RÉQUIEM 39


SARAH

Cuando la encontré en el suelo, todo se vino abajo con ella. El temor tan horrendo que me sacudió desde los cimientos de mi cuerpo rivalizaba con lo que sentí el día que perdimos a Jane. Lo extraño es que algo me avisó; tan solo un silbido y la puerta semi abierta de la cabaña fueron las señales que hicieron saltar todas las alarmas.

Desde que me introduje en la vida de Alice, supe que todo lo que la rodeaba era un completo misterio. El mundo de los espíritus la protegía con tesón porque, lo más probable, es que fuera de las pocas médiums que seguía en pie en la Tierra. Quizás fue precisamente uno el que me alertó de que algo estaba sucediendo.

A primera vista pensaba que ella no respiraba, pero gracias a mi desarrollado oído pude escuchar el leve susurro que indicaba que aún seguía viva. Eyra la miraba completamente consternada, bloqueada por la sorpresa de aquella funesta situación, pero la necesitaba para reanimar a Alice.

- ¡Eyra!¡Debes de reaccionar!¡Busca ayuda médica, alguien de aquí debe de tener idea de medicina!

-Tenemos nuestro propio hospital, aunque vivamos de forma más bien austera. En cuando a las cosas de salud no hemos escatimado en instrumental ni tampoco en medicinas-Dijo finalmente apartando su mirada del cuerpo de Alice. Se la notaba tensa; quizás estaba tan preocupada que eso la impedía actuar con normalidad.

Tuve que sacudirla violentamente varias veces gritándole que fuera a buscar ayuda para poder así trasladarla al hospital. Cogí a Thomas e intenté calmar sus intensos lloros, pero ese niño era muy inteligente y presentía que algo no iba bien.

-Todo va a estar bien pequeño. Mamá se pondrá bien-Le susurré mientras miraba la puerta por la que se había ido Eyra implorando que no tardase demasiado. No tenía idea de lo que había sucedido en nuestra ausencia, pero temía que tuviera que ver con cosas místicas que estuvieran fuera de nuestro completo alcance.

El aspecto ya de por sí pálido de Alice se iba intensificando a pasos agigantados. Parecía que la vida intentaba luchar para escapársele de entre sus dedos y eso no iba a permitirlo.

DROGO

John miraba a aquella mujer pelirroja de cabello rizado y mirada perdida con una mezcla de veneración y asombro. El nombre de Jane se le escapó de la boca y eso me hizo mirarle de forma interrogante sin tener idea de lo que estaba sucediendo. Pero la extraña joven con la apariencia de Alice dio un paso hacia atrás mirándonos con cierta culpabilidad. Supe que algo nos tenía que contar.

-Pensaba que nunca estaría en esta precisa situación. Mi madre y yo hemos vivido ocultas durante muchos años y no hemos tenido necesidad de salir de estos lares. La comida la cultivamos nosotras mismas y las medicinas son remedios propios de la familia, así que vivimos más cómodamente de lo que pueda parecer.

Me acerqué a ella con cierta impaciencia. No quería que diera demasiadas vueltas porque deseaba saber qué demonios estaba sucediendo.

-Quiero tener respuestas y no tengo demasiado tiempo. Si nos las das, vuestro secreto estará a salvo con nosotros y podemos proporcionarnos vigilancia extra si así lo deseáis. Pero para ello quiero que comencéis a hablar.

Eché un vistazo a John el cual seguía con la mirada puesta pero perdida entre el rostro de aquella mujer. Pero entonces, la joven comenzó a explicar tras sentar a su madre en la silla más cercana de la sala.

-Yo soy Evie, la niña que mencionaba el diario de Jane. Todo ocurrió muy deprisa y el conocernos fue completamente fortuito. Tu mujer fue al hospital varias veces antes de tener a Alice por cuestiones de que se aquejaba de ciertos dolores de cabeza. Pensaba que quizás no sería nada, pero quiso asegurarse. Lo extraño fue una de las veces que allí fue, en la sala de espera se encontró a alguien, una anciana que decía ser una ex enfermera del hospital. Le preguntó por su madre y...por su hermana.

- ¡Espera, Jane no tenía hermana alguna!¡No intentéis confundirme!

Evie lo miró con gran pesar, pero podía sentirse que comprendía perfectamente el tormento de sentimientos y confusión que tenía dentro de su ser. Fue paciente dándole un pequeño respiro antes de seguir relatando toda la verdad.

-Jane tuvo una hermana, pero algo ocurrió en el parto que hizo que su propia madre diera en adopción al bebé, quedándose solo con Alice. Su hermana nació con un extraño símbolo en la espada que ha conservado toda la vida y, durante el parto, cosas extrañas ocurrieron en el hospital. La madre de ellas tomó tanto miedo de todo lo que sucedía que pensaba que, cuando fuera mayor, sería un peligro para todos los que la rodeasen. Por ello, la dio en adopción y ha estado saltando de familia en familia quedándose en el orfanato durante sus últimos años de adolescente.

Luego conoció a mi padre, pero falleció al ser un militar destinado a una de las tantas guerras que tuvo que partir. De esa forma, ambas nos quedamos solas y yo iba a visitar la tumba de mi padre casi siempre que podía; fue ahí cuando conocí a Jane. En un principio la confundí con mi madre porque son completamente idénticas, pero entonces la escuché hablar y comprobé que eran personas diferentes. No se la presenté a mi madre, pero Jane, en las sombras, me observaba y comprobó que era una niña sin apenas nada material y que hasta mi ropa estaba harapienta. Me veía cada tarde tras salir de la escuela quedarme mirando el escaparate de Verónica deseando poder tener todos aquellos juguetes, aunque bien sabía que eran meras quimeras.

Un día Jane me siguió y encontró nuestra casa. Lo extraño era que el bosque no hizo su escudo de contención para que ella no pudiera acceder a donde nos encontrábamos; era como si supieran que aquella mujer era alguien que no iba a hacernos daño. Cuando mi madre y ambas se encontraron, finalmente me percaté que eran dos gotas de agua, que la mente no me había jugado malas pasadas. Y de esa forma supimos que ella había viajado de Bulgaria a Mistery Spell en nuestra busca y que había pedido un traslado de trabajo a este lugar. Por esa razón os vinisteis aquí por un tiempo y luego fuisteis de nuevo a vuestro lugar al tener que realizar unas investigaciones importantes. En ese tiempo, fue cuando Jane se quedó embarazada pero no cesó en mandarnos cartas explicando como era su día a día y la necesidad de vernos. Estaba atando todo para quedarse permanentemente aquí en cuanto tuviera la oportunidad.

-O sea que... ¿Planeó todo eso a mis espaldas? ¿Me ocultó que tenía familia? -Dijo John con voz rota y temblorosa. Evie asintió levemente guardando un pequeño silencio. La extraña mujer bajo la capa comenzó a hablar:

-Tú nunca podías haberme conocido John...porque yo misma le pedí que...que no vinieras. Cuando supe que mi hermana era una médium, pensé en que había encontrado a alguien con quien poder hablar de mis poderes, de mi parte de bruja. Pero cuando supe que estaba casada con un vampiro, no pude evitar pedirle que no le contase sobre nosotras, que lo jurase con su vida.

Ella sabía que podría adivinar si realmente había cumplido o no la promesa, por eso no supiste nada en este tiempo. Los vampiros me aterran, nos quitaron todo y nos recluimos por culpa de ellos. Aunque admito que, tras la muerte de Jane, supe que vendrías tarde o temprano en busca de respuestas. Por esa razón, me hice a la idea durante estos años para poder tenerte presente.

Un frio glaciar se instaló por completo en la sala, obligándome a quedarme en medio de ambos temiendo un enfrentamiento por las duras palabras de aquella mujer. Pero John, completamente estoico, le formuló una pregunta.

-Solo quiero saber si vas a luchar con nosotros o contra nosotros. Quiero saber si me prestáis vuestra ayuda o simplemente os haréis a un lado como habéis hecho durante todos estos años. Advertiros que, tarde o temprano, la Organización os encontrará y hará de vosotras un infierno en vida.

Y con ello se aproximó a la puerta como un vendaval, dejándome sorprendido cuando él abrió la puerta haciendo entrar la claridad. La mujer encapuchada se levantó de la silla, desprendiéndose de aquello que le cubría, mostrando su rostro por completo y observando una cicatriz que iba desde el cuello hasta el pecho. Con solemnidad, ella le dijo.

-Cuenta con nosotras.

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