RÉQUIEM 35


SARAH

No comprendía las razones por las que Eyra había perdido la cabeza de la forma que lo hizo; ni siquiera nos dio la oportunidad de preguntar o de explicarnos. Aquel artefacto que me había dado Víktor, más que ayudarnos, tuvo el resultado contrario, lo que me hizo sospechar de las verdaderas razones por las que me especificó que no abriera dicha caja.

El rumor en mi mente de que quizás se quería deshacer de nosotras comenzaba a resonar con más intensidad. Esperaba equivocarme, pero, si no era el caso, volvería a ese puto castillo a acabar con él, aunque fuera lo último que hiciera en la vida.

Ambas estábamos encerradas en un pequeño habitáculo casi completamente a oscuras. Tan sólo podía ver la pequeña luz de una vela a lo lejos que daba la claridad suficiente como para intuir dónde se encontraba Alice.

- ¿Te encuentras bien? Te escucho respirar muy rápido-Le pregunté. Un quejido salió de su boca y me acerqué rápidamente para verificar qué sucedía. Las lágrimas salían del rostro de Alice, con una expresión angustiosa. Me apenaba tanto verla así de esa forma sabiendo el tipo de vida que había pasado.

Lo peor era que a Thomas se lo habían llevado y eso, eso nos estaba matando por dentro.

Y yo que tenía el teléfono en mi poder, me lo quitaron sin tener ahora la posibilidad de comunicarme con ninguno de nuestros aliados. Las cosas pintaban demasiado feas.

-Sarah...quiero que sepas algo que no te dije...

-Shh...debes de descansar. Cualquier cosa debe de esperar-Le dije abrazándola para que intentara calmarse. Pero comprendía perfectamente las razones por las que le era imposible.

-Debo de contártelo. Debo de hacerlo, por lo que pueda pasar.

Aquella insistencia me hacía preocupar, ¿Qué era tan importante que no me contó en el momento que llegué al castillo de Viktor?

Pero su respuesta me dejó completamente sorprendida.

-Estoy embarazada Sarah, ya llevo unos meses. Pero el bebé apenas se mueve últimamente por todo lo que estoy pasando y temo que algo le haya pasado. Ahora no tengo a Thomas conmigo y no sé si le hicieron algo. Estoy hundida, muerta en vida Sarah. Hasta perdí a Peter...

Aquella noticia me sorprendió y me preocupó a partes iguales. Ahora ella se encontraba en un estado vulnerable y podría empeorar su salud por todo lo que estaba ocurriendo. Debía de calmarla lo más que pudiera para que ni ella ni el bebé sufriera.

- ¡No digas eso!¡No hay nada perdido y menos para mujeres fuerte como nosotras! Lucharemos por los nuestros hasta el final. Estoy segura que podremos salir de aquí, debemos de pensar las razones por las que Eyra ha reaccionado así.

Y eso era lo más complicado porque nos encontrábamos completamente solas desde hacía varias horas. Ella se había esfumado; quizás hasta nos había dejado allí para morir de inanición.

Por lo que solamente nos quedaba usar los poderes de Alice. Y en su estado no sabía si sería capaz.

Quizás hasta ella misma lo entendió porque asintió en silencio.

-Sé qué debo hacerlo, debo de convocar al mismo espectro que antes. No hay otra forma.

-Alice, no quiero que te expongas a algo demasiado peligroso. Sé que te debilitas cuando invocas a los espíritus.

-Lo sé, pero no tenemos otra opción. Si no hago nada, ambas moriremos y a saber lo que le harán a Thomas-Dijo con voz desgarrada. Asentí y le hice prometer que todo lo que viera me lo dijera con pelos y señales.

Esperaba que funcionase y que saliéramos ilesas de allí.

-Yo te llamo de nuevo, invoco tu presencia, requiero saber quién eres. Deseo saber qué pretendes y a quién buscas.

La temperatura seguía intacta, por lo que por el momento ambas nos encontrábamos solas. Tampoco había movimiento alguno ni susurros ¿Y si ese colgante era la clave de que el espíritu apareciese? Si eso era así, nos era imposible porque Eyra se lo había llevado.

Pero Alice lo seguía intentando a pesar de que las fuerzas comenzaban a amainar cada vez más. A este paso ella no lo soportaría, por lo que le supliqué que parase.

-Ya basta, no es necesario que sigas. Sé quién vino a verme-Dijo una voz a lo lejos en la habitación.

- ¿Eyra? ¿Estás aquí? -Pregunté.

La luz de la vela comenzó a acercarse y el rostro de ella se hizo visible a través de los barrotes de la celda. Su rostro seguía serio y frío, pero había algo en ella que había cambiado, ¿Quizás había sucedido algo mientras nosotras estábamos aquí?

Ella bajó la vista y comenzó a hablar.

-Ese colgante lo llevaba mi hermano antes de fallecer cuando fue atacado. Por esa razón él apareció cuando lo llamaste, porque tenía una unión especial con él. Mi hermano estaba pegado a mí por esa razón, para cuidarme y protegerme, para asegurarse que no iba por el mal camino. Os juzgué mal y ya vino alguien a explicarse por vosotras, alguien a quién no esperaba.

- ¿Quién podría haber sido? Hemos venido solas.

-Víktor se ha presentado en el pueblo, ha tenido la valentía de contar lo que pasó y nos ayudó a esclarecer muchas cosas. Hemos encontrado las pistas que necesitábamos para saber quién vendió el colgante de mi hermano y aunque lo que hizo Víktor merece un castigo, comprendo que el temperamento de mi hermano favoreció a que le ocurriese lo que le ocurrió.

-Pero, ¿Cómo es posible que le hayas creído? Si se supone que es tu enemigo, es algo extraño. Le dije mirándola incrédulamente. Ella abrió la puerta de la celda y nos dejó salir. Se la notaba un tanto impresionada, como si algo extraño hubiera sucedido y ella siguiera sin comprender nada. Mi instinto me lo gritaba fuerte.

-Ha ocurrido algo cuando nos llevamos al niño. Todo se volvió loco en mi casa y comenzaron a aparecer dibujos y palabras por todos lados. Pero lo que más me impresionó fue que en los papeles que había en mi despacho, apareció un texto que era claramente escrito por mi hermano; reconozco su letra y su forma de hablar. Ahí me lo explicaba todo y fue cuando, al poco, vino Víktor. Él me explicó lo que era para vosotras y que era abuelo de tu hijo. Siento muchísimo habérmelo llevado y más sabiendo que estás embarazada. No tengo perdón, pero gracias a ti sé que mi hermano se haya en paz y se encuentra conmigo.

Todas salimos al exterior y llevamos a Alice con Thomas porque si no ella no accedería a comer si no lo veía antes. Debía de descansar lo más que pudiera para recuperar fuerzas y que así no afectara al bebé. Eyra me miró y me dijo:

-Contad con mi ayuda y con la de los míos. He comprendido muchas cosas y os debo mucho. Descansad y comed todo lo que queráis; estáis en vuestra casa, aquí descansareis.

Le agradecí de nuevo y nos dejó a los tres solos para tener nuestro espacio. Ver a Alice y Thomas tan felices me hacía sentir un alivio tan enorme que no pude evitar reír al ver los carrillos de ambos completamente llenos. Mañana sería otro día y la aventura no había hecho más que empezar.

Esperaba que Víktor estuviera bien. Por primera vez, le estaba agradecida.

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