IX. Celos

-¡No por favor, no! Te lo suplicó ¡No puedes hacerme esto, no puedes dejarme!- grito colérico entre lágrimas el moreno.

Leonardo coloco una de sus manos sobre el hombro de Miguel que lloraba mientras abrazaba a aquella persona.

-¡No puedes dejarme!- grito el moreno sin parar de llorar, cubriendo el cuerpo de la persona impidiéndole a Leonardo saber quién era.

-Miguel- murmuró Leonardo sin quitar su mano del hombro del mencionado, pero este lo miro.

-Es mi culpa- susurro -¡Es mi culpa, es mi culpa, es mi culpa!- mencionó sin parar lleno de coraje provocando que su cuerpo subiera su temperatura.

Leonardo retiro su mano del hombro del susodicho cuando sintió que el calor quemando su piel, poco a poco el cuerpo de Miguel se vio envuelto en llamas que se volvieron implacables.

-¡FUE MI CULPA!- gritó el moreno provocando que su cuerpo emanara llamas, provocando una explosión en aquel lugar que Leonardo no había observando con claridad.

Las llamas llenaron el lugar que se derrumbó rápidamente, Leonardo observaba a su amigo llorar y sufrir. A pesar de que esa visión se había vuelto una pesadilla constante, por más que San Juan intentaba descifrar de quien se trataba la persona en brazos de Miguel, el lugar donde se encontraban o porque su amigo decía tales cosas, no podía llegar antes de tal tragedia o ver más allá de eso.

Era la primera vez que veía a Miguel reaccionar así, nisiquiera en los entrenamientos o misiones había sido tan destructivo. Siempre sus llamas solo aparecían en sus brazos o manos, pero nunca en el resto de su cuerpo.

Para cuando despertó, su cuerpo estaba bañado en sudor y su respiración era agitada.

Tenía en claro ahora, gracias a la visión, que Miguel podría llegar a ser tan destructivo si algo le pasaba a alguna de las personas a las que amaba. Algo dentro de él le decía que podría ser Marco o Socorro, pero no estaba seguro. Nunca podía ver nada.

Se paso las manos por el rostro con frustración y después observo su alrededor, ya había pasado una semana desde que Hiro y Kubo habían regresado. Los dos plateados tenían un humor ligeramente más tranquilo e iban por el campamento con enormes sonrisas, casi no habían convivido con los morenos ya que todos tenían cosas en las que ayudar.

-Carajo- murmuró el moreno acostándose de nuevo en su cama y cerrando los ojos unos momentos, aquella visión siempre lo dejaba tan agotado pero por más que lo intentaba, no lograba dormir.

[...]

Hiro armo una red de electricidad lo suficientemente fuerte para que el metal que estampó contra ella saliera volando.

Sonrío cuando noto que su plan había funcionado, Kyle enarco una de sus cejas y atacó de nuevo con más metales que fueron regresados rápidamente por la red de Hiro la cual ahora manipulaba para que los metales dieran hacia su hermano, dañando en una ocasión sus ropas.

Deshizo su red y miro a su hermano con una sonrisa en la que mostraba sus dientes y el diastema en ellos, para acercarse hasta su hermano y darle una mano.

-¡He vencido al maestro!- mencionó en un tono alegre para después colocarla su puño en medio de ambos.

Kyle lo miro con una sonrisa y asintió, para después juntar su puño con el de su hermano.

-Me alegra que seas más fuerte, mocoso- Kyle miro a su hermano con amor para después despeinarle ligeramente su cabello con su mano.

Hiro protesto molesto por el acto y en un acto en vano, intento acomodar un poco su cabello.

Durante la última semana, el grupo de seis plateados se había acoplado a ayudar en misiones y entrenamientos, o incluso en la herrería. Tanto a Hiro como a Kubo esto les ayudo bastante, pues no podían tomar un descanso antes de su llegada.

-Lo sé, le ayude a entrenar estos días. Es obvio que sería más fuerte- explico Kubo con una sonrisa burlona en direccion a Kyle.

El pelinegro miro a Yamamoto de mala gana y después a su hermano menor, que se reía por las palabras de su amigo.

-Gracias Kubo- mencionó Hiro mostrando una sonrisa al mencionado.

-¿No has hablado con Miguel?- cuestionó el excaballero enarcando una de sus cejas, Hiro negó.

-Aún no- el príncipe bajo la vista algo decaído.

Después de su llegada y de mostrarles el lugar a sus hermanos y amigos, el moreno había recibido una misión junto a Camilo y Leonardo, provocando que su platica quedara pendiente. Pero en cuanto regreso, ambos estaban tan ocupados en sus tareas y algunas misiones que apenas se llegaban a encontrar en el campamento.

Kyle miro atento los gestos de su hermano, estaba molesto. ¿Cómo es que ese tipo provocaba esas acciones en su hermano? Nunca lo había visto así, y si, sentía unos celos enormes que crecían desde su pecho hasta su estómago.

-¿Qué tienes con Miguel?- cuestionó molesto, sin medir el tono de su voz provocando que ambos menores lo miraran asombrados.

-Ah...- Hiro se quedó estático y con los ojos abiertos. Se sentía pequeño ante la mirada molesta de su hermano -Nada, en realidad. Somos amigos- explico sin quitar su expresión de asombro.

-Bueno- Kyle enarco una de sus cejas y se cruzo de brazos, sin apartar su mirada molesta de Hiro.

-Ahí viene el susodicho- murmuró casi en susurro Kubo, cuando presenció a Miguel a lo lejos, que veía corriendo en dirección a Hiro.

El príncipe lo miro atento, con su corazón acelerado y un leve sonrojo que dejó en claro las sospechas de su hermano, para después observar como este temblaba y sudaba ligeramente ante la presencia del chico moreno.

-¡Hiro! Que bueno que te encuentro, ¿te puedo ver a las 5 PM en el bosque? Tengo que decirte algo- mencionó con una sonrisa cuando estuvo frente al plateado, para después observar a Kubo y Kyle -¡Hola!- saludo con una sonrisa que solo fue correspondida por el de parche.

-...- Hiro sintió su respiración parar y después de unos minutos asintió con un sonrojo ya más notorio -Claro, te veo a esa hora- murmuró intentando no ser delatado por sus nervios.

-¡Perfecto, te veo en un rato!- el moreno se despidió brindando una sonrisa y agitando su mano.

-¡Claro! Solo son amigos- mencionó Kyle observando al moreno marcharse.

[...]

-Le tiemblan las rodillas cuando ve a ese estúpido- murmuró Kyle en la herrería.

Tadashi estaba ahí, ambos hermanos estaban solos en el lugar ya que era hora de que los demás entrenarán.

-¿Y eso es malo?- cuestionó el mayor de ambos mirando los planos de las armas que Hiro había diseñado pero que aún no llevaba a cabo.

-¡Le gusta un imbecil de sangre roja!- mencionó Kyle molesto, Tadashi lo miro de igual manera -Lo lamento, no lo digo porque sea de sangre roja y lo sabes- Kyle se cruzo de brazos.

-¿Entonces por qué lo dices?- Tadashi se cruzo de brazos viendo molesto a su hermano.

-¿Ya le dijiste a Hiro lo que piensas hacer?- cuestionó Kyle de mal humor para evitar la pregunta, a Tadashi se le fue el color del rostro.

-Aún no, no he tenido un tiempo a solas con él- mencionó bajando la mirada.

-¿Por qué será?- Kyle se paseo por la herrería mirando las armas que Hiro ya había armado -Pierde demasiado tiempo con ese idiota- murmuró para si mismo, pero Tadashi logró escucharlo.

-Sé que no te agradan los rebeldes, pero ellos ayudaron a Hiro y Kubo. Ten en cuenta eso siempre- Tadashi coloco una de sus manos en el hombro de Kyle, este lo miro confundido y molesto.

-¡Claro que lo tengo en cuenta! Así como tengo en cuenta que esos mismos que ayudaron a mi hermano son la familia de la niña a la que casi dejo en una misión- mencionó quitando bruscamente la mano de su hermano.

-Sé que estás acostumbrado a poner la misión sobre todo lo demás, pero ya no estamos en las misiones del castillo en nombre del rey. Estamos en una guerra y lo que importa es tener quien nos ayude, así que Kyle, te parezca o no, tenemos que dejar en el pasado ciertos hábitos plateados- Tadashi miro molesto a su hermano y utilizo un tono de voz que a Kyle le recordo demasiado a su madre cuando los regañaba -Y uno de esos es creer que una sangre es superior a la otra- Tadashi se cruzo de brazos.

-Lo dices porque te enamoraste de una mujer con sangre roja, y no solo eso, pones en peligro su vida al hacer que tenga un hijo contigo- Kyle lo miro con decepción -Esperaba más de tí. Para ser uno de los más inteligentes y el futuro rey eres bastante idiota- Kyle camino en dirección a la salida.

-Y para renunciar a los votos y evitar que nuestro padre manipulara tu vida, eres demasiado cerrado y parecido a él- Tadashi mencionó aún más molesto.

Kyle sintió su sangre hervir, la molestia se apoderaba de su cuerpo y sabía lo que pasaría. Pero después de todo, era su hermano, así que salió rápidamente de aquel lugar sin mirar a su hermano.

[...]

Miguel observaba las hojas de los árboles, había citado a Hiro en el bosque y aunque aún faltaba demasiado para la hora, quería estar ahí para prepararse.

Se sentía nervioso y por alguna razón olvidaba los acordes de la canción y hasta la misma letra.

-Carajo- murmuró Miguel al olvidar los acordes que seguían, resignado a que sus nervios le jugarán mal con su memoria. Dejó la guitarra a su lado y se dejo llevar por el viento que chocaba contra su rostro de manera delicada, relajándose con este.

-No hace falta que te diga, que me muero por tener algo contigo -cantaron no tan lejos de donde estaba él, perturbando solo un poco su paz.

Agudizó su oído para intentar saber de que dirección venía la melodiosa voz, y con la guitarra en manos camino por donde la voz se escuchaba con más fuerza.

-Y es que no te has dado cuenta, de lo mucho que me cuesta ser tu amiga...- la persona suspiro después de eso, dejando en claro su nostalgia.

Miguel busco con la mirada a la responsable de tal canción, y cuando la encontró con los ojos totalmente cerrados entregada a su canción y dejando que la naturaleza se llevara sus penas, se sentó junto a ella.

-Es una hermosa canción, Mirabel- mencionó en tono tranquilo cuando estuvo sentado junto a ella.

La mencionada abrió sus ojos de manera delicada, no se sentía asustada. Había notado los pasos del chico, y el viento le había jugado a su favor llevando de a poco su perfume haciéndole saber que estaba cerca. Le sonrío delicadamente y lo miro con cariño.

-Gracias- mencionó sin dejar de lado su sonrisa calida.

-¿Qué haces aquí?- Miguel observo sus alrededores, el clima era cálido pero no lo suficiente como para querer salir corriendo en busca de agua o algún lugar fresco, más bien, era de esa calidez que te besa la piel de a poco.

-Me gusta este lugar, me recuerda a antes de todo esto- mencionó mirando de igual manera sus alrededores.

La vista era hermosa, con sus cientos de árboles y diversas flores de distintos colores. Además, la vegetación es hermosa debido al río cercano.

-¿Antes de los rebeldes?- el moreno la miro confundido, ella asintió.

-No me lo tomes a mal, entiendo lo que quieren lograr y hacer. En verdad, pero, extraño mi vida tranquila de cuando era una niña- explico llevándose un mechón de su cabello detrás de su oreja.

-Entiendo- Miguel la observo detenidamente.

Para la morena, este acto hizo que su corazón imitara las pesuñas de un caballo, y poco a poco la temperatura de su rostro y orejas aumentó.

-Yo también extraño eso- mencionó Miguel cuando noto el sonrojo en Mirabel, intentando hacer que se calmara con su comentario.

Sabía que tal vez era su culpa, no era su intención intimidarla con su mirada, de hecho no había apartado su mirada para poder observar con detenimiento su nostalgia y tal vez, hacer algún comentario para calmar su tristeza y alegrarle el día.

Pero al notar ese rojo en sus mejillas y orejas, sabía que su mirada era persivida de otra manera. Mirabel lo observo ahora, su mirada era tranquila y el viento desacomodaba un poco su cabello.

Ese cabello que tantas veces había tocado, tan suave y sedoso. Era algo de lo que más le gustaba a la morena.

-Supongo que, ahora que Coco ya está aquí mi principal objetivo es volver a mi vida de antes- mencionó el moreno con una sonrisa, dejando a la vista su hoyuelo.

Mirabel observo ese hoyuelo, y después el resto de facciones de Miguel.

-¿Qué hacías en el bosque?- cuestionó cuando memorizo sus facciones a pesar de saberlas de memoria.

Miguel abrió sus ojos con asombro, mordió su labio inferior y un ligero rubor apareció en su rostro.

-Practicaba...- mencionó buscando una excusa -¡Si, practicaba!- chasqueo sus dedos por su excelente excusa y se autofelicitó mentalmente.

-¿Qué practicabas?-cuestionó Mirabel en tono jugueton mientras reía delicadamente por los actos de Miguel.

El chico sintió frío en el cuerpo, y se golpeó mentalmente por no especificar o tener una excusa.

-Practicaba... Practicaba una canción- Explicó sin muchos ánimos.

-¿En serio? Wow, que genial- la moreno se llevó todo su cabello a una coleta y se amarro el cabello -¿Puedo escucharla?- cuestionó mirando de manera tierna a Miguel, el moreno asintió.

-Pero con la condición de que cantes lo que estabas cantando antes de que llegará- Miguel la observo con una sonrisa juguetona.

-¡Pero...!

-¡Nada de peros! Prometelo, por el meñique- interrumpió el moreno alzando su dedo meñique de la mano derecha.

Mirabel observo la mano del moreno con una sonrisa juguetona y unio sus meñiques, cerrando así su trato.

-Aún me cuesta trabajo recordar los acordes por los nervios- explico el moreno tocando las cuerdas con los primeros acordes y después inhalo para comenzar a cantar -Tanto busqué, cuanto encontré, cuanto perdí, cuanto gané... tantos amores y desamores no hicieron bien, dejándome el alma vacía- cantó cerrando sus ojos, y teniendo en el pensamiento a los ojos oscuros que lo habían inspirado.

Abrió sus ojos de manera lenta, teniendo como primera vista a la morena que lo miraba atenta, esperando más de la canción.

-Y eso es todo, olvide lo demás- mintió -Es tu turno- Miguel sonrío.

-Y hace falta que te diga, que me muero por tener algo contigo- canto bajito, sin dejar de observar al moreno -Y es que no te has dado cuenta de lo mucho que me cuesta ser tu amiga- se acercó al moreno -Ya no puedo acercarme a tu boca, sin deseártela de una manera loca...

Y con esa estrofa, la morena elimino todo rastro de distancia entre su rostro y el de Miguel, uniendo sus labios en un beso que al moreno tomó por total sorpresa.

[...]
Necesito controlar tu vida, saber quién te besa y quién te abriga.
Y hace falta que te diga, que me muero por tener algo contigo.

Hiro tenía sus lentes puestos y leía uno de los libros de dragones que tenía, esperando que en algunas de sus páginas pudiera encontrar algo de ayuda.

Kubo jugaba con el dragón dentro de su casa, el pequeño reptil que parecía para ese momento un perro, traía en su hocico una ramita que el pelinegro de parche le aventaba.

Y es que no te has dado cuenta de lo mucho que me cuesta ser tu amiga.
Ya me quedan muy pocos caminos, y aunque puedan parecerte un desatino, no quisiera yo morirme sin tener algo contigo.

Hiro no podría concentrar su mente, así que ato su cabello en una coleta algo desordenada y miro a Kubo.

-Iré al bosque a despejarme- murmuró parándose dispuesto a irse.

-Aún falta bastante para tu cita con Miguel- mencionó en burla su amigo sin dejar de jugar con el dragón.

Hiro lo miro fulminante, pero después de un rato comenzona reír por la broma.

-Lo sé, por eso iré- susurro el príncipe con una sonrisa.

-¡Prácticas como besar!- grito el chico cuando el príncipe salió de la casa, logrando que este último comenzará a reír.

Camino menos de cinco minutos, sintiendo el cálido sol en su piel y el viento contra su rostro. Cerró sus ojos con delicadeza disfrutando de esto.

Ya no puedo continuar espiando, día y noche y tu llegar adivinando.
Ya no sé con qué inocente excusa pasar por tu casa.
Y me quedan muy pocos caminos, y aunque pueda parecerte un desatino.
No quisiera yo morirme sin tener, algo contigo.

Hiro escucho atento aquella voz femenina que cantaba con delicadeza, y siguió la voz intentando ser cauteloso.

Frente a sus ojos estaba Mirabel sentada junto a Miguel, ella cantaba mientras el moreno la miraba atento. Y en su última estrofa, la morena había decido que la distancia que separaba sus cuerpos era demasiada uniéndose a Miguel en un beso casto.

El príncipe sintió su corazón parar, y un gran peso se hizo presente en su estómago.

Se sentía tan mal ahora, ¿cómo es que había pensado siquiera que Miguel se fijaría en él? ¿Cómo es que creyó en la frase de Tadashi? Sus ojos ardían y las lágrimas caían por sus mejillas a una velocidad que Hiro no era capaz de controlar.

Se mordió el labio inferior con fuerza esperando que así, los dos morenos no se percataran de su presencia y salió corriendo del lugar lo más rápido que pudo.

Su corazón dolía, y dolía aún más cuando Hiro pensaba en todos los momentos que había pasado junto a el moreno, todos y cada uno eran recuerdos que atesoraba firmemente pero ahora no hacían más que doler.

Ya no puedo continuar espiando día y noche, y tu llegar adivinando.
Ya no sé, con que inocente excusa pasar por tu casa.
Y me quedan muy pocos caminos, y aunque puedan parecerte un desatino, no quisiera yo morirme sin tener algo contigo, algo contigo.

Hiro limpio sus lágrimas con ayuda de sus manos y mangas de aquel suéter azul, ensuciando un poco su rostro en el proceso. Pero a pesar de esto, las lágrimas seguían saliendo una tras otra sin poder controlarlas. Se sentía fatal, ahora entendía mejor a Kubo.

Debía tranquilizarse, no quería que los demás lo vieran así de débil. Suspiro repetidas veces intentan calmar su llanto y las dolencias del corazón.

Algo contigo...

Levantó su rostro junto a un gran suspiro que calmo su llanto, y después volvió a limpiar su rostro con ayuda de su suéter y manos. Miró hacia el cielo en busca de algun pretexto para decir que había ocurrido en su rostro, pero en lugar de eso, noto una brisa demasiado fría y señales de humo.

Pronto se escucharon algunos disparos que alertaron al príncipe, y sin más se encaminó a la dirección de donde venían esos disparos.

Cuando llego al sitio, pudo notar como un grupo de soldados apuntaban a más personas y junto a ella, un chico de cabello blanco que estaba de espaldas. Al joven lo tenían por el cabello y apuntaban a su cabeza con una pistola.

La gente a su alrededor gritaba por ayuda para evitar el disparo, pero los soldados ejercían violencia sobre la misma para calmar sus protestas.

-¿Y bien? ¿No piensas jalar el gatillo?- cuestionó el chico de cabello blanco observando detenidamente al soldado que le apuntaba.

Hiro pudo distinguir sus trajes como soldados de Beldam, tenía que hacer algo por la gente y por el campamento. Si por alguna extraña razón lograban encontrar el último, no se lo perdonaría.

El príncipe disparo en dirección a dos soldados que servían de escoltas sin salir de su escondite, logrando confusión en los mismos.

Con una simple inclinación de cabeza, el soldado que tenía al peliblanco indicó a sus compañeros que buscaran al responsable. Eran aún cuatro soldados más, Hiro se sintió mal y busco la manera de esconderse para atacar a otros dos. Pero sus movimientos lo delataron, y cuando disparo en dirección a los dos soldados, sólo logró darle a uno ya que lo habían encontrado.

-¡Pero que tenemos aquí! Un rebelde más- mencionó el soldado que tenía la pistola cuando los otros tres se acercaron junto a Hiro.

El pelinegro lo miro con asco, y después sintió un golpe en su mejilla que terminó tirando sus lentes algo lejos de él.

-Mátalos a todos- mencionó el soldado en dirección a uno de los tres soldados y después volvió a apuntar al chico de cabello blanco.

Una llamara de fuego apareció entonces, dándole al soldado en la mano donde tenía la pistola, logrando quemar la misma.

Hiro aprovechó el movimiento y lanzó un disparo que le dio a dos soldados, Miguel apareció en escena y comenzó a pelear con el soldado principal, el cual tenía dones de agua.

La batalla estaba en desventaja para el moreno, pero pronto obtuvo ayuda en un momento en que las olas podrían ahogarlo, siendo el agua congelada antes de que pudieran tocarlo.

Mirabel indicaba a la gente por donde irse, sin darles información de donde estaba él campamento.

-¡Mirabel necesito que te vayas de aquí, ahora!- grito el moreno cuando noto la ayuda, y disparo en dirección al soldado.

La morena asintió y salió corriendo del lugar, procurando que nadie la siguiera.

Hiro seguía peleando con los otros tres soldados, dos de ellos con dotes de plantas y el sobrante con dotes de tierra.

Rápidamente se deshizo de los dos primeros, quemando sus cuerpos con descargas que recorrieron las lianas con las que lo habían capturado.

El soldado sobrante atacó entonces a Hiro lanzando una gran roca a su dirección, pero este rompió el ataque del soldado con una gran descarga.

Los pies del soldado se congelaron, impidiéndole moverse en alguna dirección, y poco a poco su cuerpo fue cubierto por hielo.

Hiro miró atento ese momento, y después miro en dirección al responsable. El chico peliblanco tenía una de sus manos sobre el suelo dejando a la vista el camino de hielo que se había creado en dirección al soldado.

Fue entonces cuando se percató de la gran herida que tenía en el abdomen, el chico presionaba la zona en un intento no desangrarse. Hiro corrió hasta él y retiro la mano del chico dejando al descubierto su sangre plateada.

El pelinegro observo atento la zona y después a Miguel, que estaba detrás de él.

-Debemos ayudarlo- mencionó el pelinegro.

-¡Es de sangre plateada!- protesto Miguel.

-¡Nos ayudó y estaba ayudando a gente de sangre roja!- protesto Hiro ahora, tomando por un brazo al chico y colocándolo en su cuello.

Miguel observo atento los movimientos del pelinegro y suspiró resignado, después tomo del otro lado al chico y caminaron lo más rápido que pudieron hacia el campamento.

-¡Necesitamos ayuda!- grito Hiro cuando estuvieron dentro del campamento.

La gente se paro en dirección a los tres chicos, observando detenidamente la sangre plateada que caía a gotas del joven peliblanco.

-¡Hiro, traelo!- grito Honey apareciendo entre la multitud y corriendo en dirección a la enfermería.

El moreno tomó los pies del chico peliblanco y le retiro todo el peso a Hiro cargando al plateado para llegar más rápido a la enfermería.

Cuando llegaron, lo dejo sobre una de las camillas y después miro a Honey, la rubia comenzó a atender de manera rápida al peliblanco, sin importarle el color de su sangre.

-Salgan- ordenó a ambos chicos, estos asintieron y salieron del lugar.

-Mierda, hemos puesto en peligro el campamento- hablo Miguel después de un rato, tomando su cabello entre sus manos con algo de frustración.

-Tranquilo, puedes decir que fue mi culpa- mencionó Hiro en un tono irónico, el moreno lo miro confundido.

-¿Qué?

-Yo fui quien decidió traerlo, dirás que fue mi culpa- Hiro alzó sus hombros y después miro molesto a Miguel -Anda, diles que fue mi culpa- se cruzo de brazos.

Miguel lo miró aún más confundido, y después razono las facciones molestas de Hiro.

-Hicimos esto juntos, no fue tu culpa- murmuró el moreno.

-No, yo hice esto. Y sabes que, ya vete no creo te agrade la idea de tener que cuidar a un sangre plateada- contestó aún más molestó haciendo ademanes bruscos.

-Hiro, ¿qué ocurre?- Miguel camino en dirección al pelinegro pero este retrocedió.

-¡No ocurre nada, y sabes qué, puedes quedarte con ella no voy a interferir. Ya sé que no te agrada la gente de sangre plateada, ahora solo quiero que te largues!- protesto furioso, pero a pesar de esto, su voz se quebró y las lágrimas amenazaban con salir.

-¡Hiro no es...!

-¡Dije que te vayas, no quiero escuchar tus excusas. Ya sé que fui yo quien malinterpreto las cosas todo este tiempo, ahora vete!- interrumpió y sin notarlo, las lágrimas ya recorrían sus mejillas.

Miguel sabía de lo que hablaba, y se sentía culpable por eso. No había querido besar a Mirabel, pero el shock del momento lo hizo reaccionar tarde, entendía que Hiro había visto algo, y también entendía que por el estado en el que estaba, no lo había visto todo. Además, el comentario de la diferencia de sangres durante batalla no ayudaba mucho.

Hiro no había visto cuando Miguel separó a la morena de sus labios y le explicó que ya había alguien en su corazón, tampoco había visto cuando la morena le pidió disculpas por mal interpretar la situación y mucho menos había visto cuando le comento quien era la persona que ahora lo hacía suspirar.

Miguel observo a Hiro, sus cejas fruncidas y la respiración brusca demostrando su enojo, pero lo que más observo fueron las cientos de lágrimas que le corrían por las mejillas. El moreno asintió entonces, opto por dejar que las cosas se calmaran y después hablar, así que se alejó a paso lento del príncipe, con los hombros bajos y la cabeza de igual modo.

[...]

El peliblanco despertó abriendo sus ojos con pesadez, era notorio que estaba débil y al intentar sentarse sobre la cama del lugar para observar donde estaba, sintió una gran punzada en el abdomen.

Coloco una de sus manos sobre el bendaje que había en esa zona y después miro como es que su cuerpo había sido curado.

-Al fin despiertas- hablaron a su costado, logrando que el peliblanco dirijiera su vista a la persona responsable.

Ante los ojos del peliblanco, el chico era un ángel. Tenía el cabello despeinado y una piel tan blanca como la suya, pero con su cabello oscuro y las cejas tan tupidas que a la vista era atractivo. Además, su cuerpo era delgado y bien formado.

-¿Me matarás?- cuestionó el peliblanco mirando atento aquellos ojos marrones que lo veían con curiosidad.

Hiro comenzó a reír entonces, y después negó mirando el suelo acto que, al peliblanco le causó un ligero cosquilleo en el estómago.

-¿Quién eres y por qué estabas ayudando a gente de sangre roja?- Hiro se cruzo de brazos, sin intentar parecer intimidante.

Jack lo miro atento y suspiró, después de un rato asintió levemente como si hubiera tenido una discusión consigo mismo y se haya rendido.

-Jackson Frost- murmuró entonces.

-Bien Jack, ¿por qué ayudabas a los rojos?- cuestionó de nuevo Hiro.

-Demasiadas preguntas, ¿no lo crees?- el peliblanco sonrío coqueto en dirección a Hiro pero este negó.

-Quiero saber si es bueno confiar en tí- murmuró alzando sus hombros.

-No lo entenderías- murmuró Jack dispuesto a pararse a pesar de sentir su cuerpo débil.

Hiro se acercó aún más al chico, al cual observo con más intriga. Se coloco frente a él para impedir que se pudiera enderezar y después miro atento su bendaje.

-Eres de sangre plateada- susurro el azabache.

-Y tú de sangre roja seguramente. Me vas a matar porque no creerás lo que te diga- murmuró Jack observándolo.

Admitía que en verdad ese joven era atractivo. Si no estuviera tan débil seguramente estaría coqueteandole.

-¿Contestaras ya mi pregunta?

-¿Qué ganaré a cambio? Aparte de mi muerte, claro- el peliblanco suspiro resignado observando atento al contrario.

-Sí quisiera que estuvieras muerto ya lo estarías- Hiro coloco una de sus manos en su cabello y lo observo con algo de fastidio -Contestaré tus preguntas.

-¡Bien sangre roja!- protesto Jack -Fui criado por gente de sangre roja, no sé si pertenezco a alguna familia de sangre real o algo similar. Sólo sé que fui encontrado a costados de un río y la gente de un pueblo me crío- explico.

-¿Por eso los defendias de los soldados de Beldam?- cuestionó el azabache.

-Sí, algunos de los que venían conmigo eran mis conocidos. Todos escapamos del último ataque que sufrió nuestro pueblo a manos de esa horrible mujer -al peliblanco sintió sus ojos arder y parpadeo en repetidas ocasiones pero después miro a Hiro con curiosidad -Entonces, ¿sangre roja con dotes? Vaya, creí que era un mito eso, pero veo que es real.

Hiro comenzó a reír y después negó lentamente.

-Sí... yo no soy sangre roja, pero esa sangre no es un mito- murmuró casi inaudible.

-¡Imposible!- Jack lo miro atento.

Hiro tomó consigo una de las agujas que había en ese lugar y pincho su dedo índice hasta que la sangre brotó en una pequeña gota, dejando al descubierto su tonalidad plateada.

-¡Hiro!- gritaron a sus espaldas provocando que ambos jóvenes girarán la vista a la persona responsable.

Ante sus ojos estaba Kyle, que observaba atento lo que había interrumpido, teniendo como primer indicio al peliblanco confundido y despierto.

-¿Hiro?...- Jack observo atento al pelinegro y unio cabos rápidamente -¿Hiro Hamada, el príncipe?- cuestionó aún asombrado por su descubrimiento e intento pararse para hacer una reverencia, pero el pelinegro lo detuvo.

-Exactamente, ahora quiero que repose, esta muy débil aún- explico el azabache.

-Eso no será posible, alguien los siguió- anuncio Kyle cruzándose de brazos y observando atento al peliblanco.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top