13.EL CAMBIO


La mirada nada amable miraba de arriba abajo a aquel desconocido que me tenía sujeta por los hombros para que no me callera de espaldas de la impresión.

Sebastián se encaminó hacia nosotros, tomándome del brazo y tirando de mí para alejarlo de aquel chico que me miraba con vergüenza y culpabilidad.

-¿Qué haces aquí, Peter?

-Lo siento señor, solo me tomaba un baño y ella apareció de repente. Juro que me cercioré de si había alguien pero no la vi.

Sebastián bajó varios grados la dureza de su mirada y se relajó. Yo aún seguía totalmente nerviosa; me sentía intimidada.

-Perdóneme mi reina-Me dijo dando una ligera reverencia antes de marcharse.

Sebastián me tomó de los hombros y me miró fijamente.

-¿Te encuentras bien, Serena?

-Sí, solo que no acostumbro a ver hombres desnudos en mi día a día...

-Bueno, eso es algo que agradezco profundamente-Dijo con tono divertido.

No pude evitar reírme a regañadientes; aquel idiota me hacía reir...

De nuevo, un retortijón de hambre me hizo doblarme sobre mí misma. De nuevo, aquella extraña sensación me azotaba. Sebastián parecía alarmado, tomándome en sus brazos.

-¿Qué te ocurre, Serena?¿Qué te duele?

-Me noto...extraña. Estoy como intranquila, con muchísima hambre y con sensación de que necesito...correr y desgastar mi energía.

Sebastián se puso serio, llevándome en brazos por el pueblo, levantando caras preocupadas. Nicolae llegó hasta nosotros.

-¿Qué le ocurre a la reina, señor?

-Está indispuesta. Necesito que venga Drogo a revisarla.

-Si señor, enseguida estará allí; voy a llamarle.

-Pero...Sebastián, ¿Qué ocurre?-Pregunté preocupada.

-Nada preciosa, tu descansa, todo está bien...

Sentí como poco a poco me quedaba dormida en sus brazos, rendida de cansancio. Tan pronto como la energía inundó mis sentidos, se acabaron marchando de golpe cuando Sebastián me tocó.


SEBASTIÁN

Esperaba a Drogo con impaciencia; necesitaba saber que le ocurría a Serena. Desde que cayó rendida en mis brazos, comencé a sospechar que su transformación estaba cerca de llevarse a cabo por primera vez. La vez que me vio en mi forma de lobo, en aquel preciso instante, noté como su instinto de loba se activó. Noté como sus ojos cambiaron ligeramente de color cuando detectaron mi olor de forma inconsciente. El problema era que, una vez convertida en loba, me iba a ser casi imposible resistirme a ella.

La deseaba hasta enloquecer, pero debía de tener paciencia y más ahora que quizás iba a convertirse. Su instinto de loba no había salido hasta ahora porque no había recibido el estímulo para ello. Al haber estado en una tierra que no era la suya con una gente que no pertenecía a su mismo mundo, se había olvidado completamente de su naturaleza.

Pero ahora estaba con ella e iba a enseñarle todo lo que sabía.

Drogo tocó suavemente la puerta y yo lo miré con cierta preocupación. Me dio una palmada en la espalda en señal de apoyo.

-No te preocupes, voy a revisarla y te diré lo que le ocurre. Ven conmigo.

Ambos caminamos hasta mi cuarto, donde la había dejado descansando. Estaba roja, ardiendo como si se hubiera tragado una bola de fuego. Sudaba profusamente, pegándose su vestido a su piel aterciopelada. Su piel arecía brillar con fuerza y su aroma era aún más fuerte. Tuve que apoyarme en el marco de la puerta y cerrar los ojos para controlarme.

-Disculpa..es que...no puedo acercarme a ella...

-Lo que sospechabas era cierto; su transformación está próxima. El problema es que ocurrirá muy tarde y eso es peligroso. Ella no sabe que no es humana y el saberlo de esta forma va a ser realmente duro; debemos ser cautelosos.

-Drogo...tengo miedo de perderla; las trasformaciones son dolorosas y peligrosas y ella...ella no está preparada.

-Lo estará amigo mío, lo estará-Me dijo apretando mi hombro.

La miraba dormir con esa expresión tan dulce que me tenía enamorado hasta las últimas de mis fuerzas. Deseaba que acabara cuanto antes todo aquel duro proceso y poder amarla sin ningún tipo de restricción o impedimento.

Drogo se marchó , dejándome solo con mi pequeño ángel. La miraba desde la lejanía porque temía hacer algo indebido y que ella ya no confiara en mí.

Mientras que la miraba, la puerta sonó de nuevo; era Minerva.

-Hola Sebastián, he pensado que es mejor que yo me quede con Serena y mientras tú des un paseo para calmar los nervios. Sé que las necesidades de apareamiento son más fuertes cuando tu hembra está cerca y a punto de convertirse; mi querido Nicolae lo pasó conmigo y agradecí mucho la ayuda de mi madre. Ahora yo te devolveré el favor...

La abracé con cuidado de no hacer daño a su bebé. Como quería a Minerva; ella era una amiga incondicional y no me arrepentía de haber arreglado a esos dos para que estuviesen juntos.

-Voy al lago a pensar; cualquier cosa por favor...llámame.

-No te preocupes Sebastián, sé que no ocurrirá nada malo, vete tranquilo-Me dijo con una sonrisa.

Entonces con un peso más pequeño sobre mis hombros, me convertí en lobo y eché a correr.

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