RÉQUIEM 40

SARAH

Como si el destino se empeñase en abrirnos camino, Eyra nos dijo que algo había sucedido en el hospital y que teníamos que ir al campamento de Daven, el cual era mucho más grande y mejor equipado en cuanto instalaciones médicas.

Eyra me explicó que la mayoría de los que deseaban estudiar o bien ejercer como buenos guerreros, visitaban las escuelas del clan de Daven, sobretodo, para aprender a ser un buen Alpha de su manada. Por mucho que él pareciera un lobo feroz, era bastante sensible y enseñaba que siempre se debía de respetar a la naturaleza porque había estado antes que nosotros y nos proveía todo lo que teníamos. Si no respetabas a los animales o las plantas, eras expulsado del territorio de él para no poder volver nunca más.

Tenía cierto gusto, más bien adoración, por los conejos y nadie sabía a ciencia cierta las razones por las que idolatraba a ese animal. O si lo sabían no querían contarlo quizás por respeto a su líder.

O también porque les tenía pavor con ese semblante vikingo, largas trenzas y mirada afilada como un trozo de sílex. Aquel hombre guardaba algo y deseaba saber qué era para ver de qué pie cojeaba y así establecer lazos comunes de forma más exitosa. Si sabía su punto débil, podía llevarlo a mi terreno.

Con ayuda de los de su clan, Eyra iba delante de nosotros para guiarnos por la senda correcta que llevaba al campamento de Daven. Yo llevaba a Thomas bien tranquilo aferrado a mi cuello, balbuceando ligeramente algo de un peluche que le gustaba mucho y que no encontraba. Le prometí que pronto le conseguiría uno mucho mejor con el cual jugar.

—¡Tened los ojos bien abiertos, siento un cambio en el aire! —Gritó Eyra mientras iluminaba con su antorcha las zonas de mayor oscuridad.

Agudicé los sentidos para detectar cualquier cambio o sonido que pudiera darme la pista de que estábamos siendo perseguidos por alguien. Todos los presentes excepto los que portaban la camilla, comenzaron a moverse alrededor del lugar en busca de posibles peligros. Eyra les miró ordenándoles:

—¡Vosotros dos, id a avisar a Daven para que traiga refuerzos!¡Decidle que uno de los nuestros está herido y requiere de su hospital, que nos dirigimos allá pero que necesitamos ayuda!¡Rápido!

Ambos hombres se convirtieron en lobos y corrieron atravesando el umbral de oscuridad con gran valentía a pesar de que probablemente podrían tropezarse con algo peligroso. Se notaba que respetaban a Eyra y que la veían como la líder que era.

—Presiento algo no muy lejos de aquí...lo presiento...

—Eyra, ¿Qué notas? —Le pregunté acercándome a ella sigilosamente para no enmascarar ningún sonido. Ella puso el dedo índice sobre sus labios, girando los ojos a su alrededor y cerrando sus párpados en una mueca de plena concentración.

Ella giró su rostro con los ojos cerrados, moviéndose lentamente para escuchar el mayor indicio o rumor que fuera enmascarado por el crujir de las hojas contra el viento. Cuando abrió los ojos, ella me miró con cierta incomodidad.

—Hay...alguien...intruso...—Susurró de forma muy tenue. Asentí indicándole que estaba preparada para atacar si fuera necesario.

Con un gesto, señaló a los dos hombres que portaban la camilla de Alice, tomándola en brazos y subiendo con enorme rapidez a uno de los árboles. Uno de ellos se quedó a los pies del árbol divisando que nadie osara subir.

Una risa estridente que estremecía de terror, se puso escuchar no muy lejos de allí. Todos nos transformamos inmediatamente, quedándonos cerca de Alice en todo momento. Necesitábamos ganar tiempo para que la ayuda viniera cuanto antes.

—Malditos perros, siempre andáis frenando el progreso. Dadme a la chica y todo estará bien.

Por mucho que intentásemos ver donde podría estar escondida aquella mujer, no estábamos seguros de ello ya que había un eco extraño en su voz que nos confundía. No sabíamos a lo que atenernos, pero si de algo estaba segura es que era de la Organización.

El viento se levantó con violencia y al mirar justo encima de nuestras cabezas, la sombra de alguien enmascarado que portaba una larga capa negra, nos hizo tensarnos como nunca.¿Qué clase de criatura era?¿Una bruja?

Pero ellas no sentían hostilidad hacia nosotros, al menos la mayoría de ellas.

Cuando se posó en el suelo, pudimos comprobar que se trataba de una mujer e iba sola.

Su sonrisa cínica podía verse en la penumbra del bosque.

—¡Qué enternecedor encuentro!¡Qué maravilla encontraros aquí, todos juntos, como una bonita familia! Me encanta ver caras antiguas...—Dijo la mujer observando a Eyra. Ella agachó la cabeza, gruñéndola con violencia y pegándose al árbol donde Alice estaba siendo custodiada por uno de los nuestros. Ella parecía divertirle toda aquella situación:

- ¡Oh vaya, que enternecedor!¡Es tan bonito ver lo bien que os lleváis! ¿sabéis que yo no tengo familia como vosotros? Una pena, ¿Verdad?

Ella continuaba hablando alrededor de nosotros, manteniendo una cierta distancia. Las risas de ella, estridentes y de mal gusto, lograba intimidarnos porque no sabíamos cuál sería el próximo movimiento. Ella se paró en seco delante de nosotros.

—Sois demasiado confiados. Os pensáis que soy incapaz de acabar con todos vosotros si así lo deseara, pero estáis muy equivocados. Siento tener que deciros que la ayuda no va a venir. Ellos...ellos perdieron la cabeza...

Tras dar varios pasos hacia atrás, sacó dos cabezas de entre los arbustos e intentamos contener las arcadas terribles que revolvían nuestros estómagos. Nuestra concentración se desvaneció y volvimos a nuestra forma humana, escuchando los alaridos de Eyra al ver como dos de los suyos habían partido al lugar del eterno descanso. La mujer se enloqueció más, gritando con una violencia terrible que dañaba nuestros sensibles oídos.

—¡¡Yo siempre gano!!¡¡Siempre!!¡Nadie en el mundo escapa de mis garras si está dentro de mi objetivo! Todos, todos vosotros, estaréis...muertos. Dadme a Alice y yo olvidaré todo esto. M

e iré y no os molestaré más. Pero si no lo hacéis, tu clan Eyra, morirá de la peor de las formas. Yo misma los mataré a todos, les rajaré el estómago y les sacaré todas las tripas para bañarme en ellas.

La miré detenidamente y vi un rostro de duda en sus ojos. Esperaba que no estuviera pensando en darle a Alice porque eso tampoco era garantía de nada.

Eyra dio varios pasos hacia la mujer, intentando mantener el semblante lo más frío posible. Temblaba presa de la pena y la angustia, de la rabia contenida en su interior.

—No puedo tener una garantía de alguien como tú. Está claro que no posees escrúpulos y que ninguna vida te importa, así que no voy a cederte a nadie.

—Ay pobre Eyra, tu hermano fue el más estúpido de todos, de todos vosotros. Fue tan fácil llevarlo al matadero; ni siquiera tuve que mover un solo dedo. Solo me aparecí un buen día delante de él y seducirlo, decirle aquello que deseaba oír. Le prometí pasar una noche conmigo si acababa con un vampiro malo que me había hecho daño en el pasado. Ni siquiera lo pensó dos veces...Víktor hizo el resto. Es tan fácil manipular a los tuyos; al menos los hombres de Daven no tienen esa necesidad de follar como la tienen los tuyos. Son mucho más templados en cuanto a defender a los suyos y no se dejan llevar por las emociones como parece ser que tú les inculcaste.

Qué terrible decepción, cariño.

—¿Tú...tú...? —Comenzó a preguntar sin cesar de repetir una y otra vez. La ansiedad de Eyra la impedía manejar la tormenta de emociones que se agolpaba con fuerza y lograba enmudecerla justo como aquella mujer deseaba. Nos tenía entre sus manos, bajo el influjo de su maldad pura y completamente atrapados sin saber cómo huir de allí. Todo parecía perdido.

—Creo que debo de ser educada y que sepáis el nombre de aquella que va a mataros. Está dentro de mi educación. Llamadme Margie, así me llamaba mi marido, el hombre de mi vida y el hijo de puta que me destrozó el corazón. Agradecedle el que hoy sea la zorra fría que va a derramar la sangre de los vuestros.

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