RÉQUIEM 45
DROGO
Volvimos a casa en un completo silencio, sobretodo por parte de John, cuya actitud taciturna comenzaba a sacarme mis demonios. Pero no podía dejarme llevar por mi carácter explosivo porque no era el mejor momento para añadir más leña al fuego. En cuanto al acuerdo que habíamos establecido, quería creer en las palabras dichas hace minutos atrás, pero la posibilidad de que ambas mujeres lo pensasen mejor y les pareciera mejor mantenerse escondidas como habían hecho hasta ahora, era la opción que más resonaba en mi cabeza.
Formaba parte de mi ADN el desconfiar de las brujas o de los hombres lobo a pesar de que muchos de ellos habían hecho mucho por mi familia. Odiaba tener esos sentimientos o pensamientos tan cerrados; quizás era algo incontrolable en la naturaleza de los vampiros, pero eso no me iba a superar porque no deseaba ser una criatura despiadada. Siempre fui un pícaro, un vividor de la vida, pero jamás fui mala persona o actué en contra de los míos.
Y ahora que tenía una familia tan hermosa y sólida, iba a luchar con garras y dientes contra el mundo entero si requería la ocasión.
En cuanto pusimos un pie dentro de la casa, John se disculpó rápidamente y se perdió de mi vista. Escuché como se encerró en su antiguo dormitorio, el que compartía con Jane.
Podía imaginar lo que deseaba hacer, envolverse con sus recuerdos y llorar su pérdida como si fuera algo reciente. No iba a meterme en algo así porque en mi caso el amor era algo realmente complejo. Supe que no debí acercarme de nuevo a ella, pero no pude evitar darle un aviso de que estaba vivo, que todo estaba bien. Me aparecí sutilmente tras de ella, le dejé verme por un instante y la guie a una zona apartada del resto. Le dejé mi colgante, aquel que jamás me quitaba en señal de lo mucho que significaba para mí. Era en la más dolorosa distancia cuando me di cuenta lo que Alina había supuesto para mí durante muchos años, más de lo que quería admitir.
Me permití el darme un tiempo para mí porque sabía que mi amigo debía de estar solo con sus pensamientos. No iba a interrumpirle porque tenía que aceptar lo que habíamos descubierto; era complicado enterarse de que su mujer tenía familia y que no deseaban conocerlo. Solo deseaba que cumplieran su palabra y que, ya que estuvieron alejadas de él y no lo apoyaron tras la muerte de Jane, al menos nos tendieran una mano para combatir la guerra en la que todos los seres estábamos en peligro.
Porque por mucho que ellas se escondieran y hechizaran una parte del bosque donde ellas vivía, tarde o temprano la Organización daría con ellas. No teníamos idea del número de adeptos que operaban para ellos, pero sin saber la clase de experimentos que habían realizado hasta ahora, tampoco podíamos hacernos una idea del poder que podían haber desarrollado o si habían tenido éxito con sus macabros planes.
Decidí ir a la biblioteca para inundarme de la calma que necesitaba. Me llevé la mano al cuello con una sensación extraña por no sentir el peso de mi colgante, aunque fue algo necesario para que tanto Alina como el resto, supiera que estaba bien.
ALINA
No solté aquel colgante que vi tantas veces que reconocí al instante. Estaba completamente segura que le vi y que, para que no me preocupase por él, me dejó algo cuyo significado yo lo entendería perfectamente.
Desde que volvimos a casa y les mostré el colgante de Drogo, el silencio y la incertidumbre nos envolvió. Para evitar que Peter sufriera, no le mencionamos el tema de su hermano pequeño; tenía demasiadas cosas que gestionar para que él le diera vueltas a las razones por las que Drogo parecía no poder volver a casa.
La idea de que la Organización estaba detrás de todo ello era más que evidente. Quizás, sin saberlo, él nos protegía escondido entre las sombras, donde de vez en cuando, él se mostraba ligeramente para que no olvidásemos que no estábamos solos, que él estaba velando por nuestra seguridad. No sé cuánto tiempo estuve encerrada en su dormitorio alejada de todos para poner en orden mis ideas y calmarme. Quizás pasaron horas o días, el tiempo se me hacía algo tedioso o demasiado rápido dependiendo del momento. Y eso era algo que nadie comprendía por mucho que el resto intentaran sacarme una sonrisa o intentar al menos aliviar mi estado tenso.
Fue cuando Nicolae entró al dormitorio completamente solo como una sombra silenciosa que divisaba la situación y la evaluaba con su habitual precisión. Yo le miraba de reojo mientras que giraba a mi alrededor a veces mirándome y otras echando un vistazo a lo que reposaba en las estanterías o paredes de su hermano. Era evidente que me estaba dando espacio y tiempo porque él se sabría de memoria como era el dormitorio de Drogo. Con una leve sonrisa, él me contestó como si supiera lo que estaba pensando:
‒En realidad apenas tengo idea de cómo luce el dormitorio de mi hermano. Es un lugar prácticamente vetado para todos, así que este lugar es casi tan nuevo para mí como lo es para ti.
Aquello en cierta forma no me sorprendía. Por mucho que él se jactara de ser alguien fuerte y que nada le dañaba, era casi o tan reservado como sus otros dos hermanos. Quizás el vivir en una sociedad donde tenían que ocultar lo que eran le había llevado a ser tan cerrado y precavido como era.
Nicolae se sentó tras de mí al otro lado de la cama, con la mirada puesta en la puerta. Aquel momento no era para nada tenso sino más bien calmado y sosegado. Me gustaba mucho el cómo trataba con suma delicadeza a las personas de su alrededor y me quedaba claro porque él era considerado el pilar de la familia. De nuevo, siguió hablando:
—Sé cómo te sientes, yo también echo de menos a mi hermana. Ella ahora mismo está en un instituto de protección de niños vampiro hasta que todo vuelva a la normalidad. Cada cierto tiempo le hacemos una visita y siempre uno por uno para evitar levantar sospechas. Es muy duro tener a dos de mis hermanos ocultos, alejados de nosotros. Odio no poder proteger a todos y aun a día de hoy me maldigo por lo de Sienna.
—No te sientas mal nunca por ello. Siempre has sido el cabeza de familia y has tomado responsabilidades muy duras por los tuyos. Si no llega a ser por ti, muchas situaciones de pánico no se hubieran podido evitar. No seas tan negativo y estricto contigo; si yo fuera tú, me sentiría orgulloso de lo que hice con mi vida. Yo lo estoy de haberos ayudado en el pasado a superar vuestra sed de sangre—Le dije sin poder mirarle a la cara.
Su mano se posó sobre la mía y pude escuchar una leve risa de alivio y satisfacción. Agradecí aquel silencio en el que ambos nos comprendíamos y nos apoyábamos sin necesidad de decir que todo iría bien o que nada nos pararía. Tanto él como yo lo sabíamos, llevábamos dentro la fuerza para luchar por los nuestros y eso haríamos.
En unas horas, Nicolae me informó de que probablemente saldríamos de nuevo para hacer una ronda ya que Sebastián nos había reunido para comentarnos algo importante. Esperaba que no tuviera malas noticias que decir, porque mi pobre corazón no creo que pudiera resistirlo.
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