4.DESTINOS ENLAZADOS
Mientras que las velas amenizaban aquella deliciosa cena, la mirada de Sebastián parecía perdida admirando mi rostro. Cuando yo me despistaba, su mirada descendía hasta mi abultado escote, pero me sonreía en señal de que solo lo hacía para hacerme rabiar.
- ¿y bien, no vas a contarme el por qué fuiste a secuestrarme?
-Eres directa como una flecha-Dijo sonriéndome.
No pude evitar darle una pequeña patada debajo de la mesa, pero él me atrapó el tobillo, mirándome malicioso.
-Siempre atacando como una cobra; bella y mortífera...
- ¡Suéltame Sebastián!¡No quiero que me toques!
-Pues ya puedes correr Serena...
Él soltó mi tobillo y comenzó a levantarse. Eché a correr para encerrarme en mi cuarto, pero Sebastián no me dejó dar ni un solo paso, tumbándome en la alfombra.
Él se colocó encima de mis caderas, aprisionando mis brazos a ambos lados de mi cabeza. Sus manos enlazaban las mías y eran extremadamente calientes.
Sus ojos brillaban como dos fragmentos de ámbar y la luz de la luna se colaba a través de la ventana, dándole un aspecto azulado a su tez morena.
Colocó su frente sobre la mía, mirándome con atención fascinado. Yo intentaba moverme, pero su inmenso cuerpo me lo impedía.
No quería que me besara, aquel tipo de hombres no se detenían ahí, sino que deseaban más.
Su aliento rozaba mis mejillas y su cercanía era muy peligrosa.
-Sebastián, quiero saber el por qué me has traído aquí. No quiero que haya ningún tipo de cercanía entre tu y yo, solo compartiremos el techo al menos por el momento.
- ¿Tienes intención de irte a algún lado?
-Eso no es de tu incumbencia-Le dije con rabia.
-En realidad sí que lo es, tu eres tan mío como este pueblo.
Comencé a reírme con fuerza, ¿Yo pertenecerle a él? ¿Estamos locos o seniles?
-No sé qué te hace gracia Serena, es totalmente cierto.
-Bueno pues convénceme, dame pruebas.
El se puso de pie y yo le seguí hasta el enorme sofá que había a pie de chimenea. Su rostro se volvió pensativo y sus ojos se clavaron de nuevo en mí.
-Hace 25 años los reyes de este pequeño pueblo tuvieron un hermoso bebé; el único que pudieron engendrar. Aquel bebé reinaría en un futuro en aquel pueblo cuando los reyes dejaran el trono.
Al poco de nacer, uno de los reyes pertenecientes a otras tierras, vinieron al pueblo con su mujer, la cual estaba embarazada. Los reyes de este pueblo los acogieron como si ellos fueran realmente de allí y vivieron en armonía y paz.
Pero aquello no duró mucho, alguien que nos tenía mucho odio, cabalgó hasta nuestras tierras y masacró a los reyes que allí reinaban, tomando al bebé de ellos y llevándoselo. Aquella persona era el rey de tu ciudad y robó al bebé porque ni el ni su esposa eran capaces de engendrar un bebé.
-Espera... ¿Hablas de mi padre?
-Aquel que llamas padre, es un vulgar asesino que te arrebató de los brazos de tus padres y de las raíces de tu tierra. Tú no eres la reina de aquel castillo que tanto odias, sino que eres la reina de este pueblo. Sé que lo sientes dentro de ti, sientes que este lugar te atrae como si te perteneciera.Esta es tu casa Serena, aquí serás feliz y te sentirás libre por fin. Aquí ser rey o reina no condiciona tu libertad, luchas por ella y por tu pueblo. Aquí no llevarás vestidos largos y ceñidos sino espadas atadas a tu cintura y arcos de madera en tu espalda. Aquí los hijos es algo importante; la familia lo es todo y tener muchos hijos es necesario no solo para que el pueblo no muera sino porque internamente lo sentimos así, necesitamos tener niños a nuestro alrededor.
Tus eras aquel bebé, un bebé que fue prometido a su media mitad cuando solo contaba con unos días de vida. Tus padres sabían tu destino, sabían quien era el indicado para ti, el eco del bosque es sabio y nunca se equivoca.
-Espera, ¿Estoy prometida a alguien? -Dije con el corazón desbocado.
La mirada de Sebastián se dulcificó y me miró de forma amorosa.
-Estás prometida a aquel bebé que llevaban aquellos reyes que vinieron a nuestro pueblo. Aquella reina embarazada portaba al que iba a compartir su vida contigo un tiempo después. Desde que el que consideras tu padre asesinó a los reyes de nuestro pueblo y te robó de nuestro lado, aquel bebé que ahora iba a ser el rey del pueblo creció en el odio de aquellos que consideras tus padres, planeando que el día exacto, iría a por aquel hermoso bebé que ahora es una hermosa mujer.
-No fastidies Sebastián...
-Nos pertenecemos Serena y muy dentro de ti tú lo sabes.
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