro se señaló el pecho -¿De verdad no lo ven? ¿Están tan cegados por su coraje y su orgullo que no ven todo lo que hicimos? ¡Terminé con una maldita guerra y peleo diariamente por los de tu sangre!- Hiro se levantó del suelo y soltó de nuevo una risa amarga mientras negaba -¡Pero claro que yo soy el malo, después de todo, soy un plateado!
-Hiro...
-¡Querías que me defendiera, eso estoy haciendo!- grito -¡Yo fui quien se caso aunque no quería solo por conveniencia! ¡Yo fui quien tomó el liderazgo de todo un país en el que se plantea la igualdad de las sangre!, ¡Yo soy quien tiene que vivir una mierda todo el tiempo para mantenerte a salvo a ti, a tu familia y a tus amigos, y aún así me odian!
Miguel se quedo quieto, escuchando a Hiro, y después de algunos segundos Hiro se dejó caer de rodillas sobre el suelo, llorando.
-Yo fui quien te ama más- susurro.
Aquella frase hizo eco en la cabeza de Miguel, quien de un rápido movimiento tomó a Hiro entre sus brazos y unió sus labios con los suyos en un beso tan único y necesitado qué ninguno de los dos opuso resistencia.
Las manos del moreno tomaron la cintura del rey, por su parte, Hamada se dejó mimar por el calor del moreno y el beso se intensificó lo suficiente para dejar en claro lo que ambos sentían.
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