6.HERMOSO PELAJE


https://youtu.be/HK1MlIKfP9E

Sumergida en aquella bañera con los ojos cerrados, parecía que los problemas se esfumaban y que solo la paz de la noche era lo importante. Siempre me he sentido atraída hacia la noche, su tranquilidad y su frescura.

Los animales más bellos se dejaban caer en la noche. Las hermosas lechuzas y búhos se dejaban notar aunque no se dejaran ver fácilmente. Los lobos aullaban con fuerza, mostrando quienes eran los dueños de aquellas tierras.

Cuando mis ojos se fijaron en el ventanal del baño, un hermoso lobo me miraba fijamente. Yo sonreí fascinada, no parecía querer hacerme daño sino que quería saludarme.

Salí de la bañera y caminé hasta el ventanal, abriéndolo para que aquella bella criatura pudiera entrar. Solo se limitaba a mirarme con aquellos ojos grisáceos, esperando a que saliera al exterior. Miré a ambos lados, pero no había nadie paseando por el pueblo que pudiera verme desnuda. Él me esperaba sentado en la pequeña tarima de madera que formaba una pequeña terraza. Desde ahí, la luna se veía en lo alto más hermosa que nunca. Su brillo entre blanco y azulado me atraía profundamente y me tranquilizaba.

Lejos de sentir miedo, sentía una conexión con aquel lobo. Sentía que no estaba ahí para hacerme daño sino para protegerme. Comencé a acercarme y me agaché para estar a su altura. Con una gran sonrisa abrí mis brazos para que él viniese a mí. Sus hermosos ojos me miraron con más intensidad, bajando la cabeza en señal de una reverencia. Sus patas comenzaron a moverse en mi dirección y pude envolverlo entre mis brazos. El aroma salvaje del bosque de su pelaje me hacía sentir tranquila. Comencé a acariciar aquel hermoso pelaje quedándome hipnotizada y maravillada. Por fin podía ver en carne y hueso a mi animal preferido en todo su esplendor y lo mejor es que lo estaba tocando.

Pero el abrazo me supo a poco cuando él comenzó a retroceder dispuesto a irse. Yo me puse de pie y lo despedí con la mano no sin antes dirigirme una mirada brillante y hermosa.

Cerré de nuevo la ventana y me sentí conmovida. Desde que llegué necesitaba algo que me hiciera sentir en calma conmigo misma y no estar en continua alteración. Aquel contacto con la naturaleza era la medicina perfecta para mí y estaba deseando que aquella bella visita volviera la noche siguiente.

Me sequé las gotas que caían por la espalda y caminé hasta la cama. Me encantaba dormir sin ropa para sentir el frio en mi piel de las sábanas. Cerré los ojos y dejé mi mente flotar.

Un portazo me hizo despertar de golpe, encontrándome a tres hombresde delante de mí con las mejillas completamente ruborizadas. Cuando mis ojos se posaron sobre ellos, las miradas de ellos bajaron hasta el suelo.

Sebastián irrumpió en el cuarto, hirviendo de ira al mirarme; estaba desnuda bajo las mantas y eso no le gustaba.

-¡Vosotros tres salid inmediatamente!¿cómo se os ocurre entrar en los aposentos de vuestra reina?

Los tres pidieron perdón al unísono y Sebastián me miró de nuevo pero esta vez, su mirada fue más amable.

-Qué bella estás por las mañanas,Serena.

Me aferré con más fuerza a las sábanas para taparme lo más que pudiera, pero Sebastián comenzó a acercarse a mí. Yo comencé a temblar aterrada, ¿No se atreverá?

-Déjame verte, preciosa. Quiero admirarte, te prometo que no voy a tocarte hasta que tu lo quieras, pero al menos déjame verte.

-¡Ni lo sueñes Sebastián!

-No seas tímida conmigo-Me dijo con voz ronca.

Sus manos comenzaron a tirar de mi sábana sonriendo divertido y yo le gruñía como una pantera. Los gritos de nuestra "divertida" pelea, alertaron a un chico rubio que entró a la habitación. Era uno de los tres que habían entrado antes.

Al ver la escena, se disculpó marchándose escopetado de la habitación.

-Voy a poner un cerrojo para que no nos molesten...

-Dirás para que nadie me moleste.

Sebastián arqueó una ceja y me susurró cerca del rostro.

-Te doy tres días, tres días para que tu cabeza acepte que soy tu futuro esposo. Dentro de tres días, esta cama no será tuya sino nuestra.

-¡Por encima de mi cadáver!-Le grité furiosa.

-En ese caso cuando menos te los esperes te mataré de placer...

Comencé a atragantarme con mi saliva, tosiendo violentamente ante la divertida y seductora mirada de Sebastián.

Se levantó de la cama y me dijo antes de marcharse:

-Vístete que debo de presentarte a la gente del pueblo. Debes conocer a tu gente ya que, a partir de ahora, tu forma parte de nosotros.

Di un golpe sobre el cochón, ¿Es que no podía tener un minuto de paz?. Me levanté envuelta en aquella sábana ya que no me fiaba que alguien volviera a aparecer. Abrí el armario de nuevo y tomé algo cómodo dejando mi cabello suelto.

Cuando salí al salón, los tres hombres que entraron a mi cuarto estaban sentados con Sebastián a la mesa. Todos se callaron y Sebastián se levantó con una tierna sonrisa en sus labios.

-Ven hermosa, voy a servirte algo de comer-Me dijo tomándome de la mano y sentándome en la silla.

Aquellos tres desconocidos me miraban con curiosidad y amabilidad. No paraban de sonreírme y no podía evitar sentirme incómoda.

Sebastián volvió a la mesa con un vaso de leche y varias rebanadas de pan recién hecho.

Miré a Sebastián con los ojos entrecerrados y su risilla de diablo comenzó a desbordar de nuevo.

-¿Lo has hecho tú o te lo ha cocinado alguien del servicio?

-Vivo solo mi bella, sé cocinar y llevar un hogar perfectamente sin ayuda, aunque admito que tu presencia me ayuda mucho a combatir mi soledad.

Aparté la vista de él y aquellos comenzaron a reírse, ¿De qué van?

-Serena, te presento a mis tres grandes amigos de siempre. Estos son Drogo, Peter y Nicolae, mis fieles compañeros de batallas.

-No exageres Jones-Dijo el rubio aguantándose la risa.

-Por fin conocemos a nuestra reina, es un gran honor tenerte de vuelta-Dijo el chico del cabello negro.

El moreno estaba callado observándome con detenimiento. Y me centré en comer mientras escuchaba las conversaciones de ellos discutiendo trivialidades. Aquel hombre que no había abierto aún la boca, se atrevió a hablar.

-Es cierto lo que se dice; ella es digna de ti Sebastián. Es una tormenta profunda y atronadora pero que trae vida y esperanza a los valles; es perfecta para ser nuestra reina. Tiene temperamento y fuerza, no se deja vencer por nada o nadie; es realmente una reina.

Aquellos hombres se pusieron de pie y se arrodillaron ante mi haciendo una reverencia. Yo permanecí callada sin saber que hacer o que decir. La mirada orgullosa de Sebastián relucía como miles de diamantes bajo el sol.

-Te han aceptado Serena, ellos a partir de ahora te guardarán las espaldas al igual que hicieron conmigo. Considéralos más que aliados pues para mí son como mis hermanos. Las miradas de aquellos tres hombres se dirigieron a la mía y sus manos se colocaron en el pecho en señal de respeto.

Y aquel día tan extraño se convirtió en el primer día de mi reinado.

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