RÉQUIEM 4


SEBASTIÁN

Desde que Fiordella me avisó de que Víktor iría a por Alice y Thomas a la mansión, ella se sumió en una completa oscuridad que parecía no tener fin. A pesar de estar rodeados por naturaleza vibrante en un lugar donde el sol apenas nos abandonaba, ella no lograba encontrar esa brizna de luz que tenía en su interior y que tanto eché de menos.

No llegamos a tiempo por desgracia y de eso se culpó durante todo este tiempo que ambos no están. Van a hacer casi dos meses desde que ambos desaparecieron. Y por mucho que llamaba a la mansión de los Bartholy, Nicolae siempre me contestaba que no había pistas acerca del paradero de ambos.

Ella desde entonces no dormía bien y el bosque que nos rodeaba parecía ir pereciendo lentamente al tener esa tristeza en su corazón. Ese peso nos afectaba también; todos los de mi clan no parecían encontrarse bien y una de las razones era la preocupación por Fiordella. Además, Alice era querida y respetada al ser no solo una médium sino la hija de aquella pareja que tanto nos ayudó contra nuestros enemigos.

Ella era una de las pocas que quedaban y si Thomas heredaba sus poderes, era importante que ninguno que perteneciera a la Organización se enterase porque Dios sabía lo que serían capaces con un pequeño de tan solo tres años.

Dejé a Fiordella en la cabaña mientras que me reuní con los nuestros. Tomamos la decisión de volver a Mistery Spell porque no tenía sentido quedarse de brazos cruzados mientras que Alice estaba perdida. Todos parecían estar de acuerdo, aunque eso implicaba volver a comenzar de nuevo. Tomamos la decisión de irnos en dos días, por lo que llamar a Sarah estaba dentro de mis planes antes de que acabase el día.

Tras esa reunión que duró menos de lo esperado, decidí animar un poco a Fiordella. En estos tiempos el sacarle una sonrisa era como un extraño milagro. Me pasaba el día pensando en nuevas cosas con las que devolverle la vitalidad, pero pensé que quizás el que ella supiera que volveríamos a Mistery Spell a ayudar con la búsqueda de Alice la pondría de mejor humor y sería más optimista.

Comprendía su estado de ánimo y el sentirse inútil. Todo este tiempo me había sentido así al estar tan lejos del lugar de los hechos esperando algo que ni yo mismo sabía. Era hora de actuar y pronto.

Además, éramos muchos y nuestro olfato desarrollado sería de una gran ayuda si Víktor dejó algún tipo de rastro casi invisible.

Decidí pasear por la zona donde los arándanos crecían a sus anchas, respirando el frescor de la tarde. El sol lentamente se iba escondiendo, pero había suficiente claridad para divisar dónde se encontraban los arbustos. Los pequeños frutos azulados tenían un buen aspecto y por suerte estaban maduros. El tener una ninfa cerca tenía ese efecto en la naturaleza; las flores crecían antes al igual que cualquier tipo de planta además de que era más complicado que muriesen. Se piensa que es por la energía que sale de ellas, por esa razón siempre habían sido muy veneradas y más para los hombres lobo que vivíamos desde siempre de lo que nos daba la naturaleza.

Tomé un puñado generoso para dárselas a Fiordella en cuanto llegase. Apenas comía así que siempre le llevaba las cosas que más le gustaban y así tentar al apetito. Con mis bolsillos llenos, me apresuré a llegar a casa donde ella me esperaría enroscada sobre sí misma bajo las mantas.

A pesar de habernos acercado ella y yo, aun no sabía con exactitud si ella me veía como algo más que un amigo u aliado. En estos tiempos que la había ido conociendo más, admitía que ella me parecía atrayente y que lo más probable es que comenzase a sentir cosas sin yo pretenderlo. Yo estuve enamorado durante años de Alice y aunque aún tenía pinchazos en el corazón cuando pensaba en ella y en como Peter podía compartir su vida y lecho con ella, no me dolía tanto como antes.

Quizás el tiempo fue benévolo conmigo y decidió darme un descanso, o quizás era que mi corazón la estaba olvidando para recordarla como una buena amiga.


Decidí dejar de pensar en ella porque no quería que Fiordella detectara mi preocupación. En la medida de lo posible siempre intentaba entrar en casa con una sonrisa, aunque no me apeteciese.

Cuando abrí la puerta todo estaba oscuro y silencioso como siempre. El aroma floral de Fiordella se podía sentir cerca, más concretamente en mi dormitorio donde ella dormía ahora porque mi cama era más confortable que la pequeña cama que conseguí instalar para ella hasta conseguir alguna un poco más grande. Me asomé al interior del dormitorio y pude verla dormir, aunque se notaba por la arruga de su frente que no tenía precisamente dulces sueños.

Me acerqué a ella lentamente hasta sentarme a su lado. Cuando sintió el colchón hundirse bajo mi peso, ella se despertó sobresaltada y me miró con gran terror en sus ojos. Cuando vió que era yo, pareció relajarse instantáneamente. Le tomé las manos y le dije dulcemente:

-Buenas noches dormilona, te traje algo de comer para que repongas fuerzas.

Ella se frotó los ojos en silencio y se cogió las rodillas con sus brazos; parecía tan abatida. Froté su espalda con suavidad, depositando un beso en su mejilla tibia. Al menos no rechazaba mis muestras de afecto y eso me hacía sentir esperanzado porque se recuperase pronto.

-Gracias por preocuparte, pero no tengo hambre.

Hice caso omiso de lo que ella dijo y continué con mi plan. Iba a hacerla sonreír como pudiese además de que tenía una gran noticia que de seguro le haría sentir feliz.

-Oh bueno y yo que tenía algo importante que contarte, pero para eso debes de comer un poco.

Los ojos azules de ella se posaron sobre mí, enderezándose para mirarme con mayor atención. sonreí juguetón y me preguntó:

- ¿Qué ha pasado?¡Dímelo! -Dijo mientras que me sacudía por los hombros. Casi parecía una niña pequeña y eso me hizo reír. Ella volvió a sentarse con los brazos cruzados y yo le puse mi brazo sobre sus hombros. Con la mano libre, puse un arándano frente su nariz:

-Y yo que había recolectado unos cuantos para ti...sé lo mucho que te gustan...

Ella protestó, pero un rugido en su estómago me confirmó lo que pensaba. Ella se castigaba por lo que había pasado y yo estaba dispuesto a hacerla cambiar de opinión sobre ella misma. Todo ese tiempo sufriendo vejaciones por parte de la Organización hizo que ella apenas se valorase y el intentar ayudar para luego fallar no era algo bueno para una persona insegura como ella.

La miré con una mezcla de admiración y ternura; era tan bonita y yo me sentía tan triste por ella. Le susurré:

-Vamos preciosa, come un poco. Te prometo que la noticia te va a alegrar muchísimo.

Ella pareció convencerse y tomó el arándano entre mis dedos. Una descarga me hizo tambalearme ligeramente, pero en seguida me mantuve estoico para evitar que ella pensase que el contacto de sus labios con mi piel había hecho un efecto bastante grande en mí. Había pasado toda la vida solo y eso se notaba.

Cuando ella tomó algunos frutos, parecía que su rostro se mostraba más aliviado que antes. No podía parar de mirarla y sentirme satisfecho por lo que había logrado. Temía que ella cayese enferma y me alegraba el haber tomado la sabia decisión de volver.

Entonces ella cruzó los brazos de nuevo y me dijo:

- ¡Ya está, ahora la noticia!

Aquella orden en una chica de apariencia tan delicada la hacía irresistible. No quería hacerla esperar porque eso era muy cruel, pero esperaba que a la próxima al menos me lo agradeciese con un beso inocente. Con una gran sonrisa, le dije:

-Volvemos a Mistery Spell, vamos a ayudar en la búsqueda de Alice y Thomas.

Ella pareció completamente sorprendida por mi noticia y sin esperarlo, ella se lanzó a mis brazos haciéndonos rodar por el colchón. Aquella noticia pareció devolverle de nuevo aquella luz que había perdido.

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