Esclava de la mente (Yandere Jamil Viper)
Pedido hecho por Crystal_34 espero que te guste!
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Mis recuerdos de aquellas noches no son nada. El polvo las barre de mi memoria hecha de desierto. Ese sentimiento fue como un reloj de arena donde cada vez que el tiempo se agotaba, lo solucionaba con darle la vuelta al reloj para hacer que el tiempo volviera a correr.
Pero es una ilusión. El tiempo no vuelve atrás, no se reanuda.
Se miden lapsos de tiempo diferentes aunque la arena sea la misma.
¿Qué hago cuando el cristal está roto?
El reloj ya no funciona.
Yo ya no funcionaba, porque había hecho de mi vida un reloj de arena.
Cuando tenía cuatro años de edad aprendí que la vida no era justa.
Era demasiado joven para entender por qué las personas obraban de cierta manera. Y mientras fui creciendo terminé por darme cuenta que muchas cosas que la inexperiencia censuraba, ahora quedaban al descubierto para que yo las viera realmente.
Y como la mayor de diez hermanas, siempre tenía que estar un paso adelante del destino.
Por eso no me sorprendí cuando el espejo me llamó y proyectó sobre mí su veredicto: Scarabia. El linaje del hechicero de las Arenas Calientes. El lugar para los planificadores, gente como yo que veían la vida como realmente era.
No podía estar más equivocada.
Scarabia era una fiesta interminable. Su Prefecto rebosaba alegría por los cuatro costados, dándole a todos una cálida sonrisa. Admito que durante mi estadía llegué a considerarlo como un hermano más. Cosas de crecer cuidando a otros, supongo.
La extravagancia y el lujo eran sólo privilegios del sultán en aquella tierra de donde veníamos. Pero aquí cualquiera podía llevar oro entre sus pertenencias, cualquiera podía bailar con el prefecto o comer comidas lujosas.
Precisamente en una de aquellas fiestas fue donde lo conocí a él.
Era como una sombra, como si no quisiera ser visto por nadie. Se quedaba fuera de la fiesta, pero sus ojos seguían al prefecto en todo momento.
Caminé hacia donde estaba Kalim agasajando a todo el que tuviera a su alcance. Apartó la vista de los estudiantes con los que hablaba y me regaló una amplia sonrisa.
—¿Eh? ¿Aún estás con el uniforme? —preguntó —¿Por qué no te cambias a algo más cómodo? Ah… De paso me gustaría pedirte un favor. —añadío a toda prisa antes de que me fuera.
—Claro, Prefecto. ¿Qué necesita?
—Pueees…resulta que nos hemos quedado sin barfi* (ver nota al final). ¿Podrías traer los que ya están preparados en la cocina? Le pediría a Jamil pero no puedo encontrarlo por ningún lado.
Miré hacia donde estaba el Viceprefecto segundos atrás. Había desaparecido.
Caminé hacia la cocina, dejando atrás el bullicio del dormitorio. En mi camino vi a algunos estudiantes que no eran de Scarabia. Sí, el prefecto era famoso por invitar a toda la academia.
Yo, por mi parte, debía ser un poco más discreta. Después de todo, no todos los días una mujer consigue entrar en el prestigioso Night Raven College.
Cuando llegué a la cocina, el olor del dulce me dio la bienvenida. Tomé la bandeja con ambas manos e inhalé un poco más de su aroma. Me recordaba a casa, a mis hermanos, pero también a mi madre. La sonrisa desapareció de mi rostro.
—Si miras tanto la comida voy a pensar que vas a envenenarla. —habló una voz suave detrás de mí.
Casi dejo caer los Barfi del susto.
—N-no. Yo sólo…
El viceprefecto relajó un poco su expresión.
—Era una broma. —apuntó —Yo llevaré esto, mejor ve a cambiarte.
Le cedí la bandeja con cuidado de que mi torpeza no me pasara factura y le agradecí. Comencé a correr hacia mi habitación y no fue hasta que cerré la puerta detrás de mí que me di cuenta de un detalle.
¿Cómo sabía que iba a cambiarme de ropa?
En las Tierras de las Arenas Calientes había nacido y me había criado. Llevar las ropas de mi hogar estando lejos de él me hacía recordar las épocas felices con mis hermanos en nuestras fiestas improvisadas.
Siempre quise mantenerlos felices, para que no pensaran en lo que sucedía alrededor. Aunque en realidad yo era la que no quería pensar.
La tela de mi Sari* (ver nota al final) escurrió por mi piel como si estuviese hecha de agua. Adormé mis manos y pies con pulseras doradas de cascabeles que producían tintineos cada vez que movía mi cuerpo. Sonreí al espejo.
Cuando regresé, la fiesta estaba en su apogeo. Jamil conversaba en voz baja con Kalim mientras este se llevaba a la boca un trozo de comida. De un momento a otro, Jamil arrebató el tenedor de su mano y llevó la porción a su boca. Luego de unos momentos de silencio entre ambos, Kalim continuó comiendo normalmente.
Había visto eso antes, Jamil probaba cada plato antes que alcanzara a comerlo Kalim. Me dirigí hacia ellos sin decir nada y tomé asiento entre los cogines más mullidos que encontré.
—¡Ah! ¡Estás ahí! —gritó Kalim con entusiasmo —¡Whoa! ¡Te ves hermosa!
Ya estaba acostumbrada al entusiasmo de mi prefecto, así que agradecí su cumplido.
Las clases en la Academia no se reanudarían hasta el nuevo año, y Kalim aprovechó cada día de las vacaciones para lanzar una fiesta diferente. Aquel derroche de recursos y alegría desmedida que caracterizaban a mi prefecto, hacian que a veces tuviera lástima de la naturaleza de mis intenciones.
Pero cuando recibí la última carta de casa, con la fotografía de la menor de mis hermanas atada y amordazada, con gruesos lagrimones cayendo por su rostro y sustituyendo aquella inocencia, recordé qué era lo que debía hacer.
Debía matar a Kalim.
Y Jamil era el mayor obstáculo que debía enfrentar. Lo supe en cuanto lo vi probando la comida del prefecto por primera vez. Y lo confirmaría después en esa misma fiesta donde me encontraba.
En aquellos momentos yo miraba hacia Kalim estudiando todos sus movimientos, o eso me gustaría decir. No era ninguna asesina profesional y tampoco quería matarlo. Sin embargo la foto de mi hermana se abría paso por encima de mi moral y el cariño que sentía hacia el chico. Jamil debió haber pensado que lo estaba mirando a él, porque segundos después se levantó de su sitio y se acercó a mí con su mano extendida.
—¿Te gustaría compartir un baile conmigo? —preguntó amablemente.
Vi como a mi alrededor las voces iban lentamente dejando paso sólo al sonido de la música. Sí, la proposición de Jamil no había pasado desapercibida.
—Creo que me vendría bien bailar un poco. —respondí y tomé su mano.
Nos abrimos camino entre muchos de los estudiantes hasta llegar a un lugar lo suficientemente grande como para podernos mover con libertad.
Un baile en pareja en la Tierra de las Arenas Calientes no es cualquier cosa. Normalmente las mujeres bailan sólo para deleitar a los hombres, pero ellos también bailan. Cuando un hombre y una mujer bailan juntos, pronto los movimientos se convierten una verdadera batalla por seducir al compañero.
Y en aquellos momentos, Jamil y yo estábamos en medio de un salón lleno de estudiantes haciendo precisamente eso: Una lucha silenciosa.
Nuestros movimientos fluían al ritmo de los instrumentos, sentí en ocasiones como posaba inadvertidamente su mano en mi cintura desnuda. Pero si él quería jugar a ese juego…
Tomé una de sus manos y con una vuelta rápida, me acerqué a él y nuestros rostros quedaron muy cerca el uno del otro. En aquel momento nadie más existía en la habitación. Por un minuto olvidé a Kalim, a los demás alumnos, a mis hermanas, a mi madre…
…y a mi objetivo.
Pero Jamil se encargó de recordármelo segundos después, cuando entre fluidos movimientos, se acercó a mi oído.
—Conozco tus intenciones. —dijo con una voz que jamás había escuchado.
—¿Intenciones? —susurré mientras movía mi cintura y hacía sonar los cascabeles en mis pies.
—Te sugiero que desistas. No quiero tener que hacer desaparecer a una mujer.
Y no dijo nada más hasta que la música paró. Habíamos quedado nuevamente demasiado cerca, pero yo no había sentido lo mismo de antes.
Mi cabeza estaba en la horrible realidad que vivía en aquel momento. Si intentaba ponerle un dedo encima a Kalim, Jamil me mataría. De eso no tenía ninguna duda. Pero si no lo hacía…
La noche llegó eventualmente, pero el bullicio de Scarabia no se detuvo hasta pasada la madrugada. De noche el frío azota incluso a los corazones más cálidos y una idea comenzó a tomar forma en mi cabeza. Arriesgaría el pescuezo por mi hermana menor si tenía que hacerlo.
Esa noche era LA noche. Todos estarían demasiado cansados, caerían dormidos como piedras y no podrían escuchar…
…no podrían escuchar el sonido de los gritos del prefecto.
Sí, en ese mismo momento me iría hacia la sala de tesoros y buscaría algo con lo que destrozarle la garganta. Me deshice de los cascabeles que llevaba por todo el cuerpo y los coloqué en el suelo. Luego me escabullí y saqué un puñal con joyas incrustadas de la sala de los tesoros.
A la luz de la luna se veía muy hermoso…pero la idea de usar algo tan bello para perpetrar un acto tan horrible, me hizo apartar el puñal de mi vista. Caminé por el corredor de las habitaciones hasta el final del pasillo, donde dormía el prefecto.
En mi interior esperaba que la puerta estuviera cerrada con llave y cuando giré el picaporte y la puerta cedió, sentí como la culpa comenzaba a hacer pesada mi cabeza.
La habitación estaba a oscuras. Busqué la cama de Kalim con la vista y alcé el puñal. Aparté la sábana que cubría su cuerpo y…
…y arremetí contra su cuerpo.
Pero en el último segundo una imagen vino a mí. La imagen más hermosa y por la que debía matar a aquel muchacho: La sonrisa de mis hermanos pequeños.
Kalim dormía plácidamente exhibiendo esa sonrisa de inocencia que lo caracterizaba.
—No puedo…no puedo. —me lamenté.
Justo cuando iba a bajar el cuchillo, unas manos me sujetaron desde la espalda con fuerza y en unos segundos estaba completamente desarmada y en el suelo con la cabeza pegada a la alfombra.
Kalim despertó de un salto cuando escuchó mi forcejeo. Supuse que Jamil estaba alerta incluso en la noche.
—¡Jamil! ¿Qué está pasando? —sobresaltado, Kalim encendió la la luz a toda prisa —¿Pero qué…?
—Un cuchillo —respondió Jamil secamente —. Estaba intentando matarte.
Los ojitos asustados de Kalim fueron de Jamil hacia mí lentamente. Yo bajé la vista, no quería ver la mirada de decepción en su rostro…
—Jamil, suéltala. —ordenó Kalim
—Pero…
—Suéltala. —volvió a decir Kalim.
Jamil soltó mis manos y pude ponerme de pie. Aún no podía mirar a Kalim.
—¿Por qué? —fue lo único que dijo el chico.
Jamilnme vigilaba atentamente, como una serpiente esperando abalanzarse sobre un ratón. Alcé la vista y no vi una pizca de decepción en los ojos de Kalim, sólo confusión. Finalmente caí de rodillas, no podía soportar ya el peso de las acción que se me había encomendado.
Sin poder decir nada, saqué la fotografía de los pliegues de mi sari y se la entregué a Kalim. Él la tomó con dedos temblorosos y Jamil dio un paso al frente.
—No es la primera —respondí como pude —. Si no hago lo que ellos quieren rápidamente…
—¿Quién es…? —preguntó Kalim horrorizado.
—Mi hermanita… —sentí como mi voz se quebraba y mis ojos se llenaban de lágrimas —Es mi hermanita pequeña y yo no puedo hacer nada por ella.
Jamil seguía en silencio. Kalim no esperó mucho para importunarlo.
—Quiero que esta noche vuelvas a la tierra de las Arenas Calientes y recuperes a esta niña. Y la lleves de vuelta a su casa. —dijo —y enviaré parte de la guardia de mi familia a cuidar tu hogar.
Sus palabras me quitaron un peso de encima. Levanté el rostro con un nudo hecho en mi garganta.
—Partiré ahora mismo —asintió con la cabeza —Pero primero quiero que envíes una carta diciendo que la tarea ya ha sido completada.
Señaló hacia Kalim y yo asentí con la cabeza.
—Eso me dará tiempo y hará que ellos se desconfíen. —terminó de decir Jamil y dejó la habitación sin decir nada más.
Los días siguientes fueron una tortura. Kalim no se separó de mí e incluso intentó por todos los medios que distrajera mi mente. Lo agradecí, pero nada funcionó.
Al cuarto día estaba a punto de colapsar. No habían noticias de Jamil ni de mi familia y cada segundo que pasaba me hacía perder más la esperanza.
—¿Y si Jamil falla? —expresé mi miedo por fin esa noche.
—Jamil nunca falla —me respondió Kalim con una sonrisa —Durante toda mi vida han intentado asesinarme por todos los medios. Y si estoy vivo es gracias a él. ¡Jamil es genial! Despreocúpate.
Pero yo no podía dejar de pensar en ello. Ambos nos quedamos en silencio hasta que Kalim se levantó del lugar.
—Ya que no puedes dormir ni yo tampoco…¿Por qué no jugamos un poco de…?
Pero no pudo terminar la frase. El sonido seco de la puerta abriéndose de golpe, los hizo a ambos voltear la cabeza. Dos hombres vestidos completamente de negro con dos enormes espadas, se dirigieron rápidamente hacia ellos.
—¡Kalim! ¡Detrás de mí!
Tapé al chico con mi cuerpo y lo tomé de la mano. Miré a los hombres, desafiante. Jamil no estaba ahí para protegerlo, estaba salvando a mi hermana. Por eso y porque quería muchísimo a Kalim fue que tomé la decisión en ese momento, de defenderlo con mi vida.
Cuando uno de los dos hombres arremetió contra nosotros, eché a correr con Kalim de la mano. Los pasillos estaban desiertos y no habían casi estudiantes por ser vacaciones. Tampoco quise despertar a los pocos que habían y arriesgarlos a que fueran asesinados también.
—Kalim… —dije entre jadeos sin parar de correr —Todo estará bien.
—Lo sé. —respondió el niño con una sonrisa —Jamil nunca falla.
Y dichas aquellas palabras, los hombres cayeron al suelo con la mirada perdida y soltaron sus armas. Detrás de nosotros, la voz de Jamil susurró:
—Snake Whisper.
Y ambos hombres comenzaron a caminar dócilmente hasta la salida de los dormitorios.
—¡Jamil! —grité soltando a Kalim para abrazarlo fuertemente.
—¡Te lo dije, Jamil es genial! —saltó Kalim de alegría.
Cuando me separé de Jamil, lo miré a los ojos con una sonrisa.
—No sé cómo lo hiciste, pero gracias por salvarnos. Eres… —dije sin encontrar la palabra adecuada —Eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo, Jamil. Gracias.
Él abrió los ojos en expresión de sorpresa. Unos segundos después, dijo lo que tanto había estado esperando:
—Tu hermana está a salvo.
Esa noche sentí que había vuelto a nacer. Jamil me había devuelto la felicidad que por tantos días había desaparecido de mi vida. Luego, en la habitación de Kalim, nos contaría cómo fue que llevó a cabo su plan para rescatarla:
—Habían demasiados hombres ahí cuando llegué. Era una especie de negocio el que tenían. Fue fácil sacar a la niña de ahí…demasiado fácil. Supuse que era una trampa y lo confirmé cuando dejé a la niña en su hogar y me di cuenta de que dos hombres me seguían. —hizo una pausa —los dejé llegar hasta aquí para que luego me mostraran el camino hacia todas las estancias y poder acabar para siempre con el negocio.
—¿Pero cómo te las arreglaste para hacer que ellos…?
—¡Jamil tiene una habilidad súper especial! —respondió Kalim —¡Su magia única!
Miré nuevamente hacia Jamil. Nuestros ojos se encontraron y sentí que no sólo le debía la vida, sino también mi eterna gratitud.
Las clases reanudaron en el Colegio unos días después. Por suerte, ya Kalim no tenía tanto tiempo para lanzar sus fiestas despampanantes.
—…¿Tú sabes cocinar? —le pregunté a Jamil y él asintió con la cabeza —Vaya… es toda una sorpresa.
Pasaba últimamente mucho tiempo con Jamil, habíamos estrechado lazos muchísimo y lo consideraba mi primer amigo. Él y Kalim habían salvado a mi hermana, y no podía estar más feliz cuando llegó la primera carta desde casa.
—¿Dónde está tu madre? —preguntó Jamil mientras añadía un poco de comdimento a la sopa que estaba preparando. —No la vi cuando llevé a tu hermana a casa.
—Ah… ella y mi padre…bueno. —expliqué. —Mi hermana trabaja para que yo pueda estudiar sin preocuparme.
—Es…un bonito gesto.
—¡Y que lo digas! Cuando fui aceptada en la academia ella buscó trabajo enseguida para mantener a todos en casa.
—Se nota que amas a tu familia. —respondió él con una sonrisa.
—¿Tú no?
—Mi familia… —dijo Jamil —es todo para mí. Quiero defender su honor todo lo que pueda.
Jamil me había contado que muchos miembros de su familia habían pertenecido antes a la guardia del sultán. Y que él se sentía honrado de poder ser parte de ese linaje. Pero cuando hablaba de Kalim sus ojos se enturbiaban. Y yo sabía por qué: Él siempre sería una sombra del prefecto. Pero aún así no renunciaba a protegerlo, no defraudaba el honor familiar. Esa entrega que Jamil poseía…la admiraba muchísimo.
—Eres digno de admirar —dije mis pensamientos en voz alta.
—¿Eso…crees? —por primera vez la voz de Jamil titubeó.
Asentí con la cabeza. Él no dijo nada más, pero supe que había llegado a empatizar un poco más con él.
Los días pasaban y nuestro lazo se estrechaba más y más. Llegó un momento en el que no podía ir a ningún sitio sin que él me acompañara. Parecía imposible dado que éramos de cursos diferentes, pero Jamil siempre se las arreglaba para pasar tiempo conmigo. Aquella cuenta regresiva que marcaba mis días para matar a Kalim, había dejado de existir. Y yo ya no me sentía atrapada en un reloj de arena.
Qué estúpida fui.
Las serpientes nunca fueron criaturas mansas, y él era una serpiente experta en el arte del engaño. Una vez que no pude vivir sin él; una vez que hube probado lo hermoso que era estar bajo su protección, una vez que él se aseguró de que yo estaba completamente influenciada por sus palabras, fue cuando determinó que era hora de romper aquella burbuja de ilusiones…
Mejor dicho…la rompí yo misma.
La rompí yo misma cuando me di cuenta de lo que había hecho: Había dejado de ser libre.
Comencé a intentar caminar sola por los pasillos, ir al club sin que él estuviera alrededor, pero era inútil.
—Siento que me estás evitando últimamente…¿Sucede algo? —preguntó él una semana después.
—Siento que estamos pasando demasiado tiempo juntos —confesé —quiero tener mi espacio un poco, Jamil.
—Entiendo. —dijo simplemente y se alejó del lugar.
La culpa se apoderó de mí. Donde quiera que iba sin él, me sentía culpable. Jamil se había distanciado por completo y actuaba en ocasiones como si no me conociera. Su indiferencia me dolía y me hacía sentir aún más culpable. Por desgracia, terminé volviendo a él más rápido de lo que creí. Pero aún así no me prestó atención.
¿¡Por qué demonios lo necesitaba tanto!?
Mientras más pasaba el tiempo y probaba su indiferencia, más me sentía atrapada en unas cadenas invisibles. Incluso en clases no podía pensar en nada ni nadie más.
Estaba desperdiciando mi tiempo, estaba desperdiciando mi vida y las oportunidades que tenía de graduarme en esta escuela y darle una mejor vida a mi familia.
Es por eso que decidí hablar con él aquella noche. Llegué al dormitorio luego de las clases de la tarde y sin siquiera cambiarme el uniforme, caminé hacia su habitación decidida a hacer las paces, pero sin que invadiera tanto mi espacio.
A quién quería engañar… Quería verlo desesperadamente y estaba usando mi propio problema como excusa.
—¿Qué haces frente a mi habitación? —preguntó Jamil mientras se acercaba. —¿Necesitas algo?
Me quedé en blanco y luego de titubear un rato, le respondí que no sabía que me pasaba.
—¿Yo qué puedo hacer? —respondió —Me pediste que me alejara, ¿recuerdas?
—Lo siento… —me tragué mi orgullo —Lo siento mucho, Jamil.
Me lancé a sus brazos. La incomodidad de tenerlo cerca era mucho menor que el vacío que sentía cuando no estaba a mi lado. Me aferré a él como si mi vida dependiera de ello, y sospechaba que así era.
—Está bien —me respondió. —Pero no vuelvas a hacerlo, ¿entendido?
Su voz era más demandante que antes, pero no reparé en ello hasta que reviví ese día en mi cabeza. Poco tiempo después, tendría la vida entera para repasar en mi mente la serie de sucesos que me llevaron a mi situación actual.
¿Qué hago cuando el cristal está roto?
El reloj ya no funciona.
Yo ya no funcionaba, porque había hecho de mi vida un reloj de arena.
El tiempo transcurría y antes de que pudiera darme cuenta sentía como si Jamil habiese estado conmigo una vida entera.
Hoy ha venido a verme en mi cautiverio. Sé que preferiría que yo fuera cariñosa con él, como antes. ¿Pero cómo puedo ser cariñosa con la persona que me tuvo todo el tiempo bailando para él en la palma de su mano?
Si había alguien que hacía honor al dormitorio al que pertenecía, ese era Jamil. Meticuloso planeador, desde el pricipio me mantuvo jugando su juego. Incluso desde antes de yo saber que estaba jugando.
Cuando descubrí eventualmente que Jamil había pagado a aquellos hombres para secuestrar a mi hermanita, el odio creció dentro de mí como la hiedra cubre las paredes. Deseé hacer el tiempo regresar, deseé que eso jamás hubiera pasado…
Pero el tiempo cae como la arena de un reloj. Y no se detiene. Y no podemos cambiar nada de lo que sucedió.
Jamil había logrado su objetivo: Acercarse a mí. Y ahora que yo sabía la verdad, no me dejaría ir. No se dónde estoy, sólo se que no puedo escapar de ninguna manera. Las cadenas invisibles de una dependencia meticulosamente planeada me detienen. Al igual que el miedo a que él le haga daño a mi familia.
Escribo mi testimonio desde mi cautiverio con la esperanza de que algún día llegue a las manos de alguien que pueda juzgarme como yo ya no soy capaz de hacerlo.
Suelto el cuaderno en el que estaba escribiendo y me dirijo hacia donde sé que puedo encontrarlo. Él está sentado en una suerte de trono, vestido hermosamente con ropas de seda que me recuerdan a mi hogar. El anillo que reluce en su dedo es pareja del mío.
Lentamente levanta la vista cuando me ve llegar y le sonrío. Me pongo de rodillas frente a él y sonrie complacido.
—Ven. —ordena.
No tengo reparos en acatar su orden.
—Si, mi señor.
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Y...eso sería todo. Si se sienten con ganas de unas lecciones de cultura exótica puedo aclarar algunas palabras que vieron antes en el oneshot.
Barfi es un tipo de dulce indio elaborado con una base de leche condensada y azúcar. Es común cortarlo como una losa, en forma de diamante o cuadrado.
Respecto a lo que es un sari, es un tipo de vestimenta típico de esos países (Por ejemplo, lo que lleva la princesa Jazmín en la peli de "Aladino" es una especie de Sari) les dejo una foto con uno de los modelos más comunes.
Por último quiero compartir con ustedes que en esos países es muy común el secuestro para el chantaje o simplemente existen personas que se dedican al negocio de secuestrar. Por eso Jamil encontró muy fácil pagarle a las personas que secuestraron a la hermanita de la prota.
Jamil es un tipo de yandere (a mi parecer) que prefiere, como una serpiente, poco a poco envolver a su presa hasta asfixiarla. Como un meticuloso planificador, tendrá a su enamorada justo donde quiere en todo momento.
Espero que te haya gustado el oneshot, Crystal.
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