RÉQUIEM 50
ALICE
Aquel sueño se sentía demasiado real, demasiado nítido donde mis sentidos actuaban con tanto realismo que me encontraba completamente asustada. Cuando despertase y volviera a mi realidad, eso me afectaría más que cualquiera de las veces en las que soñé con Peter. Esta vez era distinta y eso quizás era un aviso de que estaba perdiendo el juicio, que me estaba envolviendo en una realidad alternativa ficticia donde encontrarme a salvo y amada.
Las manos de Peter no habían perdido el encanto ni la pasión que recordaba. Era como si él ni siquiera recordase que ambos nos habíamos distanciado no solo físicamente sino sentimentalmente. Quise replicarle.
—Peter...Peter tenemos que...
—Shhh...te deseo esposa mía. Ahora solo quiero escucharte disfrutar. Ya habrá un momento en el que hablaremos, no te preocupes.
Intenté seguir la conversación, pero con él sobre mí besándome el cuello mientras que acariciaba mis piernas, era un deleite tan intenso que las palabras no podían salir de mi boca. El insistía en dejar atrás toda charla y centrarnos en lo que nuestros cuerpos nos pedían a gritos, pero no podía evitar sentirme realmente preocupada de dejar todo lo que estaba viviendo, atrás. La tentación de dejarme mecer por sus brazos iba in crescendo, donde mis gemidos escapaban en lugar a mis palabras.
—Sí amor, ya te tengo conmigo, te tengo en mis brazos, debajo de mí como más me gusta.
Me mordí el labio al sentir la punzada de sus colmillos clavándose ligeramente en la piel de mi cuello, acelerándome la respiración y provocando un aumento de humedad entre mis piernas. Los gemidos también incrementaron de intensidad, aferrándome a sus hombros clavando mis uñas en él. Sus gruñidos acompañados de su respiración agitada era pura poesía para mis oídos, calentándome hasta niveles inimaginables.
De un tirón repentino, el camisón se rasgó por la mitad, dejándome en ropa interior ante la mirada carmesí colmada de lujuria de mi poderoso amante. Sus manos fueron directas a mis pechos, masajeándolos con vehemencia mientras que sus enormes pupilas se centraban en las muecas de mi rostro.
—Peter...
—No ha habido noche que no haya pensado en ti, en la calidez de tu cuerpo. No importa lo que haya pasado, me tienes en tus manos mi amor, no puedo huir de ti ni de lo que siento. Estás en mi piel, en el aroma que me rodea, en mi cama como una sombra que solo yo puedo ver. Estás en cada momento hermoso, en cada flor de esta mansión y en cada recuerdo feliz que mi mente alcanza a recordar. Eres demasiado como para dejarte marchar, no voy a permitirte que me abandones—Me dijo completamente desesperado. En su voz el deseo era claro, pero lo era aún más esa desesperación tangible de abandonarle de nuevo. Yo solamente me quedé con Víktor por el bien de todos porque ahora tenía una enorme responsabilidad al ser madre. Portaba un bebé dentro de mí que no merecía pagar por todo lo que estaba sucediendo, por lo que me sacrifiqué por mi familia para poder encontrar una solución antes de reunirme de nuevo con ellos. Tuve que decirle lo que sentía porque este sueño de seguro se desvanecería antes de lo que yo deseaba.
—Cielo, lo siento...yo...
—No quiero que hablemos ahora, no puedo esperar más—Me interrumpió Peter, pero entonces le puse el dedo índice en sus labios para frenar su beso.
—Necesito decirte todo lo que tengo dentro antes de despertarme de este sueño maravilloso. Necesito decirte que te amo y que todo lo hice por nuestra familia.
Peter me miraba con completa extrañeza, donde su ligera sonrisa pronto se convirtió en una atronadora ráfaga de carcajadas. Yo no entendía qué demonios le pasaba, tan solo él se abalanzó sobre mí e introdujo su mano en el interior de mis bragas. Un grito salió de mi garganta.
—Mi amor, esto es real, todo lo que ves y sientes es real. Por fin estás en casa de vuelta, conmigo que tanto te he necesitado. Y ahora, solo quiero escuchar tus gemidos, no tus réplicas. Quiero escuchar decirte palabras de amor y deseo.
No comprendí aquel milagro, el cómo era posible encontrarme de nuevo en la mansión, pero le creía cada palabra de sus hermosos labios. Me dejé hacer por la maestría de Peter; era la persona que mejor me conocía y sabía cómo reaccionaba cada parcela de mi cuerpo.
Su dedo corazón me penetraba con suavidad mientras que con el pulgar acariciaba ardorosamente mi hinchado clítoris. Me fundía con la tela de las sábanas de nuestra cama, siendo una completa madeja de gritos, suspiros y exigencias.
—Así te quería tener, justo así mi amor. Necesito saborearte, tu esencia caliente que tanto me enloquece.
Su cabeza bajó hasta mi sexo, sorbiéndolo y chupándolo como abeja cuando toma néctar de una flor. Asi me encontraba, en la primavera de mi vida con el hombre que agitaba mi cuerpo y mi corazón, deshecha en placeres que alzaban mi cabeza más allá de las nubes. Mi autocontrol comenzaba a llegar a su fin y no pude evitar decírselo a mi esposo:
—Peter, te necesito dentro de mí o sino me voy a desmayar. Por favor, te necesito.
Él se puso de pie para quitarse toda la ropa que aun tenía encima, mostrándome una delgadez bastante preocupante pero que no le mencioné por temor a destrozar el momento. Por mi rostro, él me sonrió con ternura y me dijo:
—Eso es lo que me enamora de ti, mi amor, que no importa el momento, tu amor y preocupación por mí va antes que cualquier deseo carnal que sientas. Eso te hace la mujer indicada para mí y por eso te amo con el alma.
Aquello me conmovió profundamente, inclinándose hacia mí para besarme apasionadamente mientras me quitaba el resto de la ropa interior. Cuando ambos nos encontrábamos desnudos, me colocó boca abajo y masajeó mi trasero, mordiéndolo y palmeándolo con lascivia.
—Tus curvas me enloquecen, me matan, me queman las entrañas...
Tras palpar mi húmedo interior, su miembro se introdujo con un sonoro rugido al mismo compás que el mío. Sus manos se entrelazaron con las mías, sintiendo el choque de su pelvis contra mi trasero con un placer tan inmenso que pensaba que mi corazón no lo soportaría.
El ritmo comenzó a ser más rápido e intenso, agarrándome con más fuerza a las sábanas de la cama. Mi estómago protestaba por mi estado de embarazo y Peter pareció percatarse de ello, colocándome de lado y él penetrándome desde atrás, masajeando mis senos altamente sensibles. Su boca rozó mi oreja, susurrándome con dulce pasión:
—Perdona a esta bestia sedienta de ti, amor, pero es que te deseo tanto que no me acordé de tu estado. Prometo que te cuidaré con mayor atención para no dañarte.
—Cielo, nunca me haces daño, siempre me cuidas tanto...tanto...—Suspiré cerca del orgasmo. Peter temblaba contra mi espalda, aferrándose a mí pegando su cuerpo tibio al mío, tan ardiente que podía prender en llamas cualquier cosa de mi alrededor.
—Amor, ya...ya casi...
—Peter...ahh...ahh... ¡Dios! —Grité mientras que me derramaba sobre el miembro de mi esposo y él, en respuesta a la violencia de mi cuerpo, se derramó también en mi interior. Mientras que ambos convulsionábamos disfrutando de los resquicios de nuestra pasión, seguía masajeando mis pechos insistiendo en mis pezones, provocando que oleadas de intenso placer se expandiera por mi cuerpo sudoroso.
Su pene quedó en mi interior, no cesando en sus caricias y sus besos por mi cuello. Me prometió que esa noche me colmaría de todo el amor que había necesitado durante esos meses de ausencia y que no me preocupara; Thomas estaba al cuidado de toda nuestra familia y amigos porque comprendían perfectamente que requeríamos de nuestro tiempo a solas.
No me quejé en lo absoluto, eso era justo lo que necesitaba.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top