Cuentan los ancianos que, en los difíciles tiempos de la guerra civil, en un pequeño y recóndito pueblo de Gyeongsang del Sur, tuvo lugar la tragedia que desató al monstruo y que hoy en día hace que sus habitantes vivan atemorizados.

Un muchacho común y corriente, hijo de una familia de chamanes que se movía por entre las localidades ofreciendo servicios de curación para los males del cuerpo y también del alma, cometió el error de enamorarse del hijo del alcalde, un joven de grácil apariencia y carácter vivaz que no dudó ni un segundo en corresponder su afecto.

En aquellos tiempos la homosexualidad era duramente reprimida por la sociedad, especialmente en las zonas rurales, en donde era obligación de todo hombre trabajar, encontrar esposa y tener muchos hijos que a su vez luego hicieran lo mismo. Sin embargo, los dos chicos se amaban. E hicieron lo imposible por estar juntos.

El chamán desafió a sus padres que, por supuesto, desaprobaron su elección y se negó a seguirles en su siguiente destino. Eso le ocasionó el desprecio de su propia madre.

—Ese niño rico quemará tu espíritu —le dijo, antes de partir—. Tendrás que rezar a los protectores del bosque y suplicar por su bendición. Yo no lo haré.

El hijo del alcalde no tuvo mejor suerte. Su padre, hombre de naturaleza arrogante y dictatorial, le golpeó con una vara en las piernas en cuanto supo la noticia y después le encerró en su habitación, prohibiéndole todo contacto con el exterior. Pero, claro, como en todos los cuentos, las cosas no podían terminar con tanta facilidad y menos aún cuando el amor se encuentra en el medio.

La madre del joven escuchó su inconsolable llanto y se apiadó de él pues en su adolescencia también había sido separada del hombre al que había entregado su corazón, de modo que le permitió escapar de la mansión.

Se dice que los dos huyeron juntos a través del bosque, sin equipaje ni rumbo definido, y que los aldeanos, bajo las órdenes del alcalde, les persiguieron con el objeto de darles caza como si de animales se trataran.

La luna llena alumbraba alta y clara cuando, en plena carrera, un disparo alcanzó al que había nacido y crecido en el pueblo por la espalda, seguido de otros tantos que le hicieron desplomarse sobre el suelo de hojarasca.

—¡Dong Sun! —Su amante, lejos de seguir huyendo, se tiró a su lado y trató de levantarle, apoyándole contra su pecho—. Dong Sun... No... Dong Sun...

—Corre... —Él, consciente de su mal estado, intentó apartarle—. Yoon Gi... Huye...

—¡No, no lo haré! —se negó éste—. ¡Sé cómo salvarte! ¡Yo puedo!

Se interrumpió al notar cómo el cuerpo de su persona más preciada perdía fuerza y languidecía.

—¿Dong Sun? —Le zarandeó pero no encontró respuesta—. ¡Dong Sun! —Las lágrimas irrumpieron en su rostro—. No... Por favor... No me dejes... ¡Dong Sun!

—Si le querías vivo, le hubieras ignorado en vez de dar rienda suelta a tu depravación.

El sonido de las hojas al crujir bajo el peso de los pasos, acompañados de esa voz déspota tan conocida, le hicieron levantar la cabeza. Frente a él estaba el alcalde, con una escopeta que le apuntaba directamente a la cabeza y una tez fría que no reflejaba ni el más mínimo sentimiento de culpa.

—¿Has visto lo que has ocasionado? —siseó—. Mi hijo está muerto por tu culpa.

—Usted... —Yoon Gi dejó sobre la alfombra de hierba el cuerpo sin vida de Dong Sun y se incorporó, con la furia centelleante en sus ojos—. Usted ha asesinado a su propia sangre.

—Mi sangre debe ser digna —fue todo lo que argumentó—. Pero tu, malnacido, la ensuciaste con tu desviación anti natural.

Un grupo de hombres los rodearon. Yoon Gi supo que no tenía escapatoria pero, en cualquier caso, tampoco tuvo intención de huir. Estaba desarmado, no era rival para tantos atacantes y, además, no le importaba morir.

—Mátale ya —dijo una voz indeterminada.

Las palabras de su madre le retumbaron con fuerza en las sienes al escuchar el chasquido del arma al prepararse. Ya lo entendía. Sabía lo que tenía que hacer.

—Me vengaré de ti y de todos. —El susurro le salió hosco, cargado odio—. Lo haré ahora y en futuro lo seguiré haciendo a través de vuestro linaje.

—Me parece que te olvidas de algo, jovenzuelo. —El alcalde puse el ojo en la mirilla—. Los muertos no pueden vengarse de nada.

Disparó. Yoon Gi sintió una fuerte presión en el pecho mas no dolor. Solo mareo, la respiración entrecortada y debilidad. Una tremenda debilidad que le hizo caer de rodillas al suelo.

—Imploro a los protectores, los moradores del bosque, justos y dignos —recitó—. Imploro por su clemen...

—¡Cállate!

Las palabras se le atascaron ante el segundo disparo. Tuvo que reunir lo mejor de él y obviar la punzada que le atravesó las entrañas para seguir.

—Imploro por su clemencia... —susurró, ahogado—. Quiero... —Tosió—. Quiero que me brinden protección. Pido justicia.

La leyenda cuenta que recibió tres disparos más pero que no cayó y que, antes del cuarto, una bandada de cuervos apareció de la nada. Se narra que el ambiente se volvió asfixiante y que una bruma aterradora lo inundó todo cuando le envolvieron con su manto oscuro.

Algunos hombres huyeron pues los cuervos son signo de mal presagio pero otros, entre los que se encontraba el alcalde, se quedaron y utilizaron sus armas para intentar dispersarlos. Sin embargo, cuando lo lograron lo que encontraron fue solo el cuerpo de Dong Sun en el suelo.

Yoon Gi había desaparecido.

Y así nació el mito.

Lo llaman el demonio del cuervo.

Dicen que sale todas las noches y que, si te lo encuentras, no vivirás para ver el nuevo día.

N/A: (06. 09. 24). Estoy repasando la obra porque hace tiempo que no actualizo y he preferido revisar antes de escribir. Me pregunto por qué el auto corrector siempre hace lo que quiere y me pone palabras sin tilde aunque las corrijo. Qué coraje.

En otras noticias, sigo emocionada con esta historia tanto o más que cuando la presenté porque amo mucho escribir este tipo de temáticas. A veces no me alcanza el tiempo para publicar todo lo que me gustaría y otras sufro bloqueos que no me dejan. Pero aquí estamos otra vez, trabajando en la no auto presión.

¿Qué les pareció? ¿Les gustó? Estoy ansiosa por leerlxs.