28. LA CITA DE DROGO

Drogo en la foto


Después de esa pedida de mano tan romántica y bella, Sebastián y yo disfrutamos de un apacible baño relajante lleno de besos y arrumacos. Después del baño nos secamos y Sebastián, tan caballeroso como siempre, me tomó en brazos de vuelta a casa para que no caminase. La gente del pueblo parecía haber oído su discurso ya que todos aplaudían a nuestro paso realmente emocionados.

Aquella gente tan cálida había robado mi corazón de hielo. Se habían comportado como un pueblo unido en las buenas y las malas, confiando totalmente en mi presencia.

Sebastián caminaba orgulloso fardando de mujer ante todos los hombres envidiosos. Yo no paraba de reír hasta llorar; mi pequeño lobito celoso y posesivo.

-¡Tío no des mas envidia hombre!-Gritaban varios hombres a Sebastián.

-Mala suerte, me quedé a la mejor-Y acto seguido me besó para dar aún más envidia.

Algunas de las mujeres me miraban con cierto tono de celos y molestia, pero se contenían porque yo iba a ser la reina en breve y podía castigar su insolencia. Notaba como las mujeres miraban a Sebastián y no era para menos ya que estaba con el torso desnudo.

Pero él era mío y por mucho que lo mirasen seguiría siendo mío.

Cuando llegamos, encontramos a Lorelai en la puerta frotándose las manos con nerviosismo. Estaba realmente guapa y se había dejado un sugerente escote; buen punto.

Drogo iba a morirse cuando la viera así vestida. Estaba segura que a partir de esa noche, esos dos andarían juntos.

Nuestro Romeo no tardó en llegar a la puerta, mirando a Lorelai sonriéndole tímidamente.

Entonces, Drogo nos miró interrogante:

-¿Ella es mi cita?

-Exactamente, ¿A que está guapa?-Le pregunté guiñándole el ojo.

-Realmente preciosa y no sabéis lo mucho que os lo agradezco.

-¿El qué?

-El haber preparado una cita con ella; llevaba años intentándolo y nunca me atrevía.

La cara de Lorelai era un poema. Su cara de sorpresa la hacía parecer aún más tierna y Drogo la miraba embelesado.

-Bueno chicos, espero que lo paséis bien, pero mi reina y yo tenemos que descansar; ha sido un día agitado-Dijo Sebastián tirando de mi brazo.

-Por supuesto, descansen bien-Dijo Lorelai haciendo una pequeña reverencia y tomando a Drogo del brazo que él mismo le ofrecía.

Lo que yo decía, la noche iba a ser buena para ellos...

-Yo creo que nos merecemos una buena cena por nuestra pedida de mano formal ¿No te parece?

-Ajam estoy de acuerdo-Le dije sentándome en la encimera de la cocina mientras que él buscaba ingredientes para cocinar.

-¿Te parece bien una ensalada de fruta y carne asada?

-Todo lo que provenga de tus manos me parece bien-Le dije acariciando la espalda.

-¿Ah sí, solo de mis manos?

Comencé a reírme de su aire seductor e insolente. Realmente era feliz y me sentía llena de vida y energía. Mañana iba a ser el día de mi transformación y lejos de sentirme nerviosa estaba ansiosa por que pasara. Mi boda era ahora un motivo absoluto de alegría y no de sufrimiento como el primer día que vine aquí; todo había cambiado mucho.

Y quien sabe, quizás el instinto maternal comenzaba a llamar a mi puerta...

En ese momento, imágenes de niños correteando por todo el salón me hizo sonreír. Mis manos comenzaron a acariciar mi vientre sin darme cuenta, ensimismada en mi mundo. Sebastián me miraba atento extrañado.

-¿Qué te ocurre Serena? ¿Por qué te tocas así el estómago?

-No es nada, no te preocupes; solo tengo hambre.

Sabía que no se lo había creído del todo; él me conocía como un libro abierto.

-¿Estás segura?

-Sí, de verdad; no te preocupes-Le dije poniendo ojos inocentes.

Él no podía resistirse a mi mirada de "no he roto un plato", no resistiéndose y dándome un largo beso. Mis piernas estaban ligeramente abiertas a la altura de su cintura, teniendo que agarrarme al borde de la encimera para no caerme de la impresión que me ocasionaban sus besos.

-Uhm me gusta esta posición...es muy sexy tenerte así...

-La cena, lobito mío; si no vamos a desmayarnos del agotamiento.

Él se liberó de mis labios de mala gana, comenzando a cocinar a toda prisa. Aquel hombre pervertido tenía oscuras intenciones; comenzaba a saber leer cada una de sus expresiones.

-Siéntate preciosa, ya está todo listo.

Como siempre todo era delicioso a la vista y al olfato. No podía parar de sonreír como una niña mientras que comía compulsivamente; parecía que había pasado días sin comer.

-Vaya vaya, mi fiera tiene hambre esta noche-Me dijo con su voz seductora.

-Eso es culpa tuya; eres insaciable.

-Podría decir lo mismo de ti querida.

Comencé a reír suavemente mientras que mi lengua acariciaba mis labios para provocar a Sebastián. De un momento a otro iba a saltar como un resorte.

-Te la ganaste glotona-Dijo levantándose de golpe, llevándome al suelo para comenzar a besarme en el cuello.

Entonces levantó su cabeza mirándome con asombro, ¿Qué pasaba?

-Hueles...diferente...

-Qué extraño, yo no me eché nada en especial hoy...

La nariz de Sebastián se enterró de nuevo, sintiendo como temblaba sobre mí,¿Estaba llorando?

Sus lágrimas se escurrían por mi cuello y yo comenzaba a estar asustada. Su mano se introdujo bajo mi vestido llegando hasta mi vientre, acariciándolo con suavidad.

-¿Sebastián, que es lo que pasa? Me estás asustando...

-Mi bebé...nuestro bebé está aquí, puedo notarlo...hueles a fresas...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top