11.UNA MAÑANA COMPARTIDA
Capítulo picante ;)
Los rayos de luz incidieron directo sobre mis párpados aún vencidos por el sueño. Poco a poco los fui abriendo para darle la bienvenida a un nuevo día. La ligereza que sentía me indicaba que había dormido sin ropa, cosa que no era extraña en mí. Un leve movimiento detrás de mí me hizo girar violentamente; Sebastián estaba acostado a mi lado y yo no estaba en mi cuarto.
Un portazo me hizo sobresaltar en el colchón:
-Señor Sebastián requerimos de su presencia para...-Dijo quedándose atónito viendo que yo estaba en su cama. Se disculpó cerrando con rapidez la puerta, sobresaltando a Sebastián.
-¿Qué son esos ruidos?-Dijo malhumorado.
Cuando él me miró su rostro malhumorado cambio por uno dulce y amoroso. Se acercó a mi, no pudiendo evitar cubrirme aún más. Sebastián tomó la sábana y la echó a un lado dejándome totalmente desnuda y desprovista de algo con lo que cubrirme. Comencé a patalear para tomar de nuevo la sábana, pero Sebastián me acorraló colocándose encima mía mientras yo estaba boca abajo.
Su excitación se clavaba en mi trasero y me estaba haciendo temblar. Notaba a Sebastián tenso sobre mi espalda y temía hacer algún movimiento.
-...Serena...-Me susurró al oído.
-¿No crees que jugaste...bastante?-Le dije al borde de un ataque.
-Deberíamos de irnos para ayudar con la fiesta, pero antes podemos jugar tu y yo un poco...
-No Sebastián, no voy a acostarme contigo.
-¿Quién dijo que tendríamos sexo?, ese día será un día especial pero de momento puedo darte un adelanto...
Un día que más valía que llegara lo más tarde posible...
Sin que pudiera si quiera contestarle me puso boca arriba quedándome totalmente expuesta a su vista salvaje y hambrienta. El tono de mi piel subió varios tonos de rojo al ver aquellos ojos oscuros de deseo mirarme de aquella forma.
Las manos de Sebastián se posaron sobre mis dos rodillas abriéndome totalmente a él. Me sentía abrumada y avergonzada, como si fuera una tarta recién hecha y él llevara semanas sin probar bocado.
Su cabeza comenzó a descender entre mis piernas y mis manos se pusieron justo en mi entrepierna para evitar que Sebastián se acercase más.
-¿Qué ocurre Serena?, relájate y disfruta.
-No...no puedo...es tremendamente vergonzoso y no veo que esté bien.
-Toda muestra de cariño es correcta, Serena; no te prives del placer-Me dijo tomando mis manos y apartándolas.
Intenté apartar su cabeza, pero tomó mis manos entre las suyas, afirmándolas sobre el colchón impidiéndome moverme.
Su aliento rozó mi interior abrasando mi delicada y erizada piel. Mis escalofríos junto con la temperatura de mi enfebrecido cuerpo me hacía estremecer por momentos. Cuando sus labios se posaron en mi piel más delicada, dejé escapar el aire de golpe.
Su boca se movía con maestría mientras que mis piernas se abrían cada vez más a él. Ya no era yo misma; era una llama avivada por el deseo de aquel hombre de ojos dorados como el sol. Soltó mis manos, pudiéndome permitir agarrar su suave cabello, sujetándome por miedo a que me cayera de la cama. Mis movimientos eran indecentes pero mi cabeza ya no respondía.
La cabeza de Sebastián dejó mi húmedo sexo y subió hasta mis labios, mordiendo mi labio introduciendo su lengua en mi boca. Notaba como el miembro de Sebastián luchaba por entrar en mí. Baje mi mano para aliviarle y que disfrutara al igual que yo. Cuando mi mano se cerró a su alrededor, él cayó desplomado sobre mí, gimiendo con fuerza.
-Dios...no sé si voy a responder haciéndome eso...
-Solo quiero que disfrutes al igual que yo; es lo justo.
-Pero yo tengo más peligro, bella...-Me dijo con una sonrisa maliciosa.
Seguimos besándonos mientras que ambos nos tocábamos. Nuestros gemidos ahogados eran un concierto donde la pasión era la voz cantante. No sabíamos si había alguien afuera, pero en aquella vorágine de sensaciones ya no nos importaba.
El sol calentaba nuestros húmedos cuerpos, iluminando aún más la mirada de Sebastián. Estaba enfebrecida y encandilada; sentía como si un hechizo me hubiera robado la razón.
Un hormigueo cada vez más intenso me hacía gritar con más intensidad; no sabía que me estaba pasando, pero mis caderas se movían sin control sintiendo como algo húmedo se acumulaba en mi bajo vientre.
-Sebastián...me noto algo...extraño...noto que voy a explotar....
-Estás cerca amor...tan cerca como lo estoy yo.
Su mano comenzó a moverse aún más rápido mientras que mis manos cogían su cabello con fuerza. Las caderas de Sebastián comenzaron a moverse más rápido y sus gruñidos comenzaron a ser gritos guturales y salvajes. Algo líquido se derramó sobre mi vientre, sobresaltándome y quemando ligeramente mi enfebrecida piel.
Sebastián me miró divertido, ¿Qué era tan gracioso?
-¿No sabes lo que es el semen, pequeña?
-No...no se qué es eso y no te rías de mí-Le dije malhumorada.
-Bueno pues eso es lo que derrama el hombre dentro de la mujer que ama para que nazcan unos preciosos bebés.
Con mi cara alucinada ante esa nueva fuente de información, Sebastián comenzó a reírse y me abrazó aplastándome contra el colchón, besándome el cuello. No pude evitar reírme con él correspondiéndole a su abrazo.
-Hora de alimentar esta barriguita-Me dijo besando mi vientre que rugía escandalosamente.
-Más te vale que tengas pan del que hiciste el otro día.
-Para ti mi reina, sería capaz de moler harina con mis puños para que tengas pan-Me dijo guiñándome un ojo.
Salí con una sonrisa cargada de energía y felicidad con el aroma al pan recién hecho que tanto me gustaba. El sol se colaba por la ventana resaltando aquel bello cuerpo esculpido que había dormido conmigo toda la noche. La costumbre de Sebastián de estar sin camisa por la casa que antes me molestaba, ahora me hacía sonreír como una boba.
Su rostro me miró con amor y me hizo una señal para que me sentara a la mesa:
-Me han traído mantequilla recién hecha para que puedas tomarla con tus tostadas. Te puedo asegurar que va a encantarte. Es un obsequio de uno de los habitantes del pueblo.
-Agradezco mucho la hospitalidad de todos, pero no quiero ser una molestia, ¿Y si lo necesitan para comer?
-Aquí no hay pobreza, hermosa; todos tenemos muchos recursos para vivir muy cómodamente. Por esa razón, nos damos lo que tenemos los unos a los otros y así no hay discusiones ni avaricias.
-Eso es increíble Sebastián; has logrado algo que nadie ha conseguido.
-Es un honor que reconozcas mi trabajo durante todos estos años. Ahora contigo a mi lado, mi reinado será menos duro-Me dijo besando tiernamente los labios.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top