Capítulo 3: ¿Hay formas de ser menos idiota?.

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Kim estaba sentada en su habitación, luego de haber acercado a Jared a su casa (que en todo el camino pidió disculpas por casi atropellarlo), volvió a su casa con una extraña sensación en su cuerpo.

Ella misma se sentía extraña. Además, se extrañó más aún cuando sin querer rozó su mano con la de Jared, se preocupó demasiado al sentir el exagerado calor que emanaba el muchacho, pero no pregunto nada. Se sentía avergonzada y muy rara al estar tan cerca de él, como si sus pulmones no quisieran recibir oxígeno y su corazón dejara de bombear.

Soltó un suspiro cargado de frustración y se levantó de la cama de forma perezosa. Su teléfono no paraba de sonar, alguien estaba llamando. Rodo los ojos divertida al leer el nombre de su mejor amiga en el contacto. Atendió y alejo el teléfono de su oreja unos centímetros.

—¡¿COMO ES ESO DE QUE CASI MATAS A JARED?!.—Gritó Fiorella, del otro lado de la línea.—¡¿Y YO ME LO PERDÍ?!. ¿POR QUE NO LO GRABASTE?.

La castaña sonrió y soltó risita por el comportamiento tan dramático de su mejor amiga.

—Casi lo atropelló, bah, lo atropelle... pero no se hizo daño alguno.—Respondió Kim, con diversión y confusión a la vez.—Es raro, yo habría quedado hecha figurita adhesiva.

JARED ES RARO, KIMBERLY.—Volvió a gritar la joven latina.—Además, ¿No has visto como se lanzan de los acantilados como suicidas?.—Kim torció los labios.—Quiero ir con ellos, pero para tirarlos yo misma.

—A veces me das miedo, Fio.—Confesó Kim, divertida.

Es mi deber como mejor amiga el ser temeraria. Así cuando Jared quiera hacer algo fuera de tus límites, podré amenazarlo con castrarlo.—Kim suspiró rendida al imaginarse aquella escena.—Como sea, no te llamaba por eso, sino por tus tan esperados 18 años. ¿Qué haremos?. No quiero volver a ver a tu abuela, no desde que le rompí el jarrón donde, no sabía, que estaba tu abuelo.

Kim soltó una carcajada al oír el motivo por el que su abuela no la quería ver ni en pintura a Fiorella. Fue en su cumpleaños 17, la latina se había embriagado demasiado, y sin notarlo, golpeó con una cerveza el jarrón grisáceo donde descansaban las cenizas de Rupert, el abuelo de Kim.

—Pensaba en ir a Honny & Holly.—Propuso Kim, cuando termino de reírse de su amiga y sus desgracias.

Tu abuela me odiara más, si en este día tan especial...—Canturreo lo último con un tono de voz chillón y desafinado.—...Te alejo de tu familia, es como contar los días para mi muerte.—Dramatizo.

Hablas de mi familia como si fuera peligrosa y malvada.—Se quejó Kim, con una sonrisa divertida.

Lo es, Kim.—Sentenció.—Mañana, luego de tu trabajo, iremos a la Push. Quiero ir a surfear y ver como los caras pálidas mueren en el intento o de hipotermia.—Rió la latina.—Y si vuelves a casi matar a Jared, no te olvides de tu mejor amiga, y pisalo dos veces.

Y antes de que Kim diga algo, la latina le colgó el teléfono. La castaña suspiró cansada, su cabeza no dejaba de pensar en lo que había pasado con Jared, y ahora se sentía mal por casi matarlo. Finalmente, luego de dos horas, se terminó durmiendo.

A la mañana siguiente, Kim se levantó de la cama con mal humor. Había dormido solo 4 horas y se había muerto de frío por no taparse, aunque extrañamente había un lado de la cama que estaba cálido y su ventana estaba abierta de par en par. Frunció el ceño al ver una pulsera que le había visto a Jared el día anterior.

—¡KIM. YA NOS VAMOS CON TU PADRE!.—Vocifero su madre, desde la cocina.—¡NO OLVIDES IR AL TRABAJO LUEGO!.

—OKEY.—Gritó Kim, alargando la palabra.

Luego escucho como sus padres de iban, y se apresuró a bañarse. Ese día debía ir bien arreglada, pues, el día anterior, escucho murmurar a Jared decir que le gustaba su perfume. Minutos después, ya estaba vestida y lista para irse al instituto.

Camino por el estacionamiento, noto un tumulto de gente en un costado y se preocupó al ver que su mejor amiga estaba viendo todo con los ojos abiertos y la boca en una perfecta "O". Apresuró su paso y al llegar, quedó estática junto a su mejor amiga, sin poder creer lo que veía.

Jared Cameron, el chico que la llevaba como loca hace años, se estaba peleando con Gregory Clair, un chico de su mismo curso que llevaba meses acosando a la joven con sus "Comentarios halagadores" por los pasillos de la escuela.

Paul Lahote decidió que era suficiente cuando vio que el Clair no respiraba muy bien y notó que su amigo estaba temblando como si una hoja fuese. Embry Call y Jacob Black se acercaron rápidamente al ver que Jared estaba como un loco queriendo ir a partirle la cara al otro.

—¡Estás loco, Cameron!.—Chillo Melody Clair, la hermana menor del joven inconsciente.

—Vamos, hermano, Kim está mirándote.—Informó Paul, con la intención de calmarlo, pero eso empeoró.

Jared corrió del estacionamiento y se adentró al bosque que rodeaba el instituto, con los tres chicos detrás de él.  Leah rodo los ojos y se despidió de Seth para luego correr detrás de ellos.

Kim, aún en estado de Shock, miraba en dirección a donde Jared se había ido corriendo, sin entender nada de lo que había pasado. Fiorella reaccionó casi al instante y tomó el brazo de su mejor amiga, obligándola a que caminase al interior del instituto.

—¿Hay formas de ser menos idiota?.—Preguntó Fiorella, con cierta ironía en su voz.

—Nunca lo vi así.—Murmuró Kim, aún en Shock.

—Clair se lo merecía de todos modos, pero Jared... Jared me dio miedo.—Confesó Fiorella.—Su mirada delataba un odio, uno tan fuerte, que si Lahote no lo hubiera separado, él no seguiría vivo. De eso estoy segura.

—Fue...Aterrador.—Susurró Kim.

Seth Clearwater estaba cerca de ellas, y sintió pena al oír que la impronta de su hermano le temía. Por lo que decidió que aquello no lo escucharía nadie más.

Por el otro lado, los 5 lobos corrían en el bosque a velocidad. Jared por la delantera, con su cabeza repitiendo una y otra vez las palabras del chico al que dejó inconsciente.

"—Está buena, lástima que corre tras Cameron."

"—¿no has visto su trasero y sus pechos?. Está buena."

"—le haría de todo, te lo juro. Oírla gemir, debe ser igual a oír un Ángel."

Todo aquello se repetía en la cabeza del chico, y eso aumentaba su enojo y ganas de matarlo. Paul iba a su lado, tratando de calmarlo, pero su lobo estaba demasiado ocupado pensando en las 1001 formas de matar al muchacho la próxima vez. Si no lo expulsaban ahora.

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