Nadie podría enterarse de lo que había pasado, sería un secreto mío. Nos encontramos con un par de aldeanos que huyeron despavoridos del lugar y no pude culparlos. En cambio otros, luchaban con bestias pequeñas de aspecto de gusano de medio metro.

Ayudé a una mujer a salir debajo de los escombros de su casa y resultó ser la madre del niño.

-¡Ayres! - gritó la madre mientras envolvía entre sus brazos al pequeño. Ambos lloraron y se abrazaron fuertemente. Asentí hacia ambos y continué con mi labor. Más criaturas iban llegando cuando me encontré a la multitud de aldeanos, uno de ellos exclamó:

-¡La sacerdotisa ha venido a salvarnos!- intenté no entrar en pánico y me dirigí hacia ellos para ayudar.

-¿Dónde has estado? ¡Te hemos estado buscando! - me gritó Theus y me encogí por su gran voz grave.
Me encogí de hombros.

-¡Ya he llegado! Es lo que importa.

-Se aproximan más- dijo mientras me señalaba con la cabeza un sendero. La niebla no permitía ver que había dentro del mismo, pero supuse que nada bueno.

Ruidos de peleas de animales y aullidos llegaron a nuestros oídos y mis nervios crisparon. Tomé con fuerza la espada, haría lo posible o moriría en el intento.

En poco tiempo nos vimos rodeados, las criaturas a la que nos enfrentaríamos, estaban lejos de parecer humanas o con aspecto de animal. Eran como alienígenas verdes, con cuatro patas y grandes ojos oscuros que parecían no tener vida. Su ruido se asemejaba al de aullidos mezclados con ruidos de cuchillos golpeando unos con otros. Tapé mis oídos al igual que el resto de los aldeanos, el sonido era ensordecedor. De pronto, el problema cesó.

Eran aproximadamente unos 30, contra 15 o quizá 20 de nosotros. Estábamos en sería desventaja.
Nos sumergirnos en un incómodo silencio donde nadie emitía sonido alguno. Los hombres tenían postura de lucha y apuntaban sus lanzas y espadas hacia las bestias. No pude evitar sentir un deja vú, era como estar en Daelyn junto a Isleen, quien había muerto por salvarme. Esa vez hui pero no hoy, está vez no.

Apreté mis dedos alrededor de la empuñadura.

-¿Qué hacemos sacerdotisa? - me preguntó un hombre a mi derecha. Parecía tan asustado como yo.

-Esperar a que ataquen.

Ojalá fueran inofensivos pero sabía que no. De pronto, un aldeano soltó su flecha que estaba en un arco y le dio a uno de las bestias. Ahí empezó el caos.

Gritos de aldeanos y gruñidos de las bestias, se alzaron y llenaron el pueblo. Me vi envuelta en un frenesí, sin saber que hacer presa del pánico pero me contuve y me moví junto a los hombres para combatir.

Desearía poder decir que hice algo útil pero no fue así. Era más un estorbo que no tenía idea de como luchar, Theus frunció el ceño al verme pero siguió luchando.

Me encontré de pie frente a una bestia y coloqué la espada entre nosotros. Escarbaba la tierra con sus garras dejando grandes surcos. Tragué saliva e intenté concentrarme.
No pasó mucho tiempo hasta que se decidió abalanzarse sobre mi y yo utilicé la espada como un bate porque simplemente lo golpee. No llegué a cortarlo.

Era una criatura bastante pesada, utilicé mucha fuerza para intentar moverlo. Chilló muy enojada y yo volví a la posición inicial intentando colocarme a la ofensiva.

Volvió a atacar pero esta vez fue más rápido y no pude blandir mi arma. Me golpeó tan fuerte que salí disparada unos cuatro metros. La tierra y piedras rasgaron mi vestido y rasparon mi piel, probablemente me dolería más tarde. Me puse de pie e intenté divisar mi espada pero ésta estaba donde me había atacado.

La criatura avanzó velozmente hacia mi y yo corrí en dirección contraria a la batalla. Tenía que encontrar algo que pueda utilizar de arma o me mataría en un parpadeo. Pasé junto a varias casas sin encontrar nada que me sirviera, sentí en todo momento como la bestia se deslizaba a mi espada dispuesta a atacar.

A mi derecha, recostada sobre la pared de una casa en llamas, había un objeto que me serviría. Tomé la pala y en ese preciso instante la bestia saltó sobre mi pero yo la golpee derribándola. Era un arma muy pesada, pero aproveché la situación y alcé la pala sobre mi cabeza y descargué sobre la bestia. Repetí una y otra vez hasta que mis músculos gritaban del esfuerzo.

La criatura realizaba sonidos inteligibles y por un momento me dio lástima, pero no paré. Seguramente ella no duraría en descuartizarme y comerme.

Cuando dejó de hacer sonido alguno, me detuve. Me dejé caer junto a la bestia deformada por los golpes, agotada. Me temblaban las manos y las piernas no me sostenían. Tenía un nudo en el estómago.

Después de un par de respiraciones, tomé la pala y corrí hacia donde estaban los hombres. Ayudé a golpear a un par de bestias para distraerlas y los aldeanos terminaron el trabajo, matándolas. A mi izquierda vi un movimiento que llamó mi atención. Estaba Klaus asesinando rápidamente a una y luego a otra bestia. Eran increíbles la velocidad y precisión de sus movimientos, parecía tenerlo todo calculado. Se movía en una extraña danza alrededor de las bestias, alcanzándolas con su espada. Me vio observándolo y me guiñó un ojo.

-¡Cuidado! - gritó Theus y me embistió llevándome al suelo, mientras que una bestia dejaba clavadas sus garras exactamente en el lugar que estaba hace segundos. Klaus se acercó ágilmente y la asesinó. No lo miré más porque mi visión fue tapada por el rostro de Theus que me miraba preocupado.

-¿Estas bien? He visto que te iba a atacar y reaccioné- estaba encima de mí, literalmente aplastando mis pulmones. Sino fuera por ello, me hubiera ruborizado por nuestra cercanía. Pero no duró mucho, porque una mano lo tomó desde atrás y lo quitó de la posición en la que estaba. Klaus me miraba con algo que no reconocí, tenía una expresión distinta a la que me mostraba estos días. Tendió su mano hacia mi sin dejar de mirarme. Envolví mis dedos en su mano por segunda vez en pocas horas y me ayudó a ponerme de pie. Rápidamente la solté y miré a otro lado para no sonrojarme.

-¿Estas bien? - asentí y tomé una espada que había junto a un cuerpo. Recé porque haya muerto rápidamente y no haya sufrido.

Feliz Navidad a todos :) Pasenlo lindo ❤