"Tras unas largas noches en la UCI, cuidando de su padre, falleció.

No tiene más familia. Es hijo único y su madre murió cuando él era un bebé.

Ni siquiera sus abuelos siguen con vida.

Es por eso que, cuando empezó a averiguar cosas del pasado de su padre, dio con esta cafetería.

Al parecer conocía a mi marido, aunque no me extrañaba.

Al pobre hombre le gustaba venir aquí, de joven. Según me ha contado Louis, vivía en este pueblo y era amigo de mi marido.

Yo no me mudé hasta que me casé, y para entonces su padre ya se había marchado. No tuve la oportunidad de conocerle.

Pero aquella tarde, Louis me enseñó un par de fotos y... mi marido estaba ahí, con su padre.

Es entonces cuando lo comprendí. Algo nos unía: la reciente pérdida de un ser querido, y encima eran conocidos.

Desde aquel día no ha dejado de venir a la cafetería.

Le hace sentir cerca de su padre. Le alivia un poco el sentimiento de culpa que le corroe.

Según él, de no haberse metido en problemas y chanchullos, su padre seguiría aún con vida..."