Prologo
Prolog: Life 0-Hell Mode
La lluvia caía sin parar en aquella ciudad, ciudad la cual ahora se veía tranquila y pacífica.
Las personas se dirigían a sus respectivos hogares después de un largo día.
Algunos usaban paraguas, otros simplemente usaban magia.
Ha excepción de aquel niño castaño... Quien parecía no tener más de 10 años.
Caminaba a paso lento... Siendo empapado por la intensa lluvia...
Muchos le dirigian miradas de lástima, mientras que otros simplemente lo ignoraban.
El pequeño niño tenía la mirada en el suelo, no prestando atención a lo que había delante.
Lo curioso era que se podía apreciar que la ropa estaba algo rasgada y/o quemada.
También se apreciaba que tenía algunos cuantos moretones y quemaduras en su cuerpo.
El niño avanzaba todo lo que podía, aguantado el inmenso dolor que sentía en ese instante.
Caminó y caminó... Olvidándose de la intensa lluvia...
Porque cuando la lluvia tocaba su piel... Sentía que su dolor se iba por un instante...
Eso le daba un gran alivio... Un alivio indescriptible para un niño de su edad.
Pero el niño sabía que esa sensación no iba a durar para siempre...
No hay nada eterno en esta vida, en especial en la suya.
Caminó y caminó... Lentamente regresando a la triste realidad.
Luego se detuvo frente a una casa, la cual tenía un diseño común y corriente.
Abrió la puerta y entró ocultando lo mejor que pudo su presencia...
No quería sufrir el infierno diario hoy.
Rogó y rezo a todos los dioses que se le vinieron a la mente.
Esperando a que alguno le escuchará...
Pero al parecer, los mismos dioses también estaban aborrecidos de él y lo hicieron sufrir ese día también.
–¡Maldito mocoso! ¡Ven aquí en este momento!–
Fue el grito que escucho provenir desde la sala.
El pequeño niño solo se estremeció por el miedo que sentía.
Con toda la velocidad que pudo reunir fue rápidamente a la sala, donde que ni bien llegar lo recibio una cachetada que lo mando al suelo.
–¡Maldito Bastardo! ¡¿Sabes lo que haz hecho ahora?!–
Fue el grito de aquel hombre que estaba enfrente de él.
–Lo siento...–
El murmullo que escapó de sus labios fue apenas audible.
–¡¿Lo siento dices?! ¡Eso no va a resolver nada! ¡Hubieras pensado bien antes de ensuciar los zapatos del hijo de la Familia Luverios!–
–Lo siento...–
Repitió nuevamente entre lágrimas.
El hombre arto de escucharlo llorar y disculparse decidió golpearlo nuevamente, mandándolo al suelo con fuerza.
–¡¡Ya cállate mocoso inútil!! ¡¡No sé porque tuvimos que aceptar el acogerte!! ¡¡Es mejor si simplemente te murieras!! ¡¡Solo eres un desperdicio de recursos!!–
Grito cada palabra mientras lo pateaba con ira.
–L-lo siento...–
Repetía y repetía el pequeño quien no paraba de llorar.
Cuando el hombre se cansó, simplemente lo dejo ahí tirado a su suerte.
Realmente no le importaba si el niño muriera ahí mismo, ya que sería un alivio para él.
El niño se quedó ahí tirado por varios minutos, adolorido y con el alma destrozada.
Ni siquiera intentaba levantarse porque sentía que sus huesos crujían al hacerlo.
Así que simplemente se quedó ahí tirado hasta que por fin pudo moverse.
Prácticamente llegó arrastrandose hacia su supuesta "habitación".
El cual parecía ser más un almacén que otra cosa.
Una vez llegó a su puerta, con todas las fuerzas que pudo reunir se levantó y giro de la perilla para poder entrar.
Cuando lo hizo inmediatamente cayó al suelo con dolor, sintió como sus huesos crujían nuevamente.
Él solo se aguanto el grito de dolor y se arrastró a lo que el usaba como cama.
Una vez ahí, se acostó en forma de bola y se quedó dormido...
Ya que sabía que no le darían de comer ese día nuevamente...
Al día siguiente
El sol nuevamente había salido, dando así el comienzo de un nuevo día.
Aunque para el pequeño niño solo significa que regresaría al infierno de vida que tenía.
Aún con dolor, pero menor al que sentía el día anterior, se levantó y se alistó para ir a lo que supuestamente era la "Escuela".
Aún con malestar en el cuerpo, se dirigió a la cocina a tratar de prepararse algo para desayunar.
Solo esperaba que no se encontrará con nadie.
Y para su fortuna, así fue.
Con rapidez empezó a prepararse un sandwich y se sirvió un vaso de jugo de naranja.
Una vez termino de desayunar, lavo lo que utilizo y se fue para la escuela.
Parecía que el día sería soleado, algo extraño sabiendo que el día anterior hubo una fuerte lluvia.
Ignorando el clima, el pequeño niño camino a paso lento hacia su destino.
Observava y avanzaba con cautela, quería evitar causar más problemas de los que ya tenía.
Y a ese paso, llego a la escuela.
Ya antes de entrar y regresar al infierno, soltó un suspiró...
Caminó con la mirada hacia el suelo, sentía como todos lo miraban y murmuraban sobre él.
Pero eso no era todo lo que sentía, en un momento se dió cuenta que su cuerpo se sentía caliente.
Algo le estaba pasando y no sabía qué era.
Y antes de que continuará perdido en sus pensamientos, sonó la campana anunciando el inicio de clases.
El pequeño solo se apuro y su figura se perdió entre la multitud de niños...
Horas más tarde
El receso había llegado, y con eso el inicio de su tormento.
–¡Oye inútil, ven aquí!– grito un niño de cabello rubio cenizo.
–Y-ya voy– dijo tartamudeando el pequeño.
Se levantó de su asiento y se dirigió al frente de quién lo había llamado.
El niño rubio cenizo le propinó una patada que hizo que el castaño cayera al suelo.
–¿No aprendes verdad? ¿Acaso no te dije el como debes llamarme?– Dijo con claro enojo.
–Pe-perdon... Aliester-sama...–
El ahora conocido Aliester sonrió con arrogancia y le ordenó.
–Bien, por haberte equivocado nuevamente recibirás tu castigó– Dijo mientras se tronaba los nudillos.
El pequeño castaño tembló de miedo ante lo dicho por el rubio.
–N-no po-por favor...– Rogó aún tirando en el suelo.
–¡¿Hah!? ¡¿Te atreves a contradecirme?!– Dijo con enojo, aterrando más al niño castaño.
–N-no me *cof* atre*cof*ría *cof*– El pequeño empezó a tocer.
Y no solo eso, sintió que su cuerpo empezaba a arder más que antes.
–¡Hoy tendrás el doble por contestarme!– Declaró mientras ordenaba a sus lacayos a qué arrastraran al niño hacia los baños.
–*cof cof cof*– El castaño no dejaba de tocer, cada vez se hacía más frecuente y eso hacia que la ira de Aliester aumentará.
Cuando llegaron a los baños, los lacayos de Aliester lanzaron al castaño hacia la pared.
El impacto no fue grave, pero si doloroso.
–Bien... Ahora es el momento de tu castigo– Dijo Aliester con una sonrisa siniestra, mientras en su mano empezaba a materializarse fuego.
Los lacayos no perdieron el tiempo y empezaron a golpear al niño castaño, mientras que Aliester le quemaba en algunos puntos en específico.
El castaño no podía hacer nada para defenderse, era débil e inútil.
Su cuerpo gritaba de dolor y no le respondía, además de que sentía que ardía más que antes.
Su cabeza empezó a dar vueltas, ya no podía oír bien.
En el estado que estaba, no sé percató que ya lo habían dejado de golpear por la intervención de otro chico que ingreso por casualidad al baño y presenció tal escena llamando de inmediato a los maestros.
El castaño simplemente perdió el conocimiento cuando su cuerpo y mente ya no aguanto el dolor.
Afortunadamente los maestros no tardaron en llegar, pero se asustaron al verlo en el suelo inconsciente.
El maestro de Magia Básica fue rápidamente a ver el estado, pero se llevó la sorpresa de que el muchacho estaba que ardía.
–¡Llamen una Ambulancia de inmediato!–
Sus colegas rápidamente llamaron a una ambulancia, al cual no tardo en llegar y llevar al pequeño al hospital más cercano.
Los profesores también dieron aviso a la familia del pequeño, para que fueran a verlo al hospital.
Mientras tanto la ambulancia ya estaba por llegar al hospital.
La enfermera que lo estaba atendiendo le midió la temperatura y le dijo al otro enfermero.
–¡Tiene 40° de temperatura, múltiples hematomas y quemaduras! ¡Da aviso para que un Doctor Mágico lo atienda urgente!–
Y un par de minutos después, ya se encontraban transladando al pequeño castaño a una camilla.
–¡Preparen una inyección para reducir la fiebre antes de que el paciente convulsione!–
Ordenó el Doctor mientras aplicaba Magia Curativa para sanar las quemaduras y hematomas.
Una enfermera llegó con lo pedido y le entrego al Doctor, quien de inmediato aplicó la inyección en el infante.
Después de haber reducido enormemente las quemaduras y hematomas del niño, dejo que las enfermeras se encargarán del resto mientras él le aplicaba un hechizo de análisis.
El medio al terminar de hacer el análisis del cuerpo, frunció el seño.
–Tiene huesos astillados y sangrado interno... Además de una dislocacion y fractura mal curada...–
La enfermera volveo a ver al medico cuando dijo eso.
–¿Que estilo de vida está llevando este pequeño?–
Frunció aún más el seño en señal de molestia
–¿Que se sabe acerca de los padres del niño?–
Pregunto el Doctor con seriedad.
–Estan en camino Doctor, deberían llegar en cualquier momento–
Dicho eso, los padres llegaron causando un alboroto.
Querían llevarselo de una vez, pero no pudieron debido a la resistencia de los médicos con referente al estado del niño.
Los padres solo se dieron por vencidos y se fueron.
Los médicos estaban indignados por el comportamiento de los dichosos padres.
Tardaron una semana en dar de alta al pequeño castaño, ya que su estado era más complicado de lo que se veía.
Los médicos llamaron a servicios sociales para ver el caso del niño, ya que les preocupaba como era la vida del pequeño.
Pero los de servicios sociales nada pudieron hacer.
Los médicos solo se rindieron.
Aún después de todo lo sucedido, el pequeño castaño continuo sufriendo y lamentándose de su tormentosa vida...
6 meses después
El pequeño castaño caminaba lentamente, con su cuerpo lleno de moretones y con su ropa chamuscada.
Caminaba por el único puenta que lo llevaba hacia su supuesto hogar.
El se detuvo a contemplar la vista desde el puente.
No se podía ver a nadie más cerca del puente.
Pequeñas lágrimas empezaron a caer hasta que terminó en un llanto inquebrantable.
–Odio esto... Odio todo... Porque tuvieron que dejarme solo... Papá... Mamá...–
Continuo llorando por un largo rato.
–Si la vida es así de dolorosa... Es mejor que me rinda... Nadie va a llorar por mi al fin y al cabo–
Después de decir eso... Cruzó el barandal del puente y miro hacia abajo...
Donde podía ver cómo los vehículos pasaban a toda velocidad.
Soltando un suspiro y una sonrisa de lamento... Saltó y espero el impacto...
Algo que nunca llegó ya que su cuerpo desapareció entre una especie de humo negro...
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