REQUIEM 56
SEBASTIÁN
El camino fue ciertamente pacífico donde los únicos sonidos que pudimos escuchar eran los trinos de los pájaros y el crujir de las hojas y ramas bajo nuestros pies. Aquella paz me hizo recordar las buenas épocas en las que tanto yo como los míos, podíamos salir a recorrer los bosques con total tranquilidad ya que era un lugar bien seguro.
Los tiempos habían cambiado; sabíamos que con el pasar de los años, las generaciones serían más libres de mente y adoptarían nuevas costumbres, relegando al olvido algunas de ellas. Lo que nadie había previsto era la total desolación que vivíamos en el ahora, donde cada segundo contaba y, en cuestión de abrir y cerrar de ojos, podías dar tu último suspiro.
Las penumbras eran peligrosas y más aún en soledad, razón a añadir para darnos prisa. Un pálpito se instaló en mi interior conforme nos acercábamos al territorio de Daven y eso Eyra lo notó en seguida:
—¿Ocurre algo? ¿Escuchas algo sospechoso? —Me preguntó con preocupación. Las líneas de su frente se marcaban mostrando su nerviosismo al igual que sus ojos dilatados. La energía que emanaba de su cuerpo era tal que se podía sentir que estaba en guardia a punto de transformarse en cuanto le mentara la posibilidad de algún peligro.
Negué con la cabeza, explicándole el pálpito que sentía en mi interior. Le conté que algo dentro de mí me decía que Daven y los suyos no estaban bien, a lo que ella me contestó:
—No te dejes guiar por el miedo, Sebastián. El miedo habla opacando nuestros sentidos y eso puede traicionarnos. Debemos de darnos prisa, pero no podemos ponernos en el peor escenario posible; debemos ser fuertes por aquellos que ahora no lo están. Solo así podemos proteger a los nuestros.
Ella tenía toda la razón y aunque no pude evitar seguir sintiendo aquella punzada de preocupación, me centré aún más en el camino, sintiéndome profundamente aliviado en cuanto divisé el cartel con la imagen de un conejo blanco que indicaba que ya nos encontrábamos en el territorio de Daven. Nos pusimos en guardia por si algunos de los de su clan se nos echaban encima pensando que éramos enemigos, pero todo estaba en calma, de hecho, la puerta de entrada no tenía custodios, sino que cualquiera podía entrar libremente.
—Esto me suena demasiado extraño, todos los nuestros tienen custodios en las puertas para proteger el pueblo. Por nada del mundo dejan desprotegido la entrada—Dijo Eyra.
Aquello confirmaba un poco más acerca de mi sensación, ¿y si realmente algo había sucedido?
Ella me miró como si me leyera la mente, completamente asustada de seguir adelante. Le puse la mano en su hombro, haciendo un gesto de que continuase caminando porque teníamos que verificar que todos estuviesen bien, pero el olor a sangre me indicaba que algo no iba precisamente bien.
—Sebastián...
—Debemos ser fuertes, por los nuestros.
Ambos continuamos intentando divisar a alguien, pero no pudimos encontrar a nadie, al menos, fuera de sus casas. Pero el olor a sangre tan intensa nos evidenciaba que había cuerpos heridos o muertos.
Nos vimos obligados a forzar las puertas de las casas una a una, mostrándonos el peor de las escenas. Todos los miembros de cada hogar, yacían muertos, desmembrados, con sangre esparcida por todo el suelo y las paredes. Algunos cuerpos apenas tenían miembros sanos y no faltaban cadáveres de niños y bebés en cada uno de los hogares.
Era época de nacimientos y eso...eso nos hizo vomitar al contemplar la crudeza de aquellas cunas completamente ensangrentadas. El hospital no tenía ningún paciente vivo, incluso las embarazadas que estaban dando a luz, estaban aún sobre las camillas con una expresión de completo horror.
Eyra no cesaba en gritos y llantos; era una absoluta locura lo que nuestros ojos estaban viendo. En la parte trasera de las casas, justo donde se encontraban los campos, en las vallas habían dispuestas varias cabezas aun con sangre fresca goteando de aquellos cuellos cercenados. Eyra se desmayó y yo estuve a punto de hacerlo, pero como ella dijo y tenía razón, debíamos ser fuertes por aquellos que no lo eran.
ALICE
Tras hablar con Víktor, supe con exactitud donde se encontraba aquel lugar secreto. Debía de ser cautelosa con el resto de los miembros de la casa; lo que tenía claro era que no podíamos salir de allí al menos por el momento y si lo hacíamos, no podía ser en grupo para evitar llamar la atención.
Aquella mujer no era estúpida y su poder era tan poderoso que podía acabar con nosotros en cuestión de momentos. Flashes en mi mente se agolpaban; la visión de dos mujeres que combatían a aquella mujer de máscara de porcelana, resonaba una y otra vez. Pensé que quizás sería un sueño, pero era tan real que no pude evitar preguntarme si realmente aquello lo vi.
Aún no había hablado con el resto de la casa de cómo logramos escapar y llegar sanos y salvos a la mansión; quizás ahora era el momento de saberlo. Según Fiordella, los hermanos se encontraban reunidos en la biblioteca, ultimando los preparativos acerca de nuestro viaje, por lo que me armé de valor y tomé a Thomas en brazos para dejárselo a mi hermano o a Sarah.
Tras bajar las escaleras, le pregunté a Alina donde se encontraban ambos, y por su media sonrisa y su silencio acompañado de una mirada hacia arriba, me indicó que ambos estaban muy ocupados retozando en su dormitorio. Ella se ofreció a cuidar a mi hijo si así lo necesitaba y no me lo pensé dos veces ya que confiaba ciegamente en ella.
Nada más llegar a la puerta de la biblioteca, las voces un tanto elevadas de Nicolae y Peter me preocuparon enormemente, sobre todo cuando salió el nombre de Drogo en la conversación. El corazón comenzó a latirme desbocadamente, sujetando mi pecho para intentar calmarme antes de entrar a la sala. La conversación siguió subiendo de tono y no pude evitar escuchar:
—¡No puedo creer que siga vivo! ¿Cómo demonios podemos proseguir con nuestras vidas sin saber dónde se esconde o quién lo persigue?¡No podemos esperar a que él aparezca, Nicolae, tenemos que hacer algo!
Nicolae parecía silencioso ante las palabras de Peter; no sabía si interrumpir sería algo bueno entre ellos, pero eso era estar casada con un Barholy: les gustase o no, sus problemas eran también los míos.
Sin pensarlo demasiado, entré y ambos se me quedaron congelados observándome. Cuando mi marido se percató de que era yo, su mirada se suavizó y se acercó a mí, no de forma amenazante sino más bien preocupado. Posó su brazo alrededor de mi cintura y me acercó a ellos para que me uniera a la conversación. Me atreví a preguntar sobre lo de Drogo, lo que había sucedido y como supieron de que seguía vivo. Fue Nicolae el que se adelantó a explicar:
—Alina encontró el colgante de él instantes después de haberlo observado entre los árboles uno de los días que salimos a buscarte. Estamos seguros que él nos sigue y nos protege en las sombras, pero no puede acercarse a nosotros porque teme que seamos atacados por la Organización. Tened en cuenta que él lleva desaparecido por muchos años y, si él se escapó, está en busca y captura, por lo que, si lo encuentran, podríamos ser una moneda de cambio para que él acepte lo que ellos quieren.
—Pero algo podremos hacer, no quiero que esté solo ante el peligro—Le contesté, pero Nicolae negó con la cabeza, alejándose de nosotros y asomándose a la ventana. Respiró profundamente y comenzó a hablar.
—Por desgracia, lo único que podemos hacer es proporcionar un lugar seguro para todos y esperarle. No voy a exponerle aún más de lo que él ya de por sí lo hace. Pero tengo clara una osa; en cuanto mi hermano se aparezca ante mí, haré cualquier cosa para que se quede con nosotros y proporcionarle la protección que requiere.
Yo no estaba de acuerdo totalmente con Nicolae, pero preferí guardarme mis opiniones para mí misma. Era momento de poder actuar y no quedarme esperando a que una iluminación divina nos alumbrara. Porque los milagros no existían y éramos los humanos y no humanos los que hacíamos la diferencia de nuestra historia.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top