RÉQUIEM 51
VÍKTOR
Desde que aquella bruja se marchó, una sensación extraña me hizo sentarme justo delante de la mesa de té donde descansaba el vaso de agua que había bebido la mujer. Con toda la información que me había contado, no podía si quiera pensar en nada que no fuera Jane y su muerte. No podía creer que Morgana hubiera sido capaz de asesinarla de aquella forma tan cruel sin importarle siquiera la pequeña Alice que quedó completamente huérfana por sus enfermizos celos.
También lo de su madre adoptiva me dejó completamente frío; toda la vida ella estuvo bajo los hilos de aquella mujer maquiavélica y ninguno de nosotros lo supo hasta que, una anciana venida de la nada, vino con una visión llena de información la cual me había dado antes de suicidarse.
Mi existencia cada vez era más extraña y caótica, ¿Qué maldito camino podía seguir? ¿Dónde podía encontrar a Morgana? ¿Dónde podía encontrar una de las sedes de la Organización o a alguno de los miembros? Demasiadas cuestiones y mi tiempo, siempre ilimitado, no parecía ser garantía de nada, ¿Para qué ser inmortal o tener poderes si me quedaba atascado en un callejón sin salida?
La clave de todo era mi amigo Taylor, pero era evidente que él no deseaba que tocásemos el tema de la Organización. Por mucho que lo llamase, ni su esposa ni él me cogía la llamada, incluso una de las ocasiones, el tono dio comunicando.
Ambos habían desaparecido de la faz de la tierra, evidentemente, por el miedo que sentían si Morgana se enteraba que ellos mantenían el contacto conmigo. Sospecharía que estarían ayudando al enemigo y no tendría piedad con ellos. Comprendía la situación de ambos y tenía absolutamente claro que no los abandonaría. Requería su ayuda, pero no tenía tan pocos escrúpulos como para abandonarlos a su suerte.
Lo único que pude pensar como solución era encontrar la casa de ellos. En la guía telefónica pude encontrar su número de teléfono además de su nombre completo. El país lo tenía claro por lo que el cerco era bastante más pequeño para comenzar a buscar, por tanto, decidí ir al día siguiente a la biblioteca de la ciudad para buscar más información y así saber dónde se encontraba mi buen amigo.
Estaba loco si él pensaba que me quedaría de brazos cruzados.
TAYLOR
La voz de mi amigo me hizo saltar el corazón de un infarto, sintiendo cientos de escalofríos al pensar que quedaban unos minutos hasta que Morgana nos hiciera la visita a la que nos acostumbraba. Yo colaboraba con la Organización no por mera voluntad sino porque tenía a mi esposa amenazada con asesinar a todos los miembros de su familia. Mi esposa era una humana convertida por mí ya que nos enamoramos con locura, pero su familia no era precisamente inmortal. Ellos no supieron nunca lo que ella era en la actualidad, pero era cuestión de tiempo que comenzasen a sospechar que algo sucedía.
En un principio ella deseaba ser una humana, pero su hijo murió por una enfermedad, por lo que ella dijo que tenía la paz de que él no viera a su madre dejar este mundo. Tras muchos años y muchas penas, ambos nos unimos y ella aceptó lo que yo era con la misma facilidad que aceptamos que cae agua del cielo. Ella me hizo profundamente feliz y haría lo que fuera necesario para proteger lo que ella más amaba.
Morgana me encontró un buen día, con una sonrisa triste y un calmado carácter. Supe siempre que ella era una excelente actriz y que, por mucho que lo intentases, nunca nadie sabía cómo era realmente ella. Dudaba que ni siquiera Víktor la hubiera conocido alguna vez.
Ella vino como si algo realmente complicado hubiera acontecido en su vida, con un rictus amargo e incluso a veces derramaba algunas lágrimas que seguramente eran completamente fingidas pero que, en aquel momento que hacía muchísimos años que no me encontraba con ella, la nostalgia me hizo no ver las señales claras que me rodeaban.
Ella desde entonces, me lleva todo tipo de criaturas ya fueran humanas o no, para que con mis poderes pudiera hacerles hablar. Tenía una elevada capacidad de meterme en la mente de las personas y, no solo extraer información de ellas, sino que también en hacerles hacer ciertas cosas en contra de su voluntad, pero claro eso dependía de la fortaleza mental del susodicho, porque en algunas ocasiones me era muy difícil hacerles hablar.
Ella siempre venía a mi casa para traerme a alguien o bien para cerciorarse que ninguno de nosotros se había escapado. Por desgracia, no podía implicar a nadie más en todo esto porque eso implicaba que la familia de mi esposa estaba en peligro y que quizás incluso ella también lo estaba al no ser una vampira Original como yo. Los que eran convertidos, a pesar de ser inmortales, podían ser asesinados por los que éramos los vampiros Originales debido a que ellos se originaron a partir de nuestra esencia. Nosotros trasmitíamos como una especie de virus que cambiaba completamente el cuerpo del humano, modificándolo al instante de forma irreversible. Por esa razón solo nosotros éramos los únicos capaces de arrebatarles la vida.
Porque serían incapaces de regenerar sus heridas, quedando completamente abiertas sin posibilidad de volver a cerrarse. El enfrentamiento entre un Originario y uno convertido era una absoluta locura porque las cartas básicamente siempre estarían a favor de los Originarios.
Faltaban unas horas para que aquella mujer se presentase en mi casa. Con una angustia casi imposible de medir, me paseaba por el recibidor de mi casa hasta que mi esposa apareció con un rostro cargado de preocupación:
—Amor, deberías de sentarte un poco y descansar. Yo te avisaré cuando ella venga a casa.
—No mujer, no puedo ni siquiera pegar ojo y menos desde la llamada de Víktor.
Ella bajó la cabeza con tristeza. Odiaba lo que se había convertido nuestra vida, pero nos encontrábamos en un callejón sin salida. Ella parecía que tenía mucho que decir, por lo que me puso la mano en el hombro y me dijo:
—Sé que algo podemos hacer Taylor, no podemos estar toda la eternidad a las órdenes de esa arpía. Quizás tu amigo pueda ayudarnos de alguna forma, es un Original como tú.
—Eso no es garantía de nada, esa mujer tiene demasiada gente trabajando para ella y casi nadie sabe lo que realmente se cuece dentro de la Organización. Estamos sentenciados por el momento a servirla—Le dije completamente abatido, pero ella no parecía rendirse, lo vi en sus ojos llenos de esperanza mientras que se alejaba y me dejaba solo con mis pensamientos.
Tan solo esperaba que la visita fuera mucho más corta que de costumbre. Temía que viera algo en mí que la hiciera sospechar de que Víktor se había interesado en asuntos relacionados con ella.
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