30.COMPARTIENDO NUESTRO CIELO

Lorelai en la foto(L)



DROGO

A todos nos llega nuestro ángel, nuestra media mitad con la que compartir nuestras vidas. A veces la tienes delante pero no te atreves a acercarte y la admiras en la lejanía, esforzándote cada día por ser mejor hombre para ella.

https://youtu.be/88bwaRQhFhM

Ese fue mi caso. Cada día me esforzaba por ella; por darle un buen futuro y una buena vida. Deseaba que se sintiese orgullosa de mí, que viera lo que soy y no un rubio musculado que solo valía para la cama. De hecho, nunca había tocado a una mujer. Prácticamente ninguno de los lobos se acuestan con más de una mujer ya que el instinto que se siente por tu otra mitad es tan fuerte que el cuerpo no reacciona ante otro cuerpo que no sea el de ella.

La tenía caminando a mi lado, con su bello rostro mirando al suelo. Sus mejillas sonrosadas y su ligera sonrisa hacían enternecer a mi corazón desbocado. Deseaba tomarla entre mis brazos y regalarle mis labios, que los tomara cada vez que ella lo deseara.

Minerva me ayudó a prepararme ya que ella me pilló buscando libros de recetas en la librería del pueblo. Sabiendo que yo no soy muy ducho en el arte de la cocina, ella enseguida supo que había algo más y tuve que decírselo.

Al enterarse que era mi primera cita, ella literalmente emitió un grito que casi deja sordo a todos los presentes. Ella me tomó del brazo y me llevó a su casa preguntándome que me gustaría que preparase de cena. Yo no deseaba molestarla pero al ver su emoción y ganas de ayudarme, le permití que cocinara pero solo si yo podía ayudarla.

Entre ambos preparamos una cena realmente digna para Lorelai y la metí en una cesta. Minerva me dijo que me marchara, que ella se encargaría de dejar el lugar listo para ambos. El lugar de encuentro era el lago al lado de los rosales.

Ambos llegamos al lugar y encontramos un mantel de flores con los platos magníficamente puestos, las velas encendidas y una botella de vino en la cesta. Minerva era mi salvadora.

Lorelai me miró con un brillo especial en sus ojos, derritiéndome conforme sus pestañas aleteaban. Se acercó a mi mejilla depositando un dulce beso envolviéndola con mis brazos para que ella se quedara cerca de mí. Necesitaba abrazarla desde hacía muchos años y aquel era el momento. Mis brazos apretaban su cintura, dejando su pecho sobre el mío. Mi boca quedaba a la altura de su frente, notando como su aliento rozaba mi cuello. Cerré los ojos sintiendo como sus manos se depositaban en mis hombros aceptando el abrazo, sintiendo como su respiración se hacía más rápida y profunda.

Que dulce y tortuoso momento estábamos compartiendo, tan cargado de amor y deseo a partes iguales; tan lleno de futuro.

Los bellos ojos de Lorelai se encontraron con los míos preguntándome con voz dulce:

-¿Cenamos?, Me encantaría probar como cocinas.

-En realidad he tenido mucha ayuda; hice lo que pude-Le dije rascándome la cabeza avergonzado.

-Estoy segura que hiciste un excelente trabajo-Dijo con su sonrisa risueña.

Ambos nos sentamos, abriendo el vino para servirnos una copa a cada uno. Tomamos nuestros platos sintiéndome realmente nervioso; deseaba que le gustara.

Ella cerró los ojos en la primera cucharada y me sonrió con enorme entusiasmo.

-¡Es realmente genial!¡Es tan delicioso que lo tomaría cada día!

-¿Eso...eso te gustaría?-Le pregunté con timidez.

-Claro que sí; nada me haría más feliz que me cocinases.


Ahora sí que la miraba embobado con el estómago lleno de mariposas y pájaros. Deseaba tomarla entre mis brazos y plantar el enorme beso que llevo guardando para ella desde que la vi por primera vez. Me puse de pie y le ofrecí mi mano para que se pusiera de pie. Ella aceptó gustosa, quedando de nuevo pegados el uno con el otro. Acaricié su mejilla mientras que con la otra mano acariciaba fervientemente su espalda ligeramente descubierta. Justo cuando íbamos a besarnos,Lorelai me empujó tirándome al agua.

-¡¿Se puede saber porque me has hecho esto?!

-¡Porque aún recuerdo la broma que me gastaste hace años!¡Tu también me tiraste sin compasión!

-Más vale que corras, lobita-Le dije con malicia.

Ella se transformó en su loba y comenzó a correr con rapidez por todo el bosque. Yo hice exactamente lo mismo ya que tenía intenciones de hacerle pagar su osadía. Ambos reíamos mientras que nos perseguíamos como si ella fuera mi presa. Finalmente de un salto me puse justo delante, haciendo que se diera de bruces contra mí, cayéndome sobre ella. De nuevo tomamos nuestra forma sin recordar que ambos estábamos desnudos y yo estaba justo encima de ella.

Notaba nuestras pieles tan cerca y su corazón tan desbocado como el mío. iba a disculparme pero no podía porque no lamentaba absolutamente nada el estar sobre aquella bella criatura y la dueña de mis sueños. Mis labios besaron los suyos soltando mis sentimientos de golpe. Agarré su cabello, haciendo pasar mis dedos entre aquella suavidad. Su aroma a cerezas era tan embriagadora; cada vez más notaba su aroma sobre mi piel.

Mis manos tomaron las suyas poniéndolas por encima de su cabeza. Nuestros dedos entrelazados jugueteaban con la palma de nuestras manos mientras que nuestras lenguas danzaban con soltura. Ella comenzaba a gemir con mi contacto, no pudiendo evitar que mi erección creciera hasta alcanzar mi cumbre, apretándose contra su húmeda entrada. La noche estaba solo empezando; tenía la intención de que aquella noche fuera la primera de muchas noches que pasaría a su lado. Ya no la soltaría nunca más; ella era totalmente mía.

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