ALICE

Era hora de dormir y la mansión había quedado completamente silenciosa. Thomas había sucumbido al sueño abrazado a su nuevo peluche el cual guardaba celosamente entre sus brazos.

Aún seguía dándole vueltas al tema de volver de nuevo a Mistery Spell pero tenía en consideración lo que Víktor me había contado. No deseaba poner en peligro a mi familia, pero tampoco me parecía justo alejarnos a ambos de Peter y de los nuestros.

Pero si le decía dónde nos encontrábamos, no dudaría un solo instante en derribar el mismo edificio a cabezazos si era necesario. Era un tema delicado y tenía que hacer lo mejor para todos.

La noche se desplegaba ante mí tan larga como fría, aunque la chimenea crepitaba con el fulgor de las llamas. Debía de llamar a Peter y decirle que ambos estábamos bien y que debíamos de pensar en el siguiente paso para evitar que cayésemos en la trampa de la Organización.

Miré de nuevo a mi hijo llevándome las manos de nuevo al estómago. Sufría un miedo atroz a cada momento porque tampoco estaba cien por cien segura de las intenciones de Víktor. El mundo en el que había vivido desde siempre me había hecho desconfiar de todo y de todos. Tenía pruebas y circunstancias pasadas suficientes para confirmarlo a mi desgracia.

Pero mis hijos no pasarían por aquello. La Organización debía de desmantelarse y desaparecer para que todos aquellos que éramos semihumanos o no humanos pudiéramos vivir vidas normales. No necesitábamos que nos señalasen con el dedo temiendo por nuestras vidas o por las de los que nos rodeaban.

Y para ello tenía que contar con ayuda extra y para ello tenía que saber si eran reales las intenciones de Víktor o por el contrario me iba a servir en bandeja de plata al enemigo. Lo cierto era que no había nada sospechoso en él, pero su historial de tener una mente fría y calculadora no me auguraba nada bueno.

Debía de conciliar el sueño y hablar con Peter en la mañana. Necesitaba pensar bien qué le diría para evitar un paso en falso porque bien conocía su lado impetuoso típico de los vampiros.

Suspiré de nuevo mirando los rayos de luna que se colaban por mi ventana y se reflejaban sobre la colcha de mi cama. Mi vida había cambiado demasiado en muy poco tiempo y entre las hormonas y la desorientación que sentía, mis ánimos estaban por los suelos.

Pero mirando a Thomas dormir plácidamente me hacía querer intentar sonreír y tener esperanza.

VÍKTOR

Durante la noche decidí echar un vistazo a Alice y Thomas para cerciorarme que se encontrasen bien. Cuando abrí ligeramente la puerta y los vi a ambos dormir, me sentí completamente aliviado.

Al menos se habían quedado esta noche demostrándome que había una pequeña confianza hacia mí y no les iba a defraudar. Había cometido tantos errores y tantas cosas habían quedado sin explicar que era el momento de ir subsanando heridas.

Por el momento todo parecía tranquilo dentro del castillo por lo que aproveché para salir a cazar. Hacía ya varias horas que estaba sintiendo el hambre crujir en mis entrañas, pero no había tenido tiempo de tener algunas muestras de sangre en el frigorífico de la cocina.

Hacía bastante frío en el exterior y eso lo sabía sin poner un pie fuera tan solo tocando la fría piedra de mi hogar. Eso unido a mis sentidos desarrollados que me indicaban el grado de humedad del exterior, me daban ventajas con respecto a lo que vestir.

Aunque admitía que mi moda era más bien catalogada como reliquia, pero no me importaba porque me hacía recordar el pasado.

Tomé la gabardina que colgaba sobre el perchero del recibidor y me coloqué mi sombrero de copa que siempre me acompañaba en mis salidas nocturnas. Como una sombra, me deslicé cerrando la puerta con una suavidad tal que era imposible que nada ni nadie lo hubiera oído.

Olfateé el lugar para dar con algún animal que estuviera herido. Había lobos en la zona y no perdían ocasión en cuanto veían algún cervatillo o aves nocturnas que volaban bajo en busca de ratones. Siempre aprovechaba el estado moribundo de esas criaturas para mandarlas definitivamente a su lugar de descanso y dejasen de sufrir.

Yo les daba la paz y ellos la vida. Era un trueque necesario y justo para equilibrar la balanza.

No detectaba sangre cerca por lo que esa noche por desgracia yo sería un asesino más que un carroñero. Odiaba eso a pesar de los siglos que había vivido y hecho varias veces en un día. Hay cosas a las que jamás se puede acostumbrar uno.

A mi alrededor, un nuevo olor se cruzó en mi camino, uno que recordaba ligeramente pero que mi cabeza no lograba recordar con exactitud. El vello se me erizó en señal de alerta y eso no era precisamente una buena señal.

Algo había no lejos de mí, algo que deseaba hacerme daño o al menos espiarme. Eso no me tranquilizaba en absoluto, aunque tuviera clara ventaja al ser un vampiro Original, pero el tiempo me había dado el conocimiento necesario que nunca se debe pecar de arrogante, porque el cementerio está lleno de muchos de ellos.

Seguía agudizando mi oído en busca de algún crujir de ramas que pudiera mostrarme con relativa precisión dónde se encontraba aquel intruso. Se había colado en mis dominios, unos dominios que conocía como la palma de mi mano o como los pocos lunares de mi cuerpo. Si habían preparado una emboscada temía que se colasen al castillo y fueran a por Alice.

Un movimiento me hizo alertarme y fue cuando me percaté que había más de uno porque varios sonidos se cruzaron además de más olores. Aquello pintaba cada vez peor.

Miré la ventana que daba al dormitorio de Alice y entonces fue cuando sentí verdadero miedo. La ventana estaba abierta y cuando fui a verla estaba cerrada. No podía ser que ella la abriese porque sentía frío y tampoco lo haría por Thomas. Debía de llegar rápidamente a la habitación para evitar aquel intruso que estaban rodeándonos más y más.

Tenía tanto pánico en mi interior que cometí un grave error: dejar la puerta principal abierta.

Y si se trataba de una trampa, había dejado un cabo suelto que podrían aprovechar para llevar a cabo aquel maquiavélico plan que temía que se llevase a cabo.