RÉQUIEM 24
JOHN
Pasé no sé cuantas horas analizando aquel cuaderno que parecía ser un homenaje a esa tal Evie. No indicaba dirección alguna, tan solo mencionaba algunos de sus lugares favoritos.
Uno de ellos que parecía visitar continuamente era una tienda que vendía artefactos hechos a mano de juguetes. Era extraño que una mujer adulta le profesara un gusto especial por aquel tipo de cosas pero entonces pensé que quizás esa mujer tenía una hija.
No se mencionaba si esa tal Evie era una médium o una humana normal y corriente que había conocido mi esposa. Tampoco se decía su edad o apariencia; era un fantasma ante mis ojos y las pistas que tenía a mi alcance eran bastante vagas.
Otro de los lugares que solía visitar era el antiguo cementerio, lugar extraño pero quizás tenía razones de peso para ir allí de forma regular. Aquel misterio se expandía demasiado y, para mi desgracia, Drogo había salido de caza horas atrás y no había vuelto. Tomé el teléfono dispuesto a llamarle pero entonces escuché la puerta principal cerrarse de un portazo.
Y sentí un alivio tremendo.
Sin apenas pestañear, él ya se encontraba tras de mí observándome como continuaba analizando aquel diario. Con una expresión dubitativa, me preguntó:
-¿Qué diantres es eso? No me digas que escribías un diario y lo escondías bajo tu almohada.
El humor de Drogo me ayudaba a sobrellevar el terrible peso que cargaba sobre mis hombros. Comenzaba a entender las razones por las que mi hija consideraba a los Bartholy como su verdadera familia. Durante estos días se me estaba haciendo más llevadera la vuelta al mundo de los vivos, ya que consideré siempre que me encontraba en una especie de purgatorio desde que fui tomado como rehén por los miembros de la Organización.
Me limité a sonreírle antes de contarle acerca de mi hallazgo.
-Este diario perteneció a Jane, mi esposa y madre de Alice. En él he encontrado cosas que considero bastante importantes como por ejemplo, menciona una tal Evie como una amiga muy cercana. Es extraño pero en los años que vivimos aquí, ella nunca me mencionó a nadie con ese nombre. Creo que lo mejor será encontrarla porque tengo la corazonada de que es alguien importante.
-¿Crees que sea una médium o algo así como lo fue Jane?-Me preguntó Drogo. No pude evitar pensar en esa posibilidad aunque lo cierto era que las médiums estaban prácticamente extintas. Solamente había conocido a mi esposa con aquel don.
Drogo tomó el diario entre mis dedos y echó un ligero vistazo. Yo aproveché para estirarme y descansar un poco mi vista porque, al echar un rápido vistazo al reloj, me percaté que había pasado bastantes horas pegado a esas líneas cuya caligrafía me llenaba de recuerdos.
-Creo que podrías tener razón, parece que fue una gran aliada de Jane. Hay algunas hojas que están arrancadas y estoy segura por una razón aun más importante.
-¿Crees que pudiera estar por algún lugar de esta casa?-Le pregunté esperando que quizás viera alguna pista que se me hubiera pasado por alto pero parecía ser que nos habíamos topado y él prometió revisarlo concienzudamente haciéndole prometer que yo descansaría mientras tanto.
Acepté de mala gana porque ahora que la curiosidad se había apoderado de mí, me costaría horrores pegar un ojo. Solo esperaba que aquella pista no se desvaneciese entre mis dedos ahora que varios pasos habíamos dado hacia la posibilidad de encontrar una posible aliada.
SEBASTIÁN
Avisé a Nicolae el cual al principio creía que era una broma que fuera yo el que llamaba. Comprendía que se sintiera completamente sorprendido ya que me desvanecí unos meses antes de que Alice diera a luz así que no vi a su hijo crecer ni dar sus primeros pasos. En los años sucesivos no hubo un día en el que me preocupase por ella pero el mismo tiempo hizo que dejara de pensar en ella de la forma en el que lo hacía.
Nunca pensé que la olvidase como mujer porque siempre estuve enamorado de ella, admirándola en las sombras con una sonrisa. Conociendo cada detalle, cada cosa que le gustaba, cada prenda de ropa que ella se ponía para ir al instituto o la universidad. Cada amigo o amiga e investigándolos por si eran personas potencialmente peligrosas y deseaban de ella algo más que una simple amistad.
Velé sus noches, amanecí en la copa de los árboles viendo como se despertaba, como su pelo caía revoltoso contra su dormido rostro. Fueron muchos años, mucho tiempo que estuve con la puerta solo abierta para ella sin darme la posibilidad de estar con nadie más. Quizás perdí grandes oportunidades pero en aquel momento era lo que pensaba que era lo más correcto para mí.
Amar a Alice nunca significó una pérdida de tiempo o de esfuerzo y nunca desapareceré de su vida a no ser que ella me lo pidiera. Esa lealtad comenzó por la admiración que sentí por sus padres y el agradecimiento eterno por lo que hizo por todos nosotros. La sociedad de los lobos siempre había sido demasiado cerrada y no deseaba rodearse de otras criaturas además de tener leyes demasiado duras para las nuevas generaciones. Desde matrimonios concertados hasta embarazos obligados pasando por tener hasta varias parejas solamente por perpetuar la especie. No se nos permitía la monogamia porque era mal visto; casi éramos más animales que hombres. Pero ellos cambiaron todo, desde la forma de ver las cosas de nuestro clan hasta la forma que veíamos al resto de la sociedad. Comenzamos a ir a colegios donde las especies eran diferentes a las nuestras, dejamos de educarnos solamente con los nuestros, abrazamos la posibilidad de casarnos con una sola persona y engendrar hijos con esa persona. Y muchas mujeres que no deseaban tener hijos, tenían la posibilidad de no hacerlo.
Quitaron el yugo de la esclavitud impuesto por nuestros antepasados, quizás por la obligación a que fuéramos muchos en número por las cruentas guerras del pasado. Pero era hora de cambiar completamente la forma de hacer las cosas y eso los padres de Alice lo hicieron perfectamente. Convencieron a todos incluyendo a la más anciana que había en ese momento; la matriarca de nuestro clan que contaba con más de veinte hijos. Muchos de ellos hicieron grandes cosas y más desde que John y Jane vinieron a nuestras vidas.
Cuando fui a ver a Peter, pude escuchar una conversación que parecía ser bastante desagradable. No podía escuchar bien quien era la persona que había al otro lado y justo al poco de llegar a su puerta, él colgó de forma demasiado fría. No me atreví a si quiera llamarle, pero algo me decía que esa conversación lo había dejado demasiado mal como para dejarlo solo.
Justo cuando iba a irme, un piano comenzó a sonar envolviendo a la mansión de una música que me recordaba a una especie de marcha fúnebre y eso, eso era mala señal.
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