03

Cuando la clase de geometría por fin finaliza, me quedo sentada unos segundos en mi pupitre, debatiéndome internamente entre si debo o no poner en ejecución la idea que ha surgido en mi cabeza desde hace ya unos largos minutos.

Para ser sincera, soy un asco en esta materia y eso lo tengo más que claro, pero a pesar de ello no me puedo permitir el rendirme con tanta facilidad. Necesito buscar ayuda y es por eso mismo, que me he propuesto en esforzarme por conseguirla.

Me levanto de mi lugar con la vista fija en la espalda de mi "víctima" y avanzo con cautela hasta posicionarme justo detrás de él. Abro mi boca para hablar y llamar su atención, pero con lo nerviosa y asustada que me encuentro, ningún sonido sale de esta.

Inspiro profundamente, llenando mis pulmones a su máxima capacidad y adquiriendo todo el valor que pude encontrar dentro de mí para poder hablarle de una vez por todas. Con mi lengua humedezco mis labios, que de manera repentina se sienten más secos que un desierto, y levanto mi temblorosa mano derecha para picar con suavidad su hombro.

Retiro mi extremidad velozmente y espero, con la ansiedad carcomiéndome.

Tengo miedo de que él muchacho voltee, me reconozca y quiera salir huyendo, espantado por mi sola presencia. Pero debo intentarlo si no quiero reprobar y él es el mejor de la clase, lo cual lo califica de inmediato como mi salvación.

— Hum... Hola.

Mi cuerpo se tensa cuando levanta su mirada del libro que está leyendo y posa sus ojos grises sobre mí. Me quedo inmóvil, esperando... Esperando qué, se preguntarán. Bueno, tal vez que salte lejos de mí como si tuviera alguna enfermedad venérea terminal o como si fuera algún asesino en serie con una sierra eléctrica a punto de matarlo.

Pero nada de eso sucede.

Él no hace nada más que mirarme con su rostro inexpresivo, expectante que diga algo más que un simple saludo.

— ¿Se te ofrece algo?

Mi boca se abre y cierra un par de veces, demostrando que mi cerebro ha hecho cortocircuito en el peor momento para avergonzarme frente a una de las pocas personas, que no parece temer el compartir un par de palabras conmigo. El ser excluida por todos me ha hecho mal, tal parece.

— Y-yo...

— ¿Tú? ~

Sin más, levanto la hoja con los ejercicios para que él la vea. Akaashi alza una de sus gruesas cejas mientras la observa y luego sus ojos vuelven a parar en mí. Se gira de manera completa en mi dirección y me mira un poco confundido.

— ¿Quieres que te ayude?

— ¡Por favor! — pido, inclinándome con fuerza hacia adelante de una manera tan torpe y poco calculada que termino golpeando mi cabeza contra la suya.

Ambos soltamos quejidos de dolor entretanto nos tomamos nuestras adoloridas cabezas.

— Pe-Perdón...— musito, viendo cómo soba la zona afectada al igual que yo.

— No te preocupes. Son cosas que pasan. Solo intenta ser más cuidadosa mientras te explico, ¿sí?

Mis ojos se abren a su máxima capacidad al escuchar su suave y calmado tono, algo muy diferentes al de los demás cuando cosas como estas pasan. Asiento frenéticamente a lo que él sonríe, muy levemente, pero lo hace.

— Ven, siéntate aquí para poder explicarte. — Apunta la silla vacía frente a él.

Muevo mi cabeza de forma afirmativa. Avanzo casi corriendo hasta el puesto, logrando tropezarme con mis propios pies de una manera absurda en el proceso.

Mi cuerpo se inclina hacia adelante y antes de que este impacte contra las baldosas del aula, el brazo de Keiji me atrapa en pleno vuelo y me ayuda a reincorporarme.

— Está bien. Tómatelo con calma, ¿sí?

Y por tercera vez, asiento, con las mejillas del mismo color que los tomates.

— Sí, lo intentaré.

— Perfecto. — Sonríe y toma la hoja para dejarla sobre la mesa en una posición en la que ambos podamos ver bien. — Mira, esto es sencillo. Solo tienes que hacerlo así...

[-]

— ¡Bokuto! ¡Bokuto!

Corro escaleras abajo hacia el lugar de prácticas de los grupos de artes. En medio del camino, mi pie derecho se resbala, pierdo el equilibrio y termino los que resta de escalones con el trasero.

— ¡Auch...! — gimo, acariciando mis pompas aún en el suelo.

— ¡¿Estás bien?! Deberías tener más cuidado, preciosa — dice con una mezcla de preocupación y diversión.

Abro los ojos topándome con la potente y dorada mirada de Bokuto justo frente a mí, a pocos centímetros de distancia. Trago con fuerza, nerviosa, sintiendo como un abrazador sentimiento me invade al tenerlo tan cerca.

— ¡Hey! ¿Estás bien? Estás muy roja.

Una de sus manos se posa sobre mi frente. Inconscientemente, retrocedo y desvío la mirada hacia otro lugar, sintiendo como mi corazón bombeaba más rápido de lo necesario.

— S- sí, estoy bien.

Las comisuras de sus labios se elevan en una tierna sonrisa.

— Me alegro.

Me tiende una de sus manos y me ayuda a colocarme de pie. Cuando ambos estamos parados, uno frente al otro, comienzo a jugar con los dedos de mis manos.

— Y bien... ¿Qué querías decirme?

— Hum... ¡Oh, ya recuerdo! — Golpeo una de las palmas de mis manos con la otra hecha un puño. — ¡Hoy hablé con un chico! Y a pesar de haberlo golpeado... ¡Este no salió huyendo!

Me admira con claro asombro por unos segundos antes de sonreír.

— ¡Eso es fantástico, baby! — chilla, abrazándome para luego separarse. — Aunque...— Arruga la nariz y hace un mohín con la boca. — No soy fanático de la idea de que otro chico te hable... no sabiendo lo bonita que eres.

Y otra vez me vuelvo el cosplay de un tomate maduro. Esto de halagarme parece estar haciéndose costumbre.

— No digas esas cosas. Solo me ayudó con geometría. No es como que fuera una cita o algo así.

Me mira por un momento. Con su mano izquierda quita algunos mechones de cabello de mi rostro y se aproxima, quedando su boca justo a un lado de mi oído.

— ¿Quieres que te diga un secreto?

Hago un ruido de afirmación, sintiéndome incapaz de poder articular alguna palabra.

— Eres la chica más linda que he conocido en toda mi corta vida. Debes aprender a quererte y apreciarte más.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top