🎪Chapitre XV🎪
J me decidió acompañar hasta la entrada del circo para que si nos encontraran juntos no pensarán que él no hizo su trabajo y no me atrapó para volver a mi alcoba. Cuando llegamos a la parte de las habitaciones, él me observó y se aclaró la garganta.
—Aquí nos separamos señorita Anastasia, no nos podemos arriesgar a que sospechen—aludió y asentí con la cabeza abrigándome bien con el saco de Morgan.
—Entiendo—sonreí y él hizo una pequeña reverencia.
—Espero verla mañana a la misma hora—se despide y se devuelve para seguir con su trabajo.
Me quedé un rato mirando como se fue alejando y volví al pasillo después de un rato.
Al fin podría escapar. Jamás creí tener un aliado infiltrado entre los malos, es como en una película de acción, pero más turbia y sádica.
Caminé hasta mi habitación con la alegría por los cielos. Si con J podría salir de aquí al fin podré ver a mis padres, a mi hermanita y ¡A Matt! Esto realmente debería ser un sueño.
Iba dando brinquitos por el pasillo al pasar junto a la puerta en donde antes se oían los extraños sonidos de excitación de dos personas. Me sorprendí bastante al notar que aún no habían terminado.
¿Qué eran ellos? ¿Conejos?
Intenté ignorar todo, pero la verdad un extraño dolor en mi estómago se presentó en ese momento al pensar de que Morgan esté con alguien más ahora mismo en ese cuarto. Al pasar junto a la puerta, en una de las esquinas, se podía ver un poco el interior de la habitación y yo como la gran curiosa que soy, no pude evitar observar de reojo dentro del lugar. Pero cuando vi lo que vi, mi rostro se descompuso por completo, podía jurar que mi boca llegó hasta el suelo de la impresión, así como en las caricaturas.
En la habitación, Peter se encontraba jadeando y sudando por la alta temperatura del momento. ¡Sí! Nuestro pequeño e "inocente" Peter estaba teniendo relaciones con una de las chicas que pertenecía a la mercancía, la reconocía porque era ella la que tenía un estado físico especial, ya que le faltaba una pierna y como sustituto tenía una ortopédica.
Juro que jamás creí ver a Peter haciendo... Eso.
Ellos al parecer se percataron de que alguien los miraba y Peter bajó el ritmo y sus ojos viajaron directamente hacia la orilla de la puerta, en donde su mirada y la mía se encontraron al instante.
Mierda.
—Putain—maldijo el peli blanco con los ojos muy abiertos.
Se separó de la chica de golpe. Ella lo primero que hizo fue cubrirse con una manta de la cama en la que hacían el sin distancia, como Jules solía decirle, con las mejillas sumamente sonrojadas y con sus rizos rojos despeinados, cubriéndole parte de sus ojos agua marina.
Peter, en cambio, lo primero que consiguió tomar primero fue un peluche de unicornio para ocultar su entrepierna con la cara más roja que una manzana madura.
Él cruzó miradas conmigo, yo con él, la chica también me miró y después nos vimos los tres al mismo tiempo.
Yo aún seguía estática frente a la puerta y con la boca muy abierta, pero luego reacciono al casi atragantarme con una mosca.
—Puedo explicarlo—habló Peter plenamente alterado y acercándose a una esquina para tomar su ropa.
—¡Morga te va a matar!—fue lo único que pude chillar en ese instante.
Y era cierto, había sacado a una de las mercancías de su jaula, y Morgan había dejado en claro que nunca, jamás, debíamos sacar a una de las mercancías de su jaula.
Entré completamente a la habitación y Peter, muy avergonzado, fue poniéndose sus pantalones rápidamente. Yo ayudé a la chica con su ropa y las manos me temblaban al saber que les podría ocurrir a estos dos si Morgan se enteraba, o hasta a mí, por ser la alcahueta de ambos.
—Ella debe volver a su jaula antes de que Morgan la vea, o sino serás chica muerta—me dirigí hacia la joven quien se llamaba Milla.
—Lo siento—ella se aliminó.
Y yo creyendo que Morgan era el que estaba aquí adentro, creo que me siento un poco más aliviada al saber que no era él con una de esas millonarias estúpidas.
Asomé mi cabeza por el pasillo y miré a mis lados para asegurarme de que no hubiera nadie que nos podría atrapar. Al asegurar de que todos estaban dormidos, fue la primera en salir del cuarto, y seguida de mí, salieron en fila Peter y Milla.
Íbamos caminando en puntillas por el corredor y haciendo mucho silencio para que no nos descubrieran. Debíamos llegar a la habitación de las jaulas para dejar a Milla e irnos lo más rápido posible.
Habían pocos enmascarados aquí dentro, la mayoría estaban en la parte de afuera de la carpa, en donde quedaba la entrada, haciendo guardia. Así que los pocos que estaban aquí, dudo que podrían identificarnos con la oscuridad del pasillo.
Llegamos a la parte de las jaulas y habían dos enmascarados vigilando el telón mientras que se estaban quedando dormidos, entonces aprovechamos esa oportunidad para entrar a la habitación que le correspondía a Milla.
Con mucho cuidado nos acercamos a la cortina que resguardaban los enmascarados. Abrí un poco la tela para dejar que los chicos pasen y justo en el segundo que Milla iba a pasar, uno de los enmascarados se mueve y todos nos paralizamos. Yo hasta dejé de respirar por el miedo.
El enmascarado empieza a decir cosas en voz baja y permití que el aire que se había quedado estancado en mis pulmones saliera, al notar que el hombre aún seguía dormido y solo balbuceaba cosas para el mundo de los sueños.
Los tres entramos con rapidez a la pieza y empezamos a buscar la jaula de Milla sin hacer mucho ruido, ya que si despertabamos a una de las personas que yacían aquí, harían un gran alboroto pidiendo ayuda y nos descubrían. Y ahí sí, adiós a todo el esfuerzo que le he puesto para vivir en este manicomio.
—Oigan, creo que la encontré—murmura Peter del otro lado de la habitación.
Llevé a Milla hasta donde estaba Peter y éste sacó unas llaves de su bolsillo para abrir la jaula sin hacer mucho ruido, Milla miró la pequeña cárcel con cierto desdén y luego observó a Peter sonriéndole un poco nostálgica. Ella entró y Peter cerró la reja con llave.
Ambos se quedaron viéndose el uno al otro durante varios segundos y una pequeña lágrima desbordó de los ojos de Milla, Peter metió su mano en la jaula y la limpió con una mueca de tristeza.
—Haré todo lo posible por comprarte y sacarte de aquí—prometió el albino y la contraría negó con la cabeza.
—Solo quiero morir, no quiero ser salvada—solloza en voz baja—estoy cansada de mi vida—murmura.
—Milla....—musita Peter un poco dolido.
—Sabes que mi vida en sí es desastrosa, en realidad si me matan me harían un favor—ella sonríe con debilidad.
—Haré todo para que ya no te sientas así—él le devolvió la sonrisa y besó el dorso de su mano antes de levantarse del suelo e ir a la salida con la cabeza gacha.
Antes de pasar la cortina, él miró a Milla sobre su hombro, la contraria se encontraba sentada en posición fetal observando las estrellas en el cielo nocturno. Él bajó la cara y ambos salimos de la habitación en silencio.
Cuando caminábamos lejos del umbral, oímos un extraño sonido, así que nos ocultamos detrás de una pared al escuchar la voz de Morgan despertando a los guardias.
—¿Y ustedes qué?—espeta irritado—deben estar vigilando, no andar soñando que se tiran a Doja Cat.
—L-Lo sentimos señor—se despiertan los enmascarados.
—Hagan la revisión nocturna y vean si todos están durmiendo y no haciendo estúpidos planes para escapar—ordena Morgan y luego se oye como la cortina es abierta.
Peter y yo nos miramos y después salimos corriendo como locos despavoridos antes de que nos atraparan.
Al alejarnos bastante de la área de jaulas, ambos empezamos a bajar la velocidad hasta quedar caminando uno junto al otro de manera moderada.
Peter iba cabizbajo sin decir nada, y la verdad sentí la necesidad de hablar con él sobre lo ocurrido hace un rato. Tal vez no sea la mejor para dar esta conversación, pero no puedo verlo así, tan triste.
—¿Cuándo comenzó?—rompí el silencio y él clavó sus ojos en el camino.
Él tardó mucho en responder, pero luego soltó un pequeño suspiro resentido, para después confesar:
—Un día después de la antepenúltima recolecta—admitió aplanando sus labios en una línea recta—la estaba viendo a escondidas todas las noches y hoy fue la única vez que tomé el suficiente valor para sacarla, robándole las llaves a Morgan y ya me atrapó una persona—murmuró.
—¿Alguien más lo sabe?—interrogue y negó con la cabeza—¿por qué quiere morir?
Tal vez suene bastante imprudente, pero aquella pregunta no dejaba de dar vueltas por mi cabeza desde que la oí desearlo.
Él apretó sus dientes con impotencia.
—Su padre..... Su padre abusa de ella—formuló con melancolía.
Una gran repulsión se presentó en mi estómago al oír sus palabras.
—Su madre lo sabe y nunca hizo nada para impedirlo—siguió—perdió su pierna por su culpa y ella no quiere volver a su hogar, ya que ahí a sufrido mucho... Ella prefiere morir antes que volver, y yo...—pasó saliva—yo no quiero que muera. Por eso estoy ahorrando todo el dinero que Morgan me da para sacarla. Lo ahorrrare todo para así comprar a Milla y salvarla de su familia.
Me miró y sus ojos brillaban como las estrellas.
Sonreí al conocer sus intenciones y lo rodee de hombros para revolverle el cabello juguetonamente.
—Nuestro querido Peter ya está grande—bromeé y él sonrió un poco sonrojado.
—Tengo dieciséis, no soy un bebé—rio por lo bajo.
—Cariño, yo a los dieciséis ni siquiera había dado mi primer beso—comenté y ahora si soltó una gran carcajada.
—Gracias por ayudarme—agradeció con timidez.
—No es nada, no quería que Morgan descuartizara a una de las personas con las que me llevo bien en este lugar—sonrío divertida y él imita mi acción.
Nos detuvimos frente a la habitación de cada uno y le volví a revolver el cabello haciendo que sus mejillas se tornaran de un lindo color carmesí.
—Ve y descansa Peter—le aconsejo y él asiente con la cabeza.
—Gracias de nuevo Anastasia—se despidió antes de desaparecer por la oscuridad del pasillo.
Pero que noche tan interesante ha sido esta.
Vuelvo a mi pieza y me recuesto en mi cama esperando a que salga el sol. Aunque haya logrado descansar un poco, mi mente no procesaba del todo como había asesinado a aquel hombre y aún mi cerebro no paraba de maquinar todo a toda velocidad.
Al fin había logrado conciliar el sueño, y me sentía muy relajada acostada entre los brazos de Morfeo. Pero todo aquello se fue esfumando poco a poco para transformarse en una agonía total.
Abro los ojos a la par sin poder ver nada, algo cubre mi campo visual y mis vías respiratorias. Empiezo a patalear en mi cama y siento que alguien intenta ahogarme con la almohada, forcejeo y las lágrimas salen de mis ojos al notar la falta de aire en mi cuerpo. Alzo los brazos para tomar a la persona que intenta matarme, pero de pronto, ya nadie lo estaba haciendo.
Me siento en mi cama con la respiración hecha un desastre y miro la almohada junto a mí, que estaba mojada por mis lágrimas.
Busco con la mirada a la persona que intentó ahogarme, pero la habitación está más desolada que un desierto. Lo único que si noté extraño, es como las cortinas se movían por el aire que entraba de la ventana. Nunca dormimos con la ventana abierta.
Me levanto y bajo de mi cama, observando el exterior a través de la tela de las cortinas y ver si encuentro algún indicio de la persona que estaba aquí, pero lo único que pude divisar fue a los enmascarados haciendo la vigilancia matutina.
De lejos atisbo a Morgan dándole ordenes a sus hombres y nuestras miradas se cruzan de forma automática, él sonríe de lado de manera coqueta y vuelve a seguir hablando con los enmascarados tranquilamente.
Evito sonreír como una estúpida ante la escena y me limito en cerrar la ventana antes de perecer Rapunzel cuando vio al príncipe por primera vez.
No podía entender como este hombre podría tener tantas facetas, ya no sabía cuál era la real; si la astuta y macabra, la carismática y divertida, la caliente y dominante, la seria y tenebrosa, o la amable y sensible. No lograba comprenderlo, me mostraba tantas caras que sentía que podría llegarme nuevamente con otra distinta.
Desde la ventana pude visualizar como Morgan le asentía a uno de los enmascarados y éste rodeó una camioneta para subirse al lado del chófer. Detrás de él, en una larga fila, comenzaron a llevar al auto unos niños por orden de tamaño, tanto hembras como varones, de diferentes edades y rasgos, que observaban a los hombres con desdén, pero lo extraño fue que ninguno pataleaba o se quejaba de que se los llevaran, en realidad, habían unos más pequeños que hasta parecían estar emocionados con subir a la camioneta.
¿Qué acaso no sabían que los podían matar?
Todos los niños subieron y una pequeña de rizos dorados se detuvo frente a la puerta del auto, abrazando un oso de felpa algo asustada, ella dio unos cuantos pasos hacia atrás y chocó con las piernas de uno de los enmascarados. La pequeña alzó la cabeza y al ver la máscara del hombre comenzó a lloriquear. Morgan al ver como la niña sollozaba asustada decidió acercarse y ponerse de cuclillas a su lado. Ella se limpia las lágrimas con el dorso de su pequeñita mano y el azabache pareció decirle algo a la niña que la hizo feliz, ya que ésta cambió su dramático rostro a una con una ancha sonrisa radiante.
Morgan se levantó y le acarició el cabello a la pequeña, ayudándola a entrar al auto.
Cuando la camioneta arrancó, una manita se asomó por la ventana haciendo un ademán de despedida para Morgan, quien no duda en corresponder la señal con quitarse el sombrero y hacer una pequeña reverencia.
Impresionante.
Mientras veía la camioneta alejarse, algo capto mi atención de forma automática. Y era que en la parte de atrás de la camioneta, estaba escrito en letras cursivas y blancas el nombre de "La casa hogar del The Forest". Arrugue mi frente al leer el nombre. ¿Una casa hogar? ¿De qué se trataba? ¿Quiénes eran estos niños? ¿Y por qué Morgan los está enviando a una casa hogar?
Me alejo de la ventana un tanto perpleja por lo visto y salgo de mi habitación.
Al a penas dar un paso fuera del umbral, empiezo a oír como los chicos practicaban sus actos en la parte central del circo. Caminé hasta ellos y me los encontré a todos haciendo diferentes actividades según sus actos.
El primero en notar mi entrada es Chaniel, quien alza su brazo animadamente para saludarme. Después todos los ojos se detienen en mí. Peter y Jules me saludan al mismo tiempo con aquella química de mellizos que poseen. Annie solo le da un balazo al señuelo que estaba a mi lado y ya sabía que esa era su forma de saludar. Rory también se acercó a mí para saludarme, pero Junior volvió a interponerse. María me dio un lindo halago. Isaac ni siquiera me miró. Harry se acercó a mí para comprobar si ya me sentía mejor. Y Zazel estaba fumando en una esquina, junto a un cañón, más entristecida que de costumbre.
—¿Segura que te sientes bien?—vuelve a preguntar Harry y suelto una pequeña risita al verlo tan preocupado.
—¿Al fin admitiras que me quieres y por eso te preocupas por mí?—bromeé y su gélida expresión fue interrumpida por una mueca.
—Si no lo hago Morgan me mata—admite volviendo nuevamente a su típico porte.
—¿Por qué le temen tanto a Morgan?—inquiero y la verdad me sorprendió el silencio que se formó gracias a mi pregunta.
—No conoces a Morgan, Anastasia—interviene María mirándose en un espejo de polvo compacto—Morgan es más sádico de lo que aparenta.
—No me digas—hablo con sarcasmo y ella cierra el espejo de golpe haciendo que de un respingo.
—Ay Anastasia, que inocente eres—me acaricia la mejilla con lástima—Morgan es peor de lo que te imaginas.
—Recuerdo que una vez puso de cabeza a Isaac en una grúa mientras intentaba dárselo de alimento a sus leones solo porque le dijo idiota—confiesa Chaniel divertido e Isaac lo fulmina con la mirada.
—Mejor cállate si tú no quieres ser el próximo alimento—amenaza el nombrado y Chaniel se intimida un poco.
—En conclusión Morgan es una escoria—termina Chaniel—la cual apreciamos mucho.
—Eso es muy contradictorio—enuncio.
—La vida lo es.
Isaac detiene a unos enmascarados que pasan frente a él, les silba y les hace una seña con la cabeza para darles una orden.
—Traigan a mis leones—exige y éstos desaparecen inmediatamente para cumplir las palabras de su superior.
De repente, más de cuatro enmascarados pasan el telón tomando de una soga a dos leones que caminaban con un porte sumamente poderoso.
Animales imponentes, ambos con melenas igual de brillantes que el sol en verano e igual de suaves que la seda. Uno de ellos soltó un fuerte rugido y movió la cabeza hacia un lado intentando quitarse la soga del cuello.
Yo corrí lo más que pude y me escondí detrás de Harry, el cual se hizo a un lado dejándome expuesta frente a aquellos carnívoros.
—¡Harry!—chille y lo atrape de la camisa para que no se escapara y pudiera utilizarlo como escudo humano.
El otro león soltó un gran rugido que hizo que los vellos de mis brazos se pusieran de puntas.
—Son solo leones—argumenta Harry.
—Que comen personas—tiemblo del miedo.
—Ryan y Luca, mis amores—Isaac abre los brazos para ir directo hacia sus depredadores.
Él los abraza con tanta confianza que estoy temblando por su bienestar. Veo la boca de los animales y sus colmillos se ven muy filosos, temo a que estos la abran y le coman la cabeza. Pero sorprendentemente ambos leones cambian totalmente al ver a su dueño y comienzan a acariciar sus cabezas contra el cuerpo de Isaac. Él sonríe y besa las melenas de sus animales con total confianza que me deja anonadada.
—Que bueno que estén aquí—les dice—hoy podrán conocer a nuestra nueva integrante. Anastasia—me mira y me congelo cuando Harry me obliga a ponerme frente a él.
Los leones me observan inmediatamente y me muestran los dientes al soltar un grito de pavor.
—Ven Anastasia, Ryan y Luca no te harán nada—me anima divertido Isaac.
—Si matarme no es nada—escupo atemorizada.
Los mellizos se acercan a los leones y comienzan a jugar con ellos como si fueran gatitos. Chaniel también hace lo mismo y se ríe con los mellizos al ver que uno de ellos le frota la nariz a Peter en la cara.
Pasé saliva e Isaac me insistía con los ojos para que fuera. Con pasos igual de lentos que los de una tortuga, me comencé a acercar a ellos.
Mi corazón aporreaba mi pecho horriblemente y mis manos sudaban del miedo.
Me detuve a unos metros de los felinos, ellos hicieron un movimiento de defensa e instintivamente di varios pasos hacia atrás chocando con el pecho de Harry, quien me tomó de los hombros y me obligó a volver a caminar.
Isaac se encontraba en medio de los dos leones, acariciando sus cabezas mientras analizaba cada uno de mis movimientos.
Al volver a acercarme, la sonrisa de Isaac se ensancha.
—Acaricialos—pide y con mucho miedo empecé a alzar mi mano derecha.
Apreté mis ojos al sentir el suave contacto de la melena de uno de los animales contra la piel de mi palma. El león se acerca a mí en modo defensivo y me aterro de pies a cabezas, pero Isaac lo detiene con un chasquido, éste vuelve a su puesto y se sienta junto con su amo como si fuera un puto sultán de los siglos pasados.
El león ladea la cabeza cuando yo lo hago e imita cada uno de mis movimientos y expresiones faciales. Reí un poco ante la divertida situación y entré con más confianza.
Me coloqué de cuclillas frente al león que me imitaba y le acaricie la melena con una sonrisa. El gran y juguetón felino empieza a olfatearme en tanto acaricia su hocico contra mi mejilla ocasionándome cosquillas.
Vuelvo a reír.
—Son muy lindos—me sincero ante Isaac, el cual sonríe jocoso.
—Lo son con los que les conviene—comenta.
—¿Ya están listos?—alguien entra al escenario llamando la atención de todos.
Los leones gruñen al mirar a Morgan entrar y dan señales de atacar viéndolo pasar frente a ellos.
—Los eduque muy bien—dice Isaac con orgullo.
El león que estaba a la derecha del domador le ruge a Morgan con enojo, pero el contrario con tan solo una mirada fulminante lo obligó a volver a su sitio, sentándose junto a su amo.
—Sí—dijeron todos al mismo tiempo excepto yo y Harry.
Morgan clavó su mirada verdosa en mi cuerpo y examinó la venda de mi abdomen haciendo una mueca.
—¿De verdad quieres seguir practicando?—me preguntó y bajé la cabeza jugueteando con mis dedos.
—Si quiero seguir viva debo intentarlo—murmure y él asintió con la cabeza poco convencido.
El italiano dio unos cuantos pasos más hacia mí y se acercó a mi oído para susurrar algo solo para ambos en voz sumamente baja.
—¿Creíste que no lo iba a notar?—murmura y siento su sonrisa retorcida cerca de mi pómulo.
Me tenso por completo al pensar de que se haya enterado de lo de J y mi cuerpo se pretifica, viéndolo pálida.
Él toma mi mano y coloca algo sobre ella, bajo la cabeza y miro que en mi palma tenía la foto de Matt y yo en Londres. Alzo la cabeza para verlo perpleja y él sonríe con arrogancia.
—La encontré en la habitación de jaulas esta mañana. Si quieres cubrir a los demás, te recomiendo que seas más precavida—me da la espalda e intento contener todo mis impulsos para no reventar de ira.
El muy estúpido sabía que Peter y yo habíamos entrado a la habitación de jaulas.
Peter, quien estaba sentado junto a Jules, observó a Morgan pasar y éste le regaló una significativa mirada al chico, el cual terminó un tanto asustado en su lugar, ahora viéndome para confirmar lo que estaba pensando. Asentí levemente con la cabeza y el rostro de Peter se contrajo del terror.
Morgan volvió al centro del circo y con un ágil movimiento con su bastón, obligó a que todos le prestaremos atención.
—Hoy es la siguiente recolecta para La Élite —anuncia como todo un líder contemplando a su equipo—todos irán conmigo al pueblo a excepción de Harry y Anastasia—argumentó y después divisó a Zazel que tenía una apariencia muy deprimente—si quieres puedes quedarte—le dijo a la chica con un tono más íntimo.
—Claro—musitó ella perdida en su mundo.
—Entonces muevanse—exigió apresurado y analizó receloso a los leones de Isaac—y guarda a tus gatos gigantes, están mirando a Anastasia como su próxima merienda—ordena y el dueño rueda los ojos—apresurense.
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