——— ≪ ࿇ ≫ ———

La puerta sonó cuando fue cerrada y seguido se escuchó el ruido del seguro, también los pasos del mayor alejándose, dejando solo a un chico castaño dentro del apartamento.

Osamu era un adolescente que por su conducta podría describirse como introvertido, aunque su personalidad no fuera del todo así, el hecho de que la mayoría de las personas le pareciesen repulsivas no significaba que fuera tímido, la palabra no se reducía a solo la timidez, él era el tipo de chico que se encerraba en sí mismo porque no le gustaba hablar con los demás ni sabía expresar sus emociones, prefería batallar solo con sus problemas he ahí una de las razones para portar tantas vendas, por eso y algunas cosas más prefería estudiar desde casa, aunque su "padre" le insistiese en varias ocasiones que podía asistir a la preparatoria pública si así lo quería.

Dazai no veía ventajas en asistir al instituto, estar rodeado de idiotas a los que no les iba a hablar, tener que soportar a los distintos maestros, la posibilidad de que le castigaran, además del hecho de que si asistía, solo tendría clases con Odasaku durante un periodo, a diferencia de ahora que era su tutor y le daba clases cinco horas al día.

Con un suspiro, el castaño se dirigió a la ventana del comedor, no había nadie en el patio de juegos, ni se escuchan risas o algún otro sonido, esperó alrededor de un minuto y una vez estuvo seguro de que nadie llegaría, tomó su celular, unos audífonos y salió encaminado hacia los columpios.

No había tenido una vida fácil, por supuesto que no, su madre no se encontraba bien mentalmente y abusaba del alcohol, por otro lado su padre era muy desatendido de ellos. Se podían escuchar constantemente peleas dentro de la vivienda, varias veces le tocó salirse de casa junto a su madre y después de unas semanas volver, ir y venir, así era su rutina cada que los mayores peleaban.
Nunca le pusieron una mano encima, pero a veces el desinterés y las palabras llegan a ser más dolorosas, un dolor silencioso que solo se queda allí de compañero constante.
Su primer intento de suicidio fue a la edad de ocho años, no sabía como se llamaba como tal lo que hacía, solo recuerda haber escuchado a su madre decir que si no viviera, que si no hubiese existido ella podría ser libre y feliz, como casi todo niño que quiere la atención de sus progenitores, pensó "¿qué mejor forma de hacerlo que haciéndolos felices?"

Eso solo le dió un viaje al hospital e incrementó la ignorancia hacia él.
En aquel instituto médico fue atendido por un hombre que cabellos negros y ojos morados, quien poco después pasaría a ser su tutor legal por medio de la adopción al ser menor de edad y haber sido abandonado, no hubo necesidad de acudir a algún orfanato pero si fue un largo procedimiento y conllevó varias firmas y favores del mayor.

El aire ese día se sentía algo caluroso, pero no lo suficiente como para ser molesto, más bien producía un sentimiento cálido que por alguna razón le producía escalofríos. Se acercó a uno de los únicos dos columpios para sentarse y sin prisa empezó a buscar alguna canción que le llamase la atención escuchar, no tuvo que buscar mucho, una de las últimas canciones escuchadas fue la que escogió;

Mary On A Cross.

Sabia el significado de la canción, pero prefería ignorar ese hecho en su pequeño mundo y darle el suyo propio, así que se empezó a columpiar despacio, viendo un punto fijo frente a él porque de otra manera le daría asco rápidamente, porque esa era la cuestión, le encantaban los columpios, le hacían sentirse feliz y libre, pero también le daban nauseas, algo así como un tipo de recordatorio que no todo puede ser bello en la vida.
Frente a él se encontraba un edificio de dos pisos, como todos los demás rodeándolos. Su vista daba directo a la ventana de la cocina del primer piso, la cortina estaba entre abierta así que pudo alcanzar a distinguir algunas personas en el comedor, una joven pareja si no se equivocaba, parecían ambos estar cenando mientras que atendían a un bebé. Se les notaba felices.

Durante un tiempo su imaginación vagó, vagó a un lugar en donde las cosas pudieron haber sido distintas, en donde él pudo haber llegado a ser ese bebé y se preguntó si es que existía la reencarnación y que si fuera así, esperaba que lo que sea que controlase al universo tuviera piedad de él esta vez, que por fin le dejase ser completamente feliz como lo pintan todas las personas, que por fin pudiese sentirse completo, sentirse humano. No sabía que pudo haber hecho antes para vivir una vida como la que le tocó, al menos las cosas habían mejorado un poco, Mori no era una mala persona, algo estricto a veces y a lo que se le pudiese denominar como una figura paterna ausente-presente, pero ¿cuánto duraría?, en cualquier momento un accidente podría ocurrir, en cualquier momento alguien pudiese aparecer para llevárselo al mismo infierno que vivió, en cualquier momento la actitud de Mori podría cambiar a alguna más violenta, o en cualquier momento éste se llegaría a aburrir de él y le abandonaría.

Porque cada cosa que quiere, la pierde en el momento en que la obtiene.

Eso era algo que tuvo presente desde que era un infante y crecer de esa manera puede sonar doloroso, deprimente, pero él diría que está bien, porque es lo único que conoce, porque no tiene un bien al cual compararlo y saber en realidad lo que sufre, la gravedad de lo que vivió, todo para él fue como un aburrido día más.

De repente, su vista se desenfoca y cuando vuelve en sí, su mirada conecta directamente con el segundo piso frente a él, parece ser una habitación y tras las cortinas logró ver una cabellera pelirroja alejándose, y solo una pregunta cruzó su mente en ese momento;

"¿Se pintó el cabello o es natural?"

——— ≪ ࿇ ≫ ———

Estoy lastimada por una historia que estaba leyendo y me dejó pensando en varias cosas, así que si esto sale algo deprimente perdón jsjsjs.

Cuando escribo 100% de mi imaginación, escribo como me siento en el momento, nunca planeo nada de antemano y solo dejo a mi mente y los manos guiarme jsjsjs, en fin, perdón por el cap corto.

—Sincerely, Darcy.
SOUKOKU'S WIFE <3