RÉQUIEM 38
PETER
Mientras todos hablaban animadamente yo decidí escaquearme para tocar el piano y así evadirme de la terrible soledad que se hacía sentir en la casa. Aunque era un ser orgulloso y odiaba enfrentar la realidad de mis errores, admitía que, aunque era cierto que Alice no tomó la mejor decisión para mí, ella la tomó por el bien de todos. Pensó en todos excepto en sí misma y era esa bondad la que un día me enamoró y seguía haciendo latir mi duro corazón.
Tenía tanto que corregir de mí, tanto que hacer para que la mujer de mis sueños se sintiera orgullosa de mí. Necesitaba cuidar lo que se me había dado; ese preciado regalo que había llenado mi vida no de canciones vacías y melancólicas, sino de pura poesía.
Mis fuerzas iban creciendo, pero aún me sentía un tanto enfermo. Por orden de Nicolae había tomado mi dosis de sangre ya que tenía que encontrarme en plena forma lo antes posible. La visita que había tenido horas atrás me demostraba lo cerca que se encontraban nuestros verdugos.
Más temprano que tarde, un extraño dolor me paralizó completamente, sujetándome a la repisa de la ventana donde me encontraba asomado. Me sujeté el pecho demasiado acelerado que de costumbre y varias imágenes comenzaron a surgir de mi cabeza.
No las comprendía, tanto solo veía a Alice tendida en el suelo y a Thomas llorando como si pidiera ayuda. Veía a Sarah atenderla completamente pálida y a otra acompañante que no lograba distinguir. Pero ella no respondía por mucho que intentaron reanimarla.
Extrañamente, mi mente comenzó a indagar por el lugar, como si pudiera estar en aquel preciso momento. No era exactamente un sueño porque podía sentirse demasiado real y porque tanto Sarah como Alice vestían exactamente igual a la última vez que las vi. Me encontraba en un asentamiento con varias cabañas tan bien construidas como el territorio donde se encontraba la manada de Sebastián, de hecho, me recordaba mucho. Varias banderas con el dibujo de una serpiente, ondeaban clavadas en la tierra además de encontrarse ancladas en las puertas de cada una de las cabañas.
Lo extraño es que ese lugar se me hacía familiar, por lo que debía de encontrarse indudablemente en la zona boscosa de Mistery Spell donde una de las entradas podía accederse a través de uno de los jardines de nuestra mansión. Al ser la familia más poderosa y debido a lo que éramos, requeríamos visitar dicho bosque para poder alimentarnos, por esa razón nuestro padre restringió dicha entrada para nuestro uso exclusivo. De esta forma nos protegíamos de las miradas ajenas y nuestro secreto estaba a salvo.
Los únicos que tenían constancia de ello eran los clanes de lobo que existían en la zona, aunque, para ser sincero, el único que recordaba de ellos era el de Sebastián. Quizás el resto no deseaba ser visto y eran muy herméticos de tal manera que no deseaba relacionarse con nadie fuera de sus gentes.
Aunque mi vista estaba fija en Alice, algo me decía que observara todo lo que me rodeaba, como si aquella visión extraña encerrase una pista para dar con ella y mi hijo. Probablemente, si se lo comentaba a Sebastián, él sabría dónde se encontraba aquel asentamiento.
Memoricé todo, desde algunos rostros hasta el dibujo de las banderas, las cabañas, el tejado de ellas, el color de las ropas que llevaban. Todo lo que pude, lo almacené en mi mente.
En una convulsión, mis ojos, aunque se encontraban abiertos, en un instante todo se volvió negro y regresé instantáneamente a la mansión. Toqué la pared para cerciorarme que realmente, en estado físico, me encontraba allí. Aun sentía un terrible dolor y supe que efectivamente no era un sueño. Yo tenía un vínculo con Alice que me alertaba de cuándo estaba en peligro y podía sentirlo; podía sentir su miedo, su necesidad de pedir ayuda y su lucha por no rendirse.
No pude evitar correr escaleras abajo llamando a gritos a Sebastián, el cual salió casi despedido de la cocina en cuanto me escuchó. No deseaba infartar a nadie, pero el asunto que nos ocupaba era de extrema urgencia.
- ¡Necesito hablar contigo urgentemente y lo necesito ya! -Le dije mientras le indicaba que quería hablar a solas con él en el despacho de Nicolae. Él asintió en silencio y corrió tras de mí sin ningún tipo de pregunta.
En cuanto entramos a la estancia, cerré con pestillo para evitar que alguien husmeara. Por el momento, solo necesitaba la opinión de la persona que estaba en esa sala conmigo.
- ¿Peter? ¿Qué...?
-Banderas con figuras de serpiente, cabañas con tejados rojos menos una que era de color ocre. Ropas con pantalones de cuero con ese mismo dibujo en la pierna, rostros pintados con símbolos extraños de colores azules celestes. Ojos oscuros, terriblemente oscuros como la noche y plumas adornando sus largos cabellos. Tierra húmeda sin flores, pero con cientos de árboles que tapan el asentamiento casi totalmente desde arriba. Dime si existe un lugar así.
Por su rostro sorprendido, pude adivinar que probablemente tenía razón en sospechar que lo que había visto era una especie de visión, como si una parte de mí se hubiera desdoblado y hubiera podido viajar a donde estaba Alice. Solo necesitaba la confirmación de que estaba en lo cierto.
- ¡Dímelo! ¿¡Existe!?
- ¿Cómo sabes eso? ¿Por qué me lo preguntas?
- ¡Maldita sea Sebastián, por la vida de Fiordella dime si lo que he visto es verdad! -Le dije implorándole. No tenía mucho tiempo porque sentía que ella estaba en peligro y odiaba que mis instintos no me ayudasen más a encontrarla. Requería de más ayuda.
Finalmente, Sebastián me contestó.
-Si existe, es uno de los clanes de licántropos que hay en nuestra ciudad. Por lo que me has explicado, se trata del clan de Eyra, la primera mujer Alpha que hemos tenido en la historia. La cabaña ocre perteneció a su hermano fallecido y ahora es propiedad de ella. Ese clan tiene una relación neutra con nosotros y solo los cuatro clanes sabemos la existencia del resto. En cuanto al mío, yo fui más tolerante y permití que los miembros de mi manada tuvieran libertad para estudiar y relacionarse con quien quisieran, pero el resto de los demás clanes aún sigue anclado en viejas costumbres, por eso nadie sabe de su existencia.
-Tenemos que ir allí. Ahora mismo.
- ¿Pero qué demonios pasa? ¿Y cómo sabes la existencia de ese lugar? ¿Acaso te lo dijo Sarah? -Me preguntó malhumorado. Era cierto que si ellos traicionaban el silencio que habían acordado con el resto de los clanes, enfrentarían todos a Sebastián por ser el máximo responsable de no desvelar donde ellos se encontraban escondidos de la sociedad. Por ello comprendía la agresividad de su acusación, pero no era tiempo de pararse a explicar. Tan solo le mencioné lo de mi visión y le pedí simplemente que dejara de hacerme preguntas ya que ni siquiera comprendía bien los que había sucedido. Lo único que necesitaba era llegar cuanto antes.
El asintió en silencio y comprendí por la mueca de su rostro que quizás nuestra intromisión en sus tierras no se tomaría precisamente con agrado. Pero nada en el mundo me importaba, ni siquiera si cientos de enemigos me apuñalaban la espalda.
Alice me necesitaba y como su alma gemela, correría hasta ella aun si no dispusiera de piernas.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top