La Maldición de la Niñez: Los Descendientes.

La Maldición de la Niñez: Los Descendientes.

—Y así es como Freya, ayudada por las brujas blancas, realizo el hechizo para contrarrestar a la maldición.

—Pero mamá, ¿alguna vez alguien pudo detener la maldición?

—Siempre habrá un héroe en las historias, Kara, pero aún, esta historia no lo tiene.

—¿Podré ser yo la heroína?

—Kara, los héroes primero deben crecer y ser fuertes. Tal vez más adelante, ¿sí?

—Sí, mami.

—Duerme con los angelitos —Amelia la abrazó y besó en la frente, para luego taparla. Apago la luz y fue rumbo a la habitación que compartía con su esposo, Derek; quien ya dormía plácidamente.

—Derek... ¿qué hiciste? —susurro con tristeza reflejada en su voz.

Amelia sabía que Derek no tenía conocimiento de que no hacía bien en enamorarse de ella, ni casarse con ella; pero también quería ser amada, tener hijos. Una vida normal. Sin embargo, la vida empezó a dar giros de nuevo sobre su pasado; su tía acababa de morir hace unas semanas, dejando como herencia un diario junto a una cantidad enorme de cajas llenas de libros polvorientos. El diario relataba como ella y su madre, tenían como destino ayudarla a ser fuerte para ser la heroína de ese estúpido cuento que su madre le solía contar. Además contaba con anotaciones sobre que debería hacer en cada ocasión dentro de aquella misteriosa maldición. Nadie vivo sabía que monstruos vivían allí, ni con quienes estarían; tampoco había noticias de gente que había ido a parar allí en los últimos millones de años. Era imposible que Amelia estuviera envuelta en esto, pero allí estaba, inconscientemente pensando en que iba a ser de su existencia si eso fuera cierto. Nada tenía respuesta. La noche en su pleno esplendor con la luna en alto, cayó sobre el balcón de su pieza, pero esta noche no era usual; era primero de octubre, y la maldición había elegido a su próxima espectadora.

Freya la había encontrado, viendo como la luna se situaba arriba de su balcón; sabía que debía haber llegado más temprano para prepararla pero había poco tiempo. Era hora, Amelia debía ser preparada como tal; ella era la única que podía hacerlo o eso esperaba, era tan inusual que una descendiente de bruja y de familia humana estuviera viva a esta altura. Freya quiso poder ser algo más que solo la mensajera de malas noticias, quería ayudarla a encender su magia sin prisa como ella lo hizo en sus tiempos; pero solo una semana y Amelia sería llevada a sus recuerdos, y ella era la única que podía ayudarla.

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